Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

jueves, 18 de marzo de 2021

LA COMUNA DE PARÍS Y LAS MUJERES (150 ANIVERSARIO DE LA COMUNA)


 


La adhesión femenina a la Comuna de Paris (18 de marzo a 27 de mayo de 1871) se explica por el hecho de que la mayoría de ellas nada tenía que perder y sí algo que ganar. Su condición queda magistralmente descrita por Víctor Hugo:

El hombre puso todos los deberes del lado de la mujer y todos los derechos del suyo, cargando de manera desigual los dos platillos de la balanza… Esta menor, según la ley, esta esclava, según la realidad, es la mujer.

Desde 1860 el feminismo organizado se había extendido y nacieron los Comités de Mujeres y entre las mujeres que se integraron en ellos  destacamos a Louise Michel, la virgen negra. Casi todas procedían de la burguesía pero habían abandonado su clase para permanecer libres y militar por la liberación de la mujer. Muchas trabajaban de institutrices, encuadernadoras, etc. Dedicaban la noche a reuniones, conferencias y a la creación de comités.

Louise Michel

Fueron mujeres las que en la mañana del 18 de marzo de 1871 plantaron cara a las tropas taponando las calles y mezclándose con los soldados, a los que pedían que confraternizaran con la ciudadanía. Louise Michel destacó entre ellas. En este contexto revolucionario se formó la Unión de Mujeres para la Defensa de París y la Ayuda a los Heridos, cuyo Consejo Provisional estuvo formado por siete obreras, entre ellas la rusa Elisabeth Dmitrief enviada por K. Marx a París como representante del Consejo General de la Internacional. En la composición del Ejecutivo de la Comuna hubo cuatro obreras y otras cuatro mujeres más entre las que se encontraba Dmitrief que dirigía la mencionada Unión de Mujeres. La institutriz Louise Michel, mientras tanto, peleó como simple soldado en el batallón nº 61. Capítulo aparte merecen las Petroleras, nombre dado a las mujeres dedicadas a la quema de edificios. Nunca se comprobó su existencia siendo considerado como una leyenda para perseguir a las mujeres más activas y que costó la vida a cientos de ellas.

En la represión sangrienta que acabó con la Comuna murieron alrededor de 20.000 personas, 44.000 fueron detenidas, de las cuales 23 fueron condenadas a muerte y 7.500 fueron deportadas. Entre estas últimas estuvo Luisa Michel, deportada a Nueva Caledonia, de donde regresó en 1880. Destaquemos su intervención ante el consejo de Guerra:

Pertenezco enteramente a la revolución social y declaro asumir la responsabilidad de mis actos. Lo que reclamo de vosotros… que os pretendéis jueces… es el campo de Satory donde ya han caído mis hermanos. Puesto que, al parecer, todo corazón que lucha por la libertad no tiene derecho más que a un poco de plomo, yo reclamo mi parte. Si me dejáis con vida, no cesaré de gritar venganza.

Interrumpida por el presidente, Louise Michel replica:

Si no sois unos cobardes, matadme.

Dmitrief logró abandonar Francia y fue condenada en rebeldía. Regresó a Rusia y se casó con un condenado al destierro al que acompañó a Siberia.

Nathalie Lémel, que formó parte del ejecutivo de la Comuna, fue deportada a Nueva Caledonia y se negó a aceptar la gracia que sus amigos solicitaron para ella. Ciega y pobre fue admitida en 1915 en el hospicio de Ivry.

 Laura Vicente

lunes, 8 de marzo de 2021

8 M PANDÉMICO Y POLÉMICO

 


Sin duda alguna el 8M de 2021 será una jornada diferente a la de los últimos años. Por lo menos dos circunstancias nos hacen prever que será así. En primer lugar será imposible que haya manifestaciones multitudinarias debido a la pandemia que pone limitaciones a grandes concentraciones de personas. La situación de crisis económica que ha desencadenado la emergencia sanitaria hará difícil que la palabra «huelga» se pueda conjugar con cierta solvencia.

En la actualidad el capitalismo global y financiero, que ha extendido la precariedad como modalidad central de trabajo y la fragmentación dentro de las empresas, ya ha provocado la desarticulación del cuerpo social y que la huelga productiva sea un recurso impracticable para muchas trabajadoras/es. La pandemia ha empeorado la situación laboral y de vida de millones de personas afectadas por las tasas de paro disparadas o maquilladas por los ERTEs, la extensión del teletrabajo, la mayor afectación de la crisis sobre las mujeres, especialmente migrantes, etc. En estas circunstancias, la huelga productiva y las manifestaciones multitudinarias no alcanzarán las cotas de años anteriores. Quizás ha llegado el momento de reconsiderar el mito de la huelga productiva y que el Movimiento Feminista (MF) reflexione sobre nuevos métodos de lucha puntual (me refiero a jornadas como el 8M) acordes con la situación laboral y existencial del siglo XXI.

Pero la pandemia no es el único factor que influye en que el 8M sea una jornada especial este año. El MF ha tenido siempre algunas connotaciones libertarias muy interesantes: nunca ha construido una organización única y centralizada que se pudiera institucionalizar, y nunca ha aspirado a tomar el poder. El pensamiento occidental, desde la Grecia clásica, se ha basado en construir una forma modelo, ideal, cuyo plan se trazaba y a la que se le adjudica un objetivo; luego había que empezar a actuar de acuerdo con ese plan. Primero hay modelización, luego esa modelización requiere su aplicación.

El imaginario subversivo de los siglos XIX y XX se basaba en esa idea de la modelización, de que el objetivo de la acción revolucionaria era avanzar gracias a un proyecto claramente definido hacia la confrontación decisiva que creaba las condiciones para la construcción de la utopía. En todos los casos aparecía el pueblo heroico armado derrocando el poder establecido.

Esta modelización se unía al hecho de que la imagen popular del sujeto revolucionario tenía un carácter claramente masculino. La revolución implicaba una división de género, las mujeres débiles y oprimidas eran socorridas por la intervención salvadora del movimiento revolucionario; rara vez  aparecían las mujeres como sujetos históricos.

El hecho de que las mujeres no jugaran un papel relevante en ese imaginario subversivo nos ha salvado de recurrir a las fracasadas fórmulas masculinas. El MF ha tendido a adoptar fórmulas libertarias siempre desde posiciones más discretas (faltas de la heroicidad masculina), silenciosas, subterráneas, que pretendían ir horadando una dominación ancestral como es el patriarcado. Una «rebelión» constituida de insurgencias personales y colectivas, entendidas como un «más allá» de la utopía, como una  mutación cultural que implicaba un cambio vital, una revolución de la vida, de la existencia. El MF no ha querido destruir el mundo viejo sino redefinir la realidad.

Estos planteamientos no han librado al MF de enfrentamientos, polémicas y agresividad. Hoy vivimos un crescendo de dicha situación centrado en las identidades sexuales (y como hecho más mediático en la «ley trans» y las luchas de poder en el gobierno actual). Los cuerpos son específicos y están moldeados por las particularidades de raza, clase, cultura, historia. No hay un solo cuerpo que pueda representar a «la mujer» en toda su riqueza y diversidad. Igualmente, la sexualidad está estructurada socialmente y es definida y regulada por el grupo que tiene más fuerza social y económica.

Muchas mujeres hemos entendido las asambleas del 8M como espacios comunes en los que podamos confluir puntualmente para visibilizar aquello en lo que coincidimos y no convertir esos espacios de consenso en campos de batalla. Hoy, cualquier espacio puede convertirse en campo de batalla respecto a la transexualidad (antes fue la prostitución/trabajadoras del sexo), en realidad, no estamos ante un debate, ninguna de las partes se escucha e intenta entender lo que dice la otra parte para responder. Por el contrario, no se escuchan porque ya creen saberlo todo de la otra parte, por creerse imbuidas de verdad convirtiendo a la otra en «la enemiga». Unas y otras son una especie de «comisarias políticas» que dictaminan sobre quién es más y mejor feminista y utilizan el insulto agresivo y descalificador para la otra parte.

El debate-batalla se dirime por cosas concretas  (como ahora la ley) pero detrás hay mucho más, hay una concepción del sujeto feminista, de la lucha y de la teoría feminista.  Es un tema suficientemente importante para pensarlo y debatirlo con tranquilidad fuera de los espacios de confluencia y consenso como las asambleas del 8M. Hoy por hoy, existen diversas concepciones del feminismo, del sujeto feminista, de las identidades y  tienen derecho a existir sin ser agredidas verbalmente dentro del propio Movimiento Feminista.

Laura Vicente