ALBERT CAMUS, Crónicas (1944-1953)
Estas Crónicas
son una recopilación de artículos, escritos entre 1944 y 1953, agrupados
por temas. Estos textos, en palabras del propio autor en el Prefacio (…) dicen simplemente que, aunque la lucha
sea difícil, las razones para luchar, al menos, continúan estando claras.
Y partiendo de este planteamiento, Camus va
desgranando, con una coherencia y una lucidez asombrosa, sus opiniones sobre
esta época de postguerra tan complicada en Francia.
A la justicia y la memoria, un tema actual en
España, Camus le dedica bastante espacio en estas Crónicas:
Nada les viene dado a los hombres, y lo poco que pueden conquistar se paga con muertes injustas. Pero la grandeza del hombre no está en eso. Está en su decisión de sobreponerse a su condición. Y si su condición es injusta, no tiene sino un modo de superarla, y es ser justo él (23).
No es el odio el que hablará mañana,
sino la justicia, basada en la memoria. Y a la justicia más eterna y más
sagrada atañe perdonar quizás en nombre de todos los nuestros que murieron sin
haber hablado, con la paz superior de un corazón que nunca traicionó, pero
castigar terriblemente en nombre de los más valientes de los nuestros, mudados
en cobardes al degradar su alma, muertos desesperados que se han llevado en su
corazón devastado para siempre su odio a los otros y su desprecio a sí mismos (25).
Camus era partidario de introducir el lenguaje
de la moral en el ejercicio de la política, algo de lo que está muy necesitada también
en la actualidad.
Para gobernar bien no basta con
exigir orden, hay que gobernar bien para poner en práctica el único orden que
tiene sentido. No es el orden lo que refuerza a la justicia, sino la justicia
lo que da al orden su certeza (43).
Para entrar en la Resistencia contra los nazis
no fue suficiente con amar la patria, que
consiste en no quererla injusta, sino que hacía falta esa delicadeza de corazón que rechaza toda transacción, el orgullo (…)
y, en resumidas cuentas, la capacidad de decir no (45).
Camus propone una fórmula que hoy no sé si
tiene muchos seguidores/as y que algunas personas considerarían de poco
contenido ideológico: honradez
desprovista de ilusiones, prudente lealtad y obstinación en reforzar solamente
la dignidad humana (47-48).
Su rechazo del odio es una constante en estos
artículos. La ocupación nazi de Francia mostró el ejercicio razonado de ese odio. Hombres y mujeres aparentemente
razonables, eran funcionarios del odio y
la tortura. Camus mostró su preocupación por el odio, ese furor que nos quema el alma (84), que el hitlerismo había
dejado en las personas que lo habían combatido. Solo había una alternativa: transformar nuestro apetito de odio en deseo
de justicia (84), es decir, había que rehacer la mentalidad política. Su
rechazo a las ideas del instinto, que prefieren sentir a comprender, era total
y radical. Tras la entrada de VOX en el Parlamento andaluz sería buen momento
para reflexionar sobre esa revalorización del instinto, de las emociones y de
los sentimientos.
Paralelo a su rechazo al envenenamiento que
provocaba el odio era su rechazo a la violencia (incluidas las condenas a
muerte), a la legitimación de la violencia, a la violencia institucionalizada.
Un ejemplo de ello eran los campos de concentración, inaceptables totalmente
para Camus, incluidos los gulags soviéticos.
Por este motivo se decantó en favor de los movimientos por la paz desarrollados
en el plano internacional.
Puesto que no vivimos ya en tiempos
revolucionarios, aprendamos al menos a vivir el tiempo de los rebeldes. Saber
decir no, esforzarse cada uno en nuestro
puesto por crear valores vivos de los cuales no podrá prescindir ninguna
renovación, mantener lo que es válido, preparar lo que merece vivirse,
practicar la felicidad para dulcificar el terrible sabor de la justicia, son
motivos de renacimiento y de esperanza (164).
Su crítica al totalitarismo de derechas o de
izquierdas es también radical. Quien busca la totalidad lo hace a costa de
aplastar las diferencias y de convertir al adversario en enemigo, en
simplificarlo y, por consiguiente, en negarse a verlo o convertirlos en abstracciones
anónimas.
A lo largo de estas Crónicas se puede observar un alejamiento de Camus respecto del
Partido Comunista y de su defensa de la URSS en quien el autor apreció un
posicionamiento totalitario, que lo condujo hacia posiciones muy cercanas al
anarquismo. El rechazo al totalitarismo soviético que apreciaba en los campos
de disidentes soviéticos, en su convencimiento de estar en posesión de la
verdad, en que la revolución era una especie de necesidad histórica, en su
defensa de que el fin justificaba los medios y en su opción por el odio y la
muerte, llevó a Camus a posicionarse visceralmente en contra.
Un interesante ejercicio de reflexión y de
autonomía en el pensar que convierten a Camus en un pensador con plena vigencia
actual.
Coincido con que Camus es un pensador al que todavía podemos sacarle jugo para entender el presente. Aún hoy tenemos largo trecho respecto a rehacer la mentalidad política y sobre sensibilizar y sensibilizarnos para comprender cuándo decir no.
ResponderEliminarMuy de acuerdo contigo Vanessa, al menos yo tengo mucho que leer y aprender de él. En este libro me ha asombrado su clarividencia en dos temas: el rechazo de la venganza tras la ocupación nazi y el cuestionamiento del stalinismo en un momento de predominio del PCF.
EliminarEl ser humano rebelde es aquel que dice NO. Pero tienes razón, ¿cómo saber cuando decir no?
Camus siempre hizo reflexiones valiosas. Destaco entre las que recoges, el valor que da al perdón y el rechazo del odio. Y me parece muy pertinente en los tiempos actuales insistir en la rebelión más que en la revolución.
ResponderEliminarEl rechazo del odio, ese furor que nos quema el alma, resulta más difícil de llevar a cabo de lo que parece.
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