Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

jueves, 23 de diciembre de 2021

Nanni Balestrini, Los invisibles.

 


Esta novela tiene un tema central: el Movimiento por la Autonomía Obrera en Italia en la década de 1970. Se trata de una narración en primera persona sobre lo ocurrido en aquellos años en el seno de una clase trabajadora joven y combativa.

En Los invisibles conocemos de primera mano la formación de los colectivos autónomos vinculados a posiciones antiautoritarias, asamblearias y de base con un referente ideológico del marxismo disidente. Ocupaciones de viviendas, reapropiación de la riqueza a través de la imposición de precios justos de la luz, el agua, los alimentos, los alquileres de las viviendas, etc. Sus luchas contra el paro haciendo rondas por las fábricas en que se hacían horas extraordinarias. Todo este activismo político que implicaba también un cambio en las formas de vida y en las relaciones personales tenía sus limitaciones y una de ellas estaba vinculada al feminismo y el cuestionamiento, por parte de las mujeres de la Autonomía, de las actitudes patriarcales de sus compañeros.

Balestrini describe de forma magistral los momentos de dicha relacionados con el auge del movimiento y la creación de un auténtico contrapoder. Momentos en los que todo parece posible y lo es porque la vivencia es desde el cuerpo y se experimenta con intensidad.

También describe muy bien el momento descendente, el momento en que la precipitación en las decisiones conduce a acciones discutibles que distancian al activismo de su espacio vital y del conjunto de la clase trabajadora. La represión extremadamente agresiva y violenta, conducirá a una parte del activismo a la cárcel y ahí se abre otra brecha entre los de fuera y los de dentro de la prisión.

Y de nuevo, los cuerpos vulnerables expuestos a la violencia y a la reclusión en cárceles de máxima seguridad en las que intentaban sobrevivir y, a la vez, continuaban las luchas para mejorar su situación vivencial. Y fuera de la cárcel empezaba la desbandada, el naufragio, la desvinculación de la lucha (y de los presos y presas). La muerte, las drogas, los suicidios o la locura esperaban a aquellos jóvenes entusiastas para arrebatarles lo único que tenían: sus cuerpos maltrechos.

Una novela que es también un testimonio para que no se olvide lo ocurrido y cómo pasó.

 

lunes, 13 de diciembre de 2021

«A mi aire»

 

MIRAVET

«A mi aire» (3 junio)

El paso del tiempo es irremediable, los seres humanos hemos intentado domesticar el tiempo dividiéndolo en años, meses y días…, pura ficción. Que pase el tiempo, por tanto, es inevitable al igual que la aparición de arrugas, la perdida de la rapidez mental y física y otros muchos inconvenientes. Cierto es que también ganamos en experiencia, en relativizar los problemas, en disfrutar de las pequeñas cosas, diría que crecemos en sabiduría si no sonara pretencioso. En todo caso, he cumplido un año más y mi intención es seguir viviendo «a mi aire».

«A mi aire» (10 junio)

El verano me inmoviliza, no soporto el calor, así que la playa deja de ser un lugar de calma y sosiego para mí.

Pese a ello, aún soy capaz de encontrar algún momento para disfrutar antes de las nueve de la mañana: ayer fue mi primer baño en la playita nudista, el agua está fría todavía y ese baño rápido para seguir caminando, me encanta.

«A mi aire» (17 junio)

Leer es mi refugio.

Leer para entender, para entretenerme, para hacerme preguntas, para desentenderme de mi misma, para soñar, para resistir el pensamiento y las emociones preestablecidas.

Leer «a mi aire», que es lo mismo que decir: leer siguiendo mi propia ruta guiada por otras lecturas, por intuiciones, por algunas recomendaciones fiables... No siempre acierto, equivocarse también es una manera de hacer ruta.

«A mi aire» (24 junio)

A mi aire es como me siento siempre en la montaña. Cuando necesito calma y relax, no hay sitio mejor que el silencio de las montañas. Caminar sin buscar un objetivo, solo por el placer de andar suele ser mi prioridad. Y siempre escuchar, oler y tocar.

«A mi aire» (1 julio)

He rechazado siempre (de muy niña ya me enfrenté a mi madre que era modista y me quería vestir con incómodos vestidos) aquello que se definía como «femenino». Sin embargo, no he tenido dudas sobre mi identidad (por eso lo de CIS, me parece una bobada que no hago mía): soy mujer, pero llevo toda mi vida luchando contra el género y sus esclavitudes.

Me he ido «construyendo» como he podido, y dentro de los muchos límites que los sistemas de poder y dominación nos imponen, hago lo que quiero y vivo a mi aire (y no es fácil).

«A mi aire» (8 julio)

Foto bajando de Aguas Tortas: esto es ir «a mi aire»

«A mi aire» (15 julio)

Dice Alessandro Baricco: la frase «nada volverá a ser como antes» [referida a la Pandemia] es bisutería intelectual.

«A mi aire» (22 julio)

Estamos en una etapa de estancamiento, de límites, de miedos que se inscriben en los cuerpos y nos hacen dóciles. Necesitamos desplazar los límites de lo visible y lo invisible, de lo tolerable y lo intolerable. Ojalá se produzca un despliegue de energía por todos los rincones de la sociedad que airee el ambiente pesado en que nos movemos.

«A mi aire» (29 julio)

El que está pensativo está lleno de pensamientos, aunque no los piense.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Laura Vicente. La Revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres

 

CONSUELO BERGES RÁBAGO (1899-1988) nació en Ucieda, Cantabria y murió en Madrid

Fue hija natural, su padre la reconoció a pesar de no darle los apellidos. Fue educada por sus abuelos paternos que decidieron no llevarla a la escuela. Con quince años preparó el examen de ingreso a la Escuela Normal de Maestras. En 1926 Berges se embarcó hacia Arequipa (Perú)  e ingresó como docente en la universidad. En 1928 se trasladó a Argentina, donde vivió hasta regresar a Madrid una vez proclamada la República.

Se integró desde 1931 en la Unión Republicana Femenina,  impulsada por Campoamor, consolidándose como una de las voces en la lucha por los derechos de la mujer. Perteneció a la masonería desde 1931. Colaboró en la revista Mujeres Libres junto a Mercedes Comaposada una vez estalló la guerra civil. No escribió ningún artículo, revisaba originales y escribía textos pero sin firmarlos. No se comprometió con Mujeres Libres ni con ninguna otra organización porque se consideraba roja por libre.

Salió hacia Francia en 1939 pero fue detenida en 1943 por los alemanes que la entregaron a las autoridades en la frontera española. Evitó la cárcel pero ya no pudo publicar obra propia  y la traducción se presentó como la única labor que le permitía seguir en contacto con la literatura.

Fue una mujer urdimbre, de las que sabían cimentar fructíferas redes de sociabilidad, una mujer que se movía con comodidad en el amplio frente del republicanismo, la masonería, el feminismo y lo libertario. Su feminismo se centró en la defensa del acceso de la mujer a la ciudadanía en pie de igualdad con el hombre, defendiendo los derechos de las mujeres también en el ámbito de la masonería.

CARMEN CONDE ABELLÁN (1907-1996) nació en Cartagena y murió en Madrid

Fue la colaboradora, de la revista Mujeres Libres, que escribió más artículos acreditados, bien con su nombre, su seudónimo (Florentina) o sus iniciales. Se hizo cargo de una sección llamada «Niños» que trataba temas de educación por su condición de maestra. Escribió también poemas, narraciones y artículos.

La numerosa colaboración de Carmen Conde en Mujeres Libres podría hacernos pensar que era anarquista, no lo era. Sus ideas se movían entre el republicanismo y el socialismo sin afiliarse a ningún partido o sindicato. Sin embargo, su concepción de la educación era muy próxima a la óptica libertaria y tenía amistades dentro del ámbito anarquista que le debieron proponer la colaboración con la revista y con la editorial de Mujeres Libres.

No destacó Carmen Conde por sus manifestaciones públicas en favor del feminismo. Su vida fue una continua lucha por dedicarse  a la escritura y por vivir el amor y la sexualidad sin limitaciones. No renunció nunca a su identidad sexual lesbiana vivida bajo la apariencia de una heterosexualidad normativa puesto que mantuvo su matrimonio con Antonio Oliver hasta su muerte.

Fue calificada de «roja» al acabar la Guerra Civil pero no fue detenida ni encarcelada. Fue postergada como escritora hasta la segunda mitad de los años cincuenta cuando su carrera logró un gran impulso profesional. Fue la primera mujer nombrada como miembro de número de la Real Academia Española en 1978.