El libro de Sádaba[1]
es un libro breve pero que tiene la consistencia de alguien que tiene muy clara
su manera de entender «lo libertario», un término que, sin embargo, es difícil definir. Me viene a la cabeza la forma
en que lo define Amedeo Bertolo[2]
con una metáfora referida al alcohol:
«El alcohol puro es imbebible, pero es esencial para producir una bebida alcohólica. Aceptemos ahora que el alcohol puro es la anarquía y, si lo queremos hacer bebible debe ser producido con graduaciones más bajas, que variarán conforme a los tiempos y lugares y en función de las materias primas utilizadas, casi siempre diferentes. En esta metáfora alcohólica, el termino libertario podría referirse, por ejemplo, a una sidra, es decir, a una bebida con un contenido alcohólico moderado».
Bertolo considera que el anarquismo debe hacerse libertario, es
decir, «compatible con las revueltas que hoy atraviesan el cuerpo social y las
diferentes realidades geográficas e históricas»[3].
No sé si Sádaba estaría de acuerdo con este planteamiento puesto que en el
primer capítulo habla de anarquismo pero nada de su manera de entender libertario
(algo lógico puesto que es el tema del libro). En todo caso él anuncia al
inicio del libro que su manera de entender «lo libertario» es muy personal y que desea exponer «las dudas y tensiones
que se producen cuando uno acepta en su código intelectual ser libertario»[4].
Partiendo de este planteamiento abierto desarrolla
siete capítulos en los que trata temas que considera relevantes, problemáticos,
huidizos o con tendencia a llenarse de emotividad como son: Estado y Nación,
Filosofía, Religión, Vida Cotidiana, el Mal, la Inteligencia Artificial y el
Amor y Humor.
No voy a entrar en lo que afirma sobre cada uno de
estos temas pero sí en el sustrato que recorre todo el libro y su personal
manera de entender «lo libertario». La base del sustrato libertario, como no,
es la libertad que está en la base de la elección vital que todas las personas
hacen explícita o implícitamente y que es un requisito fundamental sin el cual
se vendría abajo toda la moral. Para enfrentarse al mal, no destruirlo porque
eso es muy difícil, tenemos que contar con el poder de la libertad. A la
libertad uniría la igualdad con la justicia.
Otro aspecto clave es la importancia de aclarar y
mostrar lo que hay, y para ello la ética es central para trazar una línea entre
lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Desentrañar lo que entiende por
«vida buena» es juntar lo deontológico y el utilitarismo, o lo que es lo mismo:
deberes y bondades o placeres.
La persona que se considera libertaria defiende con
valentía lo que piensa (en la familia, en el trabajo, etc.) y participa en todo
aquello que tiene que ver con el pensamiento libertario (manifestaciones,
reuniones pertinentes, colaborando con movimientos afines, etc.).
Sádaba cuestiona el capitalismo actual que,
endiosado, se puede hacer con nuestras vidas. Es algo más que un problema que
se produzca la pérdida de nuestra intimidad, la manipulación de las emociones o
el dominio de nuestra ya escasa libertad. Es necesario «cambiar sustancialmente
el modelo económico»[5].
Las luces y las sombras del amor son otro tema
tratado por Sádaba para desembocar en el humor que es imprescindible para
derrotar «la seriedad, el mutismo y hasta el aburrimiento con los que nos
castiga la vida»[6].
Y concluye:
«La ironía, la comedia, lo satírico no solo son formas de expresarse que dan salida a los estados de ánimo, sino que son punzadas contra el Poder»[7].
[1] Javier Sádaba (2019): Porque soy libertario. Madrid, Catarata.
[2] Amedeo Bertolo (antología)
(2019): Anarquistas… ¡Y orgullosos de
serlo! Barcelona, Fundación Salvador Seguí, p. 353.
[3] Amedeo Bertolo, p. 356.
[4] Sádaba, p.
18.
[5] Sádaba, p. 80.
[6] Sádaba, p. 45.
[7] Sádaba, p. 91
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