Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

jueves, 23 de diciembre de 2021

Nanni Balestrini, Los invisibles.

 


Esta novela tiene un tema central: el Movimiento por la Autonomía Obrera en Italia en la década de 1970. Se trata de una narración en primera persona sobre lo ocurrido en aquellos años en el seno de una clase trabajadora joven y combativa.

En Los invisibles conocemos de primera mano la formación de los colectivos autónomos vinculados a posiciones antiautoritarias, asamblearias y de base con un referente ideológico del marxismo disidente. Ocupaciones de viviendas, reapropiación de la riqueza a través de la imposición de precios justos de la luz, el agua, los alimentos, los alquileres de las viviendas, etc. Sus luchas contra el paro haciendo rondas por las fábricas en que se hacían horas extraordinarias. Todo este activismo político que implicaba también un cambio en las formas de vida y en las relaciones personales tenía sus limitaciones y una de ellas estaba vinculada al feminismo y el cuestionamiento, por parte de las mujeres de la Autonomía, de las actitudes patriarcales de sus compañeros.

Balestrini describe de forma magistral los momentos de dicha relacionados con el auge del movimiento y la creación de un auténtico contrapoder. Momentos en los que todo parece posible y lo es porque la vivencia es desde el cuerpo y se experimenta con intensidad.

También describe muy bien el momento descendente, el momento en que la precipitación en las decisiones conduce a acciones discutibles que distancian al activismo de su espacio vital y del conjunto de la clase trabajadora. La represión extremadamente agresiva y violenta, conducirá a una parte del activismo a la cárcel y ahí se abre otra brecha entre los de fuera y los de dentro de la prisión.

Y de nuevo, los cuerpos vulnerables expuestos a la violencia y a la reclusión en cárceles de máxima seguridad en las que intentaban sobrevivir y, a la vez, continuaban las luchas para mejorar su situación vivencial. Y fuera de la cárcel empezaba la desbandada, el naufragio, la desvinculación de la lucha (y de los presos y presas). La muerte, las drogas, los suicidios o la locura esperaban a aquellos jóvenes entusiastas para arrebatarles lo único que tenían: sus cuerpos maltrechos.

Una novela que es también un testimonio para que no se olvide lo ocurrido y cómo pasó.

 

lunes, 13 de diciembre de 2021

«A mi aire»

 

MIRAVET

«A mi aire» (3 junio)

El paso del tiempo es irremediable, los seres humanos hemos intentado domesticar el tiempo dividiéndolo en años, meses y días…, pura ficción. Que pase el tiempo, por tanto, es inevitable al igual que la aparición de arrugas, la perdida de la rapidez mental y física y otros muchos inconvenientes. Cierto es que también ganamos en experiencia, en relativizar los problemas, en disfrutar de las pequeñas cosas, diría que crecemos en sabiduría si no sonara pretencioso. En todo caso, he cumplido un año más y mi intención es seguir viviendo «a mi aire».

«A mi aire» (10 junio)

El verano me inmoviliza, no soporto el calor, así que la playa deja de ser un lugar de calma y sosiego para mí.

Pese a ello, aún soy capaz de encontrar algún momento para disfrutar antes de las nueve de la mañana: ayer fue mi primer baño en la playita nudista, el agua está fría todavía y ese baño rápido para seguir caminando, me encanta.

«A mi aire» (17 junio)

Leer es mi refugio.

Leer para entender, para entretenerme, para hacerme preguntas, para desentenderme de mi misma, para soñar, para resistir el pensamiento y las emociones preestablecidas.

Leer «a mi aire», que es lo mismo que decir: leer siguiendo mi propia ruta guiada por otras lecturas, por intuiciones, por algunas recomendaciones fiables... No siempre acierto, equivocarse también es una manera de hacer ruta.

«A mi aire» (24 junio)

A mi aire es como me siento siempre en la montaña. Cuando necesito calma y relax, no hay sitio mejor que el silencio de las montañas. Caminar sin buscar un objetivo, solo por el placer de andar suele ser mi prioridad. Y siempre escuchar, oler y tocar.

«A mi aire» (1 julio)

He rechazado siempre (de muy niña ya me enfrenté a mi madre que era modista y me quería vestir con incómodos vestidos) aquello que se definía como «femenino». Sin embargo, no he tenido dudas sobre mi identidad (por eso lo de CIS, me parece una bobada que no hago mía): soy mujer, pero llevo toda mi vida luchando contra el género y sus esclavitudes.

Me he ido «construyendo» como he podido, y dentro de los muchos límites que los sistemas de poder y dominación nos imponen, hago lo que quiero y vivo a mi aire (y no es fácil).

«A mi aire» (8 julio)

Foto bajando de Aguas Tortas: esto es ir «a mi aire»

«A mi aire» (15 julio)

Dice Alessandro Baricco: la frase «nada volverá a ser como antes» [referida a la Pandemia] es bisutería intelectual.

«A mi aire» (22 julio)

Estamos en una etapa de estancamiento, de límites, de miedos que se inscriben en los cuerpos y nos hacen dóciles. Necesitamos desplazar los límites de lo visible y lo invisible, de lo tolerable y lo intolerable. Ojalá se produzca un despliegue de energía por todos los rincones de la sociedad que airee el ambiente pesado en que nos movemos.

«A mi aire» (29 julio)

El que está pensativo está lleno de pensamientos, aunque no los piense.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Laura Vicente. La Revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres

 

CONSUELO BERGES RÁBAGO (1899-1988) nació en Ucieda, Cantabria y murió en Madrid

Fue hija natural, su padre la reconoció a pesar de no darle los apellidos. Fue educada por sus abuelos paternos que decidieron no llevarla a la escuela. Con quince años preparó el examen de ingreso a la Escuela Normal de Maestras. En 1926 Berges se embarcó hacia Arequipa (Perú)  e ingresó como docente en la universidad. En 1928 se trasladó a Argentina, donde vivió hasta regresar a Madrid una vez proclamada la República.

Se integró desde 1931 en la Unión Republicana Femenina,  impulsada por Campoamor, consolidándose como una de las voces en la lucha por los derechos de la mujer. Perteneció a la masonería desde 1931. Colaboró en la revista Mujeres Libres junto a Mercedes Comaposada una vez estalló la guerra civil. No escribió ningún artículo, revisaba originales y escribía textos pero sin firmarlos. No se comprometió con Mujeres Libres ni con ninguna otra organización porque se consideraba roja por libre.

Salió hacia Francia en 1939 pero fue detenida en 1943 por los alemanes que la entregaron a las autoridades en la frontera española. Evitó la cárcel pero ya no pudo publicar obra propia  y la traducción se presentó como la única labor que le permitía seguir en contacto con la literatura.

Fue una mujer urdimbre, de las que sabían cimentar fructíferas redes de sociabilidad, una mujer que se movía con comodidad en el amplio frente del republicanismo, la masonería, el feminismo y lo libertario. Su feminismo se centró en la defensa del acceso de la mujer a la ciudadanía en pie de igualdad con el hombre, defendiendo los derechos de las mujeres también en el ámbito de la masonería.

CARMEN CONDE ABELLÁN (1907-1996) nació en Cartagena y murió en Madrid

Fue la colaboradora, de la revista Mujeres Libres, que escribió más artículos acreditados, bien con su nombre, su seudónimo (Florentina) o sus iniciales. Se hizo cargo de una sección llamada «Niños» que trataba temas de educación por su condición de maestra. Escribió también poemas, narraciones y artículos.

La numerosa colaboración de Carmen Conde en Mujeres Libres podría hacernos pensar que era anarquista, no lo era. Sus ideas se movían entre el republicanismo y el socialismo sin afiliarse a ningún partido o sindicato. Sin embargo, su concepción de la educación era muy próxima a la óptica libertaria y tenía amistades dentro del ámbito anarquista que le debieron proponer la colaboración con la revista y con la editorial de Mujeres Libres.

No destacó Carmen Conde por sus manifestaciones públicas en favor del feminismo. Su vida fue una continua lucha por dedicarse  a la escritura y por vivir el amor y la sexualidad sin limitaciones. No renunció nunca a su identidad sexual lesbiana vivida bajo la apariencia de una heterosexualidad normativa puesto que mantuvo su matrimonio con Antonio Oliver hasta su muerte.

Fue calificada de «roja» al acabar la Guerra Civil pero no fue detenida ni encarcelada. Fue postergada como escritora hasta la segunda mitad de los años cincuenta cuando su carrera logró un gran impulso profesional. Fue la primera mujer nombrada como miembro de número de la Real Academia Española en 1978.


martes, 23 de noviembre de 2021

Juno Mac y Molly Smith (2020): Putas insolentes. La lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales.

 


No me he pronunciado públicamente sobre el tema de la prostitución. Antes de que los feminismos colisionaran en este tema, me consideraba abolicionista sin profundizar demasiado en el tema, pese a que es un tema importante. Desde que el tema se ha convertido en motivo de grave confrontación he ido leyendo textos diversos que me aportan información y herramientas para ir formándome una opinión más sólida.

Este libro forma parte de ese proceso de lectura. Concuerdo con algo que se dice en el Prólogo y es que no se puede plantear un sí o un no a la prostitución porque no sirve de nada y porque nadie defiende la prostitución en sí misma. Un feminismo que incida en el cambio social y en las políticas públicas debe partir de lo que hay (la existencia de la prostitución), no de lo que le gustaría que hubiera (su abolición). La práctica política de la «escucha» consiste precisamente en eso, en la escucha de lo que está pasando. Por otro lado, sería bueno desprender a los feminismos del exceso de ideología, porque esta corre el riesgo de convertirse en una forma de doctrina que pretende que la explicación de todos los misterios de la vida y del mundo, se dan en una única fórmula que remite a un único elemento determinante del proceso natural o histórico[1].

Soltemos lastre y planteemos el debate desde una perspectiva político-social, la discusión sobre qué hacer con la prostitución no se mueve entre abolición y regulación. Ninguna teoría ni ninguna ideología pueden servir para negar derechos básicos a ningún sector de la población.

El libro consta de cuatro temas (son ocho capítulos más la Introducción y la conclusión). Tres de estos temas (que corresponden a tres capítulos) hacen referencia a sexo, trabajo y fronteras, tres coordenadas que definen y centran el tema de la prostitución. El cuarto tema son los modelos legales más importantes respecto a la prostitución (cinco capítulos).

El planteamiento principal de las autoras es el siguiente: la prostitución es un trabajo (y quienes trabajan en ella son trabajadoras del sexo) y cómo tal trabajo debe dar acceso a derechos laborales (por supuesto también a los derechos humanos). Qué menos que no criminalizar ni estigmatizar a las prostitutas y tratar de identificar y proteger a las víctimas de trata.

 Estamos ante un libro escrito en primera persona, puesto que las dos autoras son trabajadoras sexuales, que ofrece argumentos, información, datos y opiniones (propias y de otras trabajadoras sexuales) …

Las autoras dan una importancia primordial a las «fronteras», ya que la inmensa mayoría de las personas que terminan en situaciones de explotación estaban tratando de migrar (p. 114). Las fronteras producen personas que no tienen, o apenas tienen, derechos mientras viajan y trabajan.

Critica amablemente al movimiento en pro de los derechos de las trabajadoras sexuales que afirman que trabajo sexual y trata don son fenómenos totalmente diferentes y que no deben mezclarse. De esa manera dejan en evidencia que las operaciones policiales contra la trata no deben afectar a las trabajadoras sexuales y que esos arrestos no son legítimos (parece que, si lo son los que afectan a las mujeres objeto de trata), desautorizando a quienes están trabajando en condiciones de abuso y explotación. De esta manera, colocan a estas personas fuera de la jurisdicción de los derechos de las trabajadoras sexuales. Sitúa la trata como un mal inexplicable, desgajado del contexto crucial de las condiciones migratorias y del impacto de las políticas regresivas de inmigración y de los cuerpos represivos sobre los derechos laborales y sobre la seguridad de las migrantes.

Por último, hace un repaso a los modelos legales respecto a la prostitución:

--Gran Bretaña: penalización parcial: los actos de comprar y vender servicios sexuales son legales, pero casi todo lo demás está penalizado (p. 147).

--Estados Unidos, Sudáfrica y Kenia: penalización completa (p. 185).

--Suecia, Noruega, Irlanda y Canadá: modelo sueco: un régimen legal que penaliza la adquisición de sexo y castiga a terceros (p. 219).

--Alemania, PPBB y Nevada: regulacionismo.

--Nueva Zelanda, Nueva Gales: despenalización total regula la industria sexual mediante el derecho laboral (p. 285)

Las autoras recalcan algunas conclusiones:

1) Que el asco por la industria del sexo y por los hombres (los puteros) no sobrepase vuestra capacidad de empatizar con las personas que venden servicios sexuales. Que se desplace la visión de lo que la prostitución simboliza, para enfrentarse con lo que la penalización de la prostitución causa materialmente en las personas que venden sexo. No olvidar que no son triviales las necesidades materiales actuales de las trabajadoras sexuales, su necesidad de ingresos, de garantías frente a los desahucios, de seguridad ante las leyes de inmigración.

2) La pobreza y la indefensión financiera es uno de los principales impulsos de la trata dentro de la industria del sexo. Las personas que están dentro del comercio sexual tienen un conocimiento valioso sobre el funcionamiento interno de la industria y pueden aportar mucho a la lucha contra la trata. 

Poner por delante de todo a las trabajadoras sexuales, preguntarles que es lo que creen que es mejor para ellas, en lugar de ser rescatadas a la fuerza de la vida que están tratando de construirse.

3) Ninguna persona es desechable. Los derechos de las trabajadoras sexuales no pueden desvincularse de otros movimientos pro derechos. La pobreza, causa fundamental de la prostitución no se resuelve con ninguna política sobre la prostitución (aunque la despenalización aporta seguridad a las prostitutas). Las trabajadoras sexuales pobres, migrantes, con discapacidad y para muchas más, no basta con derogar las leyes que impiden ofrecer servicios sexuales.

La abolición humana del trabajo sexual solamente puede ocurrir cuando las personas marginadas ya no tengan que mantenerse a sí mismas mediante la industria del sexo; cuando ya no sea necesaria para su supervivencia. Si todo el mundo tuviera los recursos que necesita, nadie tendría que vender sexo, excepto el pequeño número de personas que realmente lo disfrutan.

4) Cuidado con el progresismo. No basta con considerarse una aliada de las trabajadoras sexuales si tu política se limita a ser una mera defensa de la «igualdad y el respeto» o de la libertad «de hacer con el propio cuerpo lo que cada una quiera». No basta con combatir solo el estigma, no es suficiente con una mejor representación o lograr la «aceptación» y garantizar el respeto. Considera que esta manera de entender el tema es parcial y una política de gestos. Es necesario explorar los mecanismos de su opresión.

5) Consideran que enmarcar el intercambio de sexo por dinero como una acción empoderadora es una perspectiva liberal (es decir, pensar que la capacidad de una persona de aprovecharse de su propia cosificación sexual puede transformar mágicamente el statu quo de todas).

Un libro que aclara dudas y disuelve disputas mientras se lee, otra cosa es si el movimiento feminista reflexionará y reducirá sus enfrentamientos .

 

 



[1] Abensour. A través de la ideología se “emancipan” de la realidad, invocando una “realidad más verdadera”.

sábado, 13 de noviembre de 2021

ACTO DE HOMENAJE A CONCHA PÉREZ COLLADO, BARCELONA 17 DE OCTUBRE DE 2021

 

ESTA ES MI INTERVENCIÓN EN EL ACTO

(naturalmente no incluye comentarios y otros añadidos que salen sobre la marcha)


Me gustaría empezar mi breve intervención con algunas palabras un poco airadas contra lo que podemos llamar «el secuestro de lo real».

«Sindicalista llibertària» dice en esta placa dedicada a Concha Pérez, con estos términos trata el Ayuntamiento de Barcelona de plasmar quién fue Concha Pérez y porqué se le dedica esta plaza.

Resulta extrañamente familiar que muchas voces anarquistas sean sometidas a un proceso de difuminación de planos enteros de su vida y de su pensamiento como voces intempestivas que se intentan borrar incluso cuando se les dedica una plaza como en este caso.

¿Cómo recuperar esas voces? ¿Cómo recuperar la voz de Concha Pérez?

1)Restituyendo las dimensiones emborronadas. Volver a tejer lo que astutamente se ha descosido con el fin de separar nítidamente el «yo» de una voz singular y el «nosotros/as» abierto y transformador donde se inscribía y en el que se alimentaba.

2)Seguir usando su pensamiento, conectándolo con los problemas actuales de las prácticas de emancipación.

 

¿Qué ha sido emborronado y descosido?

Concha tuvo un perfil nítido de mujer anarquista, integrada plenamente en el Movimiento Libertario tanto por sus vínculos familiares (su padre fue militante anarcosindicalista que sufrió prisión durante la Dictadura de Primo de Rivera) como por su trayectoria personal. No hay duda de que fue una mujer cuya voz singular estaba inscrita en un «nosotros/as» colectivo.

Formó parte durante los años treinta del siglo pasado de la FAI (grupos Sacco y Vanzetti primero, y Siempre Adelante, después). Desde luego, formó parte del Movimiento Libertario porque estuvo sindicada en la CNT (sindicato anarcosindicalista, no libertario) y en las Juventudes Libertarias. Pero no solo eso, frecuentó el Ateneo Faros y hacia 1935 fue miembro del Ateneo Humanidad.

En general las mujeres se encontraban cómodas en los Ateneos, enraizadas a la realidad de sus barrios, vinculadas por lazos de proximidad a sus vecinas preocupadas por las reclamaciones relacionadas con los «cuidados» (entendidos como gestión de la vida en sentido amplio: vivienda, alimentación, higiene, cultura, educación (se vinculó a la escuela autogestionaria Élisée Reclus, montada por Félix Carrasquer).

Fue una activa y valiente activista que no dudo en participar, con dieciocho años, en la insurrección anarquista de 1933, encuadrada en el «Movimiento 8 de enero» del que formaba parte Juan García Oliver, siendo detenida y encarcelada durante cinco meses. En julio de 1936 combatió el levantamiento fascista en Barcelona, participando en los asaltos del cuartel de Pedralbes y de la prisión Modelo. Inmediatamente después salió hacia el frente de Aragón como miliciana enrolada en la Columna Ortiz y posteriormente en el grupo Carlo Rosselli. Concha Pérez, por tanto, empuñó las armas, respondía al perfil de la miliciana: mujer joven, con vínculos políticos, familiares y afectivos con sus compañeros de milicias: Y actuó motivada por su conciencia política y social. Participó también en los Hechos de Mayo de 1937 en los que ERC y los comunistas del PSUC quisieron acabar con la revolución social. En los enfrentamientos armados con dichas fuerzas fue herida.

 

Clarificado el pasado, este puede ser la «infraestructura moral» para hacer frente, ayer, hoy y mañana, a la voluntad de poder. ¿Cuál puede ser hoy la actualidad de Concha Pérez?

·       Un primer rasgo de actualidad es su trayectoria personal basada en la lucha radical contra cualquier forma de dominación, fuera laboral, vivencial, política, social, etc.

·       Para ella fue clave la defensa de la libertad personal y colectiva entre iguales. Algo que hoy sigue siendo más actual que nunca.

·       Trató de ser consecuente en su práctica cotidiana con las ideas que la guiaban. Tuvo claro que la solidaridad y el apoyo mutuo eran fundamentales para romper la lógica mercantilista que hegemoniza la vida.

·       Su apuesta por la cultura y la educación tenía como objetivo cultivar el espíritu crítico para resistir la imposición de los valores y el pensamiento único propiciados por el capitalismo y tratar de mantener y enriquecer los propios valores alternativos.

En conclusión, Concha Pérez fue mucho más que una «sindicalista libertaria», pero siempre que se dedican placas a anarquistas se secuestra lo real, invisibilizando esa palabra que sigue quemando: ANARQUÍA.

 

 

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Laura Vicente, La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres

 


MERCEDES COMAPOSADA GUILLÉN (1900-1994) nació en Barcelona y murió en París.

Una de las tres redactoras de Mujeres Libres y su principal impulsora durante la etapa de la Guerra Civil. Empezó a trabajar a los 16 años como montadora en una empresa de producción cinematográfica y se afilió a CNT. En los años veinte marchó a Madrid, se afirma que estudió Derecho y Pedagogía pero ninguna de las dos titulaciones se han podido acreditar.

Comaposada era la más culta entre las personas cultas de Mujeres Libres. Su concepción del feminismo se centraba en el papel fundamental del acceso a la cultura y a la educación de las mujeres obreras. Durante la guerra se centró en la tarea educativa en Mujeres Libres.

Conoció a Baltasar Lobo, su compañero de vida, en los ambientes anarquistas y de vanguardia que frecuentaban ambos; en 1936 se trasladó a Barcelona. En 1939 formó parte de la multitud  que a pie, bajo las bombas, logró pasar a Francia. Fue ingresada en el Champ la Lioure, de aquí marchó a París donde se reunió con Baltasar Lobo. Vivieron la penuria y la ocupación de París por los nazis.

La ayuda de Pablo Picasso permitió a Lobo dedicarse a su actividad artística como escultor e impulsar su carrera al finalizar la II Guerra Mundial. Por influencia de Picasso estuvieron vinculados al Partido Comunista del que se desligaron decepcionados más tarde. Comaposada se dedicó a apoyar la carrera de su compañero y a escribir libros sobre aspectos vinculados al mundo artístico.


AMPARO POCH Y GASCÓN (1902-1968), nació en Zaragoza y murió en Toulouse.

La tercera redactora de Mujeres Libres fue la que escribió más artículos acreditados en la revista. Cursó  Magisterio (1917-1922) y después Medicina. Siendo estudiante conoció el anarquismo y empezó a tener inquietudes feministas. Acabó Medicina en 1929 y en ese mismo año abrió su propio consultorio. Se incorporó a CNT y tras un breve matrimonio por lo civil (apenas seis meses) marchó a Madrid en mayo de 1934. Allí abrió una clínica médica y comenzó a pasar consulta en la Mutua de Médicos de la CNT.

Su activismo fue multiforme y lo mantuvo a lo largo de toda su vida: su faceta como sindicalista y feminista la llevó a cabo en CNT donde conoció a Lucía Sánchez y Mercedes Comaposada con quienes puso en marcha el proyecto de Mujeres Libres. Su faceta de conferenciante se centró en tratar de erradicar tabúes, miedos y sentimientos de culpa en relación con la sexualidad y con el uso de anticonceptivos. Su faceta como pacifista nos descubre a una mujer contraria a las armas y a la violencia.

No rechazó la acción política, se aproximó al Partido Sindicalista e iniciada la guerra se integró en el Gobierno como Consejera-médica de Asistencia Social con la ministra anarquista Federica Montseny. Tuvo un papel relevante en Mujeres Libres y en su tarea revolucionaria.

Tuvo diversas parejas a las que se unió libremente, no tuvo criaturas. Pasó la frontera en 1939 y no pudo practicar la medicina hasta finales de 1945. Se instaló en Toulouse y cuando se aplicó el Estatuto Jurídico de los Refugiados Españoles (marzo, 1945) normalizó su situación laboral y pudo ejercer como médica en la Cruz Roja. En el dispensario de esta entidad se ocupaba de medicina general y ginecología.

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Estas breves biografías han sido publicadas en Instagram @lauramartierra

Laura Vicente (2020): La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres. Granada, Comares

sábado, 23 de octubre de 2021

«A MI AIRE»

 

De las «Reflexiones» del confinamiento a las «Preguntas» (en 2020).

De las «Aprensiones y Paradojas» a ir «A mi aire» (en 2021, de momento).


Todo ello ha  ido saliendo en Instagram (@lauramartierra )


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«A mi aire» (22 abril)

Me cansé de tener aprensiones y de construir paradojas, así que libre de ataduras, empezaré por decir cuánto me gustan las flores, oler el mar agitado, caminar por la arena, tomar una copa de cava casi helado, mi té negro matinal, mis tejanos más cómodos, los libros, mis lapiceros y las plumas, las gafas de sol, los jerséis negros, los caramelos de menta…


«A mi aire» (28 abril)

Con el paso del tiempo he perdido algunas actitudes, ilusiones y convicciones. Sin embargo, hay algo que no solo no he perdido sino que se ha incrementado: las ganas de aprender.

Como no vivo en Madrid, me callo.

Salud y consecuencia.


«A mi aire» (5 mayo)

Amo tanto leer que cuando estoy triste, leo; cuando me desvelo, leo; cuando irradio felicidad, leo; cuando descanso, leo; cuando me busco, leo; cuando quiero perderme, leo; cuando lloro y cuando río, leo; cuando imagino, leo; cuando me despido, leo.

[Y leo para desviar el cabreo que me genera la política institucional]

«A mi aire» (13 mayo)

Pese a considerarme una urbanita, disfruto mucho caminando por la montaña en silencio. Me gustan los olores de la vegetación que percibo (especialmente en la primavera y el verano). Me abstraigo escuchando los rumores de quien habita la montaña: manantiales, saltos de agua o cascadas, ríos, animales, árboles y arbusto mecidos por el viento. Disfruto viendo (y mirando) los colores (especialmente en primavera y otoño), el movimiento, la vida…

«A mi aire» (20 mayo)

Me gustan todo tipo de flores, me generan alegría y energía y, en estos tiempos, es algo muy valioso.

«A mi aire» (27 mayo)

Me gustan todas las estaciones del año, pero el verano no lo soporto. El calor húmedo del Mediterráneo me quita toda la energía, así que ya me estoy mentalizando para verinvernar.


miércoles, 13 de octubre de 2021

Sandra Blasco Lisa y Carmen Magallón Portolés, Feministas por la paz. La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF) en América Latina y España.

 

LIBROS

Feministas por la paz. La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF) en América Latina y España. Sandra Blasco Lisa y Carmen Magallón Portolés (2020): Barcelona, Icaria.

Comentarios: Laura Vicente



A las mujeres y al movimiento feminista les ha costado mucho tiempo encontrar un hueco en el gran relato de la historia que, como bien sabemos, ha sido androcéntrico. No vamos a insistir en que los hombres han sido el sujeto de la historia y las mujeres, en palabras de  Simone de Beauvoir, eran «lo Otro». El género femenino se sitúa en la periferia de lo humano, mientras que lo masculino es indesligable de la idea de lo humano como si fuesen sinónimos.

Una vez aceptado que las mujeres, «lo Otro», podían tener un hueco en la historia (especialmente a partir de la década de 1960), muchos aspectos del feminismo histórico se han escurrido del relato aceptable y hegemónico en los ámbitos académicos. El gran protagonismo lo tuvo el movimiento sufragista, institucional, que buscaba su lugar en el mundo a través del acceso al voto. Muchas mujeres, acontecimientos, luchas y reclamaciones quedaron invisibilizadas. Algunas de ellas se visibilizan en este libro.

[1]

Dice Elena Grau Biosca en el Prólogo que este «es un libro de exploración, un trazado de puntos y de conexiones entre ellos que da lugar a un mapa inicial». Sé por propia experiencia cuánto cuesta ir marcando esos puntos y conexiones que nos permiten visibilizar a una mujer, a un grupo, un acontecimiento perdido en el mar agitado de la historia o, como en este caso, los lugares en los que la red transnacional de mujeres pacifistas y sufragistas consolidaron grupos para difundir sus ideas.

Resulta mucho más fácil localizar grupos a través de actas o noticias en la prensa que poner rostros y cuerpos a quienes asumieron el propósito de construir dichos grupos y coordinarse a nivel internacional. Las biografías de mujeres de estos grupos nos aportan una información fundamental sobre sus perfiles sociales, profesionales y familiares. Tan importante o más que esa información es descubrir sus anhelos, sus preocupaciones, sus sueños, sus redes de amistad y de activismo. Conociéndolas nos acercamos más a los debates que llevaron a cabo, las discrepancias que las separaron o las unieron y el auténtico alcance de sus campañas y organizaciones.

En este libro quedan apuntados, como hemos dicho, puntos y conexiones que abren caminos de búsqueda del pacifismo femenino y nombres de mujeres, pequeñas biografías, que en el futuro pueden ser investigadas.

[2]

El centro de este libro, en realidad, es la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), fundada en 1919.  Sin embargo, no se centra en sus núcleos más potentes sino en los de unos países que no eran centrales en esta organización: España y países de América Latina. Estas zonas apenas tuvieron visibilidad en la historia de la WILPF, eran zonas periféricas de países más ricos y desarrollados que se consideraron referentes políticos y culturales para zonas menos ricas como las que protagonizan este libro. De muchas de estas organizaciones periféricas no se sabía apenas nada y de las activistas que las crearon no aparecían ni sus nombres.

Rescatar para la historia a estas mujeres supone, para las autoras, rescatar relaciones políticas y de amistad que fueron la clave de los vaivenes que tuvieron estas organizaciones nacionales. La sororidad constituye uno de los pilares fundamentales de su intervención política, que logró tejer lazos de múltiples tipos entre mujeres del mundo que compartían sus deseos de paz y de consecución del voto, puesto que el grupo fundador de la WILPF procedía del sufragismo organizado en la International Woman Suffrage Alliance (IWSA).

[3]

Quizás es esta centralidad del sufragismo en la WILPF la que lleva a las autoras a identificar feminismo con sufragismo, cuando en España este tipo de feminismo es tardío dada la relevancia del feminismo social que predominó durante mucho tiempo no solo en España, sino en otros muchos países de Europa fuera del mundo anglosajón. El feminismo obrerista (especialmente de influencia anarquista) y librepensador desarrollaron un feminismo centrado en el acceso a la educación y el trabajo que ignoró la reclamación del voto hasta la segunda década del siglo XX. El feminismo social no fue considerado durante mucho tiempo como tal por fundamentarse en la diferencia y no en la igualdad, como el sufragismo, una vieja polémica que aún no se ha extinguido en el feminismo del siglo XXI. El contexto político (Sistema de la Restauración) con su manipulación sistemática de las elecciones no ayudaba a generar esperanza en los logros del voto.

[4]

Si bien el libro se centra en un organismo como el WILPF, muy vinculado a mujeres de clase media y con formación académica, he echado en falta referencias a la importancia que tuvo en España el antimilitarismo, tanto en formas espontáneas de evasión de quintas, como en su vertiente obrera organizada (oposición a las campañas de Marruecos, huelga general en la Barcelona de 1909, círculos anarquistas, etc.). Así mismo, los ecos pacifistas que siguieron a la I Guerra Mundial no solo dieron lugar a la  WILPF, sino a la organización mixta, Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG) como expresión organizada en la que la presencia de mujeres también tuvo relevancia, entre ellas la anarquista Amparo Poch y Gascón como figura más comprometida, pero no única.

domingo, 3 de octubre de 2021

Laura Vicente, La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres

 



Cuando empecé a investigar y a buscar información para trabajar sobre Mujeres Libres, me centré en los trece números de la revista, en sus palabras. Aquellas mujeres levantaron un maremoto de palabras, se convirtieron en donadoras, enunciadoras, nombradoras de palabras.

Eran mujeres que tenían mucho que decir tras el silencio en que habían vivido ellas y las mujeres que las rodeaban, tenían que aprender a usar la palabra (¡¡escrita!!), tenían que subvertir la normatividad que las quería calladas, tenían que nombrar todo aquello que siempre se había dicho en masculino.

De aquella auténtica «revolución de las palabras» pase a pensar en ELLAS, tenía que indagar en aquellas mujeres, conocerlas, tenía que poner cuerpo a las palabras. Aquello no estaba previsto en la investigación, pero me dejé llevar por la necesidad de saber quiénes eran aquellas donadoras de palabras, aquellas revolucionarias de la vida desde la vida.

Finalmente, decidí elegir a las nueve mujeres que escribieron más artículos firmados en la revista y ante mí se abrieron nueve vidas especiales en su diversidad. Os las iré presentando para que conozcáis un poquito a estas mujeres.

[Esta es la portada de mi libro, en la foto aparecen mujeres de la organización Mujeres Libres, está fechada el 10 de agosto de 1938, en Barcelona]

Y empezamos con una de las grandes impulsoras de la revista y de la organización Mujeres Libres


LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL (1895-1970), nació en Madrid y murió en Valencia.

Es no solo una de las tres redactoras de la revista Mujeres Libres sino la principal impulsora de su publicación. Poeta (perteneció al movimiento ultraísta), telefonista, periodista, sindicalista (CNT), anarquista y feminista.

Por su origen social humilde y su trabajo como telefonista Lucía Sánchez era la más sindicalista de las componentes de la redacción de Mujeres Libres. Fue una trabajadora atípica por su cultura, en parte autodidacta, ya que no accedió a estudios superiores.

Lucía Sánchez Saornil fue, quizás, la más feminista de las feministas de Mujeres Libres. Su opción sexual lesbiana influyó en la adopción de posiciones feministas radicales respecto a la maternidad, manteniendo una clara y decidida posición de rechazo  del matrimonio, de la defensa del amor libre y de la libertad sexual.

Durante la Guerra Civil y la Revolución social ocupó cargos destacados: Secretaria de la Federación Nacional de Mujeres Libres; Secretaria General de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA) y redactora del semanario gráfico Umbral (Valencia).

Pasó a Francia en los últimos días de la Guerra Civil pero retornó a España clandestinamente en 1942 (vivió indocumentada durante diez años). Su vida hasta su muerte fue un largo exilio interior. Quizás por eso, sobre su tumba, su compañera Mery mandó escribir: «Pero… ¿es verdad que la esperanza ha muerto?», primer verso de «Sonetos de la desesperanza».

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Estas breves biografías se han publicado en Instagram @lauramartierra 

Laura Vicente (2020): La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres. Granada, Comares]

jueves, 23 de septiembre de 2021

 

Laura Vicente es doctora de Historia por la Universidad de Zaragoza y catedrática de historia de la enseñanza secundaria. Es especialista en historia social e historia de la mujer, especialmente de España. En línea con el especial interés que tiene por las iniciativas sociales de raigambre anarcofeminista y por los movimientos sociales, ha publicado obras como Historia del anarquismo en España (2013), Mujer contra mujer en la Cataluña insurgente: Rafaela Torrents (1838-1909) y Teresa Claramunt (1862-1931) (2018) o La revolución de las palabras: La revista Mujeres Libres (2020). Actualmente también imparte algún curso sobre la organización Mujeres Libres en el espacio Crisi de Barcelona y Forma parte del equipo de redacción de la revista Libre Pensamiento que edita CGT y de la revista de historia XIX y veinte.

 ¿Por qué te interesaste durante tu trayectoria por el anarquismo y, concretamente, por el anarcofeminismo? ¿Qué llegó antes a tu vida, el anarquismo o el feminismo?

 

Como historiadora, el anarquismo me interesaba, pero lo que me interesó realmente fue el tema de la conflictividad y el sindicalismo. Ese fue el punto de interés inicial cuando tenía que hacer la tesina, pensé en hacer un trabajo sobre la huelga general de 1917. Luego, como aprobé las oposiciones, ya no necesitaba la tesina y, partiendo ya del conflicto de la huelga, lo amplié al sindicalismo y la conflictividad. El período que me gustó fue el previo a la Segunda República, porque, en el momento en que yo estaba estudiando, a todo el mundo le interesaba la etapa de la Segunda República y la guerra civil. Era el gran tema y generaba además mucha polémica y enfrentamiento (sigue sucediendo lo mismo pero en aquella época era mucho peor) y yo no me quise meter en ese arenal. Me fuí a los años 20’ porque de alguna manera había que entender eso para entender lo que ocurrió después. Y entonces, como digo, me interesó indagar exactamente en el sindicalismo. El sindicalismo que se conocía más fue lógicamente en Barcelona y en alguna otra ciudad, como en Madrid, y me generaba mucha curiosidad de ver si realmente el sindicalismo de ciudades no tan grandes respondía a la misma dinámica y características que el sindicalismo de estas ciudades. Finalmente vi que no era así. Y un poco la tesis doctoral se desarrolló en ese ámbito, allí salía el anarquismo, evidentemente, pero era más importante el sindicalismo desligado del anarquismo.

 

El feminismo me interesaba desde el punto de vista personal, porque yo ya estaba involucrada en ello. Dado que lo que estaba haciendo era partir de cero, ya que no había nada estudiado sobre esos años y sobre ese tema, el tema era inabarcable y el tema del feminismo no lo traté. Pero allí me encontré con una mujer, de pronto, que era Teresa Claramunt, que llegó a Zaragoza expatriada por su participación en la Semana Trágica, en un mitin hablandole a unos trabajadores hombres que estaban en huelga, y empezaba a interpelarles, preguntándoles que dónde estaban sus mujeres, sus hermanas, sus compañeras, etc. Entonces me imaginé a esa mujer delante de un auditorio totalmente masculino echándoles semejante bronca y se me quedó, hasta tal punto que cuando volví a investigar tenía que ser sobre Teresa Claramunt.

 

Por tanto, el recorrido fue este: el sindicalismo, luego el anarquismo y finalmente el feminismo, que ha ido creciendo.

¿Podrías aclararnos qué diferencia el anarcofeminismo del anarquismo y del feminismo en general? En otras palabras, qué lo caracteriza.

 

Es una pregunta súper complicada. Primero tenemos que diferenciar entre lo que es “anarquía”, “anarquistas” y “anarquismo”. La anarquía sería la imaginación utópica. Por decirlo de una forma poética, sería el espacio o espacios de invención, de evasión, que perforan en cierta manera la compacidad de la realidad. Eso genera la ilusión de un sistema diferente, de otro mundo posible. Claro, los anarquistas y las anarquistas son personas concretas que abrazan ese ideal del que estamos hablando, la anarquía. Y dentro de ellos/ellas hay de lo más diverso y diferente: hay pacifistas, hay gente que utiliza la violencia, agnósticos, creyentes, ateos… Y, finalmente, el anarquismo incluiría las ideologías y los movimientos que han reunido a personas tras ese ideal anárquico. Digamos que el anarquismo llegó a su culmen a finales del siglo XIX y principios del XX, al menos en España.

 

Volviendo a la pregunta, yo diría que dentro del anarcofeminismo, desde el punto de vista histórico, podríamos decir que las mujeres anarquistas de los años 30 tenían concepciones anarquistas bastante elementales. No eran mujeres que hubieran trabajado demasiado la ideología; tenían nociones anarquista muy sencillas. No lo digo como negativo, porque eran mujeres muy arraigadas a la realidad, a la gestión de la vida, a aspectos que yo creo que desde el siglo XXI valoramos más incluso que los planteamientos ideológicos. Y esto es lo que generará una evolución y un planteamiento diferente de la organización Mujeres Libres respecto al resto de movimiento libertario (la CNT, la FAI e incluso las Juventudes Libertarias). Ellas, de todas formas, no se consideraban feministas, porque asociaban el feminismo con el sufragismo, y el sufragismo lo consideraban como burgués. Se podría decir que defendían un feminismo de clase. De hecho lo que hicieron es algo muy actual, que es la interseccionalidad, es decir, cruzar la cuestión de género y la de clase (como mínimo estas dos cuestiones), y esto las diferenciaba del feminismo predominante de la época.

 

En la actualidad todavía es quizás más complicado de definir. No existe un anarcofeminismo como movimiento social actualmente. Un movimiento social lo entiendo como una red de grupos que comparten debates, reflexiones, actividades, campañas… Eso no existe hoy en España, y a nivel internacional también hay países donde el anarcofeminismo tiene cierta importancia, pero no hay coordinación internacional. Por lo tanto hablamos de grupos dispersos, que aquí están vinculados a la CGT y a la CNT y otros grupos que están


vinculados a ateneos o a casas okupas, pero muy a menudo no tienen contacto entre ellos o son esporádicos. Por todo ello es difícil caracterizar al anarcofeminismo en la actualidad.

 

Tiene coincidencias con el anarquismo, por ejemplo, en tres niveles: en cuanto a la acción política (acción directa, alternativas de base y búsqueda de redes comunitarias y de confrontación con el capital y el Estado), en cuanto a la organización (horizontales, pequeños grupos, que buscan el consenso) y en cuanto al lenguaje político (resistencia al capital, resistencia al Estado, al patriarcado y a todo aquello que sea jerárquico y que propugne la dominación social o política). Con los feminismos, el anarcofeminismo confluye con aquellos feminismos que coinciden con estas características que acabo de mencionar: que sean movimientos más de base, no institucionales, anticapitalistas, etc. Por poner un ejemplo más actual, las asambleas del 8M sería un poco (las que funcionan como tal) con las que hay más confluencia, o con tipos de movimientos como el movimiento LGTBI o planteamientos ecologistas. Pero claro, estas confluencias son relativas.

 Cuando apareció el anarcofeminismo, algunas iniciativas no tuvieron buena acogida por parte de los hombres del movimiento anarquista. Vemos, por ejemplo, en el libro que has publicado recientemente (La revolución de las palabras: la revista Mujeres Libres (2020)), donde se plantean los objetivos de la organización en cuestión, que no se veían como compatibles con el anarquismo más decimonónico. ¿Cuáles eran esos objetivos y por qué se veían como incompatibles?

 

A ver, cabe decir que que hubo hombres que vieron con buenos ojos la formación del feminismo anarquista, pero es verdad que mayoritariamente, y en las organizaciones sobre todo, pusieron bastantes dificultades a la constitución de este feminismo a través de una organización como fue Mujeres Libres y la propia revista. ¿Por qué? Pues porque no lo veían relevante. El movimiento anarquista estaba muy centrado en los temas de clase, aunque realmente las ideas del movimiento libertario son mucho más amplias, no centran todo en la explotación económica, sino que hablan de la dominación en general, que sale fuera de las fábricas, aunque realmente en esta época de fuerte crecimiento del anarquismo y del anarcosindicalismo estaban muy centrados en las cuestiones de clase. Entonces todo lo relacionado con la emancipación de las mujeres lo consideraban secundario, pensando que cuando llegara la revolución todo se solucionaría y el patriarcado caería por su propio peso.

 

Además acusaban a estas iniciativas de romper la unidad. Eso fue una cantinela bastante constante. La idea era que si las mujeres forman grupos propios iban a romper la unidad dentro de las tres organizaciones del movimiento libertario. Decir, igualmente, que dentro de las propias mujeres no estaban todas de acuerdo. Ya desde las pioneras: Teresa Claramunt era partidaria de formar grupos de mujeres y Teresa Mañé, que era la madre de Federica Montseny, era contraria, compartiendo igualmente la visión del feminismo anarquista. Y eso volvió a ocurrir durante la Segunda República y durante la guerra civil.

 

Yendo al tema de los objetivos, las mujeres anarquistas se sentían ninguneadas continuamente en las reuniones y actuaciones del movimiento libertario. Ellas sentían, y lo han dicho explícitamente cuando se ha entrevistado a las que todavía vivían hasta hace relativamente pocos años, el maltrato que recibían y sentían que les estaban quitando autoridad cuando hablaban y que se reían de ellas. Esto sucedía por parte de los hombres en la CNT y quizás también en algunos grupos de la FAI. Menos, no obstante, en Juventudes Libertarias y mucho menos en ateneos o en otro tipo de movimientos que no estaban relacionados con esas tres organizaciones. Digamos que ese maltrato y esa poca relevancia que se daba al tema de la emancipación de las mujeres las lleva, desde las pioneras, a intentar crear grupos y revistas solo de mujeres, para poder expresarse con tranquilidad, en espacios seguros, donde no serían ridiculizadas.

 

La revista Mujeres Libres se creó antes que la propia organización, precisamente porque tampoco se sentían muy seguras de poder impulsar un grupo potente. El objetivo de la revista, en palabras de Lucía Sánchez Saornil, que fue la principal agitadora y organizadora, pero siempre con el apoyo de Mercedes Comaposada y Amparo Poch, era que con la revista se quería crear una red de cordialidad. Se pretendió dar autonomía y capacitar a las mujeres, partiendo del hecho de que muchas de ellas eran analfabetas, y a partir de ahí intentar crear pequeños grupos alrededor de la revista basados en la cordialidad.

 

Desde mi punto de vista, la cordialidad es un programa político. Dentro del movimiento anarquista, si algo destaca, entre otras cosas, son los continuos enfrentamientos y disputas, quizás porque no hay nunca una organización jerarquizada, todo es asambleario y se discute. Pues estas mujeres lo que se plantean es salir de esa dinámica de tensiones y enfrentamientos y basarse en el afecto, en los vínculos personales. Es decir, un planteamiento político diferente.


Por ejemplo, las tres mujeres que he mencionada, las redactoras de la revista, se llevaban muy bien y sin embargo políticamente tenían muchas diferencias, tanto en el terreno político de cómo entender el feminismo como incluso en su identidad sexual, pero fueron capaces de dejar aparte esas diferencias e ir al objetivo, que era crear esos núcleos que con el paso del tiempo pudieran generar una organización capaz de luchar por la emancipación de la mujer. Pero claro, lo que pasa es que la revista se crea en mayo y en julio se produce el golpe de estado, estalla la revolución, la guerra civil, y todo se acelera. La organización se crea antes de lo que estaba prevista, en septiembre. Y el objetivo allí era muy claro, era la revolución entendida en esta doble dimensión, como revolución feminista y revolución de clase social.

 Un fenómeno del que queríamos preguntarte es acerca de cómo en una situación de guerra, la guerra civil, se consiguieron generar espacios de libertad para las mujeres, entrando en espacios públicos como con la revista Mujeres Libres que acabamos de mencionar. ¿Cómo fue eso posible? ¿Es casualidad que fuera durante esos años?

 

Mi perspectiva de la historia parte de que la historia tiene un planteamiento nodal, no lineal. Mayoritariamente los/las historiadores/as parten de que la historia es como una línea que va avanzando siempre en la línea del progreso, que siempre vamos a mejor, cosa que evidentemente es mentira y por eso se ha desplomado la modernidad (y por otras cosas). Con esta perspectiva lineal, de alguna manera, se selecciona aquello que se considera importante: los cambios económicos, los políticos y los sociales en menor medida. Todo lo demás, digamos, se escurre, se cae. ¿Qué pasa cuando ocurre una guerra? Pues que si esos son los cambios importantes, aparentemente, lo otro no encaja muchas veces con esa perspectiva de la línea recta que va avanzando. Esto pasa también con la revolución. La revolución convencional, como la que impulsaron en Rusia o incluso el movimiento libertario en España durante la guerra civil, es lo que llamamos una revolución modelizada, que tiene como objetivo un modelo de sociedad. Desde este tipo de revolución, cuando esta estalla hay que ir dando pasos hacia ese modelo.

 

La perspectiva nodal es diferente. Es como si fuera un red de pesca donde se forman rombos que constituidos por la unión de cuatro hilos. ¿Qué quiere decir? Que, a la vez, confluyen cuestiones muy diferentes y que pueden ser incluso contradictorias, pero que desde esta perspectiva todo es relevante, no hay algo que esté por delante y descarte lo demás. Así,


en la guerra civil, de la que normalmente nos dan una visión bastante tremebunda, podemos ver que se crean espacios de libertad, espacios de avance personal. Una situación en la que incluso la gente esté bien y recuerde la guerra como algo inolvidable porque fue posible actitudes positivas.

 

A me gusta mucho una cosa que dice Orwell en Homenaje a Catalunya, donde afirma que él, en España y en concreto en Barcelona, tuvo el sentimiento de haber entrado de repente en una era de igualdad y de libertad, en la cual la gente intentaba comportarse como personas y no como elementos de la maquinaria capitalista. Es decir, desde su perspectiva, a pesar de la violencia y persecución, se vivió una situación humanizada de la que le quedó buen recuerdo. No solo él, muchas de las mujeres de Mujeres Libres lo explican así, que vivieron una atmósfera mágica de crecimiento personal, ya no solo por la revista sino por el tipo de vínculos que establecieron entre ellas, etc.

 

Por ello, es factible desde esta perspectiva nodal decir que se generaron esos espacios de libertad para las mujeres. Eso es un poco lo que intenté desarrollar en el libro y en lo que sigo, esa revolución diferente a la del movimiento libertario, que en realidad duró solo unos meses. En cambio, la revolución que propusieron Mujeres Libres duró toda la guerra, y nadie la valoró, eran mujeres, estaban en la retaguardia y no se centraban en el tema económico y político.

 Sabemos que existía cierta relación de alianza con diferencias entre los sindicatos CNT y UGT. Comentas en el libro Historia del anarquismo en España (2013) que el anarcosindicalismo tuvo mayores resultados que el sindicalismo ugtista. ¿Por qué? ¿Qué aportaba el anarcosindicalismo frente al sindicalismo?

 

Digamos que la UGT practicaba un sindicalismo de gestión. Es decir, su idea del sindicalismo era crear un sindicato fuerte para negociar con los empresarios, intentando recurrir lo menos posible al conflicto y a la huelga. Cuanto más fuerte fuera el sindicalismo, más capacidad de negociación. Y en este planteamiento la idea es que los trabajadores fueran a golpe de pito, siguiendo y secundando lo que el sindicato dijera. Por otro lado, la UGT estaba vinculada a un partido. O sea, que va unido a un proyecto político, que es el del PSOE, en la línea de finales del siglo XIX y principios del XX, donde el partido predominaba sobre el sindicato, marcaba los objetivos y trataba de convencer a los/las trabajadores/as de que si el


partido crecía y llegaba al parlamento, podría sacar mejoras importantes para la clase trabajadora. El sindicalismo cumplía un poco esa función de proporcionar el apoyo al partido para que este consiguiera votos y lograra desarrollar el planteamiento de reformas legales para mejorar la situación de la clase trabajadora. Cabe decir que el PSOE, siendo aún un partido marxista, se consideraba representante de la clase trabajadora, no de otros sectores sociales como ocurre posteriormente.

 

Claro, el sindicalismo de la CNT no tiene nada que ver. Es radical y revolucionario, donde se considera la acción directa como la táctica sindical fundamental y su función no era gestionar nada, sino enfrentarse con los empresarios, con la patronal, y, en base a la presión (la huelga como elemento clave pero también otros recursos), imponer los objetivos que pretendía, sin perder nunca de vista que el último objetivo era la revolución como algo incluso inmediato, de ahí las huelgas generales revolucionarias. No está vinculado en absoluto con ningún partido político porque era contraria a la actividad política institucional y por ello no responden a ese modelo de conseguir mejoras en parlamentos a través de leyes. Eso supondría incluso reforzar el sistema. Si su objetivo es la revolución obviamente no pueden colaborar con el sistema, no puden colaborar con el Estado y el capital.

 

Lo habitual es que funcione más la fórmula del sindicalismo de gestión vinculado al partido, que es lo que pasa en seguida en gran parte de los países europeos. Pero aquí lo que ocurrió es que el intento de desarrollar un sistema político más democrático, con el Sexenio Revolucionario (1868-1874), fracasa y acaba desarrollándose el sistema de la Restauración, que duró mucho tiempo, de principios de los 70 hasta la Segunda República, que es un sistema liberal trucado. Realmente confiar en que el partido va a lograr mejoras en el Parlamento es una ilusión. Primero porque al partido le va a costar mucho conseguir un diputado, como ocurrió, que hasta principios del siglo XX el PSOE no consiguió un diputado y fue en coalición con los partidos republicanos, y, segundo, puesto que hay esa manipulación electoral y ese turno pacífico entre el partido conservador y el liberal, no van a gobernar nunca ni van a obtener mayorías importantes como para conseguir reformas políticas. Por tanto, el proyecto fracasa por ese lado. Pero es que también fracasa por el lado sindical. Porque la patronal es una patronal bastante agresiva, que no está por la labor de reconocer a los sindicatos y negociar con ellos, y por tanto la práctica sindical más moderada fracasa en gran parte. En cambio, el planteamiento de acción directa demuestra que logra más, por una cuestión de eficacia, y es lo que se demostró


a lo largo de los años 20, y por eso crecieron a diferencia de lo que estaba ocurriendo en otros países.

 Queda claro que las huelgas generales para la movilización de los obreros fue un recurso usual a finales del siglo XIX y principios del XX. ¿Qué importancia tuvo realmente dicha estrategia de movilización en España? ¿En qué han derivado, en tu opinión, las huelgas generales en la actualidad?

 

Desde luego la huelga general revolucionaria, cosa de la que la UGT no quería ni oir hablar, fue un mito movilizador tremendo, alrededor de la jornada laboral de 8 horas, que también estaba movilizada a través de la II Internacional en el ámbito socialista, pero que no se lo planteaban con ese carácter revolucionario. Es que aquí, cuando se empezaban a declarar huelgas en los años 90 del siglo XIX, se decía que se ponían en huelga hasta que no consiguieran la jornada laboral de 8 horas. Claro, no la conseguían, pero estaban 7, 8 o 9 días en huelga general, en unos sitios más extensa que en otros, que va además progresando a medida que ese sindicalismo movilizador va creciendo. Aquí destacaría la primera huelga general que abarcó a toda Catalunya en 1902. Fue tan espectacular y atemorizante para los empresarios que realmente empezaron a aprender incluso de las propias tácticas de los trabajadores. Por ejemplo, con lo del sindicato único, la Federación Patronal de Barcelona adoptó la misma forma y se organizó como patronal por ramas.

 

Realmente, fueron progresando a través de muchos fracasos, detenciones y ejecuciones. No fue fácil. Esto ya marcaría una diferencia con las pocas huelgas generales que se han producido en los últimos tiempos, no tiene absolutamente nada que ver. Por supuesto que también hay el peligro de perder el trabajo, pero es que entonces también estaba el peligro de ser detenido. La represión era terrorífica. No había en las ciudades policía (en el campo sí), salía el ejército. Cuando estallaba el conflicto de una huelga, inmediatamente se declaraban suspendidas todas las garantías constitucionales y el ejército salía a la calle con todo lo que tenía, cañones incluidos. En la huelga de 1902 los soldados acamparon en Plaza Catalunya orientando cañones en todas las calles que confluyan allí. Siempre había muertos, más las detenciones, ejecuciones, el Castillo de Montjuic… Estamos hablando de leyes especiales solo para los anarquistas, por ejemplo.


Cuando los sindicatos son más potentes, la primera huelga general relevante fue en 1916. La siguiente importante fue la del 1917. Todas esas huelgas mostraban que la oposición que tenía más fuerza contra la Restauración era el sindicalismo, y en concreto el anarcosindicalismo, y la respuesta represiva no era suficiente. Por tanto, en los años 20, que es la época de enfrentamiento más bestial, se dieron los grupos de pistoleros, ley de fugas, asesinatos de los dirigentes principales como Salvador Seguí, etc. Y la Federación Patronal financiaba todo esto en colaboración con el Estado y la Iglesia católica, con la creación de sindicatos católicos para romper las huelgas. Todo esto lleva al golpe de Estado de Primo de Rivera, que era capitán general de Catalunya. Inmediatamente con el golpe de Estado, quien felicitó primero, antes que nadie, a Primo de Rivera fue la Federación Patronal Catalana.

 

Y bueno, en relación a lo que preguntáis de las huelgas generales de ahora, pues es obvio. Primero lo que les cuesta a los sindicatos, sobre todo a los mayoritarios, convocarlas. Las últimas yo creo que fueron las del 15M porque ya les daba como verguenza, pero claro, era una jornada, intentando tener todo controlado. La diferencia está en que los sindicatos mayoritarios forman parte de las instituciones del Estado. Entonces, ¿cómo van a convocar huelgas de estas características? Es imposible.

 

 ¿Cuáles son las principales causas del desarraigo del movimiento anarquista en España?

  

La gran derrota de la guerra civil, por supuesto, y todo lo que eso supuso. La cantidad de muertos y toda la salida al exilio de miles de personas ya indica un debilitamiento importante. La posguerra fue durísima: se ejecutan prácticamente mas de 50.000 personas en casi 10 años. Esto desarticula a toda la izquierda. Los anarquistas tienen peor capacidad para adaptarse a la clandestinidad que por ejemplo el comunismo, porque intentan mantener aún una estructura organizativa horizontal. El partido comunista tuvo más capacidad de adaptación a la represión en general.

 

En los años 60’ empieza el desarrollismo económico y se sale un poco de la situación de miseria que vivía la clase campesina y trabajadora que, como decía Marx, no tiene nada que perder salvo sus cadenas. Pues empieza a no ser así, ya tiene algo más que perder. Entonces la clase trabajadora va perdiendo los planteamientos revolucionarios del período anterior. Finalmente, con la llegada de la democracia, esas ilusiones que no habían logrado fraguar en


los años 20 de que a través de la vía institucional se podían lograr mejoras, triunfa. La idea de que si votas a la izquierda esta logrará mejoras tiene más éxito en la clase trabajadora. Y ese sindicalismo de confrontación que comentábamos tampoco es tan eficaz. Todo esto hace que, sobre todo el anarcosindicalismo, realmente tenga muchas dificultades para crecer.

No me quiero olvidar de decir, de todas maneras, que durante la Transición sí que hubo un momento en el que pareció que podía crecer. En algunas zonas, como por ejemplo en Catalunya, tantos años de represión no habían podido extirpar la ilusión de la anarquía y, quién sabe, la formación de un sindicato anarquista de nuevo. Y la represión también del caso Scala contra el anarcosindicalismo de aquella época, que hay que tenerlo en cuenta porque desinfló la idea cuando estaba volviendo, con el royo de siempre de que los anarquistas solo saben usar la violencia y bla-bla-bla. Esta cosa de que hablar de anarquismo es hablar de violencia y de bombas, cosa que no es verdad, pero que da igual porque ya está muy metido en el imaginario de la mayoría de la población, y así sigue siendo fomentado.

 

Yo diría que el anarquismo como movimiento sí que ha decaído y es minoritario, pero creo que la anarquía, como sueño igualitario e imaginación utópica, no tanto. Puede haber anarquía sin que haya anarquismo. Yo creo, y así lo explico en Historia del anarquismo en España, que en el 15M hay muchos aspectos de los que se entiende por anarquía y sus planteamientos; en el feminismo, al menos en los más radicales, también, y en muchos otros movimientos. Está ahí. ¿Los movimientos anarquistas solo son anarquistas cuando se autodenominan como tales o son anarquista cuando utilizan las tácticas y las formas organizativas que siempre ha defendido el anarquismo? Pues yo creo que es este segundo punto.

 Justamente para terminar la entrevista quería leer una cita del libro que acabas de mencionar (Historia del anarquismo en España) cuando hablas sobre la decadencia del anarquismo con la guerra civil y el franquismo. «(...) el anarquismo no es un cadáver [...] es “polvo de estrellas” que se desprendió de las ruinas en que lo convirtió el franquismo y los cambios sociales producidos en la década de los sesenta, se infiltró por las grietas de la sociedad del bienestar y emergió, y emerge, con formas diferentes en la actualidad. Si quedará solo en eso, en materia primigenia que emerge aquí o allá, o conseguirá reinventarse a sí mismo, “desde el interior de las estrellas”, es cosa del futuro» (2013, 169- 170). Esto lo escribiste hace 8 años. Aunque ya lo acabas de responder de alguna manera,

¿Qué consideras que es el anarquismo hoy en el ámbito español? ¿Dónde podemos ver avivada su llama?

 

Bueno, hay teóricos que defienden que el anarquismo ha existido siempre, en el sentido de que cuando se han producido circunstancias que han requerido del apoyo mutuo y de la solidaridad, de la creación de comunidad, está la anarquía, y esto lo dice Kropotkin. Es cierto. En cierta manera, ya no solo para algo estrictamente anarquista; hay movimientos de protesta que son como olas, que tiene momentos en los que explosiona, tiene un recorrido y luego tiene una bajada. Muchas de estas explosiones tienen componentes de estos planteamientos anárquicos. Desde ese punto de vista yo creo que será difícil que desaparezca, porque está de alguna manera en la gente. La gente cuando tiene dificultades, como una catástrofe humanitaria o una crisis económica grave o la misma pandemia, lo que hace es agruparse, intentar ayudar al más débil, pues llevándoles comida por ejemplo a gente mayor como ha pasado en Madrid y Barcelona y en otras ciudades. Todo eso responde a estos planteamientos, de base, horizontales, de apoyo mutuo, de solidaridad, etc.

 

Lo que me genera más dudas es si será posible un movimiento tan potente como el que se produjo a partir de los años 20’ hasta la guerra civil. De todas maneras se habla de que el movimiento zapatista tiene mucho de anarquista. O, también, el movimiento kurdo. Estos son movimientos más potentes, aunque no se definen estrictamente como anarquistas pero tampoco lo rechazan.

 

¿Dónde lo veo avivado? Como he dicho, en el 15M, en el feminismo de base de las asambleas del 8M, en algunos ámbitos culturales, en ecologismo… Todos ellos utilizan muchos aspectos del anarquismo. Estos planteamientos nunca han fracasado, como se dice del comunismo. Nunca ha sido mayoritarios excepto excepcionalmente (y lo excepcional fue lo que ocurrió en España realmente). Tampoco pretenden serlo. Las organizaciones grandes no funcionan en el anarquismo puro, porque son partidarios de grupos pequeños para no perder que no haya jerarquías y que se organicen horizontalmente.

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1 Entrevista realizada el 6 de septiembre de 2021. Para escucharla en formato podcast: https://www.youtube.com/watch?v=TEIf37u9MJs

Especial agradecimiento a Laura Rodríguez Riera, por su revisión y sus recomendaciones.

2 guillem199669@gmail.com

3 bonastre763@hotmail.com