Compré
este libro porque he leído a las dos amigas,
más a Arendt que a McCarthy pero también de esta última leí hace tiempo El grupo, una novela que tuvo mucho
éxito cuando fue publicada en 1963. McCarthy es considerada como una gran
novelista y ensayista, de origen judío (una abuela suya lo era), se movió en
los círculos de la izquierda norteamericana mientras vivió en Nueva York. Fue
muy pronto crítica con el estalinismo y colaboró con varias revistas entre las
que destaca la Partisan Review, de la
que se alejó tras la II Guerra Mundial por las posiciones conservadoras que
adoptó la revista.
Entre
la década de los cuarenta y los cincuenta fue muy crítica con el reaccionario
senador McCarthy y su “caza de brujas”. Su posición ideológica la llevó a
participar en las campañas contra la guerra de Vietnam y contra los escándalos
del Presidente Nixon de la década de los setenta.
Arendt
es de sobra conocida como una de las pensadoras más influyentes del siglo XX.
Nacida en Alemania tuvo que huir de este país por su origen judío. Le fue
retirada la nacionalidad alemana en 1937 y fue apátrida hasta que consiguió la
nacionalidad estadounidense en 1951, diez años después de llegar a Estados
Unidos.
No
le gustaba ser considerada filósofa y afirmaba que sus estudios eran de “teoría
política”. Compartía una mentalidad de izquierdas con su segundo marido, el
poeta y filósofo comunista Heinrich Blücher que, muy pronto, fue crítico con el
estalinismo. Por su condición de mujer judía y de izquierdas se involucró
también en temas de actualidad destacando su famoso, y muy criticado por
algunos sectores, Eichmann en Jerusalén, publicado
en Estados Unidos en 1963.
Ambas se conocieron
en 1949 y su correspondencia empezó inmediatamente hasta la muerte de Arendt en
1975, veintiséis años que en este libro aparecen agrupados en seis partes.
Cuando murió Arendt, McCarthy fue su ejecutora literaria hasta su propia muerte
en 1989. Este libro fue publicado en Estados Unidos en 1996.
En esta
correspondencia encontramos mucho cariño y ternura entre ambas mujeres que en
sus cartas escriben sobre diversos temas: vida cotidiana sin descartar su
intimidad (parejas, amistades, servicio…), actualidad (especialmente temas
políticos), los manuscritos de sus libros que eran valorados y corregidos por
la otra amiga, libros de otros autores/as, viajes, arte, etc.
El rigor intelectual
que aparece en estas cartas es lógico dada la talla de su pensamiento, sin
embargo sorprende más adentrarse en las “pequeñas cosas” de la cotidianeidad
como son las dolencias físicas, las tareas domésticas, la vivienda, etc. (más
prolija en este sentido McCarthy que Arendt). La planificación de viajes por
separado o conjuntamente es otro aspecto interesante, McCarthy era una experta
en arte y la planificación del viaje que hicieron a Sicilia (p. 427-434) en
1971 es como para anotarlo como guía para visitar esta isla italiana.
Son ilustrativas sus
charlas sobre el mundo masculino: sus parejas (en el caso de McCarthy se casó
cuatro veces, dos Arendt), sus amigos, sus hijos (en el caso de McCarthy uno y
varios de su último marido), sus críticos, etc. Ambas construyeron una
hermandad llena de complicidad que se convertía en defensa de la amiga ante la
crítica de sus obras que en algunos casos fueron duras. Especial importancia
tienen en su correspondencia los ataques que recibió Arendt por su Eichmann en Jerusalén, respondidos, ante
la negativa de su amiga a hacerlo, por McCarthy. Curiosamente coincidió en el
tiempo con las críticas que recibió McCarthy por su novela El grupo.
Arendt
se negó a responder directamente porque consideró que la crítica a Eichmann en Jerusalén formaba parte de una campaña política; no es crítica y realmente
no tiene nada que ver con mi libro. (…) Yo escribí un informe y no hago
política, ni judía ni ninguna otra (239). Luego, Arendt escribió un ensayo,
muy interesante, sobre Verdad y política,
que implícitamente será una respuesta (245).
Ambas
amigas compartían sus manuscritos para saber la opinión de la otra que ambas
valoraban mucho puesto que no era un intercambio de cortesía sino que las dos
hacían una lectura minuciosa con alabanzas pero también críticas. McCarthy,
además fue una excelente correctora en el uso del inglés de Arendt.
Hay
multitud de comentarios, en ocasiones con enorme sentido del humor, de libros y
de autores/as que nos permiten conocer sus gustos y sus manías respecto a
numerosos personajes del momento como Sartre, Beauvoir, Bellow, Grass, Sontag,
Sarraute y otros muchos/as.
Esta
correspondencia es un diálogo entre dos mujeres unidas por una gran afinidad
electiva, preocupadas por su tiempo (macartismo, Vietnam, Nixon, Mayo del 68,
etc.) centradas en su obra, grandes lectoras y escritoras, interesadas por la
política, poco feministas aunque su empoderamiento personal es un ejemplo
feminista de la nueva mujer.
Dice
McCarthy:
El hombre, al parecer, no tiene el
menor sentido de la historia; cree que los males que ve a su alrededor son
todos nuevos (400).
Una
gratificante y rica lectura.
Leí este magnífico libro hace años, lo disfruté!!! No sé si son mucho o poco feministas, pero dieron buena cuenta de los hombres que había a su alrededor, no todos trigo limpio.
ResponderEliminarSe puede ser de muchas maneras feministas, así que estoy contigo que lo importante es su práctica.
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