La lectura del testimonio de Antoine Gimenez,
titulado: Del amor, la guerra y la revolución. Recuerdos de la guerra de
España del 19 de julio de 1936 al 9 de febrero de 1939, resulta
deslumbrante. Antoine Gimenez, italiano, resulta ser Bruno Salvadori, un
anarquista que vivió el nacimiento y la actividad de las milicias anarquistas
desde el inicio de la Guerra Civil en el Frente de Aragón.
El relato de este anarquista italiano no se queda solo
en las actividades militares en el frente de batalla dentro del Grupo
Internacional vinculado a la Columna Durruti, sino que no duda en incluir
diversos aspectos de la vida cotidiana que muestran que la revolución va mucho
más allá de que el pueblo estuviera armado o de las colectivizaciones. Y es que
la revolución, si lo es, tiene que ser una revolución de la vida, de la existencia,
una mutación cultural profunda que, curiosamente, suele considerarse
irrelevante. Así que nuestro italiano no duda en escribir (en 1974) sobre las
comidas, sobre los momentos de ocio, sobre sus amistades, su segunda familia en
Pina, un pueblo de unos dos mil habitantes muy cerca de Zaragoza, o de sus
relaciones amorosas.
Este último aspecto le valió el desprecio de los
posibles editores cuando los buscó y no los encontró ni en Francia ni en
España. Entre quienes lo rechazaron se encontraban algunos con la etiqueta de
libertarios que le propusieron al autor que se lo publicarían si suprimía los
pasajes «escabrosos», algo que Antoine Gimenez no acepta.
Este libro está acompañado por otro volumen, con más
páginas que las que tiene los Recuerdos del italiano, cuyos autores son
Los Gimenólogos, un grupo de historiadores-investigadores no profesionales
interesados en todo lo relacionado con la Revolución Social que se dio en
amplias zonas de la España de 1936. La gimenología es la ciencia que estudia
las andanzas de los ilustres y utópicos desconocidos/as. Este volumen se titula
En busca de los Hijos de la Noche[1]
(unidades de francotiradores que recibieron dicho nombre) y está formado
por 82 notas de larga extensión vinculadas al libro de Antoine Gimenez, notas
biográficas de varias personas que aparecen en el libro y seis anexos.
Es la nota nº 45 la que me ha llamado la atención y
voy a reproducir en parte. Se trata de una nota relacionada con la libertad
sexual y amorosa que describe Antoine Gimenez:
«Para quienes duden de la realidad de esa libertad
amorosa en el campo aragonés de 1936, veamos otros testimonios recogidos por la
historiadora Hanneke Willemse. Según una antigua habitante de Albalate de
Cinca, la revolución social aportó pocos cambios en la vida de las mujeres
adultas de este villorrio agrícola. Por el contrario, convulsionó la de las
jóvenes solteras. ¡Nada de curas, nada de autoridad pública para señalar con el
dedo las parejas no casadas! Muchachas y muchachos estaban siempre juntos y
compartían las mismas ideas: militaban en la Juventudes Libertarias.
Un antiguo militante de la Columna Durruti señala por
su parte que
a partir del año 1933, se produjo una cierta evolución
en materia de relaciones sexuales. Sí que se hablaba de amor libre. […] Y hasta
hablábamos de anticonceptivos. […] [Pero] las chicas no se dejaban tocar.
Cuando volvió del frente, en diciembre de 1936, para
descansar en el pueblo, comprobó que su hermana y todas sus compañeras exhibían
públicamente sus relaciones, y no rehuían de tener relaciones sexuales. Él
mismo se acostaba con su amiga Rosalía. Ahora bien, si su padre lo hubiera
sabido, ¡le habría matado!
Dicho de otro modo, y Gimenez nos lo deja ver, las
madres podían ser cómplices de las hijas, con el fin de que el padre no se
enterara… Puede que las jóvenes aragonesas hubieran ganado cierta confianza en
sus comportamientos puesto que la nueva comunidad aldeana ya las consideraba un
poco más como individuos de cuerpo entero. O bien porque se encontraban un poco
más entregadas a sí mismas debido a los trastornos producidos en la vida
cotidiana. Félix Carrasquer, que participó activamente en la colectividad
campesina de la misma Albalate de Cinca, evoca en parte la cuestión en su
libro:
En cuanto al llamado conflicto generacional, no puede decirse que dentro de las colectividades existiera realmente; porque […] la tradicional oposición de estos últimos no llegó a darse de una manera sistemática ni con la radicalización de otras veces. […] el principio de autoridad
[…]
estaba siendo socavado gracias al impacto de las colectividades, cuyo modelo de
relación basado en la participación libre y solidaria actuaba de catalizador entre
la habitual intransigencia de los mayores y la rebeldía de los jóvenes […]».
Una nota (que no he reproducido completa) que tiene un
interés fundamental para indagar en aspectos poco tratados cuando se estudia la
vida de las milicias en el frente o las colectividades en las que,
aparentemente, las mujeres tuvieron poca relevancia. O al menos eso parece a
día de hoy.
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