domingo, 13 de octubre de 2019

SVETLANA ALEXIÉVICH, La guerra no tiene rostro de mujer



Soy una entusiasta lectora de esta autora, esta es la tercera novela que leo tras El fin del «Homo Sovieticus» y Voces deChernobilYa conozco, por tanto, su manera de escribir: armada con su grabadora y mucha paciencia para saber escuchar y generar confianza en sus entrevistados/as, Aleksiévich nos muestra la condición humana con todas “sus” verdades, con sus luces y sombras, sus temores y sus ilusiones, sus creencias y sus decepciones. La autora lo que hace es combinar numerosas entrevistas, como si fuera un collage, a través de las cuales da una visión del ser humano, en este caso mujeres, en determinadas circunstancias como la II Guerra Mundial.
No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma (19)
La autora sostiene que las mujeres no habían hablado sobre su participación en la guerra y que cuando las ha entrevistado relatan una guerra diferente a la de los hombres. En sus recuerdos no hay apenas heroísmo, no explican actuaciones épicas, recuerdan una guerra más emocional y cotidiana. De hecho fue censurada en una primera versión, introduciendo todo en 2002. En España fue publicada en 2015.
Pero hay algo que no queda claro: ¿Qué les ocurría a las mujeres en el frente? ¿Sufrían agresiones sexuales, eran violadas por sus compañeros militares? Algún testimonio muy aislado afirma que algo de eso había, esas agresiones explicarían porqué fueron mal recibidas a su vuelta a casa y tratadas de prostitutas. Eso puede explicar también su silencio. Una auxiliar sanitaria relata que al poco tiempo de estar en el frente se metió en la covacha del comandante, no lo quería pero…
¿Qué otra opción tenía? Allí solo había hombres, era mejor vivir con uno que temerlos a todos. (…) También se lo han dicho las demás o no se han atrevido a confesarlo? (272).
 Las mujeres militares presenciaron como sus compañeros violaron sistemáticamente a las mujeres alemanas cuando entraron en este país, los pocos testimonios que hablan de este tema, lo justifican. Las mujeres como botín de guerra parece ser algo común al margen de la ideología de los gobiernos y de los soldados.



La incorporación de miles de mujeres jóvenes al frente de batalla, mayoritariamente en sanidad pero también como combatientes, es un caso único, sin embargo tengo la sensación que no ha sido tan auténtico el resultado como en sus otras dos obras, por el contrario me ha parecido muy reiterativa en algunos capítulos.

2 comentarios:

  1. Las guerras no tienen rostro de mujer, pero tampoco de abuelo ni de niños, las guerras no deberían tener cara.

    Un abrazo

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    1. Tienen rostro de hombre, ellos son los que se enfrentan mayoritariamente en el campo de batalla y ellos son los que lo cuentan después e imponen un relato heroico donde solo hay sangre, muerte y destrucción.

      Eso es lo que tan bien explica Aleksiévich en este libro. Te la recomiendo encarecidamente, cualquiera de sus libros...

      Un abrazo.

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