miércoles, 13 de enero de 2016

TIERRAS DE SANGRE O COMO EL FIN NUNCA JUSTIFICA LOS MEDIOS

Una de las ideas más deslumbrantes de Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin de Timothy Snyder fue tomar como objeto de estudio un territorio, las Tierras de sangre, que no se corresponde con las fronteras de ningún país. Es lo que él llama la geografía humana de las víctimas. Solo estableciendo conexiones entre los diversos aspectos que entraron en juego sin quedar limitados por fronteras o etnias perseguidas se puede entender la dimensión de lo ocurrido. Y lo ocurrido tiene raíces políticas, por encima de las ideológicas, raciales o nacionalistas.


Ese lugar,  donde fueron asesinadas catorce millones de personas, se extiende desde Polonia central hasta Rusia occidental a través de Ucrania, Bielorrusia y los países bálticos, un lugar común y  un tiempo común, 1933 y 1945.
Empezó con la hambruna que Stalin impuso a la Ucrania soviética (1928-1933) por motivos políticos y se llevó tres millones de vidas. Continuó con el Gran Terror de Stalin de 1937 y 1938, unas setecientas mil personas, la mayoría campesinos o miembros de minorías nacionales. Los soviéticos y los alemanes cooperaron seguidamente en la destrucción de Polonia y de sus clases instruidas y mataron a doscientas mil personas entre 1939 y 1941. Después cuando Hitler traicionó a Stalin e invadió la URSS, los alemanes mataron de hambre a los prisioneros de guerra soviéticos y a los habitantes de Leningrado durante el sitio, cuatro millones de personas. En la URSS ocupada, Polonia y Estados bálticos, los alemanes pasaron por las armas o gasearon a unos cinco millones cuatrocientos mil judíos. Alemanes y soviéticos se incitaron mutuamente a cometer crímenes como ocurrió en las guerras de resistencia en Bielorusia y Varsovia en las que asesinaron a medio millón de civiles.


Todas y cada una de estas personas fueron asesinadas por los regímenes nazi y soviético que, apoyados por un aparato político que implicaba la colaboración de muchos miles de sus conciudadanos, mataron en función de sus intereses económicos, que son también políticos.
Los dos regímenes tenían una utopía transformadora, un grupo al que acusaban cuando se demostraba la imposibilidad de realizarla y una política de asesinato en masa que podía presentarse como una especie de sucedáneo de victoria (454-455). Veamos las similitudes y diferencias entre ambos regímenes (457-459):

Similitudes:
*Ambas se oponían al liberalismo y la democracia.
*En ambos se había invertido el significado de la palabra partido puesto que no era una parte de otros partidos sino el único partido.
*Su lógica excluía a los marginales y su elite creía que ciertos grupos eran superfluos o dañinos.
*Las dos economías se apoyaban en colectivos que controlaban a los grupos sociales y extraían sus recursos: granja colectiva y gueto-campos de concentración.

Diferencias:
*Servían a visiones de futuro diferentes: igualitaria la URSS, desigualitaria los nazis.
*Los argumentos para las liquidaciones y limpiezas: avance del socialismo unos, colonización nazi otros.
*El sistema soviético fue más letal sin guerra, el nazi con guerra.
Ambos sistemas son TOTALITARIOS y de eso sabe mucho Vasili Grossman y lo refleja en sus novelas.
Vasili Grossman, Todo fluye:
El Estado se convirtió en el amo. El elemento nacional pasó de la forma a la sustancia y acabó siendo esencial, mientras se relegaba el elemento socialista a un segundo plano: a la fraseología, a la cáscara, a la forma externa (226).
Grossman concluye que el mal de la “revolución” estaba ya presente con Lenin, no hacía falta esperar a Stalin para comprobar la deriva de una revolución basada en la represión continua contra cualquier disidencia.
Hay una fuerza satánica en prohibir, en reprimir. Apresada por el dique, el agua de los ríos y de los torrentes manifiesta una fuerza misteriosa, oscura. Esta fuerza oscura escondida en el chapoteo amable, en los reflejos de los rayos del sol, en la oscilación de los nenúfares, de repente descubre la maldad implacable del agua, que destruye las piedras e impulsa las aspas de las turbinas a una velocidad de locura (138).
Dos bandos, dos totalitarismos que llegaron a una crueldad inaudita, dos ideologías contrapuestas (aunque un lúcido oficial alemán afirma lo contrario cuando interroga a un viejo bolchevique en Vida y destino) y la inquietante similitud de dos dictadores, Hitler y Stalin. Grossman siempre critica  la falta de libertad, la vulnerabilidad de los inocentes y la arbitrariedad del poder totalitario del Estado y del Partido Comunista. ¿Esperanza? Muy poca, solo la bondad y la libertad interior ya que esta no existía y además se manipulaba la realidad de forma sistemática (1984 de Orwell), Vasili Grossman, Vida y destino:
El poder del Estado había construido un nuevo pasado; hacía intervenir de nuevo a la caballería a su manera, exhumaba nuevos héroes para acontecimientos ya sepultados y destituía a los verdaderos. El Estado tenía poder para recrear lo que una vez había sido, para transformar figuras de granito y bronce, para manipular discursos pronunciados hacía tiempo, para cambiar la disposición de los personajes en una fotografía (346).

Para concluir, las víctimas no fueron bajas de guerra. La mayoría eran mujeres, niños y ancianos.
Nunca me cansaré de recomendar este libro del que seguiré hablando en este espacio.

6 comentarios:

  1. Una buena reseña de un libro que promete ser interesante. Invita a leerlo, aunque narra una más de las muchas páginas tristes del siglo XX. Bien puedes completarlo con otra lectura apasionante: el libro de Glover, Humanidad e inhumanidad. Una historia moral del siglo XX. De todos modos, tampoco conviene dejar de lado los lados positivos de ese siglo.

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    1. Me anoto tu propuesta, Félix. Aunque reconozco que también ha habido aspectos positivos, el siglo XX ha llegado a las cotas más altas de maldad y, por tanto, de inhumanidad.

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  2. Con la lectura, en general, parece que se incrementan los hechos y las circunstancias a tener en cuenta para afrontar la vida en sociedad. Las agrupaciones humanas, sean políticas, civiles o religiosas propenden a delegar sus responsabilidades en líderes y visionarios y con ese acto se liberan, o nos liberamos, de la obligación de pensar y acabamos siendo participes, consentidores o ignorantes voluntarios de las malas decisiones que, por nuestro bien, toman nuestros dirigentes. Grossman es un gran relator de lo acontecido durante su época. ¿Quién relatara la nuestra? Un beso.

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    1. Nadie quiere ser responsable de lo que acontece, siempre son los "otros" los responsables, es la mejor manera de banalizar los hechos porque parece que cambiando a los pocos que son responsables, todo se solucionará por arte de magia.
      No sé quién lo relatará, esperemos que lo haga bien, con objetividad, pero cada vez soy más escéptica respecto a que sirva de algo.

      Un beso.

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  3. Me ha recordado a '1984' (Orwell), sí...
    Y me quedo con este diminuto fragmento:
    "¿Esperanza? Muy poca, solo la bondad y la libertad interior..."
    Habría que intentar que se traduzca hacia el exterior y contagiarla...

    Besos y abrazo!!!

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    1. Como Grossman confío en que existen como mínimo para mantener nuestra condición de seres humanos.

      Abrazos!!

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