Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

viernes, 23 de diciembre de 2016

POSTVERDAD (con brevedad)


El termino postverdad está de moda, aparece en los medios de comunicación continuamente. Ha sido el Oxford English Dictionary quien lo ha definido: “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.


Lo que llamamos postverdad no es una novedad puesto que las emociones y creencias han tenido siempre un papel muy relevante en política: el nacionalismo, el revolucionarismo armado, el fascismo, la religión como arma política (hoy más actual que nunca), entre otros movimientos, han actuado siempre sobre las emociones convirtiendo las subjetividades en protagonistas de sucesos históricos relevantes. Pero además, la postverdad ha constituido la “verdad” de los regímenes totalitarios, el franquismo fue un ejemplo de que solo existía la verdad que difundía el régimen, la represión y, por tanto, la falta de libertades lo hacía creíble para la masa de población amedrentada y silenciosa, la famosa “mayoría silenciosa” que hizo posible la muerte del Dictador en la cama.
Sin embargo en la actualidad hay novedades importantes sobre las que reflexionar: en primer lugar la postverdad se ha instalado en sistemas democráticos con abundantes medios de información entre los que destacan las redes sociales. En segundo lugar la política institucionalizada tiene serias dificultades para entender la importancia de dichas creencias y emociones, la postverdad está en la capacidad que tienen algunos sectores políticos para presentarse como lo que no son, prometiendo lo que no pueden hacer (por ejemplo Trump presentándose y teniendo credibilidad como anti-sistema). En tercer lugar la incapacidad de la izquierda para manejarse en este mundo de postverdades con lo que acaban apuntándose a ellas (por ejemplo en Cataluña avalando que un 48% de votos equivale a una “mayoría clara” por la independencia y pactando con la antigua Convergencia ahora trasmutada en antisistema).

Malos tiempos para la verdad y los hechos objetivos, malos tiempos para la lírica.

martes, 13 de diciembre de 2016

IMRE KERTÉSZ, Kaddish por el hijo no nacido

El kadish es uno de los rezos principales de la religión judía, se trata de una plegaria que se reza solo en público. Existen varias clases de kadish según la ocasión, pero el que ha alcanzado más relevancia es el kadish de los huérfanos, la plegaria en memoria de los muertos. Es con esta acepción con la que más se conoce.
Kertész escribe en esta breve e intensa obra de 147 páginas una auténtica plegaria por el hijo no nacido en la que tienen cabida otros temas relevantes sobre la vida (mejor la supervivencia), la escritura, el amor, el matrimonio y, como no, su condición de judío. Se trata de un texto exigente porque apenas hay puntos y aparte, su lectura exige concentración, tiempos largos de lectura (una nunca sabe dónde dejar de leer por la continuidad del texto) y lentitud.
Estamos ante un texto sin concesiones, austero, brutal incluso, en el que al utilizar el estilo testimonial (un hombre nos habla de sí mismo, se confiesa literalmente),  resulta de una honestidad descarnada, desgarradora.


El libro empieza con un ¡No! contundente, sin titubear y de manera como quien dice instintiva (7). Un ¡No! que alcanza su verdadera dimensión en su negativa a tener hijos cuando se lo plantea su pareja:
“¡No!”-- nunca podré ser padre, destino, dios de otra persona,
“¡No!”-- nunca podrá ocurrirle a otro niño lo que me ocurrió, la infancia (112).
Y partiendo de esta negativa rotunda empieza a contarle a su mujer, o tal vez a sí mismo, la historia de su infancia, con toda la obsesión y prolijidad, sin inhibirse, durante días, semanas, de hecho la sigo narrando, aunque ya no a mi mujer. Su niñez marcada por el padre, por la autoridad incontestada, por Auschwitz. Una niñez que relata en busca de la lucidez que es lo mismo que decir la autoliquidación consciente…, palada a palada Kertész cava su propia tumba en las nubes (23) (…) en los vientos, en la nada (145).
Sobre su condición de judío, el autor afirma que él y su familia no eran verdaderos judíos, eran no-judíos, judíos urbanos, judíos de Pest. Es decir, no eran practicantes de oración por la mañana, por la noche, antes de comer, oración con el vino, como comprobó en su infancia que lo eran sus tíos con quienes le enviaron unas vacaciones de verano. Sin embargo, inesperadamente, su condición de judío se hizo relevante por cuanto tal condición implicaba en general la sentencia de muerte. Y así aprendió a hacer las paces con la idea de su ser judío, igual que lo hace con otras ideas desagradables (32).
Pero Kertész descubre también en su monólogo porqué escribe. Afirma que escribía porque tenía que escribir (39); quizás consideraba la escritura como una huida (…) y hasta una salvación, la salvación de mí mismo y, a través de mí, de mi mundo material y (…) espiritual (40).
Y en el camino hacia la lucidez, descubre que:

(…) escribir sobre la vida equivale a pensar sobre ella, que pensar sobre la vida equivale a cuestionarla, y que solo cuestiona su propio elemento vital aquel a quien este elemento asfixia o quien de alguna manera se mueve en él de un modo contrario a la naturaleza. Descubrí que no escribo para buscar la alegría sino todo lo contrario: que por medio de la escritura busco el dolor, el dolor más intenso, casi insoportable, seguramente porque la verdad es dolor, y la respuesta a la pregunta sobre qué es el dolor, escribí, es muy sencilla: la verdad es lo que consume, escribí (104).

Y todas estas reflexiones acaban en Auschwitz. Y la constatación de que el totalitarismo ha existido (y puede volver a existir) porque las personas contribuyen a que exista con la esencia de sus vidas y hasta con su mera conservación en tanto que se aferran a conservar sus vidas. Hay por ello una rebelión del autor hacia la idea de que Auschwitz no tiene explicación, por el contrario Kertész piensa que el mal siempre tiene una explicación racional y que lo que no la tiene es el bien (53), porque para que el bien actúe es precisa la libertad, es decir, aquello que no debía hacer y que ninguna persona en sus cabales espera del ser humano. Por fortuna el mundo es nuestra quimera llena de sorpresas inconcebibles (60).
Su posición está teñida del pesimismo de una vida basada en su inconcebible supervivencia. Y un pronóstico desgarrador y desolador:

(…) aunque obviamente nada sea idéntico a nada ni nadie idéntico a nadie, también es evidente que, tras el fugaz interludio de una generación, todo vuelve a ser igual e incluso cada vez más igual (114).


Kertész mereció un Nobel en 2002, su valía como escritor crecerá con el paso del tiempo, estoy segura.

sábado, 3 de diciembre de 2016

¿Tiene futuro la verdad? G. Steiner

Empezaré el recorrido de Nostalgia del absoluto de G. Steiner  con la formulación de esta pregunta que hace al final: 

¿Tiene futuro la verdad?

Steiner, para responder a esta vital pregunta parte de la constatación de la erosión de la religión organizada (específicamente del cristianismo) en la sociedad occidental desde hace algo más de 150 años. El decaimiento del cristianismo creó un inmenso vacío (15) relacionado con las percepciones de justicia social, sentido de la historia humana, relaciones mente-cuerpo y lugar del conocimiento en nuestra conducta moral. La nostalgia del Absoluto que generó la erosión del cristianismo, dio lugar a tres mitologías que trataron de cubrir el vacío cumpliendo tres condiciones: pretensión de totalidad; formas reconocibles de inicio y desarrollo; y un lenguaje propio.


Las mitologías elaboradas en occidente (marxismo, psicoanálisis y  antropología estructural), pueden ser antirreligiosas pero su estructura, aspiraciones y pretensiones son religiosas en su estrategia y en sus efectos según el autor.
Los tres primeros capítulos los dedica Steiner a analizar estas mitologías que parten de la racionalidad, dedicando el cuarto capítulo a las basadas en la irracionalidad, la superstición y el escapismo infantil.

Los tres autores de las analizadas mitologías, Marx, Freud y Lévi-Strauss, son judíos y, según el autor, hay aspectos judaicos específicos en los tres, los tres arrancan de la metáfora compartida del pecado original y cada uno incorpora aspectos del judaísmo como la promesa de redención, el mesianismo utópico, su furia en pro de la justicia, la lógica de la historia o la visión promisoria de Marx. La visión de la vuelta a casa con la muerte, el pesimismo y severidad de su ética o la confianza en el poder de la palabra de Freud. El sentimiento obsesivo de la retribución, del fracaso del hombre a la hora de observar sus responsabilidades contractuales con la creación o la visión apocalíptica de la humanidad de Lévi-Strauss.

El sentimiento occidental de fracaso ha provocado también una reacción contra el centralismo étnico y cultural que marca el pensamiento europeo y anglosajón desde la antigua Atenas hasta el periodo 1920-1930. Eso lleva a mucha gente, especialmente joven, según Steiner, a mirar a otras culturas donde creen encontrar la inocencia y un legítimo impulso de reparación (107).

La cultura occidental está sufriendo una dramática crisis de confianza y ahí se inscribe la religión cristiana por su actitud ante las dos guerras mundiales (muy interesante lo que dice al respecto de la actitud de la iglesia  ante la masacre de la IªGM y el genocidio y terrores totalitarios posteriores). Pero los recrudecimientos de los grandes terrores políticos homicidas y la vuelta a la mentira, tortura e intimidación mostraron la insuficiencia de la Ilustración y de la razón secular (el contrato humanista liberal quedó roto con los campos de concentración). El impacto del doble fracaso (religión y racionalismo ilustrado) sobre la psique occidental fue destructivo y esto es lo que les condujo a confiar en el irracionalismo.
Por debajo de la gran oleada de insensatez está en acción esa nostalgia del Absoluto, ese hambre de lo trascendente que observamos en las mitologías, en las metáforas totalizadoras de la utopía marxista, de la liberación del hombre, en el esquema de Freud del sueño completo de Eros y Tánatos, en la punitiva y apocalíptica ciencia del hombre de Levi-Strauss (108).
Las teologías posreligiosas o sustitutas y todas las variedades de lo irracional han demostrado ser ilusiones.

La gran ausente para el autor es la ciencia. Y aquí, parte de la idea de que el ser humano con la verdadera comprensión científica lograría satisfacer los ardientes deseos de verdad del espíritu humano y del alma humana (113). Y añade tres conclusiones preocupantes:

·         La verdad no tiene por qué ser amiga del ser humano.

·      Somos huéspedes de un universo que no está cortado a la medida del ser humano.

·        La verdad tiene futuro, que lo tenga el ser humano es mucho menos claro.

Un ensayo que abre muchos interrogantes y que ofrece mucho para pensar. El futuro de la humanidad es muy difícil y claramente caminamos al abismo.

GEORGE STEINER (1974) [12ª ed, 2014]: Nostalgia del absoluto. Siruela, Madrid.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

FERRER, ASCASO Y DURRUTI. Homenaje en el cementerio de Montjuïc (20-11-2016)


LA ACTUALIDAD DEL ANARQUISMO EN EL 80 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DE 1936 (NOVIEMBRE DE 2016)

Estos tres hombres por todos/as conocidos se han convertido en el símbolo de la famosa cita de Proudhon, Destruam et edificaba. Destruir y edificar, una síntesis que evita que la destrucción se convierta en simple terrorismo y el edificar en construir sin un criterio de emancipación.


Comparto con Ramón Acín la siguiente afirmación: 
Nosotros no tenemos santos, nosotros no tenemos apóstoles, nosotros no tenemos ni  mártires; pero tenemos corazón y somos amigos del amigo y camaradas del camarada.
Por eso este año nos volvemos a reunir aquí, en mi caso convocada por una admirable mujer, Antonina Rodrigo, para recordar a tres hombres y, para destacar en este 2016, el 80 aniversario de la revolución que se puso en marcha como consecuencia del golpe de Estado de buena parte del Ejército sustentado por la Iglesia católica y la oligarquía. El vacío de poder que provocó la actuación militar, fracasada en parte por la reacción de las clases populares a través de sus organizaciones (así murió Ascaso), facilitó el asalto al poder impulsado por el sindicalismo y el anarquismo. La defensa la asumieron las milicias, el “pueblo en armas”, que provocó la muerte de algunos que voluntariamente fueron al frente (de esta manera murió Durruti); la organización política la asumieron los Comités y la economía se colectivizó en parte.

Pronto la revolución encontró dificultades relacionadas con la propia inexperiencia del movimiento libertario y con las fuerzas contrarias al proceso de transformación en el bando republicano, incluidas las exigencias inherentes a la guerra. El final lo conocemos bien. La derrota fue de grandes dimensiones y el anarquismo pareció pasar a la historia y convertirse solo en un recuerdo glorioso para protagonizar conmemoraciones.

Sin embargo, no estaría aquí si pensara que la anarquía es cosa del pasado. Por el contrario es un proyecto político y filosófico con validez y actualidad, siempre y cuando se adapte al presente y a lo que está por llegar. Tiene la posibilidad de ser un proyecto común para una multitud de situaciones, para una infinidad de maneras de sentir, de percibir y de actuar[1].


No podemos pretender que el anarquismo sea una especie de catálogo de principios inmutables, si lo pensáramos así desactivaríamos lo más valioso de sus propuestas puesto que su esencia es movimiento, transformación y adaptación a las nuevas realidades. La idea no puede permanecer estática si la realidad cambia, por ello el anarquismo futuro no puede parecerse al que hemos heredado o al que hoy conocemos. Si los dispositivos de dominación se van transformando en el transcurso del tiempo histórico, también se modifica correlativamente lo que se opone a ellos, lo que les planta cara, incluida la lucha que desarrolla el anarquismo[2].

Si tuviera que destacar algunos aspectos que considero plenamente actuales, estos serían los siguientes:

En primer lugar, su crítica al Estado y al poder político, así como la denuncia de la manipulación que el poder realiza sistemáticamente del  espontaneísmo y de la democracia directa. El anarquismo siempre ve en el Estado una fuente de control y coerción. La esencia de todos los gobiernos sigue siendo desempoderar fácticamente a los ciudadanos[/as] e inocular en su conciencia la necesidad que tienen de gobiernos fuertes para garantizar la gobernanza[3].

En segundo lugar su desconfianza hacia la capacidad del Estado para hacer iguales a las personas renunciando a la libertad, algo que edificó en la URSS y en otros países terribles distopias. De esta desconfianza se deriva la necesidad de unir en un todo, libertad e igualdad, ya que la una sin la otra no caben en un planteamiento anarquista.

Y en tercer lugar, su negativa a poner en marcha vastos proyectos de ingeniería social, como hicieron el comunismo y el fascismo, con las consecuencias que conocemos. En el anarquismo es primordial el compromiso ético, es decir, no se pueden alcanzar unos objetivos acordes con los valores anarquistas tomando unos caminos que los contradigan[4]. Los fines nunca justifican los medios. Por la dimensión ética de la rebelión que convierte la cultura y  la educación en  elementos fundamentales fue ejecutado Ferrer y Guardia.

Lo más valioso del anarquismo hoy son las intuiciones básicas que han echado hondas raíces en experiencias variadas que han ido depositando, a modo de capas superpuestas, multitud de hombres y mujeres que han protagonizado mil y un combates anteriores. Se trata de recuperar lo menos doctrinario, lo más informal, en definitiva, lo más difuso, que, a veces, percibimos como debilidad cuando su fortaleza está presente en las muchas voces de la disconformidad del siglo XXI.

Por eso comparto el concepto de "anarquía positiva" de Proudhon que actualiza Daniel Colson cuando afirma que la anarquía es un "prender", un "cuajar" de cuerpos y sentidos, no como se solidifica el hormigón (esa es la manera del fascismo religioso y el integrismo islámico), sino más bien en el sentido de una improvisación de jazz: modos de asociación de entidades radicalmente dispares y singulares que recomponen el mundo sin dejar nunca de ser diferentes, de tener una realidad, un modo de ser y un punto de vista radicalmente irreductibles a todos los demás[5].

El anarquismo o es una utopía o no es nada, ahí reside su actualidad, en los deseos que canaliza de una sociedad cuyo epicentro es la libertad.
Y concluyo, como es habitual en mí en este acto, con las palabras del escritor Eduardo Galeano:
Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, y ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.
 



[1] Daniel Colson (2003): Pequeño léxico filosófico del anarquismo. De Proudhon a Deleuze. Nueva Visión, Buenos Aires, p. 30.
[2] Tomás Ibañez (invierno 2016): “El anarquismo que viene”. Libre Pensamiento, nº 88.
[3] Félix García Moriyón (primavera 2016): “El anarquismo y los anarquismos”, Libre Pensamiento, nº 86.
[4] Tomás Ibañez (invierno 2016): “El anarquismo que viene”. Libre Pensamiento, nº 88
[5] Entrevista a Daniel Colson (7-10-2016): “El anarquismo es extremadamente realista”. http://www.eldiario.es/interferencias/Daniel_Colson-anarquismo_6_567003317.html

domingo, 13 de noviembre de 2016

BERLÍN














Nada más volver de Berlín encontré este fragmento en el libro de Kertész que empecé a leer y no he podido evitar reproducirlo aquí ilustrándolo con dos fotografías de los dos espacios de los que habla, la Postdamer Platz y la sinagoga de Oranienburger Strasse. Como bien dice al final de este fragmento, todo, todo cambiará...

Me encuentro en la Postdamer Platz; el pálido sol de la mañana; el desierto cubierto de polvo y escombros en pleno centro de la ciudad, en el lugar que fuera el muro y en sus alrededores. Como después de un bombardeo aéreo enorme, devastador. El ligero olor a ceniza bajo esa suave iluminación, los caminos que conducen a la nada, el recuerdo de los olores y del ambiente de la primavera de 1945, la inasible melancolía de la supervivencia… Cuántas veces estuve así ante la puerta del campo de concentración de Buchenwald, saboreando, por así decirlo, la libertad que olía a cadáver y sabía a la sopa del Lager, y a la fragancia de la primavera… Luego paseo hasta la sinagoga de Oranienburger Strasse. Busco en vano la pequeña pastelería donde una mañana hace trece años, en 1980, cuando el barrio aún pertenecía a la RDA, se me antojó un trozo de pastel verde, grande como una pala de carbón. Desde la ventana de la pastelería mi mirada se proyectó sobre unas ruinas color ladrillo que había enfrente, y no pude quitarles los ojos de encima. Poco a poco surgieron las asociaciones. 


En fotografías documentales, la sinagoga en llamas… la Noche de los cristales rotos, La Oranienburger Stasse, el edificio de estilo morisco… Pagué y crucé la calle a toda velocidad. En efecto, era la sinagoga. Entre las ruinas emergían aquí y allá, por las grietas de los antiguos muros, algunas matas verdes. Ningún vestigio de nada. En el interior, una inscripción casi ilegible en una placa, que se limitaba a aclarar la situación legal de la propiedad. Un montón de escombros mudos, caídos en el anonimato, ultrajados por el olvido. Ahora le han puesto encima una centelleante cúpula dorada, como una corona de espinos. Pero su entorno, las casas en estado ruinoso, la calle devastada, siguen recordando la guerra; el olor a moho que emanan los portales, las imágenes de la decadencia, la podredumbre. Como si las profundidades de un sótano se abrieran de golpe, ahora aflora toda la muerte y toda la devastación que han dejado atrás las últimas décadas. Dentro de pocos años todo esto desaparecerá; todo, todo cambiará: los hombres, las casas, las calles; emparedarán los recuerdos, tapiarán las heridas; el hombre moderno, con su característica flexibilidad, lo olvidará todo, eliminará de su vida la borra turbia del pasado aplicando un filtro, como si fuese el poso del café. Cierta sensación de satisfacción por el hecho de ver todo esto quizá por última vez (y no solo de verlo, sino también de sentirlo), como un naturalista que viese de pronto un ejemplar de una especie extinguida que vive tranquilamente su anacrónica vida.

IMRE KERTÉSZ, Yo, otro. Crónica del cambio, pp. 67-68.

jueves, 3 de noviembre de 2016

IMPRESIONES DE BERLÍN

Viajé a Berlín por primera vez en 2008, hacía 18 años que se habían dado los primeros pasos de la unificación de la la RDA y la RFA, todo un acontecimiento político y económico. En ese primer viaje eran perceptibles aún las diferencias entre la población de ambos países y el movimiento alternativo tenía una presencia muy significativa. 


El barrio de Mitte, el barrio judío, tenía numerosas casas okupadas entre las que destacaba la Kunsthaus Tacheles (la palabra deriva del yidis y quiere decir "hablar claro"). Se trataba de una galería de arte inmensa ubicada en un edificio okupado por un colectivo de artistas en 1990.


El edificio fue desalojado en 2012, con él murió una de las iniciativas más creativas e interesantes de Berlín. Hoy la piqueta y las excavadoras han demolido gran parte del edificio.



Casi nada queda de lo que fue, solo por fuera quedan algunos murales...



Pese a todo, es raro ir a Berlín y no encontrarte con alguna manifestación. El primer día de mi llegada me topé en este barrio del Mitte donde estaba hospedada con una pequeña, pero importante, manifestación en la que había más policía que manifestantes. La pancarta venía a decir: "En recuerdo de las víctimas del holocausto (la shoa), nunca más el fascismo" (no sé alemán, busqué la traducción por internet).


Otro lugar emblemático resiste, se trata de Haus Schwarzenberg, un vestigio más de los movimientos alternativos surgidos tras la caída del Muro.



Hoy, los bajos de estas casas se han convertido en talleres de artesanos/as y no sé si mantienen planteamientos alternativos



Berlín está cambiando, pierde ese aire joven, alternativo y radical que tenía en la década de 1990 y la primera década del 2000...

domingo, 23 de octubre de 2016

HOMENAJE A FRANCISCO GRANADO Y JOAQUÍN DELGADO. MADRID 7 DE OCTUBRE 2016




En este homenaje en el que se recordó la ejecución de Granado y Delgado, militantes de las Juventudes Libertarias (JJLL) intervine para recordar que también había mujeres en la resistencia antifranquista en el exilio que participaron en el mismo proyectos que estos dos jóvenes asesinados por la Dictadura franquista. Este texto reproduce mi intervención.

La guerra civil española tuvo también un componente de género. Las mujeres se jugaron en ella la larga genealogía de cien años que había ido trazando un camino de emancipación. El conflicto bélico  constituyó una experiencia de libertad y de responsabilidad sin precedentes para las mujeres, asumieron una gran novedad: la mujer tenía que vivir sola, salir sola y asumir las responsabilidades familiares sola, algo que siempre se había considerado imposible y peligroso.
El franquismo cortó de tajo ese camino de emancipación femenina y fue un duro correctivo para muchas mujeres que vivieron un largo y silencioso exilio interior en España o bien marcharon fuera.
Hoy estamos aquí para recordar un trágico suceso, la ejecución de Francisco Granado y Joaquín Delgado el 17 de agosto de 1963. Y estamos aquí también para recordar que existió una oposición al franquismo que no se rindió nunca, que una parte de dicha oposición era anarquista y que en ella había mujeres como no podía ser menos.
No son pocas las mujeres que a principios de la década de 1960 estaban integradas en el Movimiento Libertario en el exilio, una parte de ellas en las JJLL y cumpliendo diversas funciones relacionadas con Defensa Interior (DI). La mayoría de estas mujeres eran hijas de militantes de la CNT y sus parejas también formaban parte del Movimiento Libertario. Las más mayores habían participado en la guerra civil, las más jóvenes no lo habían hecho por su edad, incluso había mujeres francesas, italianas o inglesas vinculadas al antifranquismo libertario.

Sus nombres son menos conocidos que los de sus compañeros, pero es nuestra obligación rescatarlas del olvido, conocerlas y reivindicarlas: Placida Aranda, Jacinta Escudero, Rosa Beriain, Casilda Likiniano (La miliciana), Teresa Margalef, Montse Turtós, Jeanine Valet, Paquita Román, Alicia Mur, Julia Hermosilla y Sara Berenguer entre otras mujeres.

No podemos olvidar tampoco a Pilar Vaquerizo, la compañera de Francisco Granado que quedó viuda con un hijo y dos hijas, Richard, María y Roxana, la mayor con unos doce años.

Entre estas activistas destacaré cuatro: Alicia Mur, Paquita Román, Sara Berenguer y Julia Hermosilla (Sara y Julia relacionadas además con MMLL).

ALICIA MUR
Alicia Mur nació en 1935, hija de militantes de la CNT, empezó a  militar en Paris siendo adolescente en las JJLL y desde el comienzo de las actividades de DI aportó su colaboración y solidaridad.
Fue detenida en Madrid en octubre de 1966, junto a Luis Andrés Edo y otros, acusada de pertenecer al grupo “Primero de Mayo”. Alicia Mur se había desplazó a finales de agosto o principios de septiembre de 1966 a Madrid para alquilar un piso, que posteriormente debían utilizar unos compañeros para llevar a cabo una acción que ella desconocía por no tener que participar en ella. 
En diferentes medios se ha asegurado que este grupo preparaba el secuestro de un alto militar americano de la Base militar de Torrejón de Ardoz. Sin embargo, Alicia Mur en su relato de lo sucedido niega tal posibilidad y asegura que la acción, por lo que ella vivió, era confusa y poco preparada. La detención en Madrid se debió a un confidente que en todo momento informó de los pasos del grupo y que, obviamente, no fue detenido (Alicia lo nombra como "Martínez").
Juzgada el 4 de julio de 1967, se la condenó a tres años y medio y cumplió tres.

Paquita Román era hija de militantes de la CNT y ella se integró en las JJLL de Paris, desde el comienzo de las actividades de DI aportó su colaboración y solidaridad.
Ella e Yvette Parent fueron enviadas como enlaces de sondeo y cayeron en la trampa que les tenía preparada la policía española. Detenida en Madrid en septiembre de 1962 en relación con los jóvenes libertarios detenidos también en Barcelona, Zaragoza y Vigo ese mismo año. Estaba encarcelada cuando la ejecución de Granados y Delgado. Fue puesta en libertad a mediados de 1965.

SARA BERENGUER

Sara Berenguer nació en 1919 en Barcelona, hija de cenetista, trabajó desde los 12 años primero en una carnicería y luego en un taller  donde aprendió el oficio de corsetera. Durante la guerra se dedicó intensamente a la lucha formando parte de varios comités e integrándose en las JJLL, Consejo Nacional de SIA (Solidaridad Internacional Antifascista) y MMLL (ocupó la secretaría de propaganda de MMLL y más tarde la secretaria general). Dio clases como maestra de párvulos en el Ateneo Cultural de Les Corts[1].
Al acabar la guerra civil pasó a Francia y entre 1941-45 fue enlace de la resistencia antinazi.
A comienzos de 1960 aparece ligada a los grupos de acción antifranquista, tras la reunificación de CNT, al lado de Alberola, Mera, Cañete y otros. Junto a su compañero Jesús Guillén formaban parte de la base fronteriza de Béziers con que contaba DI. Su casa en Montady, rodeada de huerto y jardín que construyeron con sus manos, fue una plataforma para el exilio y refugio de grupos españoles libertarios que entraban y salían de España clandestinamente, como Granados y Delgado[2].

JULIA HERMOSILLA

Julia Hermosilla, menos conocida que Sara, nació en 1916 en Sestao, Vizcaya. Sus padres eran ambos de la CNT desde 1910. Julia fue militante de las JJLL desde los 17 años; cuando estalló la guerra y la revolución, Julia con 20 años se enroló como miliciana en Bilbao y fue herida gravemente perdiendo audición en ambos oídos.
A la caída de Bilbao se trasladó con su compañero y su familia a Santander y allí embarcaron hacia Francia. Estuvo dos meses en Francia y volvieron a entrar de nuevo a Cataluña. Embarazada dio a luz en octubre de 1937 a su hija Vida y en Barcelona trabajó en una fábrica de cintos para el Ejército. En esta ciudad es donde conoció a Sara y se hicieron amigas para siempre.
Pasaron de nuevo a Francia al acabar la guerra y en 1940 se integró en la resistencia contra los nazis. Acabada la II Guerra Mundial Julia pasaba a Bilbao y Barcelona clandestinamente llevando prensa y documentación.
Junto con su compañero Ángel Aransáez formaban parte de la base fronteriza de Bayona con que contaba DI.
Julia realizó con Joaquín Delgado misiones de contacto en 1960 o 1961, por cuenta del Comité Intercontinental, con los grupos de la CNT en España durante el proceso de reunificación. También realizó una importante misión de estudio de los alrededores del Palacio de Ayete en San Sebastián para el proyecto de atentado contra Franco de 1962.
No podemos glosar aquí las vidas de todas las activistas que participaron en el mismo proyecto que Granados y Delgado, pero si recordar que estas mujeres además de militar, trabajar y sufrir penalidades, criaron a sus hijos e hijas y desde su humildad siempre pensaron que no habían hecho nada importante. Compartían con el anarquista Ramón Acín que nosotros no tenemos santos, nosotros no tenemos apóstoles, nosotros no tenemos ni mártires; pero tenemos corazón y somos amigos del amigo y camaradas del camarada[3].
Algo parecido les escribía la octogenaria Julia en una carta a Sara Berenguer el año 2002:
Somos una gran familia, vivimos con las mismas inquietudes. Luchamos por nuestras ideas ayudando a todo aquel que llama a la puerta, esas ideas que tantos dolores de cabeza nos dieron pero que cada día que pasa me siento más identificada con ellas (…).





[1] Antonina Rodrigo (2003): Mujer y exilio 1939. Flor del Viento, Barcelona, pp. 89-90.
[2] Antonina Rodrigo (2003), p. 98.
[3] Ramón Acín, “Florecicas”, Solidaridad Obrera, 23 de marzo de 1923,
No he conseguido encontrar ninguna fotografía de Paquita Román.