miércoles, 23 de octubre de 2019

EMMA GOLDMAN, LA MUJER MÁS PELIGROSA DEL MUNDO, EN ESPAÑA



« (…) la vida sin libertad es una monstruosa falsa ilusión (…)» (p. 376).

David Porter[1] hizo en 2006 la edición de un libro magnífico sobre las cartas que Emma Goldman se cruzó con diversas amistades y compañeros/as de ideas respecto a su experiencia en las visitas que realizó a la España revolucionaria durante la Guerra Civil. Visitó España en tres ocasiones por periodos de dos a tres meses: la 1ª visita (17 setiembre-mediados diciembre 1936) la hizo en la etapa de mayor entusiasmo aunque las contradicciones en el seno de la Revolución habían empezado. En la 2ª visita (16 septiembre-6 noviembre 1937), la mayor parte de las contradicciones habían estallado. En su 3ª visita (mediados de septiembre a comienzos de noviembre de 1938), había ya pocas esperanzas de derrotar el fascismo y menos de salvar la Revolución. Durante sus visitas pasó la mayor parte del tiempo viajando a diferentes zonas de la España revolucionaria observando los esfuerzos constructivos en marcha y visitando la primera línea del frente.

Una de las cosas que más me han llamado la atención de la lectura de este libro es la humanidad, las emociones, la fragilidad y también la fuerza que destilan muchas de las cartas recogidas en esta magnífica obra. Cuando estalla la Guerra Civil, Goldman acaba de vivir la muerte por suicidio de su compañero de vida, Alexander Berkman en junio de 1936. El mundo se detuvo para ella. El estallido de la Revolución el 19 de julio, puso en marcha, de nuevo, sus ganas de vivir. Vino a conocer y a vivir la Revolución con su mirada entusiasta y crítica a la vez, ella ya venía de otra gran ilusión defraudada en Rusia y no se fiaba de las apariencias.

Aun cuando se ilusionó, se identificó e hizo suya la Revolución española, su inmersión en ella la obligó a poner en cuestión y a someter a crítica algunas de las creencias más persistentes en el movimiento anarquista. Sus cartas recogen su apasionada implicación, su empatía con la Revolución y con la suerte de los y las anarquistas españolas, sintiéndose parte de ella y utilizando enseguida el «nosotros» cuando hablaba de ella; sus dolores de cabeza, sus insomnios, la preocupación por las amenazas internas y externas que percibe, se «escuchan» latiendo en sus cartas.

Emma Goldman defiende la Revolución frente a las críticas que llegan de algunos sectores anarquistas de otros países. Y esa defensa tiene más valor porque era consciente de los errores de los dirigentes de la CNT-FAI por su colaboración con las fuerzas estatistas. Esta defensa se produce por la diferencia que lleva a cabo entre dirigentes y bases anarquistas y anarcosindicalistas que pese a la Guerra estan construyendo, con creatividad y entusiasmo, una Revolución inspirada en el anarquismo que ella nunca esperó vivir a sus casi setenta años (en su primer viaje tenía 67 años).

Se posicionó finalmente contra la colaboración con las fuerzas estatistas y sus críticas a Mariano, R. Vázquez, Federica Montseny («Es una “Lenin” con faldas», p. 72) y Juan García Oliver fueron contundentes. Vio reforzada su creencia previa de que los líderes del propio movimiento anarquista eran personalmente susceptibles a la corrupción autoritaria si su liderazgo no era controlado de las bases en las que confiaba plenamente.

Llegó a cuestionar la naturaleza de la revolución. Es muy interesante la diferencia que marca entre anarquismo y revolución, afirma que son dos cosas diferentes: «La revolución es siempre coercitiva y violenta; es siempre la expresión culminante de los errores e injusticias acumulados, así como de las brutalidades causadas por nuestro sistema (…)». Por eso, « (…) no podemos esperar que el anarquismo se exprese en plenitud durante el periodo revolucionario. Todo lo que podemos esperar es que los anarquistas eviten la dictadura y el terror organizado (…)» (p. 297). La violencia que comporta una revolución es lo contrario de lo que representa el anarquismo (p. 301).

Para Goldman, « (…) la violencia es contradictoria con el anarquismo. Como filosofía social, y como teoría sobre los derechos del individuo y sobre la libertad de la colectividad, el anarquismo es la única teoría que no propaga la violencia» (p. 305). Su función en un periodo revolucionario es minimizar la violencia de la revolución y reemplazarla por los esfuerzos constructivos (p. 305). Y concluye: «Me temo que se necesitará más de una revolución antes de que sea posible que el anarquismo emerja en toda su belleza y toda su humanidad» (p. 298).

 Goldman se reafirmó, viviendo la experiencia revolucionaria en España, en la importancia de la emancipación individual y el mantenimiento de la integridad personal como parámetros importantes del éxito del movimiento anarquista. De esta convicción extrajo la importancia de la necesidad de desarrollar una conciencia anarquista que implicara crear proyectos comunitarios autónomos, antiautoritarios y participativos en ámbitos como la educación, la actividad cultural, los medios de comunicación, la salud y el bienestar social, y la producción económica, como los que representaron los esfuerzos anarquistas españoles durante generaciones. También significaba desarrollar contextos de ayuda mutua en los que cultivar los valores anarquistas, la crítica y la sofisticación en las grietas en los sistemas jerárquicos existentes para ampliar los espacios de libertad en la vida cotidiana y  al mismo tiempo desmitificar, subvertir y oponerse a ellos si era preciso.

Me he dejado muchos temas en el tintero: su feminismo y la relación con Mujeres Libres (organización y revista), su admiración por Rudolf Rocker y Camillo Berneri, su convicción de la influencia letal para la Revolución del estalinismo y de su versión española, el PCE (incluso su temor a ser asesinada por ellos como lo fue Berneri y Barbiere en los «Sucesos de Mayo» de 1937), la necesidad de clarificar la naturaleza de la oposición anarquista no pacifista a la violencia, su compromiso con Solidaridad Internacional Antifascista (SIA) y las actividades de la sección británica, y tantos otros temas sobre los que Emma la Roja, «la mujer más peligrosa del mundo», sigue siendo hoy actual.



[1] David Porter (editor), (2006): Visión en llamas. Emma Goldman y la revolución española. Barcelona, El Viejo Topo.


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