A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañer[a] del alma, compañer[a].
MIGUEL HERNÁNDEZ. Elegía a Ramón Sijé
DEDICADO A CRISTINA
Este artículo, aparecido en LIBRE PENSAMIENTO nº 84, contiene lagunas que me hubiera
gustado rellenar pero que no ha sido posible por el poco tiempo disponible.
Pese a ello ha servido para recuperar la memoria (qué frágil es pese al valor
que le otorgamos en la historia), compartir recuerdos, buscar papeles y
periódicos y asumir un reto mucho mayor, completar esas lagunas en el futuro
inmediato para evitar que nuestro rastro se vuelva a perder en el olvido como
ocurrió durante el franquismo.
Orígenes
del feminismo anarquista. Mujeres Libres.
“Mujeres Libres”, la
organización histórica, nació de la confluencia de diversas ideas y movimientos
que la precedieron y que justifican
su existencia desde el siglo XIX. La más alejada en el tiempo sería
la tradición del obrerismo francés de
utópicas y visionarias[1] vinculadas al
saintsimonianismo y al fourerismo que
buscaron proyectos alternativos
de vida y cuestionaron las
restricciones sociales impuestas. El movimiento librepensador, creado y
potenciado por la masonería, el republicanismo, el espiritismo y el
anarquismo, fue otra influencia a
destacar, junto con el Neomalthusianismo
que planteó la limitación de la natalidad mediante el uso de anticonceptivos y la venta de
preservativos, para disfrutar plenamente de una sexualidad entendida como una
fuerza básica de la vida y un componente importante de la salud psíquica y
social. Por último, la teoría anarquista, que siempre se caracterizó por
considerar la dominación y las relaciones de autoridad como la fuente de los
males sociales, ejerció una
notable influencia.
La defensa de la
emancipación femenina, la libertad, la igualdad de los sexos y el amor libre,
influyeron en la construcción de una genealogía de mujeres que en España
desarrolló el feminismo anarquista. Guillermina Rojas clamó en un mitin en Madrid (1871) contra la
familia. La internacionalista Vicenta Durán, las librepensadoras Amalia Carvia
y Belén Sárraga y las anarquistas Teresa Claramunt y Teresa Mañé, fueron los
eslabones que enlazaron con la generación que, durante los años treinta, hizo
posible “Mujeres Libres”: Mercedes Comaposada, Soledad Estorach, Lola Iturbe,
Amparo Poch y Lucía Sánchez Saornil entre otras muchas[2]. Dentro
de esta genealogía, algunas mujeres que actuaron
como auténticas pioneras configuraron
el feminismo
obrerista de base ácrata debatiendo
alrededor de la autonomía, o no, de los organismos exclusivamente femeninos. Entre ellas Teresa Claramunt y Teresa Mañé sentaron las bases ideológicas de este
feminismo.
Los primeros pasos para la
formación de “Mujeres Libres” se dieron en ciudades industriales de Cataluña
antes de acabar la Dictadura de Primo de Rivera. Posteriormente se creó en
Barcelona, en 1934, el “Grupo Cultural Femenino” cuyo objetivo era fomentar la
solidaridad entre las mujeres y adoptar un papel más activo en los sindicatos y
en el Movimiento Libertario. En
Madrid emprendieron una tarea similar, así nació “Mujeres Libres”.
No fue hasta principios de 1936
cuando los dos grupos supieron de la existencia del otro y empezaron a reunirse
conjuntamente, enseguida se planteó la posibilidad de fundar una revista del
mismo nombre y Lucía Sánchez, Mercedes
Comaposada y Amparo Poch serán las grandes animadoras de la idea. El primer
número de Mujeres Libres fue
publicado el 20 de mayo de 1936 y el objetivo de la revista era “despertar la
conciencia femenina hacia las ideas libertarias”[3].
“Mujeres
Libres” estaba ligada al resto del Movimiento Libertario puesto que aceptaba el
sindicalismo revolucionario y los
postulados anarquistas. Sus
fundamentos feministas enlazaban con las pautas marcadas por las
pioneras, desarrollando el concepto de “humanismo integral” para buscar el
equilibrio entre lo masculino y
lo femenino. La dependencia económica respecto a los hombres y las carencias
educativas eran señaladas como las causas de la infravaloración de las mujeres
y su falta de autoestima, de ahí que el acceso al trabajo (manual o
intelectual) y la educación por la
capacitación continuaran siendo elementos claves en “Mujeres Libres”.
Por último, insistieron mucho en la necesidad de que la igualdad entre ambos sexos se diera en el ámbito de
las relaciones personales e íntimas.
Defendieron su
autonomía dentro del movimiento anarquista y no acataron las directrices de
supeditación de su causa al
programa revolucionario de transformación anarquista, esto les permitió definir
sus propios objetivos en los programas de organización y capacitación y
concentrarse en ellos a pesar de las exigencias de la situación bélica. Esto no
significa que las realidades de la guerra no afectasen
al programa de “Mujeres Libres”, pero la autonomía les protegió del control
que, las organizaciones del Movimiento Libertario, intentaron ejercer sobre
esta organización.
Las pioneras, por
tanto, sentaron las bases del feminismo anarquista y abrieron dos vías
organizativas: la de la autonomía del feminismo o la de su inclusión en el
movimiento libertario general. La creación de una organización autónoma la desarrolló plenamente “Mujeres Libres” en el
contexto de la IIª República y la Guerra Civil. El resultado del conflicto
bélico y el exilio posterior cortó de raíz
esta evolución y los pasos dados en el
camino de la emancipación femenina quedaron detenidos violentamente por la
dictadura franquista.
Franquismo, Transición y Feminismo.
El
nuevo régimen político liderado por el general Franco supuso la vuelta al
sistema de valores tradicionales patriarcales y la pérdida de derechos legales
logrados durante la II República. La mujer debía volver a estar sometida al
hombre y, en el espacio privado, dedicada a la maternidad y a las tareas
domésticas. Esta mentalidad subsistió a lo largo de la dictadura y se reflejó
en medidas legales (desaparición del divorcio y del uso de anticonceptivos; la
mujer debía obediencia al marido y, como si de una menor de edad se tratara,
representada por él; el adulterio se castigaba si era cometido por la mujer,
etc.), medidas educativas (prohibición de la coeducación y enseñanza
diferenciada para niñas y adolescentes) y medidas laborales (sueldo inferior al
de los hombres, podían ser despedidas al casarse o tener criaturas).
A
partir de los años sesenta se produjeron algunos avances legislativos para las
mujeres solteras y se permitió la coeducación. Pronto aparecieron las primeras
organizaciones feministas que se reunieron en 1965 en la I Asamblea General de
Mujeres, formándose el Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), las
asociaciones de Amas de Casa (1969), también a finales de los años sesenta, el
Frente de Liberación de la Mujer (FLM), y, en 1973, se formó la Asociación
Española de Mujeres Separadas. Las mujeres que perdieron el miedo a
incorporarse a la lucha feminista, que acostumbraba a ir unida con la lucha
contra el franquismo, enseguida dieron mucha relevancia a disociar sexualidad
de maternidad y las primeras “píldoras” anticonceptivas empezaron a circular
entre las mujeres más conscientes. El primer centro de planificación familiar
apareció en 1974 en Madrid.
Pocos
días después de la muerte de Franco se celebraron las primeras Jornadas por la
Liberación de la Mujer (5-8 de diciembre de 1975) y tres meses después las
primeras Jornades Catalanes de la Dona (27-30 de marzo de 1976). En este primer
año de la Transición, que concluyó con la aprobación en referéndum de la Ley
por la Reforma Política de Adolfo Suárez, las movilizaciones feministas se centraron
en la autoinculpación por adulterio a raíz de algunos juicios contra mujeres
denunciadas por sus parejas, la despenalización de los anticonceptivos (lograda
en 1978) y la puesta en marcha de centros de planificación.
El
movimiento feminista, como ocurrió en otros sectores sociales, se dividió en
cuanto a la recomendación de voto, cuando se convocó el referéndum sobre la
Constitución, en cuya redacción no hubo ninguna mujer. La Constitución puso en
marcha un cambio legislativo de gran envergadura respecto a la igualdad
jurídica entre hombres y mujeres que se fue desarrollando, en gran parte,
durante la Transición, en la que las mujeres se movilizaron con entusiasmo para
exigir cambios siempre más profundos de los que propiciaba el poder político.
Entre
los temas que generaron, y generan, más movilización feminista estuvo el tema
del aborto que cobró intensidad como consecuencia del proceso judicial por
aborto en Bilbao, en octubre de 1979, conocido como “las once de Bilbao” (diez
mujeres y un hombre). Este caso tuvo gran
trascendencia para el feminismo en España, puesto que abrió el debate sobre el
aborto. Las organizaciones feministas de toda España se movilizaron para apoyar
a “las once de Bilbao”. Como sucedió varias
veces a lo largo de los años, en octubre de 1979 se suspendió la vista oral del
juicio. En Barcelona, Valencia, Sevilla, Canarias, Valladolid, Oviedo, Madrid,
Zaragoza y Bilbao hubo numerosas manifestaciones en apoyo a estas mujeres. Así
mismo, la Coordinadora Feminista Estatal recogió mil firmas de hombres y
mujeres conocidos, autoinculpándose. El proceso concluyó en 1983 con la
absolución y la aprobación de la primera Ley de aborto.
La primera sentencia de divorcio se dictó en septiembre de 1981, pese
a las presiones de la Iglesia católica y del Opus Dei, y ese mismo año se
produjo también la reforma del Derecho de Familia.
Mujeres
Libres/Libertarias en la Transición.
En este proceso político de la Transición
democrática se insertó la aparición de los grupos de Mujeres
Libres/Libertarias. A principios de 1976 fue publicado el libro de Mary Nash, Mujeres Libres: España 1936-1939[4],
para muchas mujeres libertarias fue una verdadera revelación puesto que nada
sabían de la existencia de dicha organización. Pronto se supo que existía aun
un organismo, "Mujeres Libres en el Exilio", que se
mantenía con el impulso de Sara Berenguer, Suceso Portales y Mary Stevenson, editaban además una revista desde
1972. Cuando empezó la Transición, vino Sara Berenguer a Barcelona con el
material que tenían para entregarlo a “Mujeres Libres” de Barcelona. Berenguer,
acompañada de Antonina Rodrigo, salió con la convicción de que aquellas jóvenes no habían mostrado gran
interés en el legado que les traían.
El contacto con
mujeres vinculadas a la organización histórica, como Sara, Matilde
Escuder (compañera de Félix Carrasquer), Concha Liaño y otras que vivían
mayoritariamente en el exilio, poco a poco se fue produciendo y su testimonio
fue un aliento vital para las jóvenes que “transitaban” entre las aguas
torrenciales de la Transición.
En la primavera de ese mismo año, el Sindicato de
Sanidad de CNT de Zaragoza publicó un folleto titulado: “Métodos
anticonceptivos y aborto” que era una recopilación de notas de libros escritos por mujeres canadienses,
californianas, inglesas y la aportación de médicas/os españolas. El referente
de este folleto era el libro del Colectivo del Libro de Salud de las Mujeres de
Boston, Nuestros cuerpos, nuestras vidas,
publicado en 1971 y que no tuvo versión española hasta 1982[5].
En este folleto del Sindicato de Sanidad zaragozano se reivindicaba
abiertamente el derecho al placer sexual y el condicionante que suponía el
embarazo en unas relaciones sexuales libres, por ello se ponía al servicio de
la población, especialmente femenina, la información sobre anticonceptivos y
aborto que continuaban castigados por el
Código Penal. En el Sindicato de Sanidad militaban un grupo de mujeres que
constituyó el núcleo inicial de Mujeres Libertarias de Zaragoza en 1979/1980.
En 1976 se formaron los primeros núcleos de mujeres
dentro del movimiento libertario y, en noviembre, se hizo llegar, a las
redacciones de los periódicos para su difusión, un manifiesto que se titulaba
“Qué es Mujeres Libres”[6].
En este manifiesto se explicaba que dicha organización volvía a la actividad
con la aparición de un grupo de mujeres libertarias que deseaban continuar,
actualizar y ampliar la labor de promoción y emancipación que habían llevado a
cabo Mujeres Libres hasta el fin de la guerra civil española. Quedaba claro que
el objetivo era doble, la emancipación femenina y la de la clase trabajadora,
ya que se tenía que transformar todo el conjunto de la estructura
económico-social y política.
La doble denominación Mujeres Libres/Mujeres
Libertarias procede de diversas reflexiones, entre ellas
de la idea de buscar una diferenciación con la organización histórica porque,
según el testimonio de Rosalía Molina de Barcelona, “entendíamos que el peso
que habían tenido Mujeres Libres, igual nosotras no podíamos representarlo y
decidimos que nos denominaríamos Dones Llibertàries”[7].
También en Zaragoza la denominación adoptada fue esta última y fue la que se
utilizó mayoritariamente en los años ochenta. De todas formas, la denominación
de “Mujeres Libres” fue utilizada en Cataluña por muchos grupos de vida efímera,
en general, que se formaron en diversas localidades.
La
organización barcelonesa, muy vinculada a la temprana actividad de los
múltiples Ateneos que aparecieron, participó, presentando algunas ponencias, en
las Jornadas Libertarias Internacionales celebradas entre el 22 y el 25 de
julio de 1977. Desde la aparición de estos grupos de mujeres en Barcelona, hubo mucho debate respecto a
vincularse a CNT, y posteriormente también a CGT, o mantenerse independientes
de la organización sindical y formar parte de los Ateneos, un debate que no era
nuevo puesto que había estado presente antes de la guerra civil.
En mayo de 1977 se creó la revista Mujeres Libres (II Época), la revista se
editaba en Barcelona y se distribuía a toda España, aunque estaba dirigida por
mujeres, los hombres podían escribir en ella ya que “no se puede decir que sea
una revista feminista en el sentido limitado de la palabra” (Dones Llibertàries-CNT,
1985: 288). Este cuidado en no autoafirmarse como feministas, término que se
asociaba aún a la participación política a través del voto y a un planteamiento
de lucha contra el hombre, fue una constante en esta primera etapa, en parte
por propia convicción y en parte por las suspicacias que generaba el feminismo
entre los compañeros de la CNT.
En 1978 se creó en Barcelona un Ateneo Cultural de
la Mujer por considerarlo una herramienta organizativa útil en el que crear ese
espacio de confianza que permitiera a
las mujeres encontrar “un lugar cálido y acogedor donde podamos descansar de
los atropellos y agresiones de que somos víctimas en el trabajo, en la calle,
en la casa… y un lugar de reflexión donde las mujeres hablen entre sí” (Dones
Llibertàries-CNT, 1985: 288). El Ateneo tendría también una función educativa
en una doble dimensión: educar y formar a las mujeres, por un lado, e
investigar sobre una cultura propia no influida por los estereotipos de género
En el libro que escribió Anabel González, El feminismo en España, hoy[8],
editado en 1979, consta en el apéndice un listado de organizaciones feministas
del Estado español en el que aparecen
dos grupos: Mujeres Libres de Barcelona (con una dirección, Cardenal Casañas,
5, y un teléfono) y Mujeres Libres de Valencia con dos direcciones (Jabeque 1 y
Castellón 10), un teléfono y dos nombres: Lola Seres y Mili Soriano).
En
julio de 1981 a raíz de la celebración de las Jornadas Internacionales Feministas que se celebraron
en Sevilla, “un grupo de mujeres de la CNT de Zaragoza” (Dones
Llibertàries-CNT, 1985: 290), en realidad “Mujeres Libertarias”, planteó la
necesidad de agruparse para luchar por una alternativa feminista desde la
perspectiva libertaria. Se acordó comunicarlo al resto de compañeras de la CNT
y convocar una reunión de ámbito estatal para debatir unos puntos mínimos y
empezar a trabajar. De este I Encuentro, que posiblemente se celebró en 1982,
surgieron colectivos de mujeres libertarias en Zaragoza, Barcelona, Valencia,
Sevilla y Madrid. Los grupos que se coordinaron asiduamente, según varios testimonios, fueron los grupos
de Zaragoza, Madrid, Barcelona, Granada y Valencia. Esta localización
geográfica es confirmada en la ponencia que elaboró “Mujeres Libertarias” de
Zaragoza al X Congreso Confederal (1987) donde habla de estos cinco grupos
(aunque Valencia ya no estaba activo)[9]. El primer
número de la revista Mujeres Libertarias,
que editaba el colectivo de Mujeres Libertarias de Madrid, a partir de 1987,
recogía la existencia de nueve grupos: Zaragoza, Sevilla, Valencia, Granada,
Alicante, Burgos, Barcelona, Málaga y Madrid. En este número se recogía la
celebración del III Encuentro, celebrado en Madrid en enero de 1986, y se
acordó celebrar el IV Encuentro en Burgos[10].
Mujeres Libres/Libertarias se definió como una
organización autónoma con planteamientos libertarios, abierta a todas las
mujeres. Bien es cierto que dentro de esta concepción encontramos dos
variantes: por un lado quienes consideraban este organismo femenino como una
organización separada de CNT aunque con una relación privilegiada con ella o
cualquier otro organismo libertario (ateneos u otros colectivos); y por otro
lado existía la concepción de que era necesario construir CNT como un organismo
autónomo en el que cupieran no solo sindicatos sino también grupos feministas,
ecologistas, antimilitaristas y otros. Esta concepción global del sindicato
solo se desarrolló en la Federación Local de Zaragoza y aparece propuesta por
última vez en el X Congreso Confederal (1987) donde fue rechazada.
Cuando estos grupos definieron sus objetivos
desarrollaron, en general, planteamientos humanistas, en el sentido de que no
se buscaba solo la emancipación femenina sino la de la persona y que, por
tanto, hombres y mujeres tenían que intervenir en la lucha por la emancipación
femenina en completa igualdad. Este planteamiento dio lugar a debates largos y
estériles sobre si estos grupos eran solo de mujeres o los hombres podían
participar igual que las mujeres en ellos. Aunque una parte importante de las
mujeres defendían que fueran exclusivamente femeninos, llego a aprobarse que
estuvieran abiertos a los hombres. El resultado final fue que ellos no
aparecían, o muy poco, por las reuniones y de ahí la esterilidad del debate. En
1987, de los cinco grupos mencionados que se reunían y coordinaban con
asiduidad, Madrid y Barcelona eran mixtos. En Barcelona el grupo estaba dentro
de la Secretaría de Acción Social, en Granada estaba federado a CNT, en Madrid
y Valencia eran autónomos como una rama más del Movimiento Libertario y en
Zaragoza era “un grupo autónomo de mujeres dentro de la estructura de la
organización de sindicatos en igualdad de condiciones”, aunque no admitidas en
la organización a nivel estatal[11].
Resulta interesante recordar que los argumentos que
se esgrimían en aquel momento para que el grupo fuera exclusivamente femenino
hacían referencia a la importancia de crear un clima de confianza para que
todas las mujeres participaran y hablaran con tranquilidad. Presentíamos que
aquellas reuniones eran diferentes a cualesquiera otras puesto que en ellas se
hablaba de aspectos íntimos, como las relaciones sexuales o las relaciones de pareja,
que se empezaba a comprender que estaban en la esencia de la opresión femenina
pero de las que no era fácil hablar delante de los hombres (algunos de ellos
compañeros de vida de las mujeres de los grupos). En efecto, para muchas
mujeres las discusiones y el contacto entre ellas hizo cambiar la dinámica de
sus vidas.
El famoso lema del feminismo de la segunda oleada
feminista (la primera la constituyó la lucha por la igualdad legal en el siglo
XIX y el primer tercio del siglo XX): lo
personal es político, llegó a las reuniones de Mujeres Libres/Libertarias
con el retraso que imprimió el franquismo a todos los movimientos sociales y al
desarrollo de las nuevas ideas que procedían en parte de los movimientos de
protesta de 1968.
Las reivindicaciones y luchas para perseguir la tan
ansiada emancipación femenina se plantearon alrededor de tres ámbitos, el
económico-jurídico (código penal, laboral, condiciones y oportunidades de
trabajo, etc.), el de las normas y los roles de género que limitaban el desarrollo
de la mujer como persona (mujer-objeto sexual, mujer-ama de casa, sublimación
de la maternidad, etc.), y, por último, el de las relaciones personales
(sexualidad, aborto, anticonceptivos, relaciones de pareja, etc.).
Mujeres Libres/Libertarias se decantó durante estos
años de la Transición por la creación de una organización que fuera una fuerza
femenina consciente centrada en la lucha contra los estereotipos de género para
acabar con las dependencias respecto al hombre. Se rechazaba explícitamente la
fórmula que muchos partidos estaban construyendo, durante la Transición, de
crear “secciones femeninas” que eran vistas como mecanismos de dependencia del
partido y de dirigismo y manipulación respecto a los objetivos feministas.
Se dio mucha importancia a la autonomía
tanto económica como personal, hoy lo llamaríamos empoderamiento femenino, para que cada mujer, de forma solidaria,
fuera capaz de emprender las tareas de transformación económica y social donde
se tendría que encontrar, necesariamente, con los hombres. Las mujeres, por su
necesidad de romper con los roles de género que la sociedad le adjudicaba,
necesitaba inventar una especie de nueva
mujer, de nueva persona, por tanto la idea de una revolución interior sobrevolaba las interminables reuniones donde
se tenía muy claro lo que no se deseaba pero costaba más vislumbrar lo que se
quería, esa nueva mujer. Y
naturalmente siempre estaba presente en el horizonte el objetivo de que la
emancipación no podía ser parcial sino que estaba vinculada a una transformación
profunda de las estructuras económicas y sociales. Los organismos de mujeres se
consideraban libertarios por su rechazo explícito a la autoridad, no a la
sociedad, y por ello daban una gran importancia a la libertad. La explotación
no afectaba solo a la producción sino que existían
también diferencias marcadas por el acceso a la
educación, la cultura y los diferentes
grados de libertad. Esa importancia central,
en el proyecto de emancipación, de la cultura
y la educación, era muy característico del mundo
libertario y de los grupos de mujeres.
La rebelión implicaba la subversión de los valores más profundos y
enraizados en cada persona, eliminando los prejuicios basados en la cultura
capitalista, patriarcal y machista.
Partiendo de estos principios generales se fueron concretando
reivindicaciones a corto y largo plazo en el aspecto laboral (tanto
reivindicaciones concretas de mejora en el trabajo asalariado como en el
trabajo de las amas de casa, las
empleadas del hogar, el trabajo sumergido, etc.), en el aspecto jurídico
(igualdad legal entre ambos sexos, derecho al aborto y a los anticonceptivos,
etc.) y en el aspecto social (educación y cultura libres e igualitarias,
antimilitarismo y defensa del ecologismo).
En la práctica, estos planteamientos supusieron un intenso
activismo de los grupos de Mujeres Libres/Libertarias en el apoyo a luchas de
mujeres trabajadoras (en Barcelona elaboraron sendos folletos titulados “Hablan
las mujeres de Roca”, y lo mismo de Induyco, en apoyo y colaboración con
huelgas en estas fábricas), la petición de amnistía para las presas que estaban
en cárceles como la de la Trinidad en Barcelona, campañas contra los juguetes
bélicos, campañas en favor de la despenalización del aborto y la legalización
de los anticonceptivos, etc.
En base a estos, y otros centros de interés, se elaboraron
dosieres sobre sexualidad, trabajo,
prostitución, educación, recuperación de la memoria histórica, el papel de la
mujer en la historia, etc. Alrededor de estos dosieres se producía un rico
debate ideológico pero muy pegado a la piel de la cotidianidad personal por lo que
no siempre fueron intelectualmente muy ricos, pero ayudaron a ir construyendo
una mirada desde el mundo de la mujer, habitualmente postergado, también en la
CNT.
Se mantuvo una importante tarea de coordinación y de desarrollo de
sinergias con los otros grupos de Mujeres Libres/Libertarios a nivel estatal, llegándose
a celebrar, hasta 1986, dos Jornadas (o Encuentros) de Mujeres Libertarias. Se
integraron también en las Coordinadoras Feministas en las diversas localidades
en que existieron estos grupos para trabajar conjuntamente con otros grupos
feministas en los aspectos en los que podían confluir.
Pese a la vitalidad de estos grupos nunca agruparon a muchas
mujeres y diversas circunstancias acabaron provocando una cierta decadencia e
incluso su desaparición. El factor externo fue importante en la desintegración
de estos grupos, la desilusión de la Transición y la integración de una parte
importante del feminismo en las instituciones por un lado, unido a las
polémicas y enfrentamientos dentro de la CNT (en 1979 se
produjo el V Congreso en Madrid y la ruptura de la organización, produciéndose
una nueva escisión en 1983 dentro de la CNT) por otro lado. La manera de
vincularse a las organizaciones sindicales, CNT o CGT, no fue bien aceptado por
una parte de las integrantes de estos grupos y, por supuesto, también hubo
problemas internos, incluso personales, que deterioraron su supervivencia.
Se
podría hablar de si hoy hay una segunda transición en el feminismo español y de
la existencia en la actualidad de grupos feministas libertarios, pero esto
superaría la ya larga extensión de este artículo. En todo caso el feminismo
anarquista/ libertario no ha desaparecido y existen grupos de mujeres (Madrid, Alicante, Valencia, Bilbao,
Almería, Ubeda, Asturias) y algunos de mujeres y hombres (Baleares, Barcelona y
Valladolid) en, o en torno a, la Secretaria de la mujer de CGT, otros grupos
vinculados a CNT y, por último, a diversos grupos no vinculados con las dos
organizaciones anarcosindicalistas.
[1] Esta
denominación es de NASH, Mary (2004), Mujeres
en el mundo. Historia, retos y movimientos. Madrid, Alianza, p. 85.
[2] Sobre
Bakunin y la mujer: VICENTE, Laura (2014), “Mijaíl Bakunin (1914-1876). Mujer,
libertad y amor”, Diagonal, nº 223, 22-05-2014.
[3] Las
editoras de Mujeres Libres
escribieron una carta a Emma Goldman el 17 de abril de 1936 donde le explicaban
estos objetivos. Martha A. Ackelsberg, Mujeres
Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres.
Barcelona, Virus, 1999.
[4] Mary Nash (1976): “Mujeres Libres”: España 1936-1939. Tusquets,
Barcelona.
[5]
Colectivo del libro de Salud de las Mujeres de Boston (1982): Nuestros cuerpos, nuestras vidas. Icaria,
Barcelona.
[6] Parte de la información concreta
está extraída de una ponencia, elaborada por Dones Llibertàries-CNT: “Feminismo
en el movimiento Libertario”, presentada en las Jornadas 10 años de lucha del
Movimiento Feminista, Barcelona, 1, 2, 3, Noviembre, 1985
[7] La
entrevista con Rosalía Molina de Dones Llibertàries de Barcelona, se realizó el
20 de julio de 2015.
[8] Anabel González (1979): El feminismo en España, hoy. Zero-Zyx,
Madrid.
[9] MUJERES LIBERTARIAS CNT-A, “Ponencia
elaborada por CNT-Aragón al X Congreso Confederal. Alternativa a la estructura
orgánica (punto 4.1 y 9.4 de Aportaciones o modificaciones y de problemática de
la mujer). Sin fecha (pero se celebró en junio de 1987).
[10]
Colectivo de Mujeres Libertarias de Madrid, Mujeres
Libertarias, nº 1, 1987.
[11] MUJERES LIBERTARIAS CNT-A,
“Ponencia elaborada por CNT-Aragón al X Congreso Confederal, p. 6.
Una interesante exposición, ésta que nos presentas hoy, un artículo que, a pesar de su extensión aparente, se hace de breve lectura, la situación de la mujer, discriminada por razón de serlo es un lastre tremendo para el progreso al menos en dos aspectos, que a todos nos afectan. El social y el económico. Un beso.
ResponderEliminarUn momento de pasión, el de la transición, en el que participé en primera persona siendo estudiante.
EliminarUn beso.
Extraordinario artículo, Laura. Te felicito y aprovecho para ponerte de manifiesto que siento una gran admiración por tu pensamiento y actitud de compromiso. Lástima que estos escritos no lleguen a más receptores...Mi concepto del anarquismo ha cambiado, para bien, desde que leí tu libro y el de Martín Soriano. Nunca es tarde para aprender.
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias Luis Antonio. Para eso cree este blog, para intentar dar más difusión a los temas que investigo, pero soy consciente que estoy (estamos) en el margen.
EliminarNo sabes la alegría que me das al comentar que he podido influir en que tengas otra visión del anarquismo y así puedas contrastar y formarte tu propia opinión.
Abrazos!!
ResponderEliminar"...evitar que nuestro rastro se vuelva a perder en el olvido..."
Un gran propósito y una gran lucha y tarea... de tod@s.
Petonets!!!
PD: Para leerlo más despacio... y para tenerlo en cuenta a cada paso... "Ver lo que se tiene delante exige una lucha constante" (George Orwell).
Me gusta mucho la nueva foto de la portada... ;)
Y qué frágil es la memoria personal. Por eso la labor de los y las historiadoras es necesaria a mi parecer.
EliminarMe alegra que te guste la frase y la foto :)
Besos!!