El 7 de octubre de 2016 participé en Madrid en un acto de recuerdo de Francisco Granados y Joaquín Delgado, ejecutados el 17 de agosto de 1963. En aquel acto quisimos recordar que existió una oposición al franquismo que no se rindió nunca, que una parte de dicha oposición era anarquista y que en ella había mujeres como no podía ser menos.
Mi intervención
giró en torno a algunas mujeres que a principios de la década de 1960 estaban
integradas en el Movimiento Libertario en el exilio, una parte de ellas en la Federación
Ibérica de las Juventudes Libertarias (FIJL) que a raíz del dictamen de 1961 creó el organismo conspirativo Defensa
Interior (DI). La mayoría de las mujeres españolas eran
hijas de militantes de la CNT y sus parejas también formaban parte del
Movimiento Libertario. Las más mayores habían participado en la guerra civil, las
más jóvenes no lo habían hecho por su edad, incluso había mujeres francesas,
italianas o inglesas vinculadas al antifranquismo libertario. Sus nombres son
menos conocidos que los de sus compañeros, en ocasiones desconocidos para la
memoria, la historia y la genealogía anarquista y libertaria, en aquel acto
quisimos rescatarlas del olvido, conocerlas y reivindicarlas.
Mi
participación en aquel acto me dejó la impresión de que no sabía gran cosa
sobre ellas y se presentó la ocasión de conocer más y mejor a aquellas mujeres[1] y a finales del mismo mes
de octubre nos desplazamos al sur de Francia para entrevistarlas.
La
pequeña comunidad de anarquistas octogenarias nos recibió extraordinariamente
bien, nos invitaron a sus casas a comer y fueron generosas con sus recuerdos
que compartieron conmigo que les hacía la entrevista y el cámara que las
grababa. Una de las cosas que más me llamó la atención fue la humildad de las
mujeres al contarnos su participación en la FIJL; era sorprendente la
unanimidad en el comentario de que ellas no habían hecho nada y que no
entendían porqué las queríamos entrevistar. Esta actitud, situadas siempre en
segundo plano, encajaba perfectamente con lo que me dijo Tomás Ibáñez por
correo electrónico los primeros días de noviembre de 2016:
«A la luz
de los bienvenidos avances que ha aportado la lucha feminista en las últimas
décadas no cabe duda de que la FIJL era una organización terriblemente machista
(¡¡por ejemplo, si repasas la composición de las Comisiones de Relaciones de la
FIJL—en “Insurgencia”— quizás te sorprenderá comprobar que salvo la compañera
Rosa Vaqué en la CR de 1956 ninguna otra mujer ocupa cargo en el máximo órgano
entre congresos de la FIJL !!).
Lo que no
quería decir, ni mucho menos, que las compañeras no tuviesen criterio y no lo
manifestasen en contextos más restringidos, tampoco significaba que no
estuviesen tan o más decididas que los compañeros a correr riesgos o a
contribuir a las tareas de la organización, pero permanecían en un segundo
plano y casi todos lo encontraban “normal”».
Entre estas mujeres que conocí, dos me
produjeron una grata impresión: Montse Turtós y Jeanine Lalet, ambas
desgranaron con sencillez su participación de enlaces e informantes en diversas
actuaciones entre España y Francia. En el caso de Jeanine,
junto con su
compañero Jordi Gonzálvo, formaban parte de la base fronteriza de Perpiñán con
que contaba el DI. Esta base, formada por más personas, no se acostumbraba a
implicar directamente en las acciones del DI pero sí de los pases clandestinos,
tanto de personas como de propaganda.
Montse nos relató su vida personal
y su acceso a las ideas libertarias de forma muy vivida, desprendiéndose de
dicho relato su manera de entenderlas. En su casa y la de su expareja, José
Morato, se realizaba desde hacía años una tertulia los domingos sobre la
situación de España. En 2016 tuvimos la suerte de grabarla en su casa un
domingo soleado en el jardín y de participar en la comida con un grupo que
mantenía dicha tradición.
Estos recuerdos que conservo en la
memoria han aflorado al tener noticia de la muerte de ambas: el 10 de diciembre de 2023 Montse, y quince
días antes su amiga Jeanine. Que la tierra les sea leve.
Laura Vicente
[1]
El SP de CGT consideró relevante realizar entrevistas a las mujeres que vivían
en Toulouse, Perpiñán y alrededores.
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