Uno
de los acontecimientos que más me sobresalto en la salida del confinamiento,
entre mayo y junio de 2020, fue la falta de iniciativa en la calle de la
izquierda en general y del espacio libertario en particular. La celebración del
1º de Mayo tenía más sentido este año
2020 que en los últimos años convertida en una procesión festiva en decadencia.
¿Corríamos más riesgos saliendo a la calle en 2020 que los que corrieron en
1889? Con el mantra de que había que
proteger la salud de las personas (cosa obvia y que todas/os compartimos)
perdimos una gran ocasión para dotar de nuevo sentido a esta fecha. En ese momento
millones de trabajadores/as de los sectores esenciales estaban corriendo
riesgos manteniendo la producción y los cuidados para que la vida que merece
ser vivida no se desplomara. Sin embargo, el sindicalismo consideró arriesgado
salir a la calle con distancia social y mascarillas como hicieron, por ejemplo,
en Atenas[1].
Fue la extrema derecha la
que se apropió de la calle para canalizar sus consignas y su proyecto. Debemos
disputar la lucha por el espacio de la calle para evitar que las derechas lo
hagan y se apropien de forma renovada e inventiva del espacio público. El
ámbito libertario tiene una sedimentación de saberes y experiencias lo
suficientemente rico como para sustentar la práctica de ocupar el espacio
público.
Vivimos hoy una situación
de colapso en las condiciones de vida y de trabajo que vienen siendo aceptadas
y justificadas por el covid. Dicen personas expertas que los ingresos de las
clases populares se reducirán este año un 20% mientras que las de las clases
altas lo harán en un insignificante 2%. Que los sectores más afectados son las
personas migrantes y las mujeres. ¿Hay que aceptar esta situación en silencio o
«luchando» en las Redes Sociales?
Las calles no sirven solo
para canalizar el descontento y la indignación,
las movilizaciones sociales son momentos de reinvención de estrategias y
prácticas políticas para discutir la centralidad del poder y tensar los límites
de la política representativa, horadando y ampliando el imaginario de lo
político[2].
La clase política española
está mostrando su inutilidad, su incompetencia y su alejamiento de la realidad
social, del sufrimiento de los sectores populares, de la penuria a la que están
arrastrando a millones de personas que, con trabajo o sin trabajo, están en el
lindar de la pobreza, de la precariedad. Irrumpir en la calle hoy debe ser un
acto de resistencia frente a las políticas de precarización de nuestros cuerpos
y nuestras existencias. Es ahí donde debemos redescubrir la potencia política
de la reunión, de la manifestación, de las palabras, de los afectos y de las
corporalidades.
[1] http://www.atlas-news.com/agencia-internet/internacional/Manifestacion-1_de_mayo-Atenas-Coronavirus_3_1825647421.html
[2] Algo de esto encontramos en un pequeño libro de Judith Butler,
Virginia Cano y Laura Fernández Cordero (2019): Vidas en lucha. Conversaciones. Buenos Aires, katz, p. 9-10.
Mientras la crisis sanitaria la pagan los de siempre, los más desfavorecidos, los que han provocado una economía de piés de barro siguen haciéndose fuertes. Ya no se donde mirar cuando se habla de ideología de izquierdas, no la veo y aún menos la noto, fuí un iluso al pensar que esta pandemia podía redimirnos, lo que está haciendo es jodiéndonos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No añado nada porque estoy totalmente de acuerdo contigo. Muy triste todo, la verdad.
EliminarUn abrazo.