MANIFESTACIÓN EN BARCELONA
No tengo vocación
de historiadora marginal, pero desde el margen es más fácil acercarnos al conocimiento
de la historia sin construir mitos. José Álvarez Junco publicó el pasado
domingo día 2, en El País, un
artículo interesante titulado “Historia y mito” en el que afirmaba que hay dos
formas radicalmente distintas de acercarse al conocimiento del pasado. La
primera se basa en pruebas documentales que se interpretan a la luz de un
esquema racional; el segundo quiere dar lecciones morales. Me pregunto ¿cuánto
hay de motivación ideológica, y cuánto de dependencia económica, para que un
historiador/a opte por dar lecciones morales al servicio del poder
político o de otros poderes?
En todo caso,
desde el margen, solo tengo que combatir con la motivación ideológica para
alcanzar el mayor grado de objetividad histórica y eso es lo que intentaré
mantener en este texto sobre esa fecha que tan irrelevante parece hoy, dado el
panorama político y económico actual.
CLARA CAMPOAMOR
Puesto que en
este espacio prefiero observar el presente desde el pasado, me dio por pensar
en los logros y avances que supuso la legislación de la II República
(1931-1936) para las mujeres. Un discurso de género, como el de la domesticidad, vigente durante todo el
siglo XIX y hasta 1931, no se desmonta solo con leyes, pero es indudable que la
Constitución republicana supuso un importante varapalo para dicho discurso. La
guerra civil (1936-1939) abrió importantes brechas que, en la zona en la que se
impulsó un proceso de revolución social, dieron otro profundo varapalo a qué se
entendía por ser mujer desde el
discurso de la domesticidad. La
derrota y el franquismo reinstauraron dicho discurso que no volvería a ponerse
en cuestión hasta la actual Constitución (1978).
Contando años,
las mujeres solo hemos vivido 41 años bajo un sistema constitucional basado en
el reconocimiento de la igualdad legal entre hombres y mujeres. ¿Y nos
sorprende la discriminación que tenemos que seguir denunciando los ochos de marzo?
Por elegir un
tema de actualidad, el aborto y la ley de Ruiz Gallardón, podemos retroceder 78
años y recordar que la primera mujer que llego a ser ministra en España fue
Federica Montseny, que pertenecía a la CNT y a la FAI.
Cuando el 4 de
noviembre de 1936, Montseny se integró como Ministra de Sanidad, junto con tres
compañeros libertarios más, en el Gobierno del socialista Largo Caballero,
todos sabían la trasgresión de las ideas antipoliticistas que estaban llevando
a cabo.
FEDERICA MONTSENY
Era la constatación de que el proceso revolucionario, iniciado en julio
de 1936, era una lucha por el poder político y militar; una pugna por controlar
las armas y los cambios por ellas favorecidos y por reconstruir un Estado
debilitado por la sublevación y el empuje popular. Cuando la CNT (y el resto
del Movimiento Libertario) se quiso dar cuenta de que no estaban solos y que la
revolución dentro de la guerra dejaba escaso margen para la elección, no les
quedo mucha más opción que la que se tomó de participar en el poder.
AMPARO POCH
La revolución
estaba, pues, congelada y la participación en el Gobierno Largo Caballero sería
breve (hasta mayo de 1937), pero Federica Montseny elaboró un proyecto de
Despenalización del Aborto no superado (sino todo lo contrario) 78 años
después, en clara demostración de que la historia no siempre avanza hacia adelante
sino que tiene retrocesos importantes y, mucho me temo, que éste que vivimos es
uno de ellos y muy grave.
Federica Montseny
nombró a dos mujeres como auxiliares suyas: a la Dra Mercedes Maestre, de UGT,
al frente de Sanidad y a la Dra Amparo Poch de “Mujeres Libres”, y de CNT, al
frente de Asistencia Social.
El Proyecto de Despenalización del Aborto siguió
la pauta de la política del Conseller de la Generalitat de Catalunya, también
libertario, García Birlán que sí logró que la ley se aprobara en esta Comunidad.
Federica Montseny consideró necesaria esta despenalización del aborto
afirmando:
La cuestión [estaba] en saber ser madre y
serlo consciente y voluntariamente.
El neomaltusianismo
había sido una corriente que había ejercido una gran influencia en el anarquismo
y en los planteamientos de “Mujeres Libres”, Monstseny y García Birlan no
hacían sido aplicarlos, juntamente con las preocupaciones higienistas, en este
aspecto de sus competencias.
La brevedad de la
presencia ministerial de la CNT (ocho meses) y la falta de recursos económicos
que un vigilante Negrín, responsable de la cartera de Hacienda, solo quería invertir
en la guerra, provocaron que el proyecto no fuera aprobado. Sin embargo, desde
el margen, la historia tiene que rescatarlo para enseñarle a un ministro de
ideología muy diferente, Ruiz Gallardón, cuál debería ser el criterio para
defender la maternidad: saber ser madre y
serlo consciente y voluntariamente.
Laura Vicente
ResponderEliminarSobran las palabras.
Triste que aún no se hayan superado tantas cosas, barreras, prejuicios... y que aún siga siendo necesario un día reivindicativo/recordatorio como el de hoy.
Un beso, Laura.
Si puedo elegir, prefiero ver lo positivo de la jornada: un momento de unión de las mujeres y de estas con los hombres para no perder el rumbo.
EliminarUn beso!!
El progreso social requiere una gran generosidad, pero mantener cualquier avance hacia la libertad necesita un esfuerzo constante. Una feliz jornada para ti y para tus lectoras.
ResponderEliminarNada más cierto Carlos.
EliminarPues permíteme que te incluya. No puede haber igualdad si no es en compañía de los hombres.