Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

martes, 23 de octubre de 2018

PRESENTIMIENTOS DE IMRE KERTÉSZ


Quien me conoce y/o me sigue en este blog sabe mi admiración por este autor del que tengo todos sus libros publicados y, en gran parte, leídos (me quedan unos pocos sin leer que voy dosificando para poder seguir sorprendiéndome con una nueva lectura suya).

Aparentemente, estas Cartas a Eva Haldimann era una lectura menor por su pequeña extensión y por formar parte del género epistolar, no ha sido así. Su lectura me ha hecho comprobar de nuevo la fina visión política que tenía Kertész y cómo presintió de forma clarividente algunas situaciones y comportamientos que hoy están en el candelero europeo respecto a su país de nacimiento, Hungría.

La correspondencia que se recoge en este libro de 153 páginas se produjo durante más de veinte años (1977-2002) entre Kertész y Eva Haldimann, crítica y traductora de origen húngaro que se trasladó en 1947 a Suiza para cursar estudios universitarios. En 1951 se doctoró en literatura comparada (inglés-francés) en la Universidad de Zúrich y trabajó hasta 1959 como profesora de enseñanza secundaria. Empezó su carrera de crítica literaria a principios de la década de 1960. Durante más de tres décadas presentó, como colaboradora del Neue Zürcher Zeitung, casi toda la literatura húngara contemporánea a los lectores/as alemanas.

La publicación de una reseña en la mencionada revista sobre el libro de Kertész, Sin destino, inició el intercambio de correspondencia que dio lugar a una auténtica amistad y a unas cartas que van más allá de lo habitual, aspectos autobiográficos, para adentrarse en el terreno del ensayo debido a las reflexiones y opiniones que vierte Kertész en las cartas que aparecen en este libro (publicadas en 2009 en Alemania).


El libro está formado por las cartas, un apartado de notas muy interesante donde se aclaran algunas referencias que aparecen en las cartas y los apéndices que complementan las cartas con textos mencionados en ellas y que son demasiado largos para introducir en las notas.

Entrando en el contenido de sus cartas, Kertész hace algunas reflexiones sobre la intelectualidad húngara que, tras vivir mantenida en un estado de dependencia infantil del padre,  cuando se produjo la caída del comunismo, se encontró perdida debido a que el sistema de vida falso y la mentira ya no funcionan (carta de febrero de 1990, p. 12-13). Los cuarenta años de comunismo sumieron al país en una espantosa situación moral, espiritual y material y para conseguir el poder, los manipuladores empezaron a utilizar de nuevo el antisemitismo, un juego feo y peligroso (carta de febrero de 1990, p. 13).

En ese juego, el tema de la identidad húngara se volvió a construir cuestionando a los judíos y, hoy en día, lanzando el espantajo del peligro de las personas refugiadas que pueden llegar a este país. Kertész reflexiona respecto a la identidad afirmando su individualidad y que para él, que no tiene problemas de identidad, tan absurdo es ser húngaro, como ser judío. Sin embargo, después de Auschwitz, no fue fácil construir un individuo a partir de los restos de mi personalidad pisoteada por las botas y mantenerlo de manera continua a pesar de todo.

Y añade como un grito de libertad:
No tolero que se me excluya de mi individualidad, no tolero que después de décadas carcelarias del totalitarismo me definan como perteneciente a “los judíos”, lo hagan judíos o no judíos.(…)
Yo no me he refugiado ni me refugiaré en ninguna identidad, sea racial, nacional o grupal; no he pedido a ninguna raza, nación o grupo la autorización para ser su portavoz, para excluir, juzgar, expulsar en su nombre (carta de octubre de 1990, p. 15-17).
Estos fragmentos forman parte de la carta que Kertész escribió a la presidenta de la Asociación de Escritores por las afirmaciones antisemitas del poeta y ensayista Sándor Csoóri.

En sus cartas, precisamente, se percibe la preocupación por el antisemitismo creciente (especialmente por las amenazas que recibe de los Cruces Flechadas) y se nota cómo su vida en Budapest se va enrareciendo por su implicación en el recuerdo de la Shoah que revierte en menciones y en la participación en actos relacionados con ella. Su cansancio provocó que le escribiera a Haldimann que se iba a abstener de intervenir en asuntos húngaros porque esa gente probablemente tiene razón: soy un cosmopolita que se ocupa en primer lugar de su arte y no de la llamada patria. Afirmando a continuación que le han quitado las ganas de dedicarse a la retórica… e incluso a la mera formulación de la verdad (carta de diciembre de 1993, p. 56).

En estas cartas resulta evidente que el tema básico de las obras de Kertész es la cuestión de la determinación o de la libertad del individuo, así como hasta qué punto el mundo del totalitarismo le impide desarrollarse. Sufrir la persecución por “ser judío”, él que nunca se sintió como tal, le permitió vivir la experiencia universal de la vida humana que se encuentra a merced del totalitarismo. De tal manera que transformar en destino las fuerzas externas  que determinan la vida pasa a ocupar el centro de todo el esfuerzo de su pensamiento (p. 126).

Para concluir, en el apartado de apéndices, se reproduce una entrevista de marzo de 1994 muy interesante en la que Kertész señala aquellos aspectos que le preocupaban. Entre esos temas plantea que el antisemitismo actual ya no es tan solo  un ataque contra los judíos sino también contra cualquier Estado que no sea un Estado total; es más, significa sobre todo esto.

Acusa a su país de entender el Holocausto como algo que sólo afectó a los judíos, sin tener en cuenta el devastador efecto moral que supuso para Hungría el saqueo y el asesinato de seiscientos mil cadáveres (…) y no afectara en absoluto a la población, que, se quiera o no, fue espectadora, participante activa o pasiva de ese asesinato (p. 135-136).

Kertész utiliza en esta entrevista el término “antisemitismo preventivo”, que consiste en crear un ambiente disparando por adelantado al terreno de la razón, de la racionalidad, donde podría crearse un diálogo social común y normal. Este “antisemitismo preventivo” es un instrumento, un método, sirve para impedir el discurso razonable, para no arrostrar las cuestiones turbias y en absoluto aclaradas del pasado. Por eso quieren crear de entrada una idea de la historia que imposibilite iniciar aquí un autoanálisis tendente a una verdadera autoliberación. Una excelente herramienta para ello es el ruidoso antisemitismo (p. 138).

Un recurso ruidoso, que hoy se reconvierte en la amenaza que proviene de las personas refugiadas mayoritariamente musulmanas. Un recurso que se utiliza en muchos otros países o territorios dentro de países para impedir ese discurso razonable y veraz conduciéndonos a un terreno pantanoso de enfrentamiento social.

Presentimientos que tuvo Kertész y que tanto nos ayudan hoy a comprender el turbulento, sucio y peligroso mundo que nos rodea. Un mundo de racismo, clasismo, machismo y exclusión del otro que no sabemos dónde nos puede llevar. Y es que, quizás, como dijo Thomas Mann: La época es fascista. Y aunque alguien no lo sea de forma consciente, puede serlo en sus actos, en sus instintos, en sus gestos involuntarios (p. 61).


sábado, 13 de octubre de 2018

HANNAH ARENDT


Llegué a este libro de Laure Adler sobre Arendt a través de otro libro comentado aquí, Entre amigasuna persona con gustos lectores parecidos a los míos me condujo a esta biografía. Me costó encontrar el libro y cuando lo logré en una librería de segunda mano, le faltaba la sobrecubierta, pero el libro merece la pena y mucho.


¿Qué encontraremos en esta biografía?

1.
Innumerables claves de la biografía de Hannah Arendt que nos permiten entender su vida y su pensamiento. No he leído otras biografías que se han publicado[1] y no puedo compararlas con esta, pero la de Adler es una biografía empática y muy bien narrada, además de rigurosa en cuanto a la utilización de las fuentes.
Sin entrar en detalles excesivamente íntimos, en esta biografía encontraremos una visión de conjunto de la vida de Arendt desde su nacimiento hasta su muerte. Una vida, como es bien sabido, azarosa, complicada y plena de acontecimientos positivos y negativos. Sus relaciones familiares, de pareja y de amistad, tejen un lienzo que nos permite acercarnos a la personalidad de Arendt.
Su pensamiento está muy presente en esta biografía puesto que se van desgranando sus diferentes investigaciones que acaban publicadas en libros y se dan claves muy interesantes para acercarnos a su lectura o para contextualizarlos si ya los hemos leído.

2.
La importancia que tiene la amistad para Arendt queda patente en este libro; famosa fue su frase: Mi patria no es mi pueblo, sino mis amigos, pronunciada en respuesta a los ataques que sufrió por la publicación de su Eichmann en Jerusalén. Informe sobre la banalidad del mal.
En su ensayo “La crisis de la cultura”, incluido en Entre el pasado y el futuro[2], escribía que una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado[3].
Ella dio un gran valor a elegir a sus amigas y amigos, saber conocer a las personas más allá de sus errores y de sus aciertos y primar el afecto por encima de todo lo demás. Esa es la clave, quizás, de que mantuviera su relación con Heidegger pese a su pasado nazi y no perdonara a Adorno sus dudas en los primeros tiempos del nacionalsocialismo; el primero era su amigo y el segundo no.
El culto a la amistad y la experiencia de la amistad que otorga conocimiento de los otros, recorre las páginas de esta biografía y es perceptible en su correspondencia, entre otras personas, con Mary McCarthy, con Gershom Scholem o con el propio Martin Heidegger[4]. La vida de Arendt es un ejemplo vivo de esa experiencia apasionada de la amistad.

3.
Esta biografía también nos permite acercarnos al significado del término comprender, entendido como actividad sin fin a través de la cual aceptamos la realidad y nos reconciliamos con ella para habitar el mundo. Porque a Arendt le interesa estar en el mundo, habitarlo, ya que ella ama al mundo, ama comprender al mundo, a las cosas, como lo que son.


4.
Interesante resulta el modo en que se trata en esta biografía el escándalo inesperado que produjo la publicación de Eichmann en Jerusalén. En la relación de libros que Arendt escribió, la acogida tensa y alborotada de Eichmann en Jerusalén, fue muy relevante. Esta obra fue duramente atacada por afirmar la sumisión de las víctimas como fenómeno general respecto al régimen que las masacraba y por la malinterpretación del concepto de la banalidad del mal. No fue bien recibida la insistencia en las zonas grises del Holocausto nazi.
Ante las duras críticas y ataques, Arendt se refugió en sus amigos/as y, en cierta manera, en sus alumnos/as. Eran los que la conocían y acogieron el sentido de su propuesta de entendimiento del holocausto recogida en este libro tan polémico. 

5.
Excelente el número de notas de que dispone la biografía. Gracias a ellas y al texto, hay una buena bibliografía que nos  acerca a la comprensión de la vida y el pensamiento de Arendt. 


[1] Elisabeth Young-Bruehl (1982): Hannah Arendt. Paidos, Barcelona. Alois Prinz (2001): La filosofía como profesión. La vida de Hannah Arendt. Herder, Barcelona.
[2] Hannah Arendt (2016): Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política. Austral, Barcelona.
[3] Hannah Arendt (2016): Entre el pasado y el futuro, p. 345.
[4] Entre amigas. Correspondencia entre Hannah Arendt y Mary McCarthy (1949-1975). Lumen, Barcelona. Tradición y política. Correspondencia 1939-1964. Hannah Arendt-Gershom Scholem. Trotta, Madrid. Hannah Arendt-Martin Heidegger. Correspondencia 1925-1975. Herder, Barcelona.

miércoles, 3 de octubre de 2018

ANTONINA RODRIGO, Mujeres granadinas represaliadas.



La autora de este libro, Antonina Rodrigo, recoge historias de mujeres granadinas que sufrieron la represión dura y contundente de las nuevas autoridades que controlaron la ciudad de Granada, tan solo con la oposición del barrio del Albaicín, en julio de 1936.


Antonina Rodrigo se centra en lo que se denomina pequeña historia, que supone la construcción de  un relato detallado y significativo sobre la gente común y real. La biografía es entendida en este libro más que como un género, como un método para hacer historia, para enlazar lo individual con lo colectivo, lo particular con lo general y lo personal con lo político.
Especialmente relevante es la recuperación de trayectorias de mujeres del pasado por los escasos testimonios del protagonismo femenino. El asunto se vuelve complicado por no decir imposible  cuando las mujeres que se biografían se mueven entre los márgenes que marcan tres coordenadas: el sexo, una condición social humilde y unos ideales políticos revolucionarios. Este es el caso de algunas de las mujeres que desfilan por esta galería de mujeres granadina represaliadas.
Aparecen en este libro numerosos ejemplos del devastador impacto psicológico de la violencia del pasado en una familia, trastocando la paz interior de quienes siguieron viviendo. Está por estudiar el tremendo desamparo que sufrieron los niños/as arrebatados a sus madres cuando fueron encarceladas y, algunas de ellas, ejecutadas.  Pese a no tener significación política, muchas mujeres fueron víctimas de los asesinatos extrajudiciales desencadenados y justificados por el golpe militar y llevados a cabo por pelotones de ejecución fascistas.
Las mujeres, que rescata del olvido Antonina Rodrigo, buscaron su autonomía personal a través de las decisiones que fueron tomando siendo muy jóvenes. Esto, que hoy puede parecernos normal, era excepcional, pero posible, en la España republicana de los años treinta. La II República fue un importante momento de visibilidad de las mujeres. La Constitución permitió la igualdad jurídica entre los sexos y favoreció un desembarco de las mujeres en el espacio público, del que habían estado excluidas. La legislación igualitaria hizo posible la aparición de una “mujer nueva”, emancipada de la tutela masculina y que cuestionó las normas de género de la feminidad. Algunas mujeres estaban construyendo un proceso de liberación, que no solo se basaba en la independencia económica, sino en la autonomía y la afirmación de la personalidad femenina.
El golpe de Estado tuvo un contenido de género puesto que uno de los objetivos de los militares fue restaurar el orden social en el que la mujer tenía que volver  a su papel de subordinación y dependencia respecto al hombre y a una mitificada y artificial feminidad. Aquí aparecen mujeres que habían alterado el orden social conservador y habían buscado y construido su manera de entenderse como personas fuera de los estereotipos de género tradicionales.
Y tenía que pagar por ello.
Estas diecisiete mujeres (muchas más aparecen en las historias de estas mujeres) sufrieron represalias diversas, llegando a la tortura y la muerte de algunas de ellas, por ser mujeres progresistas, algunas de ellas emancipadas y librepensadoras. Miles de mujeres fueron maltratadas en las cárceles, violadas, insultadas (“perras rojas”), separadas de sus criaturas, encarceladas o ejecutadas. No solo sufrieron ellas la violencia y el terror sino también sus criaturas, ser hijo/a de “roja” era un estigma que había que eliminar reeducando a esas criaturas cuando no matándolas.
En la restauración del orden social, la iglesia católica tuvo un papel protagonista. Los curas construyeron una “cruzada” para justificar la guerra civil y se involucraron en la represión como es perceptible en alguno de los casos que se explican en este libro.
Este friso de mujeres, como lo denomina la autora, abarca mujeres muy distintas: mujeres muy humildes y mujeres acomodadas; mujeres intelectuales o maestras y profesoras, y mujeres analfabetas cuya pobreza les impidió acceder al saber académico; mujeres comprometidas sindicalmente o políticamente hablando y mujeres sin compromiso militante. Todas ellas habían compartido la coordenada del sexo durante un tiempo histórico en el cual las leyes y los mecanismos culturales de control social informal desarrollaban un discurso de inferioridad y subordinación a la vez que las confinaban al ámbito doméstico. Igualmente vivieron, con esperanza e ilusión, la proclamación de la República y sus leyes igualitarias que les permitió votar y salir del espacio doméstico en el que la mayoría estaban recluidas.
Estas son las protagonistas de este libro: Matilde Robles, Agustina González, la maestra de la propia Antonina, Doña Paquita, Concha Moreno, las hermanas Peinado, Nicolasa Ortega, Matilde Cantos, Ángeles Fernández, Vicenta Lorca, Trinidad Capeli, Clotilde García, Laura de los Ríos Giner, María garrido, Isabel García Lorca, Rosario Fregenal, Maruja Ruíz, Elvira Pérez, Purificación y Enriqueta Rivas y diversas mujeres agrupadas en el epígrafe de las milicianas.
El franquismo cortó de tajo el camino de la emancipación femenina que aceleró la II República y la propia Guerra Civil en la zona republicana. La Dictadura fue un duro correctivo para las mujeres que no estaban dispuestas a someterse de nuevo a la sumisión impuesta por el Régimen y, en consecuencia, marcharon al exilio o vivieron en un auténtico exilio interior durante casi cuarenta años.