Leí hace tiempo un
interesante artículo de Manuel Vicent, titulado: “Alma Mahler, un óleo
expresionista de Kokoschka”. He de reconocer que me impresionó esta bella mujer
y sobre todo la afirmación de Vicent:
Comparados con ella, todos sus hombres fueron almas elevadas, sensibles pero débiles, atormentados por los celos. El pintor Kokoschka fue el único que consiguió destruirla por dentro, quemada con un viento de fuego.
Alma Marie había nacido en Viena en 1879, era hija
del pintor judío Emil Jakob Schindler y, por su mansión desfilaban muchas
celebridades. El primero que la besó, la desnudó, la dibujó y la conoció carnalmente
fue Gustav Klimt. Después de Klimt vino el director teatral Burkhardt y otros,
pero quien le dio el apellido fue Gustav Mahler. Este hombre, veinte años mayor
que ella, le inspiró y lo metió en el torbellino de los celos con los primeros
escarceos que tuvo con el arquitecto Walter Gropius, fundador de la escuela de
Bauhaus.
Muerto Mahler la treintañera Alma se encontró con
Kokoschka que fue llamado para pintarle un retrato. Se inició entre ambos una
relación atormentada que duró tres años hasta el estallido de la Iª Guerra
Mundial. Fue la primera vez que ella se sintió dominada, la pasión le llenó la
vida pero le cortó las alas y le
destruyó por dentro. El trauma que sufrió Alma por aborto, libremente decidido
por ella, de una criatura del pintor y la marcha de Kokoschka a la guerra, los
alejó durante años.
Kokoschka, Alma Malher
Posteriormente se casó con Gropius y, finalmente,
con el escritor Franz Werfel. Una mujer, decía Vicent, que fecundaba a los
hombres, “una mantis religiosa que luego se los come, con el mismo ahínco
furioso con que la rusa Lou Andrea-Salomé devoró a Rilke, a Nietzsche, a Freud
y a otras piezas de semejante calibre”.
Alma Mahler huyo de los nazis con su último marido y
se establecieron en Nueva York, donde tuvo contactos con el espiritismo. Y esos
contactos me han hecho recordar un movimiento que en España, y especialmente en
Cataluña, ejerció un papel fundamental en los procesos de modernización social
generados desde el amplio campo del librepensamiento.
Allan Kardec
El espiritismo, tan olvidado por la historiografía
reciente, es uno de los movimientos socioreligiosos más destacados en la Europa
occidental en la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Este
movimiento se debe entender, aunque pueda causar sorpresa, como un movimiento
racionalizador de acuerdo con los procesos de modernización de las sociedades
industrializadas en el XIX, siguiendo los postulados de la Ilustración que
potencian la existencia de un individuo libre y responsable a fin de llegar al
mejor de los mundos posibles. Se
entiende aquí racional en el sentido weberiano de “coherencia lógica o
teleológica de una actitud teórico-intelectual o ético práctica”, en la medida
que pone de manifiesto su poder sobre las personas precisamente porque los
propósitos racionales responden a tipos ideales elaborados a través de formas
internamente coherentes que se deducen de presupuestos establecidos con
firmeza.
Sobre esta base se comprueba que, en el proceso de
racionalización espiritista, se intenta combinar sus valores distintivos como
sistema conceptual integral con sus fines de transformación individual y
colectivamente, ya que se aboga por un proyecto de modernidad que supere el
liberalismo desde la emancipación social por tal como se ordena el mundo en
todas las esferas de la experiencia cotidiana y se postula una explicación
completa que abraza el orden terrenal y el celestial.
La cuestión está en aclarar la manera como a partir de prácticas
corporales que se pueden tildar de irracionales –la práctica de las médiums- se
articula un importante movimiento de cambio que arraigó especialmente entre los
trabajadores catalanes.
Amalia Domingo Soler
La suma de su opción a favor de la emancipación
social y la realidad de que la mayoría de las médiums eran mujeres por lo que
tenían un gran protagonismo dentro del espiritismo, dio lugar a la aparición de
posiciones claramente feministas como las que se reflejan en la revista La Luz del Porvenir, fundada por Amalia
Domingo Soler en 1879.
Me encontré el espiritismo por sorpresa cuando
investigaba a una mujer anarquista, Teresa Claramunt, y el movimiento librepensador
en el que participó. Me sorprendió, pero enseguida pensé que no era la primera
corriente religiosa lanzada al campo de la heterodoxia ya que desde la Edad
Media hay múltiples muestras de ello. Enseguida constaté la relevancia de este
movimiento dentro del anarquismo y, en general, dentro del movimiento obrero.
El autor que ha escrito más sobre el espiritismo es Gerard Horta (con el que
compartí mesa en una conferencia hablando de librepensamiento hace pocos años)
y en su obra está basada esta pequeña reflexión a la que me ha impulsado Alma
Mahler.
ResponderEliminarLeerte es seguir aprendiendo y azuzando el interés por hacerlo...
Espero que a mí la cuiriosidad nunca me mate... como al gato!
Besos 'torbellino' !!!!
:)
PD: Algo había leído sobre este tema anteriormente. Creo que a tí y en algún otro sitio que ahora mismo no recuerdo... :S
Pues es posible, sí. No es un tema nuevo.
EliminarNadaaa, eso del castigo es un cambalache para que no nos mueva a curiosidad. No sé si te has fijado que ésta suele ser femenina. Cuando los curiosos son ellos, es afán investigador ;)
Besos!!