Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

martes, 13 de octubre de 2015

ANSELMO LORENZO Y EL FEMINISMO


Anselmo Lorenzo (1841-1914), al igual que la mayoría de los internacionalistas, partió de las ideas de Bakunin sobre la mujer que quedaron recogidas en los congresos de la sección española de la Internacional. Pero no podemos olvidar que Lorenzo se había formado en Madrid en un movimiento más amplio que creció tras el Sexenio Revolucionario (1868-1874): el mencionado movimiento librepensador. Pero además, dentro del obrerismo internacionalista algunas mujeres, especialmente Teresa Claramunt y Teresa Mañé, construyeron un feminismo anarquista que indudablemente Lorenzo conoció por coincidir, sobre todo con Claramunt,  en el núcleo Regeneración, en el semanario La Anarquía de Madrid del que eran corresponsales, en el círculo que se articulaba alrededor del semanario El Productor de Barcelona y en el periódico ácrata, La Tramontana. Josep Llunas, el director de este último periódico, anarquista y masón como Lorenzo, además de amigos, tenía lazos de amistad con Antoni Gurri, marido de Claramunt. Este mismo periódico, en 1892, calificaba de notables pensadores del socialismo radical español a un núcleo formado por Anselmo Lorenzo, el matrimonio Gurri-Claramunt, Fernando Tarrida, Jaume Torrents, Juan Montseny, Teresa Mañé (Soledad Gustavo) y Eudald Canibell. Claramunt y Lorenzo volvieron a coincidir por su condición de detenidos en el Proceso de Montjuïc y obligados a expatriarse se encontraron en París cuando, desde Londres, llegaron la pareja Gurri-Claramunt. En la capital francesa se encontraron con Lorenzo que  trabajaba como impresor y corrector de pruebas y otros muchos procesados en Montjuïc, además de poder recurrir a la ayuda de un comité de socorros a los expulsados españoles. Cuando pudieron regresar a España a partir de 1897, volvemos a coincidir en la campaña por la revisión del proceso, al igual que en el impulso de la importante huelga de 1902[1]. Estaban, pues, integrados en un grupo de anarquistas[2], que participaba de un proyecto obrerista que, desde 1886, planteaba unas tácticas que desembocaron en el Sindicalismo Revolucionario. Aunque Lorenzo y Claramunt fueron de nuevo expatriados fuera de Cataluña a raíz de la Semana Trágica, la desconfianza de Claramunt hacia el sindicalismo cuando se fundó Solidaridad Obrera (1907) los distanció definitivamente.
Los feminismos librepensador y obrerista compartían espacios de sociabilidad comunes en los círculos librepensadores formados por republicanos, espiritistas, masones y anarquistas. Estos contactos venían facilitados por el ideario fraternal e interclasista que otorgaba protagonismo a ciertas elites políticas e intelectuales y constituía uno de los elementos de la cultura de izquierdas del momento.

TERESA CLARAMUNT
Teresa Claramunt, protagonista privilegiada de los feminismos librepensador y obrerista, se integró en la FTRE a través de su participación, como secretaria, en la constitución de la “Sección Varia de Trabajadoras Anarco-Colectivistas de Sabadell” (octubre 1884-julio 1885). La iniciativa de crear una organización que se dirigía a las asalariadas era, en sí misma, insólita e inhabitual dentro del movimiento obrero, incluso del obrerismo ácrata. La “Sección Varia” se constituyó  como asociación en defensa de las obreras con el objetivo de lograr la emancipación de los dos sexos, ya que la lucha era común, aunque planteaban la necesidad de remarcar la lucha contra la explotación de las obreras[3]. A la identidad de “clase”, punto central de las ideologías obreras, se superponía de manera inédita la identidad de sexo. Las obreras reunidas en la “Sección Varia” transmitían una verdadera impresión de grupo[4] aunque no había unanimidad en la manera de entender la naturaleza de las relaciones de los sexos.
Aunque la “Sección Varia” tuvo una vida muy breve, para Claramunt fue el inicio de un activismo en favor de la emancipación de la mujer que se manifestó tanto desde el punto de vista organizativo como ideológico. En 1891 vivía ya en Barcelona, concretamente en Gracia, un núcleo con una acusada tradición obrera industrial con multitud de espacios de sociabilidad de la cultura de izquierdas: ateneos obreros, círculos librepensadores como “La Luz”; centros espiritistas como “La Buena Nueva”; escuelas laicas como la regentada por la masona y espiritista, Julia Ayma; la logia masónica “Constancia”; se editaba el periódico espiritista “La Luz del Porvenir”; tenía su sede la organización feminista “Sociedad Autónoma de Mujeres y  vivían sus tres principales impulsoras: Claramunt, Amalia Domingo Soler y Ángeles López de Ayala[5]; había casinos republicanos e importantes núcleos ácratas como lo demuestra el hecho de que se fundara en Gracia el quincenario Tierra y Libertad y fuera en Gracia donde nació el anarco-comunismo catalán.

ÁNGELES LÓPEZ DE AYALA
Todo lo dicho indica que Lorenzo conocía perfectamente el feminismo obrerista que Claramunt estaba desarrollando a través de múltiples artículos en la prensa, en la que ambos colaboraban[6], y que conocía también su folleto,  La mujer. Consideraciones Generales sobre su estado ante las prerrogativas del hombre, editado en 1905. De la misma manera Lorenzo debía conocer la opción de Claramunt (a diferencia de Teresa Mañé) de vehiculizar la lucha por la emancipación a través de organismos específicamente femeninos, ya fueran anarquistas o librepensadores[7].
De toda esta diversidad de influencias señaladas y de un pensamiento  que Anselmo Lorenzo fue desarrollando con sus lecturas y que arraigaba en el positivismo, el liberalismo y el socialismo, es decir, en la conciliación de la racionalidad científica, la libertad individual y la justicia social, manó la concepción que sintetizó en los cuatro capítulos titulados “La Mujer” y recogidos en su obra El Pueblo (1909)[8].
El planteamiento ilustrado de la consecución de la felicidad está presente en estos capítulos, el feminismo tenía que hallar el modo de que la mujer fuera dichosa al igual que el hombre, este objetivo, imprescindible para la organización de la sociedad anárquica, solo podía lograrse si hombre y mujer eran unidades equivalentes e iguales.
El primer capítulo de “La Mujer” (el X en la obra) pone el acento en descubrir cómo las leyes han construido la civilización en base a la injusticia y la desigualdad y en cómo esta tiene dos pilares sobre los que se sustenta: las desigualdades entre hombres y mujeres y de forma análoga las desigualdades entre ricos y pobres. Destaca la denuncia del patriarcado, en la misma línea que habían hecho Teresa Claramunt y Teresa Mañé cuando afirmaron que sobre la desigualdad de sexos se había constituido la sociedad que había envenenado a los hombres haciéndoles despóticos y tiranos con sus semejantes. La superioridad física del hombre sirvió de excusa, desde la prehistoria, para dominar a la mujer y marginarla de los asuntos públicos:
La mujer es y ha sido para el hombre, un ser incapacitado para todo, y, salvo muy honrosas excepciones, nadie durante siglos la ha defendido de esa usurpación de facultades. Se la ha considerado como el eterno niño[9].

Lorenzo remarca, como hizo Bakunin  en  “La mujer, el matrimonio y la familia”,  la  necesidad de acabar con unas leyes, como las recogidas en el Código civil y penal españoles, que legalizan la inferioridad, la obediencia y el sometimiento de la mujer al hombre.  Para reforzar el cuestionamiento de unas leyes opuestas al progreso de la humanidad trata de demostrar, desde la autoridad de diversos autores (Cesare Lombroso, Alexis de Tocqueville, Pascal Duprat, Gabriel Tarde y Nicolas Condorcet entre otros) que desarrollaban su labor intelectual en disciplinas como la filosofía, la sociología, la  historia, la psicología social, la psiquiatría, etc.,  la igualdad de los sexos.          



[1] Todas estas referencias sobre las coincidencias de Teresa Claramunt y Anselmo Lorenzo en Laura Vicente, Teresa Claramunt, págs. 120, 143, 153, 156 y 193.
[2] En este grupo encontramos a Jaume Torrents, Fernando Tarrida, Joan Torrents Ros, Pere Esteve, Josep Llunas, Anselmo Lorenzo, Francisco Abayá, Francisco Fó, Teresa Mañé y Joan Montseny, entre otros.
[3] La información sobre la constitución de la “Sección Varia” apareció en Los Desheredados, 127, 1-11-1884.
[4] Este grupo, que debía rondar la veintena, escribió un escrito de protesta en Los Desheredados, 179, 6-11-1885. En él destacan, además de la propia Teresa Claramunt, Federación López Montenegro, Gertrudis Fau de Fau y Asunción Ballvé. Laura Vicente, Teresa Claramunt. Pionera del feminismo obrerista anarquista. Fundación Anselmo Lorenzo, 2006, Madrid, pág. 84.
[5] Laura Vicente, Teresa Claramunt, pág.113.
[6] En Laura Vicente, “Teresa Claramunt. Des de l’altre banda de la <<Perfecta casada>>. La dona sotmesa al tirano de blusa y alpargata. Revista Cercles, Universitat de Barcelona, 8, Gener 2005, pp 231-256, se reproducen diversos artículos y escritos que Teresa Claramunt escribió, entre 1887 y 1913, sobre la mujer.
[7] Teresa Claramunt participó en asociaciones obreras de oficio femeninas en la línea del internacionalismo revolucionario como la mencionada “Sección Varia de Sabadell” (1884) y, posteriormente, la “Agrupación de Trabajadoras de Barcelona” (1891) y el “Sindicato de Mujeres del Arte Fabril” (1901). Pero participó también en asociaciones de mujeres de condición social diversa y librepensadoras: la “Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona” (1889) y la “Asociación Librepensadora de Mujeres” (1896).
[8] Anselmo Lorenzo, El Pueblo (Estudio Libertario), Valencia, Sempere, 1909.
[9] CLARAMUNT, Teresa: La mujer. Consideraciones generales sobre su estado ante las prerrogativas del hombre. Buenos Aires, A. Zuccarelli, s. f., p. 4.

3 comentarios:

  1. Y ahora que en esta sociedad, parece que las leyes se oponen a cualquier discriminación, quizás sea la hora de exigir que se cumplan de manera escrupulosa y se generalice la igualdad. Anselmo Lorenzo me parece que fue un ser humano cargado de razón que además de propugnar la igualdad, se preguntó por usos injustificables y costumbres viciadas. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El anarquismo, a través de hombres y mujeres demostró que estaba muy al día y que hacía propuestas con una enorme visión de futuro. Ojalá hoy supiera renovar su pensamiento manteniendo su idiosincrasia.

      Un abrazo!!

      Eliminar

  2. Mujeres u hombres como personas...
    hay tareas/objetivos sin tiempo,
    a trabajar codo con codo,
    siempre presentes con la mirada puesta en el horizonte...
    como 'Utopía', como realidad...
    día a día.

    Petonets!!

    ;)

    ResponderEliminar

Tus comentarios siempre aportarán otra visión y, por ello, me interesan.