IBAI ACEVEDO
Me dijo que antes de esa tarde lluviosa en que lo volteó el azulejo, él había sido lo que son todos los cristianos: un ciego, un sordo, un abombado, un desmemoriado (Traté de recordarle su percepción exacta del tiempo, su memoria de nombres propios; no me hizo caso.) Diecinueve años había vivido como quien sueña: miraba sin ver, oía sin oír, se olvidaba de todo, de casi todo. Al caer, perdió el conocimiento; cuando lo recobró, el presente era casi intolerable de tan rico y tan nítido, y también las memorias más antiguas y más triviales. Poco después averiguó que estaba tullido. El hecho apenas le interesó. Razonó (sintió) que la inmovilidad era un precio mínimo. Ahora su percepción y su memoria eran infalibles.
JORGE LUIS BORGES, "Funes el memorioso" en Ficciones.
¿SERÁ NECESARIO CAERNOS AL ABISMO Y QUEDAR TULLIDOS PARA VER, OÍR Y RECORDAR?
Rotundamente, si.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué triste ¿no?
EliminarUn abrazo!
ResponderEliminarEn muchas ocasiones es así... ¡somos tan torpes y cabezotas que a veces es la única manera de que nos demos cuenta!
Besos!!
Este país ha estado demasiadas veces al borde del abismo, por ejemplo un 23 F de 1981. Me cuesta aceptar este sino.
EliminarBesos!!
Esa caída debe dejar abierto un pozo tan profundo, hacía un poso tan amargo, que ascender a la normalidad, deviene una tarea casi imposible y desde ese primer despertar habrá que vivir en una permanente suspensión. Borges creo que sabía mucho de cuentos. Un beso.
ResponderEliminarBorges, a través de su personaje, valoraba algo que no todos sabemos valorar, e incluso para muchos resulta un inconveniente, la percepción y la memoria.
EliminarUn beso.