Una de las ideas más deslumbrantes de Tierras de sangre. Europa entre Hitler y
Stalin de Timothy Snyder fue tomar como objeto de estudio un territorio,
las Tierras de sangre, que no se
corresponde con las fronteras de ningún país. Es lo que él llama la geografía humana de las víctimas. Solo
estableciendo conexiones entre los diversos aspectos que entraron en juego sin
quedar limitados por fronteras o etnias perseguidas se puede entender la
dimensión de lo ocurrido. Y lo ocurrido tiene raíces políticas, por encima de
las ideológicas, raciales o nacionalistas.
Ese lugar,
donde fueron asesinadas catorce
millones de personas, se extiende desde Polonia central hasta Rusia
occidental a través de Ucrania, Bielorrusia y los países bálticos, un lugar
común y un tiempo común, 1933 y 1945.
Empezó con la hambruna que Stalin impuso a la
Ucrania soviética (1928-1933) por motivos políticos y se llevó tres millones de
vidas. Continuó con el Gran Terror de Stalin de 1937 y 1938, unas setecientas
mil personas, la mayoría campesinos o miembros de minorías nacionales. Los
soviéticos y los alemanes cooperaron seguidamente en la destrucción de Polonia
y de sus clases instruidas y mataron a doscientas mil personas entre 1939 y
1941. Después cuando Hitler traicionó a Stalin e invadió la URSS, los alemanes
mataron de hambre a los prisioneros de guerra soviéticos y a los habitantes de
Leningrado durante el sitio, cuatro millones de personas. En la URSS ocupada,
Polonia y Estados bálticos, los alemanes pasaron por las armas o gasearon a
unos cinco millones cuatrocientos mil judíos. Alemanes y soviéticos se
incitaron mutuamente a cometer crímenes como ocurrió en las guerras de
resistencia en Bielorusia y Varsovia en las que asesinaron a medio millón de
civiles.
Todas y cada una de estas personas fueron asesinadas por los regímenes nazi y
soviético que, apoyados por un aparato político que implicaba la
colaboración de muchos miles de sus conciudadanos, mataron en función de sus
intereses económicos, que son también políticos.
Los dos regímenes tenían una utopía transformadora,
un grupo al que acusaban cuando se demostraba la imposibilidad de realizarla y
una política de asesinato en masa que podía presentarse como una especie de
sucedáneo de victoria (454-455). Veamos las similitudes y diferencias entre
ambos regímenes (457-459):
Similitudes:
*Ambas se oponían al liberalismo y la democracia.
*En ambos se había invertido el significado de la
palabra partido puesto que no era una parte de otros partidos sino el único
partido.
*Su lógica excluía a los marginales y su elite creía
que ciertos grupos eran superfluos o dañinos.
*Las dos economías se apoyaban en colectivos que
controlaban a los grupos sociales y extraían sus recursos: granja colectiva y
gueto-campos de concentración.
Diferencias:
*Servían a visiones de futuro diferentes:
igualitaria la URSS, desigualitaria los nazis.
*Los argumentos para las liquidaciones y limpiezas:
avance del socialismo unos, colonización nazi otros.
*El sistema soviético fue más letal sin guerra, el
nazi con guerra.
Ambos sistemas son TOTALITARIOS y de eso sabe mucho
Vasili Grossman y lo refleja en sus novelas.
Vasili Grossman, Todo
fluye:
El Estado se convirtió en el amo. El elemento nacional pasó de la forma a la sustancia y acabó siendo esencial, mientras se relegaba el elemento socialista a un segundo plano: a la fraseología, a la cáscara, a la forma externa (226).
Grossman concluye que el mal
de la “revolución” estaba ya presente con Lenin, no hacía falta esperar a
Stalin para comprobar la deriva de una revolución basada en la represión continua contra cualquier
disidencia.
Hay una fuerza satánica en prohibir, en reprimir. Apresada por el dique, el agua de los ríos y de los torrentes manifiesta una fuerza misteriosa, oscura. Esta fuerza oscura escondida en el chapoteo amable, en los reflejos de los rayos del sol, en la oscilación de los nenúfares, de repente descubre la maldad implacable del agua, que destruye las piedras e impulsa las aspas de las turbinas a una velocidad de locura (138).
Dos bandos, dos
totalitarismos que llegaron a una crueldad inaudita, dos ideologías
contrapuestas (aunque un lúcido oficial alemán afirma lo contrario cuando
interroga a un viejo bolchevique en Vida
y destino) y la inquietante similitud de dos dictadores, Hitler y Stalin. Grossman
siempre critica la falta de libertad, la
vulnerabilidad de los inocentes y la arbitrariedad del poder totalitario del
Estado y del Partido Comunista. ¿Esperanza? Muy poca, solo la bondad y la
libertad interior ya que esta no existía y además se manipulaba la realidad de
forma sistemática (1984 de Orwell), Vasili Grossman, Vida y destino:
El poder del Estado había construido un nuevo pasado; hacía intervenir de nuevo a la caballería a su manera, exhumaba nuevos héroes para acontecimientos ya sepultados y destituía a los verdaderos. El Estado tenía poder para recrear lo que una vez había sido, para transformar figuras de granito y bronce, para manipular discursos pronunciados hacía tiempo, para cambiar la disposición de los personajes en una fotografía (346).
Para concluir, las víctimas no fueron bajas de
guerra. La mayoría eran mujeres, niños y ancianos.
Nunca me cansaré de recomendar este libro del que seguiré hablando en este espacio.
Una buena reseña de un libro que promete ser interesante. Invita a leerlo, aunque narra una más de las muchas páginas tristes del siglo XX. Bien puedes completarlo con otra lectura apasionante: el libro de Glover, Humanidad e inhumanidad. Una historia moral del siglo XX. De todos modos, tampoco conviene dejar de lado los lados positivos de ese siglo.
ResponderEliminarMe anoto tu propuesta, Félix. Aunque reconozco que también ha habido aspectos positivos, el siglo XX ha llegado a las cotas más altas de maldad y, por tanto, de inhumanidad.
EliminarCon la lectura, en general, parece que se incrementan los hechos y las circunstancias a tener en cuenta para afrontar la vida en sociedad. Las agrupaciones humanas, sean políticas, civiles o religiosas propenden a delegar sus responsabilidades en líderes y visionarios y con ese acto se liberan, o nos liberamos, de la obligación de pensar y acabamos siendo participes, consentidores o ignorantes voluntarios de las malas decisiones que, por nuestro bien, toman nuestros dirigentes. Grossman es un gran relator de lo acontecido durante su época. ¿Quién relatara la nuestra? Un beso.
ResponderEliminarNadie quiere ser responsable de lo que acontece, siempre son los "otros" los responsables, es la mejor manera de banalizar los hechos porque parece que cambiando a los pocos que son responsables, todo se solucionará por arte de magia.
EliminarNo sé quién lo relatará, esperemos que lo haga bien, con objetividad, pero cada vez soy más escéptica respecto a que sirva de algo.
Un beso.
ResponderEliminarMe ha recordado a '1984' (Orwell), sí...
Y me quedo con este diminuto fragmento:
"¿Esperanza? Muy poca, solo la bondad y la libertad interior..."
Habría que intentar que se traduzca hacia el exterior y contagiarla...
Besos y abrazo!!!
Como Grossman confío en que existen como mínimo para mantener nuestra condición de seres humanos.
EliminarAbrazos!!