Capitalismo
libidinal. Antropología neoliberal, políticas del deseo, derechización del
malestar (Ned Ediciones, 2024) de Amador Fernández-Savater es un
libro en el que el autor continúa reflexionando sobre los temas que le
preocupan, que le «afectan», que le traspasan el cuerpo y que aparecen en sus
libros anteriores y en sus artículos en la prensa. El autor parte de un puzle
de lecturas y conversaciones donde caben el Comité Invisible, Jean-François
Lyotard, Marcuse, el colectivo Tiqqun, Diego Sztulwark, Jon Beasley Murray,
Achille Mbembe, «Bifo» o Jorge Alemán. Y a partir de ese puzle articula la
necesidad de tener una idea del funcionamiento del capital, del capitalismo
libidinal, y se pregunta: ¿de dónde extrae las energías el capital, o las
nuevas derechas a su servicio? ¿Cómo opera el capitalismo dentro de nosotras
mismas? ¿Es posible resistir al neoliberalismo o no tenemos nada que hacer?
Estas y otras preguntas y reflexiones recorren este libro que huye del
pensamiento convencional y que trata de esclarecer las posibilidades que
tenemos de afrontar al capital, un auténtico monstruo, un centauro bipolar que
se mueve entre una pulsión de conservación, de normalidad y otra totalmente
desquiciada de conquista y pillaje. ¿Es posible resistir a ese «monstruo loco»?
En el
«Prólogo: En guerra con mis entrañas», Fernández-Savater ya nos anticipa que
este libro va de eso, de pelearse con sus entrañas puesto que el neoliberalismo
no es solo una política económica o una ideología es, siguiendo lo que dijo
Foucault, la extensión de la lógica empresarial y el cálculo económico a todas
las dimensiones de la vida. Su fuerza reside en que nos fabrica como seres
humanos, nos construye un tipo de vínculos con los demás y con el mundo, siendo,
por tanto, existencial. Por eso, se dice en el libro que se tengan las ideas
que se tengan, las vidas son neoliberales y eso no depende de quién gobierne.
En
cierta manera, el cambio social es contra nosotras mismas, contra nuestras
entrañas colonizadas por el capital. La necesidad de cambio es totalmente
impotente sin deseo de cambio y este pasa necesariamente por el cambio
subjetivo, por el cuerpo, no solo por las ideas o por la situación material objetiva.
El capítulo
primero, titulado: «La vida bajo el régimen del demasiado (o del no bastante)»,
nos sitúa en una forma de organizar el mundo y la vida que hace de la
competencia la norma universal de los comportamientos. Porque el neoliberalismo
gobierna a través de la presión ejercida sobre las personas por las situaciones
de competencia que crea. Esa razón es mundial y «hace mundo», atraviesa todas las
esferas de la existencia humana.
La
conversación con el sociólogo Pierre Dardot y el filósofo Christian Laval
alrededor de su libro La nueva razón del mundo, su lectura de Ahora del
Comité Invisible, la película In time, la lectura del pensador francés
Ives Citton y el cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, le permiten a
Fernández-Savater tejer un mosaico de saberes y de propuestas muy sugerentes y
evocadoras. Desde el trasfondo del neoliberalismo, a la falta de memoria del
pasado, desde la diferencia de la política y lo político a la experiencia de lo
común, desde el tiempo cautivo a la imposibilidad de la atención, la crisis y
el malestar aparecen omnipotentes, pero se piensan como ocasión para la
solidaridad y el apoyo mutuo.
El segundo apartado: «Políticas del deseo: del Gran Rechazo
a la Gran Dimisión», parte de cómo la represión del cuerpo en favor de la
productividad se ha reemplazado hoy por la presión del rendimiento. Pero este apartado de la mano de
Jean-François Lyotard indaga en las políticas del deseo partiendo de las
intuiciones de Mayo del 68 y de cómo los movimientos sociales de la década de 1960 dieron lugar a una
gigantesca retirada del deseo que vacío de savia los canales y los objetos
establecidos: familia tradicional, trabajo de fábrica, individualismo en serie,
autoridad, dinero, consumo, propiedad, amor de pareja como propiedad del otro,
etc.
Reflexionando sobre las
posibilidades del cambio social y de la importancia de rescatar la clave
femenina se van trasluciendo algunas características de una nueva idea de
revolución que poco tiene que ver con la clásica revolución modelizada del
siglo XIX y primer tercio del XX.
Las características de eso
que se ha llamado el «Gran Rechazo» y la «Gran Dimisión», nos
sitúan ante una reacción que desconcierta a la izquierda clásica e incluso a
los movimientos sociales.
El siguiente apartado: «La derechización del malestar», nos
muestra cómo la nueva derecha es capaz de leer los climas emocionales de
rechazo, de daño y de resentimiento, poniéndolos al servicio de proyectos que
los intensifican. El autor concluye que el problema es afectivo, no lógico, es
de cuerpo, no de ideología, mientras la izquierda no sepa leerlo bien, la nueva
derecha seguirá avanzando. De la mano del colectivo Tiqqun y de la conversación
con Diego Sztulwark se va desgranando, entre otras cuestiones, las
continuidades y diferencias entre el fascismo clásico y el fascismo posmoderno.
Y, por último, el capitulo cuatro, titulado: «Resistencias
viscerales (conversaciones)», teje un mural de ideas poliédrico y complejo
sobre la resistencia, las políticas del deseo, la crítica de la sociedad en la
que vivimos, gozamos y sufrimos. Las conversaciones y/o entrevistas tienen como
protagonistas a Jon Beasley Murray, Achille Mbembe, Yayo Herrero, Franco
Berardi «Bifo» y Jorge Alemán.
Cierra el libro un Epílogo sobre la coyuntura libidinal
española que hace referencia a la zona gris de la democracia.
En conclusión, un libro que permite abrir muchas líneas de
fuga para fijar la mirada en el capitalismo (libidinal) en su estadio actual y,
a través de las propuestas que Amador Fernández-Amador recolecta y enriquece. Desde
su fina mirada podemos disponer de elementos suficientes para valorar
posibilidades y avanzar en una resistencia cada vez más necesaria y complicada
de realizar. Una resistencia que debe basarse en configurar un deseo de cambio
que tiene, necesariamente, que situarse fuera del mercado y encontrar un buen punto
de amarre para poder hacerlo.
Laura Vicente
Interesantísimo. Coincido con todo lo que has expuesto en este magistral resumen que has hecho del libro... Ya lo tengo anotado y lo voy a comprar, me interesa mucho esa forma de análisis del capitalismo... El capitalismo está en todas partes, lo infiltra todo, lo condiciona todo, está en la escuela, en los medios, en los relojes, etc.; pienso que es la circunstancia de las circunstancias o, dicho de otro modo, la madre-padre de todas las circunstancias...
ResponderEliminarAl leer tu texto me has hecho recordar el libro de Vicente Gutiérrez Escudero titulado "La tiza envenenada". En dicho libro, hablando del tránsito del autoritarismo del sistema y de la enseñanza a las nuevas formas de control por parte del sistema (capitalismo) dice en uno de sus párrafos:
“Ciertamente, el nuevo capitalismo no puede desarrollarse en una sociedad en la que los jóvenes vivan bajo rigideces autoritarias, sin poder consumir bajo ese falso sentimiento de libertad que les proporciona la publicidad y el “amable” lenguaje de los amos del mundo; no le hace falta que practiquemos esta o aquella religión, pues los métodos de manipulación mental son otros. Les basta con que entremos en el engranaje consumista, es decir, con que asumamos las reglas que impone la ideología del mercado. Por eso, y por muchos otros motivos, la Escuela actual ya no es autoritaria”
Y, al hilo de lo que dices en tu genial artículo, te transcribo lo que dice en otro párrafo:
“Esta transición de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control ya fue estudiada por Foucault, Deleuze y Guattari, quienes indagaron en las nuevas estrategias de control del espacio, del tiempo y la actividad corporal. La nueva vigilancia a la que todos estamos sometidos tiene más que ver con la tecnología que con el encierro. Cuando la vigilancia es capaz de penetrar en nuestras mentes den multitud de situaciones como, por ejemplo, al ser grabados en plena calle por una cámara de vídeo-vigilancia, al pagar con tarjeta de crédito en un supermercado o al visitar desde un IP reconocible ciertos sitios web, el agente autoritario deja de ser un elemento externo de esta trama para instalarse en cada una de nuestras células, convertido en autocontrol. A esta nueva dictadura basada en el autodominio del sujeto Foucault la llamó biopoder. Y la Escuela ha sabido adaptarse parcialmente, a este nuevo régimen.
Si bien el libro que te digo es una visión muy crítica de cómo colabora (voluntaria o involuntariamente) la Escuela en favor de los intereses del capitalismo, creo que se le parece mucho a lo que parece tratar el libro de Fernández-Savater.
Aunque se me antoja, no sé si acertadamente, que es otra forma de tratar o ampliar lo que ya señaló Huxley en su libro “Un Mundo Feliz”.
Perdona un comentario tan extenso, pero es que este tema me parece crucial para poder cambiar algo si es que es posible, porque entre los taxidermistas mediáticos de cerebros, el Soma (en sus diferentes presentaciones y composiciones) y el entretenimiento calculado y diseñado por el gran amo, pienso que estamos bien atrapados en la gran tela de araña del Capitalismo y sus capitalismadas… Y, parafraseando a Ortega y Gasset, si no salvamos esas circunstancias que nos atrapan, no nos salvaremos nosotros tampoco...
Ah, y lo de la derechización del malestar, es así, y nunca mejor dicho o definido, con consecuencias desastrosas a corto y medio plazo y ya veremos a largo plazo si no hay reacción...
Abrazo
Gracias por un comentario tan interesante. Desde luego los dos párrafos que has copiado del libro para mi desconocido de Gutiérrez Escudero son muy acertados. Toda esta interpretación bebe de Foucault, Deleuze y Guattari, aunque Fernández-Savater recurre a otros como Marcuse, Freud, Pasolini... que me han sorprendido más.
EliminarSoy pesimista, nos sé si podremos responder a una dominación tan vital, tan profunda como la que estamos padeciendo y que puede incrementarse con la Inteligencia artificial, la biogenética, etc.
La izquierda, si existe, está paralizada e incapaz de entender lo que ocurre. Veremos.
Después de nuevo régimen van unas comillas de cierre
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