Estamos ante un
interesante libro[1]
de 158 páginas que escribe un antropólogo que se interroga respecto al escaso
reflejo que tiene el anarquismo en las universidades. Su punto de partida es
una pregunta que relaciona especialmente con la antropología: « ¿qué tipo de
teoría social puede ser realmente de interés para quienes intentamos crear un mundo en el cual la gente sea libre
para administrar sus propios asuntos?» (p. 21).
Ideas y planteamientos
que me han parecido claves en el libro y que son relevantes en lo que se
entiende por anarquismo(s):
Ética
de la práctica
Considera que los
principios básicos del anarquismo -asociación voluntaria, autoorganización,
apoyo mutuo- se refieren a formas de comportamiento humano que habían formado
parte de la humanidad desde sus inicios (p. 13). Puede encontrarse constancia
de gente que defendió estos argumentos a lo largo de la historia, estamos ante
una actitud más que ante un cuerpo teórico. La antropología puede ofrecer
muchos ejemplos reales de que esta afirmación es acertada.
El anarquismo ha
tendido a ser un discurso ético sobre la práctica revolucionaria, más que un
discurso teórico o analítico sobre la estrategia revolucionaria como en el caso
del marxismo. Ha insistido en las formas de la práctica y, por tanto, en que
los medios han de ser acordes con los fines; no puede generarse libertad a
través de medios autoritarios, se debe anticipar la sociedad que se desea (p. 17).
Esa es la razón por la mayoría de los grupos anarquistas opera por un proceso consenso
(que supone aceptar una gran diversidad de perspectivas teóricas amplias)
frente al voto a mano alzada, divisor y sectario (p. 19).
La palabra clave de la
democracia hace referencia al proceso de toma de decisiones. Todo buen proceso
de consenso se basa en que nadie debe intentar convencer a
los otros de convertirse a sus puntos de
vista, sino que se busca que el grupo llegue a un acuerdo común sobre cuáles
son las mejores medidas que adoptar. En vez de votar las propuestas, estas se
discuten o reformulan, hasta que se llega a un planteamiento que todos puedan
asumir. Al final hay dos posibles formas de objeción: quedarse al margen o
bloquear la propuesta (p. 129).
Revolución
Su base práctica y
ética ha llevado al anarquismo a concebir la revolución abandonando la idea de
que esta dará lugar a una sociedad ideal, perfecta, sin conflictos. La
existencia del trabajo, el sexo y la reproducción está llena de dilemas, los
deseos humanos son siempre volubles. Por eso en una sociedad por igualitaria
que sea habrá turbulencias que emergen de la propia naturaleza del ser humano (p.
52). La revolución no será un cataclismo, no consistirá en tomar el poder, sino que será un proceso gradual a través de la
creación de formas alternativas de organización a escala mundial, de nuevas
formas de comunicación, de nuevos sistemas para organizar la vida menos
alienados (p. 66).
La revolución es entendida como cualquier acción colectiva
que rechace, y por tanto confronte, cualquier forma de poder o dominación y al
hacerlo reconstituya las relaciones sociales bajo esa nueva perspectiva. Esta
visión es el corolario inevitable cuando se deja de pensar en términos de
estructura del Estado y de toma del poder estatal.
Espacios
anárquicos
Me sorprendió
sobremanera la idea de que el mundo contemporáneo está lleno de espacios
anárquicos. Esos espacios anárquicos son espacios invisibles para el poder y de
ahí proviene en realidad el potencial para la insurrección. Afirma con contundencia
que el anarquismo siempre ha sido una de las bases principales de la
interacción humana: nos autoorganizamos y ayudamos mutuamente todo el tiempo.
Siempre lo hemos hecho.
La
teoría del éxodo
Critica la
confrontación directa con el poder y propone, como forma efectiva de oponerse
al capitalismo y al Estado liberal, lo que Paolo Virno ha llamado una «retirada
emprendedora», una defección en masa protagonizada por quienes desean crear
nuevas formas de comunidad. Su objetivo no es la toma del poder sino ponerse
fuera de su alcance, emigrando, desertando, creando nuevas comunidades (pp. 93-94).
Nueva
forma de internacionalismo
La denomina como segunda
ola o simplemente «globalización anarquista» y sus formas de organización están
desarrolladas en base a:
-Procesos de consenso.
-Acción de masas
directa no violenta.
-Modelo de red de
instituciones alternativas.
Liberación
de lo imaginario
El imaginario es un
elemento clave en la subsistencia del Estado, del poder, de la dominación. Por ello,
la liberación de lo imaginario consiste en pensar cómo sería vivir en un mundo
en que la gente tuviera realmente el poder de decidir por sí misma, individual
y colectivamente (p. 154).
Ideas
sugerentes que permiten intentar crear «más
que una Gran Teoría (…) una Base Teórica» para el anarquismo (p.
20).