5 y 12 de noviembre 2023
Hay
semanas que las cosas se tuercen. Sin ser nada grave (para mí, en lo personal,
solo la salud, si falta, es grave) entras en un estado de malestar, la luz se
atempera y las nubes pesadas se instalan en la cabeza. Unas gafas, como
aquellas que te daban a la entrada de aquellos cines de tres dimensiones, se
acoplan en los ojos y ves todo en una sola dimensión y de color gris. Necesitas
anestesia para que pasen los días.
Encima,
la novela que estaba leyendo se me cerró herméticamente y no podía entrar en
ella de ninguna manera, insistí e insistí, leí casi doscientas páginas. No hubo
manera. Es un autor que me encanta y del que he leído varias novelas, Orhan
Pamuk, ambienta sus historias en Estambul, una ciudad que deseo visitar hace
mucho y cuyos planes para hacerlo siempre se han frustrado.
Nunca
abandono un libro, nunca quiere decir que en toda mi vida lectora me sobrarían
dedos de las dos manos para contarlos. De esos abandonos, un autor tiene el
récord: Henry Miller y sus Trópicos. Para mí, cuando era veinteañera,
una autora de referencia y que leí completa fue Anaïs Nin y ella tenía una
relación personal con Miller que me animó a leerlo. Todo fue inútil, lo
abandoné hace años y no le he dado una nueva oportunidad nunca. Explico esto
porque si quito a Miller de la lista de abandonos con una mano tendría de sobra
para contar los libros que he dejado de leer. En esa lista ha entrado El
libro negro.
Mi
obstinación en no abandonar la lectura de ficción es una marca de la casa, no
he pensado los motivos y no lo voy a hacer ahora, qué más da…
Podría
pensarse que han sido esos días espesos, pero no es así. Tengo la gran suerte
de que cuando empiezo a leer, traspaso la puerta de la realidad y lo que me
ocurre queda atrás, nunca he tenido crisis lectoras (excepto con la poesía que
solo leo en situaciones personales determinadas y luego pasan años sin que lea
un poema). De hecho, abandoné a Pamuk y ya estoy enfrascada en otra novela y en
el resto de los libros de no ficción (pero de eso hablaré otro día).
Cine
y series para otro día. De música, una guitarra excepcional: la del brasileiro
Yamandu Costa.
OS
CUENTO…
19
y 26 de noviembre 2023
La
primera semana transcurría con normalidad hasta que todo saltó por los aires:
mi madre que es muy vulnerable por la edad (87 años) y por sus enfermedades
crónicas, entre ellas de vías respiratorias fue ingresada en el hospital por
Covid.
A
partir de ahí entró, y yo con ella, en ese universo tan excepcional del
hospital (uno muy grande, además). El tiempo se rompe intempestivamente, se
produce una distorsión del tiempo homogéneo, se interrumpe el flujo temporal y
se entra en otro curso del tiempo. El
tiempo queda suspendido, congelado, se ralentiza. La Modernidad iguala las
temporalidades (en la historia oficial), pero todas las personas hemos
experimentado cómo el tiempo se desboca o se ralentiza.
La
inquietud, la tensión, la confusión, la incertidumbre de lo que puede ocurrir
te embarga. La información es escasa (durante el fin de semana cuando llegué,
nula) y debes afrontar la situación de alguien querido sin tener herramientas
para hacerlo, ves como se consume, como la medicación le produce efectos
indeseados (la cortisona le produjo azúcar, alucinaciones, etc.). En esos
momentos piensas en la vida y en la muerte, en la vida que merece la pena
vivirse y en la que no… en fin, muchos pensamientos vienen y van.
Yo
no soporto el calor, en los hospitales es agobiante, en las habitaciones Covid,
más. La puerta debe estar cerrada siempre (yo hacía trampa y abría una ranura
de la puerta, no creo que refrescara mucho, pero mi sensación de agobio
disminuía) y me había desacostumbrado a llevar mascarilla durante horas.
He
leído muy poco, pero la novela que llevo entre manos me ha acompañado en todo
momento: Donde nadie te encuentre de Alicia Giménez Bartlett. Una
mujer/hombre (¿hermafrodita? ¿Trans?... de momento no lo tengo claro) forma
parte del maquis antifranquista en el Bajo Aragón. El régimen dictatorial
construye una leyenda de «La Pastora», como la llamaban y era conocida, como
alguien sanguinario, cruel y despiadado (escribo en masculino porque lo
reconocían como hombre en el maquis). Está basada en hechos reales.
Música
escucho poca (la clásica me ha calmado de tanta inquietud) y estoy con una
miniserie: Undoing.
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