Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

lunes, 13 de enero de 2025

LA INDOMABLE REBELDÍA DE CLAIRE AUZIAS

 



Conocí a Claire Auzias en 2017 cuando me llegó por casualidad su reseña sobre el libro Mujeres Libertarias de Zaragoza en A Contretemps. No hablamos mucho, pero lo suficiente para darme cuenta de que estaba ante una compañera que pensaba por sí misma y que transmitía calidez y afecto. Después la entrevisté en 2019 tomando como excusa su estupendo libro: Gitanas. Durante varios meses estuvimos intercambiando correos y hablando de muchas cosas que no tuvieron espacio en los dos textos que fueron publicados. Hicimos planes para vernos en Barcelona, ciudad a la que viajaba, me dijo, con cierta frecuencia. Luego vino la pandemia y todo quedó suspendido. Me llegó la triste noticia de su muerte acaecida el 6 de agosto de 2024 y fue inevitable retornar a los folios en que tenía la información de aquellas conversaciones. Sirva este texto para recordarla y para homenajearla. 

Claire Auzias nació en Lyon en 1951, cursó Estudios Clásicos y de Sociología. Se consideraba feminista, anarquista individualista y reconocía la importancia del anarcosindicalismo.

En 1980 hizo su Tesis Doctoral en la Universidad de Lyon sobre La memoria oral del movimiento anarquista durante el periodo de entreguerras (1919-1939). En la década de 1980, enseñó historia y sociología de las mujeres en la Universidad de Lyon antes de pasar a la historia moderna de los romaníes, primero en los países de Europa del Este (en la década de 1990) y luego en toda Europa (en la década del 2000). 

Como estudiosa del universo de las personas gitanas, publicó: Les Poètes de grand chemin; Os ciganos; Samudaripen, le génocide des tsiganes y Les Funambules de l’histoireGitanas fue su primer libro en español.

***

Claire Auzias se posicionaba como anarquista desde Mayo del 68 cuando era una adolescente de 17 años[1]. Sin embargo, me explicó, que se distanció de un anarquismo esclerotizado durante la década de 1980 y recaló en el feminismo. Este recorrido la condujo de nuevo al anarquismo y ahí se quedó para siempre.

Claire Auzias respondió así a la pregunta: ¿Cómo entiendes «lo libertario» en el siglo XXI?

 «No hemos ganado gran cosa a lo largo del siglo XX; así que podemos continuar el combate sin temer perdernos. El terreno en el que la situación ha mejorado es el de las mujeres y el feminismo. La vida de las mujeres del mundo occidental es menos dura que en el siglo pasado. Hemos ganado derechos. Nada queda adquirido de una vez por todas y hay que seguir combatiendo para salvaguardar estos derechos, porque la contrarrevolución conservadora, amenaza todas las libertades, incluidas las de las mujeres. Lo que hemos ganado es el derecho al aborto, el derecho a la anticoncepción, el derecho a poseer nuestro propio dinero, nuestra cuenta en el banco, el derecho al divorcio y, más recientemente, los derechos de los homosexuales, hombres y mujeres. Debemos seguir considerando estos derechos de las personas, hombres y mujeres, como fundamentales, y defenderlos contra cualquier regresión posible. Nos falta el derecho de morir con dignidad, es decir, el derecho al suicidio asistido. 

Los derechos de las mujeres del mundo entero forman parte del anarquismo. El anarquismo debe luchar por ellos. Es verdad que las mujeres están marcadas también por su pertenencia de clase. 

El anarquismo del siglo XXI consiste también en participar en luchas ecológicas, bajo todas las formas que les plazca a los y las anarquistas. También debe participar en luchas menos conocidas, como por ejemplo la lucha contra los grandes proyectos inútiles (en Francia), la lucha contra la deforestación, la lucha por la protección de los pueblos indígenas y autóctonos amenazados por el capitalismo.

Es decir, la lucha anticapitalista debe ir acompañada, en mi opinión, de una atención próxima a las personas concernidas. Soy anarquista individualista; es decir, he participado en luchas colectivas y seguiré haciéndolo; pero la prioridad para mí es la liberación de las personas».

Auzias siempre afirmó cuánto influyó en su vida la experiencia vivida en  Mayo del ’68. Afirmaba que para ella fue casi todo, su partida de nacimiento político, el acontecimiento que la puso en el camino del anarquismo, también la experiencia de una importante derrota política que tiene ecos en el siglo XXI puesto que, afirmaba, aún estamos reconstruyendo todo tras dicha derrota.

Pese a la derrota, Mayo del ’68 significó el resurgimiento del anarquismo puesto que la soberanía de las asambleas generales y los comités de acción fueron la base de Mayo del ’68. El antiestalinismo se extendió a todos los izquierdistas y no solamente a los anarquistas que lo tuvieron muy claro ya con Lenin (véase Emma Goldman o Ángel Pestaña de CNT). Todo el país se quedó pasmado ante la vitalidad del anarquismo, que creían muerto: la forma de los movimientos de masa, la indisciplina de una parte de los obreros y las obreras, de la gente joven, la voluntad de decidir por sí mismas, sin esperar las órdenes del Partido, todo eso reforzó el sentimiento político de autonomía de la gente, aunque no se autodefinieran como anarquistas después.


Hablamos mucho sobre nuestro interés compartido por Emma Goldman, Claire Auzias trabajó sobre ella en 
Une tragédie d’émancipation féminine, en 1978. Incidió mucho en la importancia que Goldman, y todas las feministas anarquistas,  dieron a la denominada «emancipación interior». Sin ignorar el capitalismo ni las luchas anticapitalistas, Auzias no creía que la revolución se pudiera concluir cuando hubieran desaparecido las clases sociales y añadía:

«Por el contrario, pienso que nuestro universo psíquico, mental, imaginario, debe ser revolucionado de arriba abajo, completamente. Debemos tomar en consideración lo que ocurre en nuestra cabeza, en nuestras emociones, nuestros deseos y necesidades personales, si queremos ser humanos. Humanos que quieren crear un mundo para humanos, reales y verdaderos, y no robots, ni caricaturas, ni monstruos, como los soviéticos. En el siglo XX hubo revoluciones políticas en Méjico, en la URSS, en España, en China. Algunas veces hubo cambios importantes para la vida privada de la gente, como, por ejemplo, el derecho al aborto y al divorcio en la URSS al principio. Pero desde finales del siglo XIX han surgido otras revoluciones: el naturismo, la danza (con Isadora Duncan), el vegetarianismo, la escuela moderna (con Francisco Ferrer), la educación libertaria, el psicoanálisis… En lugar de pensar que Freud era un pequeño burgués asqueroso, prefiero pensar que revolucionó las ideas de la burguesía con sus modales y desnudó el espíritu humano. (…) Por eso ligo individualismo y psicoanálisis, porque ambos han pensado un estatuto para las personas, para los/las SUJETOS. Han dado una base conceptual a la persona e incluso derecho de ciudadanía al Inconsciente».

Claire Auzias entendía el feminismo desde la solidaridad económica y de clase buscando la confluencia con las mujeres pobres. Se consideraba feminista universalista y anarquista, de ahí su defensa de la emancipación para las mujeres de toda la tierra, de todas las razas, sin tomar en consideración los problemas religiosos de las mujeres que los consideraba una auténtica esclavitud. Valoraba muy peligrosas las regresiones sociales y el avance del totalitarismo respecto a los derechos adquiridos en el siglo XX. Respecto al tema de la prostitución, se manifestaba en contra de la explotación sexual de las mujeres (y de los hombres), pero no se consideraba abolicionista, porque pensaba que la prostitución era una actividad inherente a la sexualidad humana y no veía cómo resolver el problema. Estaba en contra del mercado de esclavas sexuales en el mundo y del proxenetismo, pero no tenía claro cómo resolver el problema y le horrorizaba la gente que creía que era fácil de resolver, los consideraba fanáticos y fanáticas.

***

Lo que me decidió a buscar  y a hablar con Claire Auzias fue la publicación de su libro: Gitanas, un libro en el que algunas mujeres gitanas europeas describen con sus propias palabras su historia, su cosmogonía, su cotidianeidad, sus retos, sus fuerzas, lo que hace que sean mujeres, lo que hace que sean gitanas. Cada una de las mujeres habla desde su singularidad, pero cada una de ellas se halla sometida a las reglas generales de la civilización gitana de la que son un pilar.

Sin duda alguna, uno de los aspectos más llamativos de este libro es que las mujeres gitanas hablan con voz propia, hablan desde su cultura, desde sus preocupaciones y problemas. El libro de Claire Auzias recoge un «coro de mujeres gitanas», un coro de catorce mujeres de las que la mitad viven en Francia, dos en España, el mismo número en Rumanía, una en Portugal y otra en Suiza. El libro se completa con un prólogo de Sarah Carmona y un preámbulo y conclusiones de la autora. Por otro lado, hay un capítulo final de hermosas fotografías de Éric Roset de mujeres gitanas de diversos países.




Auzias, que utiliza en su libro el término «romnia» para denominar al conjunto de las mujeres del pueblo gitano del mundo, parte en su estudio de que estas mujeres se hallan muy alejadas tanto en el tiempo como en el espacio de sus consortes de otros grupos humanos del planeta. Las «romnia» entran con derecho propio en ese grupo «de los humildes, la historia de la gente sin historia ni escritura e incluso sin palabra». A estas, y otras, mujeres de los grupos desfavorecidos se les impone un plus de silencio que la autora intenta romper con su libro.

La dominación que sufrían las mujeres se acompañaba siempre de un conjunto de relaciones jerárquicas de mando/obediencia. Hombres y mujeres son desiguales en términos de poder, incluso dentro de un grupo marginado del poder como el de los gitanos y las gitanas. Las mujeres gitanas son expropiadas de las palabras y, en cierta manera, se les niega la humanidad como excluidas que son de los roles dominantes de la estructura social en general y de la cultura gitana en particular.

Si la oralidad marca una brecha de género, pocas mujeres gitanas se atreven a hablar en público, los hombres monopolizan la palabra en el espacio público, la escritura marca además una diferencia de clase: se abre una brecha entre personas hablantes y escribientes, iletradas o letradasNo dominar la lectura y la escritura es percibido por algunas mujeres gitanas como una carencia que intentan paliar a través del acceso a la educación. Aunque hay gitanas que saben leer y escribir, y que han accedido a la Universidad, su mundo es el oral, por ese motivo este libro de entrevistas orales tiene una riqueza inmensa para acercarnos a ellas.

Algunas de estas mujeres intentan algo muy difícil: hacer convivir el mantenimiento de su cultura que todas respetan y valoran con las transformaciones que desean para intentar emanciparse. Algunas de ellas se consideran feministas y están en el intento de conciliar las realidades que viven con lo que quisieran vivir. Un auténtico encaje de bolillos que las demás feministas debemos dejar hacer, observar y apoyar si lo piden. Todas las mujeres que nos enfrentamos al patriarcado vivimos y sufrimos un auténtico desgarro interior que no resulta nada fácil para ninguna. Las mujeres gitanas buscan  emanciparse de modelos y paradigmas, cada mujer individualmente y en colectivo quieren buscar su camino, sin que nadie les dé lecciones del camino correcto porque estos pueden ser muy variados y diversos.

Es una realidad, leyendo a estas mujeres, que la modernidad se abre paso en su vida: «las madres solteras eran multitud, las familias monoparentales legión, las familias mixtas una proporción respetable y que las clases medias formaban, junto con el lumpen y las capas rurales miserables, el resto de la población rom». Tenemos mucha tendencia, quienes ignoramos la cultura gitana (igual que africana o asiática), a uniformizar la situación de todas las mujeres gitanas, no es así. Este libro nos lo muestra en toda su riqueza de matices.

Dice Auzías en sus conclusiones que:

«Las mujeres romnia tienen el futuro de su pueblo en sus manos, y no los hombres, a no ser que quieran unirse a su causa. Son la vuelta de tuerca en la reproducción de la cultura romaní, no solo en el aspecto fecundativo (…), sino también por su función de transmisión, que permite mantener una cultura propia».

Esta música resulta familiar porque la hemos oído y leído en más de una ocasión referida a las mujeres en general, y es que nada «nos permite afirmar que el patriarcado sea más virulento en este pueblo [rom] que en los demás. Lo realmente seguro es que lo es igual».

 

A mi pregunta sobre si creía que el feminismo había abandonado a las mujeres gitanas, Claire Auzias fue muy clara:

«El feminismo francés ha abandonado a las mujeres gitanas –¡se dice pronto! ̶ . En Francia, al revés que en España, no hay un movimiento autónomo de mujeres gitanas. No hay ninguna figura de envergadura entre las mujeres gitanas que se haya levantado públicamente para decir que es feminista y que participa en la lucha de las feministas de cualquier origen. Ninguna. Ha habido mujeres gitanas directivas de asociaciones de la sociedad civil, en general gracias al Consejo de Europa que dijo que era importante promover la paridad. Lo cual quiere decir que las mujeres gitanas en Francia son, casi todas, candidatas a las actividades del Consejo de Europa. Lo he visto anteriormente en marcha y es mejor que nada. No hay que tirar al bebé por el desagüe junto con el agua de la bañera. Pero desde un punto de vista militante, ninguna mujer gitana francesa se ha rebelado. Hay figuras bastante conocidas, como la hija de Mateo Maximoff, pero es una excelente embajadora del pueblo gitano en general; no es especialmente feminista. Es decir, mientras no haya ninguna mujer líder, que tome la palabra en público para proclamar su activismo feminista gitano, no habrá un movimiento feminista gitano.

¡Francia es un país arcaico en muchos terrenos! La vanguardia está en España. Es en España donde encontré más mujeres gitanas comprometidas en política y en los derechos de las mujeres. Tengo aún amigas entre ellas, como evidentemente Ana Giménez, la primera mujer gitana doctora de la Universidad y profesora en Castellón. Esta ausencia de movimiento feminista gitano en Francia se debe al dominio enloquecido de los directivos humanitarios no gitanos sobre la expresión de los gitanos y gitanas de este país. No tienen derecho a expresarse personalmente ni de manera autónoma, salvo las asociaciones gitanólogas que hablan en su lugar. Es un colonialismo extraordinario. Y los gitanos y gitanas son, por cierto, la única fortaleza donde la palabra y el papel de los interesados están prohibidos. Hoy por hoy rechazo participar en conferencias o mesas redondas donde no haya un colega gitano, o gitana, que tome la palabra en igualdad conmigo. Mi libro Gitanas tiene como objetivo dar a conocer que las mujeres gitanas de todas las condiciones son capaces de hablar, de decir sus problemas y analizar la situación, como cualquier ciudadano o ciudadana. Tiene como objetivo darles enteramente la palabra. Por eso los franceses no han apreciado este libro. Pero las feministas, por el contrario, en Francia, estuvieran encantadas de que hubiera hecho este libro. Daba existencia a nuestras conciudadanas en el plano feminista. Puedes ver en el libro que les planteo cuestiones típicas del movimiento feminista general.

En definitiva, en España el feminismo no abandonó a las mujeres gitanas, pero en Francia, sí. Porque la estructura del Estado francés es tan totalitario, tan jacobino, tan centralista, que está prohibido tener actividades disidentes, diferentes, particulares. Hay que ser anarquista para levantarse contra un Estado como este. Y los gitanos y gitanas no son anarquistas. ¡Ya están suficientemente discriminados como para encima cargar con una actividad política peligrosa!

Por eso, los únicos gitanos (hombres y mujeres) que toman conciencia de esta expoliación de su palabra en el plano político llegan a ser identitarios. «Identitario» quiere decir racista, a la manera americana: «guerra contra los blancos, quedémonos únicamente entre gitanos, entre negros, entre indios americanos, etc., porque somos personas discriminadas y colonizadas». Va en contra de la emancipación anticolonialista de la filosofía de las Luces, pero es fiel a la ideología que domina en la actualidad.

Las feministas gitanas están en España y en Rumanía. Allí sí hay feministas reales, activas y proclamadas públicamente. Lo puedes leer en mi libro».

Como dije al principio, Claire Auzias fue una pensadora, es decir, una persona con un pensamiento propio, algo que no se considera posible en una mujer ni siquiera en el ámbito libertario, ni siquiera en el siglo XXI. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero es indudable que tenía un universo intelectual propio, particular, experiencial que no puede sino interesarnos en un proyecto como el de Redes Libertarias en el que confiamos plenamente en las mujeres anarquistas, en las mujeres pensadoras.

 Laura Vicente (revista Redes Libertarias, nº 2)



[1] Resulta interesante su texto: «Un mayo menor» publicado en nuestra web https://redeslibertarias.com/2024/08/16/un-mayo-menor/

 

viernes, 3 de enero de 2025

«A MI AIRE»

 


2024


«A mi aire» (1 febrero)

Sigo dándole vueltas a la película Perfect Days.

¿Cómo alcanzar ese estado de serenidad y buen vivir teniendo solo lo necesario en un sentido tan escueto y sobrio como el protagonista de la película? Y pondré un ejemplo que me atañe: acaba un libro y va a la tienda de segunda mano para comprar el siguiente, no acumula (yo sí lo hago).

¿Cómo prescindir de la conexión vía móvil, correo electrónico o redes sociales?

 Se me ocurren muchas más preguntas, me gustaría saber las vuestras si las quieres compartir…

«A mi aire» (8 febrero)

Estoy empeñada en contar la historia de otra manera, desde la existencia, desde el cuidado, desde aquello que ha sido sistemáticamente ocultado porque «no era importante».

Coincide que la mayoría de las personas que hacen historia, haciendo mundo son mujeres; pero también pobres, personas que trabajan precarizadas (entre ellas las prostitutas), personas racializadas, personas con género y sexualidad no normativizada, etc.).

Esa es la historia que me interesa: la historia bastarda, la historia no contada, la historia de la vida que hace mundo.

 

«A mi aire» (15 febrero)

Me gusta leer y hacerlo en papel.

Leer es trascender la realidad cotidiana y entrar en otra realidad (ficticia o no, eso da igual). El placer, aunque sea con esfuerzo, por seguir una argumentación, es inigualable.

El cine se acerca, pero te lo da todo demasiado masticado, por algo se nos denomina «espectadores». Nunca a una lectora se le denominaría espectadora.

Me gusta el papel porque pauta la lectura, precisa un lápiz e incluso una libreta. Adoro los lapiceros y las libretas pequeñas.

«A mi aire» (22 febrero)

No me gustan las quedadas con compañeras y compañeros de trabajo en que no se para de hablar del trabajo.

Si el tema se agota (y es muy difícil que ocurra) las conversaciones son tan insustanciales que empiezo a mirar con desespero el reloj, aunque estemos (aún) a mitad de cena.

Entro en un túnel de personalidad duplicada, por fuera sonrío y hago gestos de asentimiento unido a afirmaciones como: «sí, claro», «desde luego» y similares. Por dentro me refugio en mi mundo y desconecto.

Cuando puedo huir, me prometo a mi misma que nunca más… y suelo cumplir.

 

«A mi aire» (29 febrero)

Me gustan siempre las novedades, los cambios y las mejoras. Tengo cierta tendencia a señalar lo que no me gusta, lo que rechazo y poco lo que me gusta, sobre todo si es privado, si es de mi vida personal cercana. Pero por fortuna suceden y me proporcionan grandes alegrías.

Aunque la alegría vaya unida al pesar por la caída que sufrió mi madre.

Así es la vida: alegría y pesar, nacimiento y vejez, tolerancia y sufrimiento…

 

«A mi aire» (7 marzo)

Estos días estoy leyendo y vivenciando la vinculación de las mujeres con la locura, con la enfermedad mental. Existen tantas mujeres que fueron encerradas, medicadas, disciplinadas por tener comportamientos que se salían de los estereotipos de cada época que da terror pensarlo.

¿Cuántas veces he oído que alguien me decía: «estás loca, no puedes hacer eso»? ¿Para qué haces eso? Tantos mensajes para cortar las alas, para desactivar iniciativas, para no correr riesgos, para quedarte tranquila y reproducir tu papel (cualquiera que este sea en cada momento). Y cuanta energía en desactivar esos mensajes e intentar desactivarlos, energía perdida para actuar a mi aire. Ha sido, es y será agotador.

Por eso el 8 de marzo sigue significando algo para mí.

«A mi aire» (14 marzo)

Hay momentos en que se me pone un brillo de disensión en la mirada. Quienes me conocen saben que me sobreviene uno de esos arrebatos pejigueros, belicosos, y que no hay nada que hacer. Hay personas cercanas que saben capear el temporal, pocas; lo mejor es que se marchen y me dejen sola… ya se pasara.

«A mi aire» (21 marzo)

Sobre archivos o Congreso

 

«A mi aire» (28 marzo)

Hay tantas cosas sencillas que han sido consideradas patologías cuando las hacían (o las hacen en algunos países hoy) las mujeres que dan ganas de llorar por tantas limitaciones, miedos, encierros, violencia y exclusión que han sufrido.

Pintar, viajar, caminar por la calle solas, navegar, volar, leer, escribir, amar libremente, cantar, tener visiones, practicar una espiritualidad no normativa, etc. y etc.

¿Cómo comprender, deconstruir, borrar de nuestra genealogía tanto silencio, encierro, violencia y exclusión huyendo de la victimización inmovilista?

lunes, 23 de diciembre de 2024

EL PASADO AUSENTE QUE «HACE PRESENTE»

 



«El cronista que narra los acontecimientos sin hacer distingos entre los grandes y los pequeños, da cuenta de una verdad, a saber, que para la historia nada de lo que una vez aconteció ha de darse por perdido».

Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de historia. Tesis III.

 Walter Benjamin selló con su muerte el papel que se había dado de «avisador del fuego», por ello sus Tesis, textos fragmentarios póstumos, se han revelado de una autoridad singular[1]. Algunas de sus reflexiones impregnan mi manera de entender la historia y por ese motivo he comenzado con ese fragmento de una de sus Tesis en la que hace referencia a un modesto cronista que no solo levanta acta de las grandes gestas, de la Historia[2] con mayúscula, sino también de la pequeña historia, de los detalles que pasan desapercibidos, olvidados, relegados. La letra pequeña no son anécdotas al estilo de la mediática periodista Nieves Concostrina, sino que se refiere al destino de todas aquellas personas que lucharon o ansiaron la dicha y se quedaron en las cunetas de la historia.

Y esto me lleva a explicar cómo entiendo la investigación histórica. Empezaré por lo que rechazo, que es aquella manera de pensar la historia como un tiempo que transcurre de forma casi mecánica, inserto en la lógica de la historia y que se desarrolla de forma lineal en una marcha hacia el progreso de la humanidad, esa, como dice Benjamin, es la Historia de los vencedores. Tampoco me parece que la historia tenga como función escudriñar el pasado para saber más de algo «pasado», algo muerto que solo interesa como materia para curiosear. Esa es la forma habitual de la Historia académica que investiga y escribe libros para ser leídos por otros miembros de la misma Academia. No me interesa esa «historia del pasado».

Entiendo la historia como un tiempo discontinuo y contradictorio (no lineal y ordenado), accidental y contingente (no hay causalidad), nada anuncia que se va a producir un acontecimiento, puede suceder o no. La historia no avanza en línea recta según una mecánica de causas/consecuencias hacia el futuro, sino que la historia es más bien, hablando metafóricamente, estratos sedimentarios (o apilamientos) que son depósitos dados por las generaciones anteriores y que caracterizan a la comunidad actual por sus relaciones históricas con los ancestros. Esta perspectiva de la historia la guía la preocupación por el presente, conocer el pasado, pues, tiene efectos sobre el presente: eso es hacer «historia del presente».

Volviendo a Benjamin, este planteamiento supone una empatía, una relación profunda y documentada entre las partes que se quieren relacionar: entre el pasado y el presente. Si solo nos fiamos de las tradiciones recibidas (y de su documentación) que ligan el presente al pasado, convertiremos el presente en herencia, y, por tanto, en restauración del pasado de los vencedores que son la parte emergente y triunfante de este pasado.

Se trata de remontarnos en el pasado, pero no transitando la senda marcada de las tradiciones reconocidas, sino orientándonos por la historia bastarda, lateral y subterránea, que no encaja en la ordenada historia lineal y que es relevante para el presente. Siguiendo estas huellas (realmente difíciles de encontrar) de lo que «quiso ser y no pudo» descubriremos un pasado que no tiene conexión con el presente pero que sí tiene la posibilidad de hacer presente[3]. En su tesis III, Benjamin viene a decir que hay dos tipos de pasado: uno que está presente por derecho propio, es el pasado de los vencedores y está recogido por la Historia hegemónica y otro, ausente, el de los vencidos.

El pasado de los vencidos, constituido por tantos actos de revuelta, de desobediencia, de sufrimiento y de injusticia, no podemos ignorarlo, nos muestra que el pasado pudo ser de otra manera y que lo que ahora existe no es una fatalidad que no se pueda cambiar. Solo así podemos imaginar un futuro que sea proyección del presente posible no del existente.

Esa es la función de la historia de los acontecimientos pequeños y olvidados por haber fracasado en el pasado y esa es la función de «otra memoria» que forja solidaridades entre generaciones vencidas y recupera experiencias de sufrimiento pasado que no podemos olvidar en el presente.

Laura Vicente 



[1] El estudio sobre estas Tesis que más me ha ayudado a comprenderlas en toda su complejidad es el de Reyes Mate (2006): Medianoche en la historia. Trotta, Madrid.

[2] La Historia en mayúscula es la Historia hegemónica, la Historia de los vencedores, mientras que la historia en minúscula es la historia, entre otras muchas cosas, de los vencidos, de los postergados y excluidos.

[3] Reyes Mate (2006): Medianoche en la historia, p. 92.

viernes, 13 de diciembre de 2024

EL PASADO TIENE EFECTOS EN EL PRESENTE.


El domingo más cercano al 20 de Noviembre, fecha de la muerte de Buenaventura Durruti, nos reunimos frente a su tumba y la de Ferrer y Ascaso, personas a las que nos "afecta" todavía lo que sucedió a partir del 19 de julio de 1936, aceptando a Durruti como referente de una revolución libertaria que la memoria oficial trata de borrar tras la caída del franquismo.
Reproduzco mi breve intervención en el acto celebrado el 17 de noviembre de 2024. 

*****

Agradezco a Antonina Rodrigo (que no pudo asistir) que me invite a tomar la palabra en este acto y que piense que puedo decir algo de interés.

Siempre lo intento, otra cosa es que lo logre.

Lo que si voy a intentar es ser breve.

He titulado mi intervención de la siguiente manera: El pasado tiene efectos sobre el presente. Por eso siendo historiadora estoy hoy aquí (17 de noviembre de 2024) ante la tumba de tres hombres del pasado: Ferrer, Ascaso y Durruti. Y es que siendo del pasado me afectan hoy, en el presente.

La historia acostumbra a resaltar el pasado victorioso que vive en el presente gracias a que lo celebran y recuerdan institucionalmente y gracias a que su triunfo es una de las piedras angulares sobre las que está construido el presente.

Sin embargo, estamos aquí año tras año, convocados por Antonina, para recordar a los perdedores que, al perder, han quedado fuera del desarrollo histórico.

Decidme loca o pirada, pero me obstino en descubrir vida en los muertos.

Los proyectos revolucionarios frustrados de quienes quedaron aplastados por la historia, como los de Ferrer, Ascaso, Durruti y miles y miles de hombres y mujeres a lo largo de la historia con minúscula, están vivos en su fracaso como POSIBILIDAD.

Nos demuestran que el pasado pudo ser de otra manera y que lo que hoy existe no es una fatalidad que no pueda cambiarse. Y si el presente tiene una posibilidad latente, que viene de un pasado que no pudo ser, entonces podemos imaginar un futuro que no sea proyección del presente de los que ganaron sino del presente posible (que no son solo los franquistas sino también quienes les sucedieron tras la llamada «transición democrática»).

Si muere el recuerdo de esta y otras experiencias revolucionarias fracasadas, vencidas, morirán sus efectos sobre el presente y sobre el futuro. Nos encontraremos perdidos para afrontar el neoliberalismo y el nuevo totalitarismo.

Me pregunto y os pregunto:


·       ¿Es posible, si quiera pensar o soñar, en la revolución en el siglo XXI?

·       ¿Podemos oponer resistencia al neoliberalismo y al nuevo totalitarismo?

Creo poder hablar en nombre de quienes estamos aquí: si no pensáramos que es posible seguramente no estaríamos aquí.

Laura Vicente

 

martes, 3 de diciembre de 2024

«A mi aire»


 LISBOA

2023

«A mi aire» (7 diciembre)

 Cada vez me genera más rechazo que los de arriba en una pizarra (electrónica, claro) decidan lo que afecta a los de abajo (y para muchas personas eso significa la muerte, la miseria, la migración, la precariedad-uberización de la vida, etc.).

 

«A mi aire» (14 diciembre)

En mi último escrito en el blog «Pensar en el margen» decía que si queremos construir un modelo alternativo al capitalismo neoliberal debemos huir de las utopías del pasado, de los caminos cerrados, del «deber ser» autoritario y buscar, caminos abiertos, regidos por algunas ideas y aspiraciones, pero no cerrados. Aníbal Quijano planteó sustituir utopía por horizonte, cuya idea es la de la vida y la historia en movimiento, sin el condicionante de un futuro modelizado. En definitiva, un movimiento sin captura por el fin, frente al «deber ser» del futuro.

Nadie dice que sea fácil, no lo es. ¿Hay otras posibilidades?

«A mi aire» (21 diciembre)

AVISO: mejor no leer lo que viene a continuación si te encanta la navidad.

La navidad es un producto, hoy, del capital ya que incrementa la hedonía neoliberal: esa absurda idea de que podemos conseguir la felicidad creada por el placer, la felicidad momentánea producida por explosiones hormonales de recompensa en las que el consumo y el buenismo de los buenos propósitos tiene un papel primordial y acaban en pura frustración.

«A mi aire» (28 diciembre)

He tenido un sueño… De que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada y toda la carne la verá al unísono.

He visto claro y he vuelto a pedir mi incorporación a la Gran y Verdadera Iglesia. No sé si serán perdonados mis muchos y graves pecados, pero confío en mi arrepentimiento y en la gloria del Señoro…

2024

«A mi aire» (4 enero)

Estamos todavía en los días de los buenos propósitos y de las buenas intenciones.

Aunque el descreimiento es en mi un defecto de fábrica, voy a revelar algunos de mis propósitos:

No escuchar a quien no lo merece.

Leer todavía más que este año.

No perder el tiempo con quien no lo merece.

Caminar por la orilla del mar y subir montañas.

No tensionarme por la política.

Viajar como sea: leyendo, soñando o realizándolo.

«A mi aire» (11 enero)

Hoy es un día pleno de emociones porque presentamos en Barcelona la revista Redes Libertarias. Un proyecto largamente meditado que afronto con mucha ilusión. Hoy no quiero pensar en nada más, mañana será otro día y a la luz del sol aparecerán, quizás, las imperfecciones.

Hoy es un día para celebrar.

«A mi aire» (18 enero)

A pesar de los pesares y de algunas experiencias regulares, sigo confiando en las palabras, en las cosas y en las personas. Y me parece que pensar (y actuar) sigue siendo la clave para no convertirnos en siervas voluntarias (hay que leer a Étienne de La Boétie). Aprender a pensar es aprender la serenidad (que no es un dejar-ir o un dejar-hacer), es la estructura esencial del pensamiento evitando el ruido (hay que leer a Byung-Chul Han).

Y mañana os esperamos en Madrid con la revista Redes Libertarias para pensar, reflexionar, opinar y compartir ideas.

«A mi aire» (25 enero)

Decía Pierre-Joseph Proudhon en una carta a Karl Marx (17 mayo 1846): «Acojamos y animemos todas las protestas, denunciemos todas las exclusiones, todos los misticismos; no demos nunca un problema por agotado, y cuando hayamos usado hasta nuestro último argumento, empecemos de nuevo si hace falta, con elocuencia e ironía».

¡¡Qué maravillosamente actual!!


sábado, 23 de noviembre de 2024

CAMBIO CLIMÁTICO Y LA DANA VALENCIANA

 


Vaya por delante que empatizo con las personas que de una manera trágica (pérdida de seres queridos), penosa (pérdida de bienes materiales: viviendas, negocios, coches, etc.) o desdichada, han vivido un suceso de «gota fría» tan terrible como el sucedido en la provincia de Valencia (29 de octubre de 2024). Vivo también en el Mediterráneo y conozco, sin haber vivido una experiencia tan límite, el miedo que causan esas tormentas ahora denominadas DANA (siglas de una Depresión Aislada en Niveles Altos).

Los sucesos de «gota fría» han sido frecuentes siempre en la costa mediterránea durante el otoño, y en Valencia los conocen bien. Sin embargo, la frecuencia e intensidad de las lluvias son diferentes a lo habitual y están relacionas con el cambio climático, negado a fecha de hoy por sectores políticos influyentes.


Existe una táctica denominada mediafare que significa «guerra mediática» y que básicamente significa, entre otras tácticas, desplazar el foco de atención para que la audiencia entre en la dinámica de lo mediáticamente correcto y cambiar el marco de conversación y de debate político. Esta táctica, a mi parecer complementada por los partidos políticos, ha desplazado el foco de atención hacia la gestión (desastrosa) de la Generalitat valenciana para realizar una construcción discursiva que lejos de atender a la realidad del cambio climático, se acerca a la narrativa de la gestión política y a las luchas de poder entre el PP y el PSOE (al frente de la Generalitat y del Gobierno respectivamente) para sacar rédito político de un desastre como el ocurrido en Valencia.


Todos los medios de comunicación y los partidos políticos de cualquier signo ideológico han deglutido la tragedia rápidamente y la han convertido en un episodio más de su lucha por el poder político intentando persuadir a la población de que el culpable de todo es el otro sector político para que el debate quede centrado ahí: en las relaciones de poder.


Retirar el foco de atención de las consecuencias del cambio climático (así como de la construcción y el urbanismo descontrolado) interesa a ambos partidos con «sentido de Estado» puesto que ninguno ha realizado una política seria para detenerlo o para tomar medidas para que sus efectos sean lo menos traumáticos para la población.


En todo el guirigay que de nuevo han montado para que todo quede centrado en la mala gestión del PP valenciano de la DANA (que lo es) y en crear la ilusión de que el PSOE u otras opciones políticas lo harán mejor, ¿dónde están las propuestas para que la próxima «gota fría» no tenga las consecuencias desastrosas que ha tenido esta? ¿qué obras piensan llevar a cabo para que barrancos, ríos y rieras, no se conviertan en trampas mortales? ¿qué piensan hacer con las viviendas construidas en zonas inundables? Las alertas no son solo enviar avisos de protección civil a los móviles ¿qué otras medidas se van a poner en marcha para alertar a la población preventivamente ante un episodio de este tipo?


El ámbito libertario y anarquista debe poner el foco en la realidad que hay tras la catástrofe del 29 de octubre, no podemos entrar en su juego político y mediático que tanto condiciona la realidad política.


[Por otro lado, una vez más se ha demostrado que cuando las instituciones no llegan, se ausentan porque su maquinaria es pesada y burocrática, la autoorganización y el apoyo mutuo fluyen espontáneamente y debemos felicitarnos por ello].

 

Laura Vicente

miércoles, 13 de noviembre de 2024

ERREJÓN Y LA DOBLE MORAL

 




La doble moral ha sido un comportamiento netamente masculino desde tiempos inmemoriales, ya que a las mujeres no se les ha permitido más que una versión de la moral, la del sistema heteropatriarcal. Las mujeres han sido vigiladas, maltratadas, encerradas, para que su comportamiento respondiera a la normatividad estricta, lo contrario implicaba, entre otras cosas, un peligro para la paternidad legítima de los hombres que han castigado siempre, incluso con la muerte. Pero las normas elaboradas por los hombres permiten un comportamiento masculino laxo, aceptable y bien visto (en todo caso, los hombres nunca han sido censurados por vivir en la doble moral).


Pero el «caso Errejón» resulta llamativo porque la doble moral parece que no va con los hombres «progresistas» o de izquierdas, ellos se las han apañado para hacernos creer que no hacen esas «cosas», que eso es propio de la derecha, del conservadurismo casposo. Los hombres de izquierdas se han situado en un nivel de superioridad moral, también en los comportamientos sexuales, puesto que son feministas y han logrado una nueva masculinidad que les exime del machismo, del deseo de dominio y del abuso de poder. El «caso Errejón» demuestra que las cosas no son tan sencillas y que algunos viven esa doble moral de forma extrema.


El «caso Errejón» pone de manifiesto otros aspectos dignos de reflexión. El discurso identitario construido sobre las diferencias entre hombres y mujeres, que los feminismos han consolidado y, en algunos casos, han naturalizado como elementos fijos, han servido para regular los deseos, la sexualidad y las relaciones sociales. Las identidades femeninas y masculinas se han basado en un contraste binario entre una sexualidad femenina sacralizada (necesitada de seguridad y afecto) y una sexualidad masculina irrefrenable y, en ocasiones, agresiva y violenta. El «caso Errejón» parece responder a ese prototipo de mal masculino peligroso.


Pero sin entrar en detalles del «caso Errejón» que está en fase de investigación, individualizar el peligro de las agresiones sexuales, nos apartan de responsabilizar a las instancias e instituciones que sostienen el sistema heteropatriarcal y que son el fundamento de las violencias. Errejón conoce tan bien el discurso feminista que él mismo utilizó este argumento en su carta de dimisión para justificar su comportamiento culpando al patriarcado. Esto no funciona así: tú debes responsabilizarte de tu comportamiento agresor y abusador y nosotras nos encargaremos de indagar el aspecto estructural del sistema heteropatriarcal que hay tras tu violencia contra las mujeres.


El «caso Errejón» ha puesto en evidencia la facilidad con la que los feminismos y otras instancias políticas caen en el punitivismo, en la necesidad de poner en la picota al agresor y castigarle. Comprendemos que las víctimas puedan necesitar el castigo, pero desde un punto de vista feminista y anarquista debemos preguntarnos: ¿Para qué sirve el castigo, la pena? ¿Qué aporta a la solución de la violencia de género una política restrictiva y regulacionista? ¿Consideramos que el feminismo anarquista debe apostar por una justicia basada en la venganza? En ningún caso podemos apoyar la necesidad de que el Estado aparezca como la instancia protectora de las víctimas y que estas queden como seres necesitados de protección e incapaces de autoprotegerse.


No resulta, por último, menos relevante que hayan sido en gran parte mujeres de las formaciones políticas en que estaba encuadrado Errejón quienes han ocultado su conducta sexual agresiva y maltratadora en aras de la defensa de un fin superior: la defensa del proyecto político que compartían. Tanta importancia se concede a este fin superior que para muchos el «caso Errejón» tendrá graves consecuencias para la izquierda en su proyecto electoral.


Al margen de ser de izquierdas o de derechas, la vida cotidiana de los hombres está, como mínimo, salpicada de machismo (y eso no depende de quién gobierna), es un mal estructural que conviene enfocar de modo adecuado para avanzar en el debilitamiento del sistema heteropatriarcal.


Laura Vicente