Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

sábado, 23 de noviembre de 2019

NUCCIO ORDINE, Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal


Leí de esta autor La utilidad de lo inútil. Manifiesto y cuando salió publicado este libro decidí comprarlo. 

Ordine no te descubre grandes cosas, ni te revela ningún misterio, sus libros son sencillos y valoran lo natural, lo veraz, lo simple. Leyendo sus páginas te acomodas con facilidad a su ritmo, a sus reflexiones, a sus pensamientos.


Este libro tiene una estupenda Introducción centrada en la escuela (en el amplio sentido de la palabra) y en afirmaciones obvias que hoy se ignoran e incluso se consideran retrógradas. Un ejemplo: «el conocimiento de la disciplina [que se imparte] es lo primero» (p. 17) y no la didáctica que hoy se prima. Para él, y para mí, la clave de todo está en que el profesorado viva con pasión y con verdadero interés la disciplina que imparte. Saber y amar lo que se enseña es la clave de todo. Junto con esta fórmula sencilla, hay otra: se han de educar generaciones para la herejía (...)
« (...) animándolas a tomar decisiones contrarias a la ortodoxia dominante. En vez de formar pollos de engorde criados en el más miserable conformismo, habría que formar jóvenes capaces de traducir su saber en un constante ejercicio crítico» (pp. 36-37).
Otra obviedad: «el aprendizaje requiere lentitud, reflexión, silencio, recogimiento» (p. 38). Muy lejos de la vorágine en la que estamos todos/as, para mí es tan valioso el silencio que lucho como puedo para tenerlo.

El libro es muy simple, selecciona fragmentos de obras clásicas (que aparecen en la lengua en que fueron escritos y en castellano) y un pequeño comentario de una hoja u hoja y media. La idea viene de una práctica docente suya que hacía todos los lunes con su alumnado. Parece un suicidio leer a la gente joven a los clásicos, sin embargo comprobó el gusto de esta práctica que llevó a algunos de sus alumnos/as a leer el libro completo.

He leído algunos de los libros propuestos en esta «biblioteca ideal», la mayoría no los he leído, así que dispongo, a partir de ahora, de un criterio seleccionador del que me fío para leer algunos de estos clásicos. Lástima que solo haya una mujer: Marguerite Yourcenar (ahí no ha estado lúcido mi estimado Ordine).

miércoles, 13 de noviembre de 2019

ENTREVISTA CON LAURA VICENTE POR ALÍN SALOM

Laura Vicente es doctora en Historia por la Universidad de Zaragoza con la tesis El movimiento obrero en Zaragoza, 1914-1923. Sindicalismo y conflictividad social. Es máster en “Estudis de la Dona” por la Universidad de Barcelona y catedrática de Historia de enseñanza secundaria. Es especialista en historia social e historia de la mujer y autora de los libros Teresa Claramunt (1862-1931). Pionera del feminismo obrerista anarquista; Historia del anarquismo en España; Mujeres libertarias de Zaragoza. El feminismo anarquista en la transición; Mujer contra Mujer en la Cataluña insurgente. Rafaela Torrents (1838-1909) y Teresa Claramunt (1862-1931), etc. Ha publicado numerosos artículos en revistas como Libre Pensamiento, Historia Social, Cercles, Arenal o Arraona. Laura Vicente es historiadora. Sustenta el apasionante blog Pensar en el margen. Es cofundadora del Grupo de debate y reflexión anarcofeminista Redes de cordialidad. 




¿Podría hablarnos de este nuevo grupo de debate y reflexión Redes de cordialidad? ¿Cómo surge? ¿Por qué este nombre? ¿Por qué un grupo de debate y reflexión, antes que de acción, en la coyuntura actual? 

El grupo REDES surgió entre octubre y noviembre de 2018 a raíz de una serie de presentaciones de mi último libro. En los debates posteriores a la presentación del libro surgía entre las asistentes la queja de la escasa elaboración teórica del anarcofeminismo actual y del seguidismo que practicaba respecto a otras corrientes feministas. El nombre procede de una propuesta que hizo la anarcofeminista Lucía Sánchez Saornil en 1936 cuando trazó un plan de acción para crear una revista. Una vez la revista en marcha, alrededor de ella debían formarse grupos de simpatizantes que irían tejiendo una red de cordialidad que podría dar lugar a una organización de mujeres anarcofeministas. Para el anarquismo, teoría y práctica deben estar estrechamente vinculadas; el déficit lo habíamos percibido en el terreno teórico, no en el práctico. Todas las mujeres que forman (o han formado) parte de REDES llevan una práctica en grupos anarcofeministas, queer, abolicionistas, sindicatos como CGT, CNT, etc. o en las Asambleas 8M. La peculiaridad de REDES es que no se trata de un grupo presencial, sino virtual: hay mujeres de diversas partes de España y América del Sur. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. 

¿Cuáles son los temas candentes en el feminismo actual que están sobre el tapete en las Redes de cordialidad? 

En REDES queremos clarificar qué entendemos por ser anarquista y feminista. El punto de partida de los debates es diverso: una película, un texto breve, un libro, una imagen, etc. Cualquier cosa que nos permita entrar en el debate de forma más o menos organizada. De esta manera, los temas sobre los que hemos debatido han sido: violencia/no violencia/autodefensa; patologías del feminismo; cultura de la violación; y otros muchos que han sido tratados como secundarios pero en los que deseamos profundizar. No afirmo que esos sean los temas más candentes dentro de los feminismos actuales, son simplemente los que hemos decidido abordar en el grupo. 

¿Cree usted que hay un vínculo intrínseco entre feminismo y anarquismo? 

Como bien sabe usted, es mejor hablar de feminismos en plural, no en singular. De la variedad de feminismos que han existido y existen, el anarquismo se vincula con los feminismos radicales, aquellos que en el pasado (con Mujeres Libres entre 1936-1938) ya entrecruzaron la lucha de género con la lucha de clases. Pero el anarquismo nunca se ha quedado solo en la explotación estrictamente económica, que es como ha entendido tradicionalmente el marxismo la lucha de clases. El anarquismo ha tenido, desde su origen, brillantes intuiciones que hacían referencia a la opresión que procedía del poder y de la dominación. Desde este planteamiento se cuestionó cualquier institución, norma, práctica, etc. que supusiera jerarquía, autoritarismo y delegación del poder. De esta forma fueron cuestionados el Estado, las iglesias (y la existencia del absoluto que conllevaban), el Ejército, la familia patriarcal, etc. 
Por lo dicho anteriormente, para el anarquismo, el sujeto de la rebelión es la humanidad, y su objetivo es luchar contra la opresión que brota en todos los ámbitos de lo social. Por su dimensión ética convierte la cultura y la educación en elementos fundamentales. Por eso también se fija en aspectos clave de la existencia: alimentación, salud, familia, amor, sexualidad, relación y respeto a la naturaleza. Debido a esta manera de entender la rebelión (como subversión de los valores más profundos y enraizados en cada persona), más que la revolución, enlaza muy bien con los feminismos radicales, puesto que supo ver muy pronto –otra cosa es que le diera la relevancia necesaria– la opresión que sufrían las mujeres. 
La importancia que el anarquismo da a la libertad es otro nexo de unión con los feminismos radicales. Libertad que permite actuar según los dictados de la propia voluntad, lo cual deriva en la soberanía individual, es decir, en el poder que cada persona debería preservar sobre su presente y su destino. El amor a la libertad implica amor a la libertad individual, que rige el ámbito privado (amor libre, parejas igualitarias, libertad sexual…), y a la libertad social, contra las actitudes dogmáticas y autoritarias. 
El rechazo de las ilusiones totalizantes y el respeto por las singularidades es otra brillante intuición del anarquismo que enlaza con los feminismos radicales. Igual que la defensa de la democracia real y directa con fórmulas organizativas descentralizadas, autogestionadas y con base asamblearia en las que se toman acuerdos basados en el pacto y no en la imposición de las mayorías. 
Estos planteamientos tienen diversas consecuencias en las que se produce la confluencia entre feminismo y anarquismo: la defensa de la disconformidad, hacer virtud de oponerse a la opinión mayoritaria; la necesidad de que la política arraigue en las comunidades y en el lugar de trabajo entendido al estilo aristotélico del arte de debatir sobre lo justo y lo conveniente; la necesidad de la utopía, entendida como incitación a la lucha y a rechazar el mundo que nos imponen para construir una posibilidad más alentadora del mundo con formas de relación entre las personas diferentes a las impuestas. Los deseos y los sueños deberían ser la guía para construir una realidad en la cual vivir la rebelión con reglas diferentes a las impuestas y creando espacios de libertad que Hakim Bey denomina “Zonas Temporalmente Autónomas” y “Zonas Permanentemente Autónomas”. La utopía no existe sino en el presente, y el anarcofeminismo ha de mostrar su capacidad constructiva al ser capaz de arrancar espacios al sistema. 
En fin, hay muchos más aspectos de confluencia entre feminismo y anarquismo, pero creo que no debo alargarme más para no aburrir a los lectores. 

¿Cuál es la situación actual del feminismo? ¿Podemos sentirnos optimistas? 

Si tenemos en cuenta las movilizaciones del 8M, la situación es muy buena, los feminismos hoy están de «moda» y esto tiene una relevante influencia en la cultura (literatura, cine, teatro, ensayo, filosofía, historia y, cómo no, política). Veremos qué nos depara el futuro. Por otro lado, los feminismos hoy tienen una profunda división que hace difícil compartir objetivos. Incluso en algunos temas hay profundos enfrentamientos que llegan, incluso, a las manos. Mencionaré algunos de estos temas, porque todos son inabarcable. El enfoque de la diversidad que no es nuevo, pero sí más profundo que en etapas anteriores, es uno de esos aspectos de división dentro del feminismo. Hay sectores que señalan que la diversidad debilita su sujeto. 
El anarcofeminismo histórico ya señaló que «mujeres» no indicaba una identidad común, puesto que la clase social marcaba profundas diferencias entre mujeres burguesas y mujeres obreras. Por tanto, no habría un sujeto previamente establecido y es sobre las prácticas, discursos, vivencias, experiencias, etc., como se define al sujeto de las acciones. 
Las identidades se definen más por las opresiones y desigualdades que establecen la clase, la sexualidad, la etnia, la edad y otras variables que por el mero hecho de pertenecer a un género. Partir justamente de esas desigualdades y de cómo se manifiestan en las vidas de las mujeres y de las diversas subjetividades que provoca es la vía para confluir en un movimiento feminista potente y que movilice a muchas mujeres. 
Los feminismos se están construyendo en este momento, está por ver cómo evolucionan, a qué reacciones tienen que enfrentarse (de hecho, la reacción está en marcha de la mano de la extrema derecha, que gana posiciones en todo el mundo) y de la fuerza acumulada de los feminismos para responder a ella. 

Judith Butler dice (en Deshacer el género) que “el feminismo está hecho un lío” y que es “incapaz de estabilizar los términos”. Afirma que no sabemos qué es una mujer y que si no sabemos qué es una mujer, ¿cómo vamos a decir “nosotras”, quién lo puede decir y en nombre de quién? ¿Qué percepción tiene usted de esta problemática?

Creo que lo he contestado en la anterior respuesta. Hace mucho que no hay un «nosotras». No lo ha descubierto Butler, que, por cierto, es una persona cuya teoría es muy difícil de entender por su complejo y complicado lenguaje. Es muy elitista desde mi punto de vista. De todas maneras yo diría que ser mujer es resultado de la educación cultural en la que hemos nacido y que nos ha marcado de forma estricta (es decir, a través del género) y también de todo lo que las mujeres hemos deconstruido del género (individual y colectivamente) para poder buscar brechas por donde entrar y reconstruir personas, sujeto siempre para el anarquismo, de la transformación o rebelión. 

Butler señala también que existen graves desacuerdos entre mujeres acerca de la definición de la libertad sexual. ¿Cuál es su postura sobre la cuestión de la prostitución? ¿Empodera o aliena a las mujeres? ¿Debería estar permitida y legalizada o perseguida y suprimida?

La tradición anarquista, que comparto, habló ya en el siglo XIX de libertad sexual, de control de la natalidad vinculado al neomaltusianismo, de amor libre, de promiscuidad… Piense que el valor primero del que se derivan y al que constantemente hacen referencia la teoría y la práctica anarquista es la libertad, que podemos definir desde el punto de vista sociológico como «ausencia de poder», condición social que permite el óptimo desarrollo individual y colectivo. Si existe asimetría de poder (por ejemplo, en la sexualidad), y esa asimetría se institucionaliza en estructuras y códigos de comportamiento jerárquicos, no podemos disfrutar de libertad. Por tanto, en la sexualidad como en cualquier otro aspecto de la vida, cuanto más se desarrolle la libertad, más fácil resultará impedir que la autoridad se convierta en poder y que la diversidad (sexual o de otros aspectos) se torne desigualdad. 
Respecto a la prostitución, mis ideas se parecen más a una madeja embrollada que a un hilo de pensamiento decantado hacia las dos posiciones que existen: abolicionismo o regulacionismo. Teniendo en cuenta que no tengo una posición clara que me sitúe en uno u otro extremo, intentaré comentar algunos aspectos que veo claros: considero que el anarquismo es abolicionista, puesto que está a favor de abolir cualquier tipo de opresión, de explotación del ser humano. La prostitución es una de las formas de opresión/explotación más brutal, cruda y sin artificios que existen. La prostitución alquila no solo nuestro cuerpo e inteligencia, sino nuestra intimidad. La prostitución antecede al capitalismo, puesto que es hija de la institución del patriarcado, que estableció la jerarquía de géneros, convirtió a las mujeres en botín de guerra, y las mantiene como objeto de consumo sexual, doméstico, etc. 
Sin embargo, ¿cómo negar el derecho a la sindicación de las prostitutas? Eso es negarles su derecho a organizarse y, por tanto, excluirlas del proceso de liberación. Las prostitutas ¿son clase obrera o no? Si lo son, deben tener derecho a defender sus propios intereses. Lo que legitima la explotación es seguir aisladas y calladas, ocultas, inermes. La abolición debe ser de abajo a arriba (no desde leyes o decretos del Estado), y para ello es necesario hacerla desde las mujeres afectadas directamente. 
La explotación nunca empodera; lo hace la lucha contra la explotación en todo caso. ¿Qué mundo queremos? Hay que elegir entre un mundo en el que sea normal la existencia de un mercado de cuerpos –mujeres mayormente– disponibles para el uso sexual, o un mundo en que esto no sea así. Los factores que se entrelazan en la prostitución son diversos, no podemos centrar el debate en el consentimiento como tema central olvidando esos otros factores: globalización neoliberal, pobreza globalizada, feminización de la pobreza, las injusticias Norte/Sur, crimen organizado, trata de personas, migraciones, cultura de consumo, conceptos liberales de elección y autonomía, etc. 

¿Nos podría finalmente explicar cómo llegó usted personalmente al feminismo? ¿Qué recorrido intelectual y sentimental ha hecho en ese terreno? 

No sé si esto puede tener mucho interés para los lectores, así que seré breve. Mi opción por el anarcofeminismo surgió desde las vísceras; mi carácter es así: independiente, autónomo, libertario… Desde niña me negué a muchos estereotipos de género, sin saber que lo eran, como el tema de la ropa, el modo de llevar el cabello, la depilación a la que me negué, etc. Luego vino la intelectualización de esa rebeldía. Desde los 17 años me organicé en Comités de Estudiantes en la Universidad, la primera Asamblea Ecologista que se formó en Zaragoza, Ateneos Libertarios de barrio, Autonomía Obrera, CNT y Mujeres Libertarias (todo ese recorrido lo hice entre los 17 y los 20 años). Las lecturas me ayudaron a ir definiendo malestares y a darles sentido. Me he movido poco de esos intereses primeros: feminismo, anarquismo, ecologismo… Y he sido ávida lectora siempre, igual de literatura que de historia, que de filosofía, que de ensayos políticos. 

La revista Cartografías le agradece sinceramente su colaboración y desea un debate y una reflexión fructíferos al grupo de Redes de Cordialidad. ¡Que la fuerza esté con las REDES! 

Que así sea, y que la fuerza os acompañe también a vuestro Grupo y a Cartografías. (si hacéis clic en el nombre de la revista os llevo a ella y a la entrevista).

domingo, 3 de noviembre de 2019

LIBERAR EL PRESENTE. EL ANARQUISMO «PRAGMÁTICO» DE COLIN WARD




« (…) siempre coexiste una sociedad anarquista (una sociedad que se organiza a sí misma sin autoridad) como una semilla bajo la nieve, enterrada bajo el peso del Estado y su burocracia, el capitalismo y su derroche, los privilegios y sus injusticias, el nacionalismo y sus lealtades suicidas, las diferencias religiosas y su separatismo supersticioso» (p. 41).

Si se mira la sociedad humana desde un punto de vista anarquista, «se descubre que las alternativas ya están ahí, en los intersticios de la estructura del poder dominante. Si se quiere construir una sociedad libre, todas las piezas se hallan al alcance de la mano» (p. 45).


Compré este libro[1] hace muchos años cuando salió editado por Tusquets en 1982, entonces apareció publicado con otro título, Esa anarquía nuestra de cada día, que poco tenía que ver con el original, Anarchy in action, respetado ahora, añadiendo un subtítulo. El libro fue publicado en 1973 y en España fue traducido en 1982.

No lo leí en su momento, se quedó en mi biblioteca a la espera de otro momento que ha llegado ahora, ya lo tenía seleccionado para leerlo en la edición de Tusquets cuando en una librería vi esta edición. Pensando que era otro lo compré con dudas y cuando llegué a casa comprobé que era el mismo, por supuesto lo he leído en la nueva edición pero pienso conservar ambas.

He explicado esta circunstancia personal, entre otras cosas porque es importante saber que Ward habla desde 1973 con la actualización realizada en 1982, es decir, hace alrededor de 45 años o casi cuarenta si tenemos en cuenta la edición en español. Pese a la distancia en años, su libro es muy actual, quizás más actual que nunca. Digo esto porque su anarquismo «pragmático» no ha sido bien visto por otras corrientes anarquistas. Quizás esta razón explique que su obra haya sido muy poco traducida al español.

¿En qué consiste su anarquismo «pragmático» muy asociado a Piotr Kropotkin? (echo mano del prólogo del editor, de la Introducción de Stuart White y de la del propio autor). Este anarquismo se nutre de tres ideas básicas (p. 17): el pluralismo, el anarquismo como parte integrante del presente y la preocupación por la resolución de problemas.

Sobre el pluralismo, entiende la anarquía como un espacio social en el que predominan las técnicas mutualistas y de cooperación autogestionada para responder a las necesidades y solventar los problemas de la sociedad en el presente. En ese espacio se puede entrar y salir libremente pero quien entra sabe que las personas se relacionan como iguales y trabajan cooperando para solucionar problemas. El sentido del anarquismo sería impulsar a la sociedad hacia una mayor anarquía en el mundo real, es decir, hacer más anarquistas las sociedades actuales para que las vidas mejoren aquí y ahora.

La anarquía en el presente pretende alejarse de la especulación sobre una sociedad futura para enraizarse en la vida cotidiana demostrando que las formas de autoorganización y de la iniciativa propia son más apropiadas, que las estatales y las del mercado, para afrontar los problemas y las necesidades.

Los planteamientos anarquistas pueden resolver problemas a través de modelos de solución de apoyo mutuo y de cooperativas autodeterminadas, en muchos campos, a Ward le interesa explorar estas posibilidades en la educación, la vivienda, el trabajo, el empleo, el bienestar social o la delincuencia.
Por tanto, Ward rechaza centrarse y debatir sobre objetivos infinitamente distantes (como puede ser una posible revolución total anarquista), es una buena manera de despegarse del presente y de refugiarse en un utopismo pasivo que no conduce a nada, para él es un engaño. El anarquismo debe partir de lo existente, del presente (habla, de hecho, de «liberar» el presente), por encima del rechazo total de la sociedad existente o de la prefiguración de una sociedad ideal.

Exige la centralidad del presente liberándolo del Estado y de los medios de comunicación, revalorizando lo mejor que puede haber en él: el apoyo mutuo, la solidaridad, la cooperación, el libre acuerdo, las derrotas a las actitudes dominantes y autoritarias, etc. Y es que para Ward el anarquismo es esencialmente una teoría de la organización que consiste en reafirmar al individuo y a la comunidad optando siempre por soluciones libertarias frente a las soluciones autoritarias.

Ward muestra su convicción, en la que coincide David Graeber y otras/otros anarquistas, de la preexistencia desde siempre de una sociedad anárquica, que se organiza sin autoridad y en la que la acción directa tiene un papel importante. Allí donde a lo largo del tiempo aparece una forma de actuación autónoma, antiautoritaria, solidaria, cooperativa, contraria a la dominación, etc, está la «semilla» anarquista, sean sociedades llamadas primitivas, capitalistas o socialistas. Esa es la única posibilidad de destruir al Estado y otras formas de organización autoritaria, comportándonos de otra manera, no siendo seres dependientes, consumidores, ovejas que se dejan llevar por la publicidad y los medios de comunicación. Solo si las personas rechazan ser gobernadas, adhiriéndose a los mismos valores que sus gobernantes (principio de autoridad, jerarquía y poder), se podrá destruir al Estado.

Partiendo de estas bases el libro está formado por catorce capítulos que repasan múltiples aspectos reales a partir de los cuales se puede ampliar el espacio de la anarquía: el Estado, el liderazgo, la federación, la vivienda, las familias, la educación, el juego, el estado del bienestar y otros aspectos.



[1] Colin Ward (2013): Anarquía en acción. La práctica de la libertad. Madrid, Enclave de Libros. Esta reflexión está basada en este libro.