No
me he pronunciado públicamente sobre el tema de la prostitución. Antes de que
los feminismos colisionaran en este tema, me consideraba abolicionista sin
profundizar demasiado en el tema, pese a que es un tema importante. Desde que
el tema se ha convertido en motivo de grave confrontación he ido leyendo textos
diversos que me aportan información y herramientas para ir formándome una
opinión más sólida.
Este libro forma
parte de ese proceso de lectura. Concuerdo con algo que se dice en el Prólogo y
es que no se puede plantear un sí o un no a la prostitución porque no sirve de
nada y porque nadie defiende la prostitución en sí misma. Un feminismo que
incida en el cambio social y en las políticas públicas debe partir de lo que
hay (la existencia de la prostitución), no de lo que le gustaría que hubiera
(su abolición). La práctica política de la «escucha» consiste precisamente en
eso, en la escucha de lo que está pasando. Por otro lado, sería bueno
desprender a los feminismos del exceso de ideología, porque esta corre el
riesgo de convertirse en una forma de doctrina que pretende que la explicación de todos los
misterios de la vida y del mundo, se dan en una única fórmula que remite a un
único elemento determinante del proceso natural o histórico[1].
Soltemos lastre y planteemos el debate desde una
perspectiva político-social, la discusión sobre qué hacer con la
prostitución no se mueve entre abolición y regulación. Ninguna teoría ni
ninguna ideología pueden servir para negar derechos básicos a ningún sector de
la población.
El
libro consta de cuatro temas (son ocho capítulos más la Introducción y la
conclusión). Tres de estos temas (que corresponden a tres capítulos) hacen
referencia a sexo, trabajo y fronteras, tres coordenadas que definen y centran
el tema de la prostitución. El cuarto tema son los modelos legales más
importantes respecto a la prostitución (cinco capítulos).
El
planteamiento principal de las autoras es el siguiente: la prostitución es un
trabajo (y quienes trabajan en ella son trabajadoras del sexo) y cómo tal
trabajo debe dar acceso a derechos laborales (por supuesto también a los
derechos humanos). Qué menos que no criminalizar ni estigmatizar a las
prostitutas y tratar de identificar y proteger a las víctimas de trata.
Las
autoras dan una importancia primordial a las «fronteras», ya que la inmensa
mayoría de las personas que terminan en situaciones de explotación estaban
tratando de migrar (p. 114). Las fronteras producen personas que no
tienen, o apenas tienen, derechos mientras viajan y trabajan.
Critica
amablemente al movimiento en pro de los derechos de las trabajadoras sexuales
que afirman que trabajo sexual y trata don son fenómenos totalmente diferentes
y que no deben mezclarse. De esa manera dejan en evidencia que las operaciones
policiales contra la trata no deben afectar a las trabajadoras sexuales y que
esos arrestos no son legítimos (parece que, si lo son los que afectan a las
mujeres objeto de trata), desautorizando a quienes están trabajando en
condiciones de abuso y explotación. De esta manera, colocan a estas personas
fuera de la jurisdicción de los derechos de las trabajadoras sexuales. Sitúa la
trata como un mal inexplicable, desgajado del contexto crucial de las
condiciones migratorias y del impacto de las políticas regresivas de
inmigración y de los cuerpos represivos sobre los derechos laborales y sobre la
seguridad de las migrantes. Por
último, hace un repaso a los modelos legales respecto a la prostitución: --Gran
Bretaña: penalización parcial: los actos de comprar y vender servicios sexuales
son legales, pero casi todo lo demás está penalizado (p. 147). --Estados
Unidos, Sudáfrica y Kenia: penalización completa (p. 185). --Suecia,
Noruega, Irlanda y Canadá: modelo sueco: un régimen legal que penaliza la
adquisición de sexo y castiga a terceros (p. 219). --Alemania,
PPBB y Nevada: regulacionismo. --Nueva
Zelanda, Nueva Gales: despenalización total regula la industria sexual mediante
el derecho laboral (p. 285) Las autoras recalcan algunas conclusiones: 1)
Que el asco por la industria del sexo y por los hombres (los puteros) no
sobrepase vuestra capacidad de empatizar con las
personas que venden servicios sexuales. Que se desplace la visión de lo que
la prostitución simboliza, para enfrentarse con lo que la penalización
de la prostitución causa materialmente en las personas que venden sexo.
No olvidar que no son triviales las necesidades materiales actuales de
las trabajadoras sexuales, su necesidad de ingresos, de garantías frente a los
desahucios, de seguridad ante las leyes de inmigración. 2)
La pobreza y la indefensión financiera es uno de los principales impulsos de la
trata dentro de la industria del sexo. Las personas que están dentro del
comercio sexual tienen un conocimiento valioso sobre el funcionamiento interno
de la industria y pueden aportar mucho a la lucha contra la trata. Poner
por delante de todo a las trabajadoras sexuales, preguntarles que es lo que
creen que es mejor para ellas, en lugar de ser rescatadas a la fuerza de
la vida que están tratando de construirse. 3)
Ninguna persona es desechable. Los derechos de las trabajadoras sexuales no pueden
desvincularse de otros movimientos pro derechos. La pobreza, causa fundamental
de la prostitución no se resuelve con ninguna política sobre la prostitución
(aunque la despenalización aporta seguridad a las prostitutas). Las
trabajadoras sexuales pobres, migrantes, con discapacidad y para muchas más, no
basta con derogar las leyes que impiden ofrecer servicios sexuales. 4)
Cuidado con el progresismo. No basta con considerarse una aliada de las
trabajadoras sexuales si tu política se limita a ser una mera defensa de la
«igualdad y el respeto» o de la libertad «de hacer con el propio cuerpo lo que
cada una quiera». No basta con combatir solo el estigma, no es suficiente con
una mejor representación o lograr la «aceptación» y garantizar el respeto.
Considera que esta manera de entender el tema es parcial y una política de
gestos. Es necesario explorar los mecanismos de su opresión. 5)
Consideran que enmarcar el intercambio de sexo por dinero como una acción
empoderadora es una perspectiva liberal (es decir, pensar que la capacidad de
una persona de aprovecharse de su propia cosificación sexual puede transformar
mágicamente el statu quo de todas). Un
libro que aclara dudas y disuelve disputas mientras se lee, otra cosa es si el
movimiento feminista reflexionará y reducirá sus enfrentamientos . [1]
Abensour. A través de la ideología se “emancipan” de la realidad, invocando una
“realidad más verdadera”.