Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

sábado, 23 de octubre de 2021

«A MI AIRE»

 

De las «Reflexiones» del confinamiento a las «Preguntas» (en 2020).

De las «Aprensiones y Paradojas» a ir «A mi aire» (en 2021, de momento).


Todo ello ha  ido saliendo en Instagram (@lauramartierra )


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«A mi aire» (22 abril)

Me cansé de tener aprensiones y de construir paradojas, así que libre de ataduras, empezaré por decir cuánto me gustan las flores, oler el mar agitado, caminar por la arena, tomar una copa de cava casi helado, mi té negro matinal, mis tejanos más cómodos, los libros, mis lapiceros y las plumas, las gafas de sol, los jerséis negros, los caramelos de menta…


«A mi aire» (28 abril)

Con el paso del tiempo he perdido algunas actitudes, ilusiones y convicciones. Sin embargo, hay algo que no solo no he perdido sino que se ha incrementado: las ganas de aprender.

Como no vivo en Madrid, me callo.

Salud y consecuencia.


«A mi aire» (5 mayo)

Amo tanto leer que cuando estoy triste, leo; cuando me desvelo, leo; cuando irradio felicidad, leo; cuando descanso, leo; cuando me busco, leo; cuando quiero perderme, leo; cuando lloro y cuando río, leo; cuando imagino, leo; cuando me despido, leo.

[Y leo para desviar el cabreo que me genera la política institucional]

«A mi aire» (13 mayo)

Pese a considerarme una urbanita, disfruto mucho caminando por la montaña en silencio. Me gustan los olores de la vegetación que percibo (especialmente en la primavera y el verano). Me abstraigo escuchando los rumores de quien habita la montaña: manantiales, saltos de agua o cascadas, ríos, animales, árboles y arbusto mecidos por el viento. Disfruto viendo (y mirando) los colores (especialmente en primavera y otoño), el movimiento, la vida…

«A mi aire» (20 mayo)

Me gustan todo tipo de flores, me generan alegría y energía y, en estos tiempos, es algo muy valioso.

«A mi aire» (27 mayo)

Me gustan todas las estaciones del año, pero el verano no lo soporto. El calor húmedo del Mediterráneo me quita toda la energía, así que ya me estoy mentalizando para verinvernar.


miércoles, 13 de octubre de 2021

Sandra Blasco Lisa y Carmen Magallón Portolés, Feministas por la paz. La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF) en América Latina y España.

 

LIBROS

Feministas por la paz. La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF) en América Latina y España. Sandra Blasco Lisa y Carmen Magallón Portolés (2020): Barcelona, Icaria.

Comentarios: Laura Vicente



A las mujeres y al movimiento feminista les ha costado mucho tiempo encontrar un hueco en el gran relato de la historia que, como bien sabemos, ha sido androcéntrico. No vamos a insistir en que los hombres han sido el sujeto de la historia y las mujeres, en palabras de  Simone de Beauvoir, eran «lo Otro». El género femenino se sitúa en la periferia de lo humano, mientras que lo masculino es indesligable de la idea de lo humano como si fuesen sinónimos.

Una vez aceptado que las mujeres, «lo Otro», podían tener un hueco en la historia (especialmente a partir de la década de 1960), muchos aspectos del feminismo histórico se han escurrido del relato aceptable y hegemónico en los ámbitos académicos. El gran protagonismo lo tuvo el movimiento sufragista, institucional, que buscaba su lugar en el mundo a través del acceso al voto. Muchas mujeres, acontecimientos, luchas y reclamaciones quedaron invisibilizadas. Algunas de ellas se visibilizan en este libro.

[1]

Dice Elena Grau Biosca en el Prólogo que este «es un libro de exploración, un trazado de puntos y de conexiones entre ellos que da lugar a un mapa inicial». Sé por propia experiencia cuánto cuesta ir marcando esos puntos y conexiones que nos permiten visibilizar a una mujer, a un grupo, un acontecimiento perdido en el mar agitado de la historia o, como en este caso, los lugares en los que la red transnacional de mujeres pacifistas y sufragistas consolidaron grupos para difundir sus ideas.

Resulta mucho más fácil localizar grupos a través de actas o noticias en la prensa que poner rostros y cuerpos a quienes asumieron el propósito de construir dichos grupos y coordinarse a nivel internacional. Las biografías de mujeres de estos grupos nos aportan una información fundamental sobre sus perfiles sociales, profesionales y familiares. Tan importante o más que esa información es descubrir sus anhelos, sus preocupaciones, sus sueños, sus redes de amistad y de activismo. Conociéndolas nos acercamos más a los debates que llevaron a cabo, las discrepancias que las separaron o las unieron y el auténtico alcance de sus campañas y organizaciones.

En este libro quedan apuntados, como hemos dicho, puntos y conexiones que abren caminos de búsqueda del pacifismo femenino y nombres de mujeres, pequeñas biografías, que en el futuro pueden ser investigadas.

[2]

El centro de este libro, en realidad, es la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), fundada en 1919.  Sin embargo, no se centra en sus núcleos más potentes sino en los de unos países que no eran centrales en esta organización: España y países de América Latina. Estas zonas apenas tuvieron visibilidad en la historia de la WILPF, eran zonas periféricas de países más ricos y desarrollados que se consideraron referentes políticos y culturales para zonas menos ricas como las que protagonizan este libro. De muchas de estas organizaciones periféricas no se sabía apenas nada y de las activistas que las crearon no aparecían ni sus nombres.

Rescatar para la historia a estas mujeres supone, para las autoras, rescatar relaciones políticas y de amistad que fueron la clave de los vaivenes que tuvieron estas organizaciones nacionales. La sororidad constituye uno de los pilares fundamentales de su intervención política, que logró tejer lazos de múltiples tipos entre mujeres del mundo que compartían sus deseos de paz y de consecución del voto, puesto que el grupo fundador de la WILPF procedía del sufragismo organizado en la International Woman Suffrage Alliance (IWSA).

[3]

Quizás es esta centralidad del sufragismo en la WILPF la que lleva a las autoras a identificar feminismo con sufragismo, cuando en España este tipo de feminismo es tardío dada la relevancia del feminismo social que predominó durante mucho tiempo no solo en España, sino en otros muchos países de Europa fuera del mundo anglosajón. El feminismo obrerista (especialmente de influencia anarquista) y librepensador desarrollaron un feminismo centrado en el acceso a la educación y el trabajo que ignoró la reclamación del voto hasta la segunda década del siglo XX. El feminismo social no fue considerado durante mucho tiempo como tal por fundamentarse en la diferencia y no en la igualdad, como el sufragismo, una vieja polémica que aún no se ha extinguido en el feminismo del siglo XXI. El contexto político (Sistema de la Restauración) con su manipulación sistemática de las elecciones no ayudaba a generar esperanza en los logros del voto.

[4]

Si bien el libro se centra en un organismo como el WILPF, muy vinculado a mujeres de clase media y con formación académica, he echado en falta referencias a la importancia que tuvo en España el antimilitarismo, tanto en formas espontáneas de evasión de quintas, como en su vertiente obrera organizada (oposición a las campañas de Marruecos, huelga general en la Barcelona de 1909, círculos anarquistas, etc.). Así mismo, los ecos pacifistas que siguieron a la I Guerra Mundial no solo dieron lugar a la  WILPF, sino a la organización mixta, Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG) como expresión organizada en la que la presencia de mujeres también tuvo relevancia, entre ellas la anarquista Amparo Poch y Gascón como figura más comprometida, pero no única.

domingo, 3 de octubre de 2021

Laura Vicente, La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres

 



Cuando empecé a investigar y a buscar información para trabajar sobre Mujeres Libres, me centré en los trece números de la revista, en sus palabras. Aquellas mujeres levantaron un maremoto de palabras, se convirtieron en donadoras, enunciadoras, nombradoras de palabras.

Eran mujeres que tenían mucho que decir tras el silencio en que habían vivido ellas y las mujeres que las rodeaban, tenían que aprender a usar la palabra (¡¡escrita!!), tenían que subvertir la normatividad que las quería calladas, tenían que nombrar todo aquello que siempre se había dicho en masculino.

De aquella auténtica «revolución de las palabras» pase a pensar en ELLAS, tenía que indagar en aquellas mujeres, conocerlas, tenía que poner cuerpo a las palabras. Aquello no estaba previsto en la investigación, pero me dejé llevar por la necesidad de saber quiénes eran aquellas donadoras de palabras, aquellas revolucionarias de la vida desde la vida.

Finalmente, decidí elegir a las nueve mujeres que escribieron más artículos firmados en la revista y ante mí se abrieron nueve vidas especiales en su diversidad. Os las iré presentando para que conozcáis un poquito a estas mujeres.

[Esta es la portada de mi libro, en la foto aparecen mujeres de la organización Mujeres Libres, está fechada el 10 de agosto de 1938, en Barcelona]

Y empezamos con una de las grandes impulsoras de la revista y de la organización Mujeres Libres


LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL (1895-1970), nació en Madrid y murió en Valencia.

Es no solo una de las tres redactoras de la revista Mujeres Libres sino la principal impulsora de su publicación. Poeta (perteneció al movimiento ultraísta), telefonista, periodista, sindicalista (CNT), anarquista y feminista.

Por su origen social humilde y su trabajo como telefonista Lucía Sánchez era la más sindicalista de las componentes de la redacción de Mujeres Libres. Fue una trabajadora atípica por su cultura, en parte autodidacta, ya que no accedió a estudios superiores.

Lucía Sánchez Saornil fue, quizás, la más feminista de las feministas de Mujeres Libres. Su opción sexual lesbiana influyó en la adopción de posiciones feministas radicales respecto a la maternidad, manteniendo una clara y decidida posición de rechazo  del matrimonio, de la defensa del amor libre y de la libertad sexual.

Durante la Guerra Civil y la Revolución social ocupó cargos destacados: Secretaria de la Federación Nacional de Mujeres Libres; Secretaria General de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA) y redactora del semanario gráfico Umbral (Valencia).

Pasó a Francia en los últimos días de la Guerra Civil pero retornó a España clandestinamente en 1942 (vivió indocumentada durante diez años). Su vida hasta su muerte fue un largo exilio interior. Quizás por eso, sobre su tumba, su compañera Mery mandó escribir: «Pero… ¿es verdad que la esperanza ha muerto?», primer verso de «Sonetos de la desesperanza».

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Estas breves biografías se han publicado en Instagram @lauramartierra 

Laura Vicente (2020): La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres. Granada, Comares]