Eduardo
HIGUERAS CASTAÑEDA, Rubén PEREZ TRUJILLANO y Julián VADILLO MUÑOZ (coords.): Activistas, militantes y propagandistas. Biografías
en los márgenes de la cultura republicana (1868-1978), Sevilla, Athenaica
Ediciones Universitarias, 2018. ISBN: 9788417325190. 438 págs.
Esta reseña se ha publicado en el BULLETIN D'HISTOIRE CONTEMPORAIEN DE L'ESPAGNE
Tres jóvenes
historiadores han acometido la tarea de coordinar a casi una veintena de
especialistas en la historia social y política de la España contemporánea para
no sólo rescatar, sino sobre todo reinterpretar la complejidad de contenidos
que albergó el movimiento republicano desde los inicios de la revolución
liberal del siglo XIX hasta las experiencias tan dispares del siglo XX.
Se han
seleccionado las biografías de personalidades que tienen un rasgo común: todas
ellas republicanas, pero siempre en las lindes o incluso en la doble militancia
de otras culturas políticas, como el movimientos obreros, el feminismo, y
también en las zonas fronterizas con cierto conservadurismo social, o incluso
comprometidas con propuestas nacionalistas y regionalistas. Todas además
procedentes de ámbitos específicamente catalogables como profesiones liberales
por antonomasia, como el periodismo, la jurisprudencia, la enseñanza pública,
la escritura y también de la diplomacia.
Esa doble
militancia permite desentrañar la complejidad de un cultura política como fue
la republicana, cuyas propuestas han marcado, sin duda la España contemporánea.
Puesto que no se trata de figuras que responden al canon de importancia
otorgado por la historiografía tradicional, estos jóvenes historiadores han
abierto así con este libro nuevos derroteros de investigación y rompen, en
consecuencia, con los compartimentos estancos entre clasificaciones
politológicas realizadas a posteriori. Por otra parte, la elección del género
biográfico es arriesgada y los propios coordinadores dedican el primer capítulo
del libro a explicar el porqué de dicha elección. En definitiva, las biografías
permiten perspectivas que descubren los ángulos muertos de los estereotipos y
esclarecen de modo concreto los márgenes y las paradojas de toda praxis
política, máxime en una sociedad que se está construyendo como liberal en el
siglo XIX, a la que muy tempranamente el republicanismo aporta sobre todo el
tránsito a contenidos democráticos y sociales.
Lógicamente,
en este mosaico de biografías no es menor el peso que ocupan las mujeres, pues,
en efecto, fue el republicanismo la primera cultura política que acogió e
impulsó las propuestas de igualdad entre sexos. En este sentido cabe recomendar
vivamente la lectura de las biografías de Amalia Domingo Soler, Guillermina
Rojas Orgís y Rosario de Acuña. Es Laura Vicente Villanueva quien aborda la
figura de Amaia Domingo (1835-1909),
a la que define como “espiritista y feminista”, dos anclajes de su vida que la
enfrentaron al catolicismo oficial de la España de su época y que le permitió
adscribirse tanto al movimiento librepensador de la masonería, con el
consiguiente laicismo, como a un temprano feminismo.
Por su parte,
Gloria Espigado estudia la figura de Guillermina Rojas que destacó durante el Sexenio
Democrático por una doble militancia, a favor de las mujeres y de los trabajadores.
De más difícil encuadre es la figura de Rosario de Acuña (1850-1923) cuya
biografía acomete Sergio Sánchez Collantes con una extraordinaria explicación
de la trayectoria tan heterodoxa de quien transgredió convencionalismos, superó
recelos y exploró las diversas facetas de un librepensamiento tan feminista y
democrático como brillante estilísticamente.
Las biografías
de los personajes masculinos aportan igualmente dosis novedosas de
clarificación de los marcos vitales e ideológicos en los que se desenvolvieron
personajes de necesaria rehabilitación historiográfica. Así, Roque Barciala,
cuya figura, asimilada a la rebelión cantonal en Cartagena, se diluyó ya en
vida entre el exilio y el olvido, desacreditado para sus congéneres. Es
analizada por Ester García Moscardó, mientras que Manuel Ruiz Romero analiza la
personalidad de
Ramón de Cala y Barea (1827-1902), no tan famoso como Barcia, pero sí
relevante para averiguar los primeros peldaños del andalucismo como deriva del
republicanismo federal, así como la proximidad de ese andalucismo a los
idearios del anarquismo y del socialismo utópico, fruto de la preocupación
regional por los jornaleros y por la distribución de la tierra en unas
provincias marcadas por el latifundismo.
Juan P. Calero
acomete la biografía de Ubaldo Romero de Quiñones, (1843-1914), figura
poliédrica y prolífica, polémica y contradictoria, siempre instalado en conjuras
y conspiraciones, siempre escribiendo, siempre en pugna con quienes consideraba
que falseaban el ideario de un socialismo utópico conjugado también con el
espiritismo y la masonería. Por su parte, Julián Vadillo se ocupa de Nicolás
Alonso Marselá, quien, a partir de un catolicismo exacerbado y luego
convertirse al protestantismo, defendió el laicismo del Estado y se aproximó
ideológicamente al obrerismo, con visiones cercanas a las de Bakunin. Eso sí,
al final regresó a sus primeras creencias católicas e incluso militó en el
carlismo.
Tales
paradojas entre los militantes del republicanismo se ilustran de modo
paradigmático en la figura de Pablo Correa Zafrilla (1842-1888), estudiada por
Eduardo Higueras quien sostiene que los orígenes del socialismo en España son
imposibles de clarificar si no se tiene en consideración que emergieron del
seno de las fuerzas republicanas. En efecto, Pablo Correa, militante del
partido republicano federal, fue el primer traductor al español de El Capital, y fue el ejemplo más
relevante de esa doble militancia que se ha esbozado como propia de estas
personalidades, pues estamos ante una personalidad que fue tan republicana
federal como obrerista. Significativamente muy cercana a Pi y Margall, de quien
publicó su obra La Federación, con una
extensa biografía del que fuera presidente de la primera República.
Otros
contenidos caracterizan las biografías de las figuras ya más metidas en el
siglo XX, como es el caso de Eduardo Barriobero (1875-1939), estudiado por José
Luis Carretero Miramar y que lo define como “abogado penalista, masón,
novelista, republicano federal, presidente de un Tribunal Revolucionario, ensayista,
diputado constituyente, orador, editor, preso, publicista, traductor…”. Así, al
final de sus días, Eduardo Barriobero, fue uno de los organizadores de los
Tribunales Populares organizados durante la guerra civil en la España
republicana y estuvo muy cercano a la tarea de Azaña. Fue fusilado por los vencedores
franquistas tras la caída de Barcelona en 1939. Distinta fue la trayectoria de
Eduardo Ortega y Gasset (1882-1964), que sobrevivió a la guerra civil y murió
en el exilio, tras destacar en la Segunda República con puestos de diputado y
gobernador civil como militante de Izquierda Republicana. Es biografiado por
Manuel Baelo Álvarez, mientras que el veterinario andalucista, Rafael Castejón,
biografiado por Antonio M. Rodríguez Ramos, que murió en 1986, ya en plena
democracia, representa las supervivencia
de un republicanismo conservador, adscrito en su momento al radicalismo de Lerroux.
Diferente a la de Castejón fue la trayectoria de su colega veterinario Félix
Gordón Ordás (1885-1973), analizada por Jorge de Hoyos. Era también
veterinario, pero implicado en la República con cargos ejecutivos, llegó a
presidir el gobierno republicano en el exilio hasta casi entrada la democracia.
Destacan
otros casos de republicanos comprometidos con militancias nacionalistas, como
fue el caso de Emilio González López (1909-1991), galleguista biografiado por
Jesús Vallejo (US). Fue catedrático de derecho penitenciario en Salamanca,
Oviedo y La Laguna, fue uno de los redactores del Estatuto gallego y se exilió
Nueva York donde ejerció de profesor. Por otra parte, Gonzalo Nardiz
(1905-2003) destacó como republicano de militancia en el nacionalismo vasco.
Estudiado por Jon Penche, se descubre el ideario de un nacionalismo vasco
republicano que, aunque fue minoritario, no cabe echar en el olvido.
Otras facetas
se descubren en la figura de Enrique Martí Jara (1890-1930), biografiado por
Rubén Pérez Trujillano. Se trata de un jurista de enorme brillantez académica
que dedicó su vida a la lucha republicana y puede considerarse un pionero del
derecho constitucional. En sentido contrario, destacan las paradojas de la
personalidad de José Antonio Balbontín (1893-1977), estudiado por Enrique
Roldán Cañizares. Fue una personalidad que pasó del catolicismo a posicionarse
en el anarquismo y finalmente militar en el comunismo en el exilio, aunque al
final de sus días volvió la vista hacia la religión originaria de su formación
juvenil.
La religión,
sin duda, fue espoleta de convicciones políticas para muchos republicanos y en
este caso destaca la figura de Régulo Martínez Sánchez (1895-1986) cuya
trayectoria, analizada por Miguel A. Dionisio Vivas, cruza todo el siglo XX y
pasa de ser un sacerdote de militancia explícita republicana en la década de
1930, lo que le supuso la secularización y sufrir la cárcel por la dictadura,
hasta llegar a los años de la transición a la democracia militando en Acción
Republicana Democrática Española.
En conclusión,
todas las biografías recogidas en este libro revelan que precisamente las
figuras de los cuadros medios, no los que son líderes a escala estatal, son los
que expresan la complejidad de una cultura política como la republicana. Tuvo
que construirse sobre las mimbres de una sociedad católica, con fuertes
convenciones sociales, que había realizado una revolución liberal en los
albores del siglo XIX y cuyas metas democratizadores se van pergeñando década a
década hasta llegar a la Segunda República. Y en esta tarea hubo muchos
intelectuales, mucha profesión liberal e incluso curas o católicos cuya fe los
empujó a buscar horizontes de justicia social en el ideario republicano. Por
eso este libro es tan necesario como novedoso. Es justo subrayar, por tanto,
sus méritos como aportación indudable a la historiografía contemporánea.
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Andrea VILLEGAS MARCHANTE,
Universidad de
Castilla-La Mancha
ResponderEliminarTiene buena pinta... ¡interesante!
Besos!!
Gracias. Creo que sí es interesante el libro en su conjunto.
EliminarBesos