El relato Novela de ajedrez es el último escrito por Zweig en 1941, poco antes de su suicidio (enero de 1942). Fue publicado de
forma póstuma en 1944 y es una crítica al nazismo y a los métodos “sutiles” de
la Gestapo: la incomunicación y el aislamiento total. Se trata de un texto
breve de 94 páginas cuyo título hace referencia al ajedrez, juego de lógica en
el que la inteligencia es más importante que el azar o la suerte.
El relato se articula
alrededor de dos personalidades muy diferentes pero unidas, en un viaje en
barco, por el ajedrez: Czentovič, rudo e ignorante, pero que resulta ser desde
niño un genio del ajedrez; el Dr. B, culto y educado, que esconde una historia que
explica su habilidad para el ajedrez y, a la vez, el problema que implica para
él practicarlo.
El Dr. B le explica al
narrador cómo llegó a depender del ajedrez para sobrevivir a una detención de
la Gestapo que pretendía lograr su confesión a través de la incomunicación y su
suspensión en la “nada” para desencadenar un deterioro psicológico que le
llevara a la locura, la confesión, la docilidad y el conformismo frente al
nazismo y sus métodos.
Se trataba del aislamiento más refinado que pueda imaginarse. No nos hacían nada, se limitaban a situarnos en el vacío más absoluto, y es bien sabido que nada en el mundo puede oprimir tanto el corazón del hombre como la nada. (…) Habían construido una nada absoluta, no solo en torno a mi alma, sino también en torno a mi cuerpo (p. 47).
En esa situación, en la
que los miembros de los cuerpos policiales nazis eran expertos, un manual de
jugadas de ajedrez se presenta inesperadamente como solución a su desequilibrio
mental. En realidad, llegará un momento en que el juego será una trampa que le
llevará a la locura y a sus consecuencias crónicas cuando se enfrente a la
tensión de una partida de ajedrez. En paralelo, sorprende la resistencia del
ser humano en situaciones límite.
Jugar a “ciegas”, es
decir, de memoria, es lo que logra el Dr. B a base de disociar su personalidad
jugando contra sí mismo. Curiosamente es lo que no sabe hacer Czentovič por su falta de inteligencia.
Zweig anticipa muchos aspectos relevantes del nazismo en una fecha temprana
de la guerra (1941): el terror de los métodos utilizados por la Gestapo; la
existencia de los colaboracionistas, es decir, de los relegados, de los
humillados, de los resentidos, que se pondrán al servicio del nazismo; el
contraste entre dos mundos representados por los dos protagonistas y, por
último, la complejidad del equilibrio mental. Y todo ello a través de una
escritura sencilla que, conforme lees, te va envolviendo en la tragedia que
significa para una persona vivir la tortura y el terror que se deriva, siempre,
de ella.
Durante bastantes años fui un enamorado del ajedrez, puede que de ahí me venga la idea de ver o intuir siempre varias jugadas más allá.
ResponderEliminarMe apunto el libro, el tema me interesa.
Un abrazo.
Es una joya breve e impactante. Muy recomendable.
EliminarAbrazo!
ResponderEliminarEn mi adolescencia y juventud jugué al ajedrez, aunque en plan muy aficionado... puede que mi intuición y mi lógica racional tengan que ver con ello, como apuntan por ahí arriba...
Hace años que no lo toco... pero conservo el mismo tablero y las mismas figuras de entonces... ;)
Petons y buen finde y entrada de verano!!!!
:)
También jugué al ajedrez. Soy una negada para los juegos, cualquier juego, pero el ajedrez me gustaba.
EliminarBuen finde y buen verano!!
Un abrazo!!
Me gustaría mantener una ilusión, que en algún lugar exista un juego para practicar en el que todos ganan. Del ajedrez que es una forma de educar en el cual el objetivo es masacrar al enemigo, una propuesta hoy incompatible. De los métodos de la Gestapo, que no sé sí imventaron ellos, pero que aún se continuan utilizando en todo el mundo. Una pena. Magnífica reseña. Un beso.
ResponderEliminarUn juego siempre implica ganar o perder, esa es la razón por la que no me gusta ninguno, me da igual ganar.
EliminarLa Gestapo perfeccionó métodos ya existentes, eso seguro. Por desgracia la tortura parece consustancial a la persona. Sí, qué pena.
Gracias!!
Un beso.