Mi
interés por la concepción de la historia de Michel Foucault me ha llevado a
hacer diversas lecturas, que no doy por terminadas, sobre este pensador y sobre
autores/as que han reflexionado sobre la obra de Foucault relacionada con la
historia.
1-Con qué rompe Foucault en el campo de la Historia
La concepción
de la historia de Foucault rompió radicalmente con el legado
hegeliano y con la influencia que la concepción hegeliana de la historia ha
ejercido sobre el marxismo. El marxismo, por influencia de Hegel, planteó que
la historia tenía un sentido necesario y un fin que mostraba que se progresaba inevitablemente
hacia ese momento de reconciliación en el cual se saltaba a la libertad
definitiva (una especie de marxismo profético). Ese final feliz de la historia
justificaba cualquier sacrificio; curiosamente la dialéctica hegeliana y
marxista, cuyo movimiento no se puede detener de forma arbitraria, excluye ese
final.
Foucault, como decíamos, rompió con ese legado al
rechazar dos creencias[1]:
Primera creencia: teleología y esencialismo, tendemos a creer que siempre hay un “lo mismo” por
debajo de las diferencias históricas o culturales, un “lo mismo” que corre a
través de toda la historia sólo que adopta expresiones distintas según las
épocas.
·
El postulado esencialista sostiene que, por debajo de
la forma circunstancial y variable a través del tiempo o de la historia que
adopta el “ser”, se encuentra una determinada forma del ser que
es fija e inamovible. Al considerar que
la existencia no constituye sino la simple manifestación coyuntural de la
esencia que la sostiene, el esencialismo niega rotundamente la posibilidad
misma de crear y clausura la posibilidad misma de la libertad. Lo que
hoy tomamos como natural no responde a ninguna esencia, sino que resulta
de un conjunto de prácticas que lo han instituido.
·
La historia no es el camino que se sigue hacia la
realización plena del ser, la historia no está vectorizada hacia un determinado
fin (teleología).
Segunda creencia: continuidad y progreso, consiste en considerar que el transcurrir histórico
de “lo mismo” avanza -progresa- en dirección a expresiones cada vez mejor
realizadas de ese “lo mismo”.
·
La historia no
presenta una continuidad en su desarrollo, está marcada por la discontinuidad.
Su idea de la discontinuidad no es la de una ruptura brusca, la de un salto
radical de una cosa a otra, sino la de la progresiva constitución de un nuevo
estado de cosas. Discontinuidad, pero no discontinuidad formulada en términos
de “nuevo origen”, de un nuevo punto de partida. El concepto mismo de “punto de
partida”, de “origen absoluto”, es uno de los conceptos que cuestiona a lo
largo de su obra.
·
Progreso:
rechaza la idea de que la historia avanza -progresa- en dirección a expresiones
cada vez mejor realizadas de ese “lo mismo”.
Según Foucault se ha de deconstruir la forma de
concebir la historia, tal y como la concibe la historiografía tradicional,
librándonos de las construcciones naturalizadas de largos periodos históricos
(o lo que es lo mismo de grandes extensiones de continuidad histórica) que dan
cuenta de unidades cerradas sobre sí mismas y conectadas por la idea de
causalidad. Este planteamiento provoca que lo discontinuo ocupe un papel menor
y opere como obstáculo que perturba la continuidad de los procesos
aparentemente guiados por unas coordenadas, por un sentido histórico, por unos
universales antropológicos[2].
Respecto al tratamiento
de los documentos, Foucault se opone tanto a la interpretación como a la
formalización. La historiografía tradicional, como ya hemos señalado, propone
una historia global totalizante de un origen fundante, de una causalidad
necesaria y que pone énfasis en la
continuidad de las grandes unidades históricas. Desde esta perspectiva, la forma
histórica tradicional indaga los documentos para reconstruir el pasado que lo
produjo, el documento se plantea como memoria.
[1]
Este rechazo de dos creencia está extraído de
Tomás Ibáñez(2001): Municiones para disidentes. Barcelona, Gedisa. Cap. Incitaciones Foucaltianas.
Y del mismo autor (2009): Contra
la dominación. Barcelona, Gedisa.
Cap.: El proyecto intelectual de Foucault.
[2]
José Wilson Márquez
Estrada, “Michel Foucault y la Contra-Historia”, Revista Historia y MEMORIA, núm 8, enero-junio, 2014, pp. 211-243.
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, p. 222.
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