Soy una entusiasta lectora de esta autora, esta es
la tercera novela que leo tras El fin del
«Homo Sovieticus» y Voces deChernobil. Ya conozco, por tanto, su manera de escribir:
armada con su grabadora y mucha paciencia para saber escuchar y generar
confianza en sus entrevistados/as, Aleksiévich nos muestra la condición humana con todas “sus” verdades,
con sus luces y sombras, sus temores y sus ilusiones, sus creencias y sus
decepciones. La autora lo
que hace es combinar numerosas entrevistas, como si fuera un collage,
a través de las cuales da una visión del ser humano, en este caso mujeres, en
determinadas circunstancias como la II Guerra Mundial.
No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma (19)
La autora sostiene que las mujeres no habían
hablado sobre su participación en la guerra y que cuando las ha entrevistado
relatan una guerra diferente a la de los hombres. En sus recuerdos no hay
apenas heroísmo, no explican actuaciones épicas, recuerdan una guerra más
emocional y cotidiana. De hecho fue censurada en una primera versión,
introduciendo todo en 2002. En España fue publicada en 2015.
Pero hay algo que no queda claro: ¿Qué les
ocurría a las mujeres en el frente? ¿Sufrían agresiones sexuales, eran violadas
por sus compañeros militares? Algún testimonio muy aislado afirma que algo de
eso había, esas agresiones explicarían porqué fueron mal recibidas a su vuelta
a casa y tratadas de prostitutas. Eso puede explicar también su silencio. Una
auxiliar sanitaria relata que al poco tiempo de estar en el frente se metió en
la covacha del comandante, no lo quería pero…
¿Qué otra opción tenía? Allí solo había hombres, era mejor vivir con uno que temerlos a todos. (…) También se lo han dicho las demás o no se han atrevido a confesarlo? (272).
Las mujeres militares presenciaron como sus
compañeros violaron sistemáticamente a las mujeres alemanas cuando entraron en
este país, los pocos testimonios que hablan de este tema, lo justifican. Las
mujeres como botín de guerra parece ser algo común al margen de la ideología de
los gobiernos y de los soldados.
La incorporación de miles de mujeres jóvenes al
frente de batalla, mayoritariamente en sanidad pero también como combatientes,
es un caso único, sin embargo tengo la sensación que no ha sido tan auténtico
el resultado como en sus otras dos obras, por el contrario me ha parecido muy
reiterativa en algunos capítulos.
Las guerras no tienen rostro de mujer, pero tampoco de abuelo ni de niños, las guerras no deberían tener cara.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienen rostro de hombre, ellos son los que se enfrentan mayoritariamente en el campo de batalla y ellos son los que lo cuentan después e imponen un relato heroico donde solo hay sangre, muerte y destrucción.
EliminarEso es lo que tan bien explica Aleksiévich en este libro. Te la recomiendo encarecidamente, cualquiera de sus libros...
Un abrazo.