Hija de un trabajador textil
de ideología republicana y una mujer católica que trabajó mientras pudo hacerlo
compatible con la crianza de sus hijos e hijas.
Fue a la escuela hasta los
nueve años (según marcaba la Ley Moyano
como obligatorio) y empezó a trabajar en el textil con diez años. Fue una
“chinche” de fábrica, es decir, una niña que creció en las fábricas. Estas
“chinches” tenían fama de malhabladas y rebeldes entre sus compañeros de
trabajo, no las querían para casarse y, por ello, preferían las que trabajaban
de criadas o en casa.
Conocer a Teresa Claramunt,
por su vida y pensamiento heterodoxos, tiene valor más allá de convertir su
vida en un mero síntoma del pasado. El
conocimiento de su trayectoria vital hace posible comprobar la adecuación entre
lo pensado y lo vivido, y su pensamiento feminista nos permite situarla dentro del anarquismo y del
movimiento de mujeres de la época. Teresa Claramunt es una de las mujeres más
unánimemente mencionadas en todos los estudios que hacen referencia a las
mujeres rebeldes y pioneras del feminismo español, pero más desconocidas. Fue
una heterodoxa porque a lo largo de su vida mostró su disconformidad y
desacuerdo con la vida que le tocó vivir. Mostró muy pronto su desacuerdo con
el modelo de género al que estaba abocada por ser mujer y su oposición a la
explotación que sufría en el trabajo por su condición de obrera. En el contexto
del movimiento anarquista de finales del
siglo XIX y principios del siglo XX, fue capaz de desarrollar una doble
conciencia, de clase y feminista.
Fue
una pionera, ya que en su tiempo muy pocas mujeres obreras tomaron la palabra
para hacerse oír y expresar sus opiniones. Que una mujer anduviera por plazas y
caminos propagando ideas era algo excepcional, pero que además hablara como
mujer y agitara a favor de la liberación femenina, era no sólo excepcional sino
único.
Un día de campo. T. CLARAMUNT a la derecha con paraguas
La
postura heterodoxa y rebelde de Claramunt no es representativa de la mayoría de
las mujeres obreras, ni siquiera de las mujeres anarquistas conscientes de su
época. Pero a pesar de que la vida de Claramunt no tiene la condición de modelo
de la mujer obrera de su época, por su excepcionalidad, sí que puede
permitirnos percibir algunas pistas en torno al sistema de ideas contra el que
se tenían que enfrentar las mujeres que transgredían las normas y valores de
género.
La
primera vez que leí su nombre fue en un periódico del año 1910 cuando en un
mitin en solidaridad con una huelga de obreros, les conmino a hacer una
revolución, no sólo social, sino doméstica, que liberara a sus compañeras.
Cuando lo leía, sonreía al pensar en la cara de un auditorio masculino
escuchando a una mujer hablar de “otra” revolución.
Con la familia Ojeda en Sevilla
Después
la busqué y, aunque muy difícil, la encontré… Como si de una aguja en el pajar
se tratara, la seguí en sus primeros escritos, en sus primeros actos
irreverentes: casarse por lo civil, después dejar a su marido y vivir una
relación “libre”, escribir y hablar en público, sus primeras detenciones y
encarcelamientos (fue la única mujer juzgada en el Proceso de Montjuïc), la
muerte de sus cinco hijos, sus amistades con una espiritista, Amalia Domingo
Soler, y una republicana y masona, Ángeles López de Ayala, su enfermedad y sus
exilios.
Laura Vicente (2006): Teresa Claramunt. Pionera del feminismo obrerista anarquista. Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo.
Un excelente retrato de una mujer adelantada a su tiempo, o quizás sea que la sociedad a veces se retrasa. Magnífico ejemplo de generosidad y valentía. Merecería seguro una publicación más extensa sobre su vida y su tiempo. Gracias por darnosla a conocer.
ResponderEliminarUn referente y una figura histórica muy atractiva.
EliminarGracias por tu comentario Carlos.
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ResponderEliminarMujer/es de vanguardia... antes y... ¿ahora? Tengo la sensación de haber oído hablar o leído algo sobre ella, tal vez cuando estudiaba la diplomatura... A veces leíamos textos en inglés y en catalán que no habían sido traducidos.
Un beso.