Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

viernes, 13 de enero de 2017

SVETLANA ALEXIEVICH, Voces de Chernóbil. Crónica del futuro.


Hacía tiempo que no me impresionaba tanto un libro, la lectura de El fin del “Homo sovieticus” no me había preparado para afrontar estas Voces de Chernóbil.

Chernóbil es un enigma que aun debemos descifrar. Un signo que no sabemos leer. Tal vez el enigma del siglo XXI. Un reto para nuestro tiempo. Ha quedado claro que además de los desafíos comunista y nacionalista y de los nuevos retos religiosos entre los que vivimos y sobrevivimos, en adelante nos esperan otros, más salvajes y totales, pero que aún siguen ocultos a nuestros ojos. Y, sin embargo, después de Chernóbil algo se ha vislumbrado (45).



Algunas impresiones:

1
Chernóbil muestra la capacidad para la destrucción total, más allá de Auschwitz está Chernóbil, un accidente nuclear que mata todo a su paso. La destrucción salvaje y total. Una destrucción que no se asemeja a la guerra, la medida del horror siempre. Con Chernóbil ha empezado la historia de las catástrofes (48) en la que el mal no da explicaciones e ignora cualquier ley. Chernóbil nos propone un punto final. Se apoya en la nada (53). Toda la Tierra está en peligro.

2
Chernóbil (1986) mostró hasta donde había llegado el comunismo, ese sistema (distópico) del que este año se cumplen cien años. Un sistema totalitario que produjo el “homo sovieticus”, un hombre capaz de ir a la muerte desinformado y alardeando de patriotismo y de la capacidad para hacer hazañas imposibles. Crédulo de las mentiras oficiales y sin capacidad de reacción. El socialismo, dice uno de los entrevistados, es una mezcla de prisión y jardín de infancia (…) El hombre entregaba al Estado el alma, la conciencia, el corazón, y a cambio recibía una ración (217).

3
El accidente nuclear mostró la crueldad de un sistema que fue capaz de enviar a miles de personas a una muerte segura. Los liquidadores fueron las principales víctimas, eran los que trabajaban en el reactor sin protección alguna y con la más elemental falta de derechos. En la liquidación de las consecuencias de la avería se destinaron, en total, 210 unidades militares: cerca de 340.000 militares.

4
La insignificancia de la vida humana. Los hombres eran para ellos [para los comunistas] polvo, el estiércol de la historia (339). La historia omitida. El engaño del sistema a quienes se vieron obligados a hacer frente al accidente.  Se engañaba a la gente y la engañaba el Estado, una institución en la que se había enseñado a creer y a temer. Con Chernóbil explotó todo el sistema de valores que había construido el comunismo.

5
El fatalismo ruso, ¿para qué hacer nada si las cosas irán como han de ir?, el destino está fijado. Relatos desoladores de enfermedad, sufrimiento extremo y muerte. De los diez millones de personas que viven en Bielorusia, más de dos millones viven en tierras contaminadas.

6
La ciencia mostró que estaba al servicio de la política, que no se podía confiar en ella, que primaba el corporativismo por encima de la verdad. Espectacular el “Monólogo acerca del poder ilimitado de unos hombres sobre otros” del exdirector del Instituto de Energía Nuclear de la Academia de Ciencias de Belarús (356-366).

7
Voces de Chernóbil tiene vocación de escribir y recoger la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras de la gente común y corriente. Hablan las víctimas. Habla la vida cotidiana del alma (44).

5 comentarios:

  1. Muchas veces he estado apunto de leer este libro, lo he ojeado en multitud de librerías... necesito que el libro y mi cabeza sean uno solo, esperaré el momento, no tengo reparos en su lectura, llegará.

    He visto algún documental sobre el desastre, con testigos reales y gente que aún vive por ahí... a uno se le pone la piel de gallina, y realmente concluyes que el fin del mundo es una posibilidad muy plausible. Escalofriante.

    Hay algo que me desconcierta de los sistemas totalitarios, necesitan a la gente, al pueblo, para sostenerse sobre ellos, pero a la vez el poder no dudaría en ir aniquilándolos si llegara el caso... como diría uno que yo sé; ¡qué me aspen!

    El equilibrio que nos sustenta a los habitantes de este planeta malherido es frágil, muy frágil. La tentación de pisar el charquito helado y hacer trizas el hielo es grande.
    Abrazo Laura!!

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    1. Totalmente escalofriante. Con este libro, cosa rara en mi, tuve la tentación de dejarlo por lo duro que me resultaba su lectura. De hecho la autora lo que hace es una especie de documental pero escrito. Son todo testimonios de personas afectadas por el accidente.

      Fíjate, yo no lo veo contradictorio porque todo se basa en el dominio y control del pueblo, precisa de un pueblo que les siga siempre, quien no lo hacía los enviaban a las prisiones y a los gulag. Los obedientes eran capaces de ir a la muerte si se lo ordenaban. Terrorífico.

      Estoy casi convencida de que hemos traspasado ya el límite del equilibrio que la naturaleza tiene que mantener para reproducirse y que estamos abocados al desastre.

      En fin, muy mal panorama (agravado hoy por el nuevo presidente de EUA).

      Un abrazo!!

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  2. Hace algún tiempo vi un documental sobre 'Chernóbil', es posible que el mismo que comenta 'Paco Castillo'.
    Y es impresionante... me quedé más helada que si fuera una 'sin techo' en Siberia.

    Besos!!

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    1. PD: Me gusta esa última frase/nota: "Habla la vida cotidiana del alma (44)."

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    2. Chernobil es un accidente terrorífico, así que no me extraña que te quedaras impresionada con el documental.

      Me parece una frase que sintetiza lo que pretende hacer Aleksiévich con sus obras.

      Besos!!

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