Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

sábado, 23 de julio de 2022

CHRISTOPHE BOURSEILLER, Historia de la ultraizquierda. Espartaquistas, comunistas libertarios, situacionistas, neoanarquistas, zadistas, black blocs y otros enemigos del capital.

 


Este libro me lo «encontré» en una librería de Zaragoza y no pude resistir la tentación de comprarlo (es un libro editado por errata naturae en 2022). El autor es un francés llamado Christophe Gintzburger que firma el libro con el alias por el que es conocido.

La ultraizquierda, es decir, la izquierda de la extrema izquierda padece un mal difícil de curar: cuanto más pequeño es el grupo, más posibilidades existen de división. Este libro es una muestra sorprendente de ello. La mayoría de los grupos que desfilan por esta historia que abarca los últimos cien años (1920-2020) son marxistas, pero dedica también su atención al anarquismo, sobre todo el más próximo al marxismo.

Desde mi punto de vista, sus defectos principales son que se trata de un libro muy centrado en Francia, con referencias a los países más cercanos como Bélgica, Holanda, Alemania, Italia o España. Y en segundo lugar, no hace referencia al movimiento feminista de ultraizquierda que también tuvo un interesante recorrido en estos años.

Por lo demás es un muestrario de los sectores menos normativos de la izquierda más radical y alejada de posiciones de poder institucional. No obstante, hay comportamientos autoritarios, excluyentes, jerarquizados y de liderazgo que son sorprendentes por el reducido tamaño de los grupos y colectivos de los que habla y que se mueven en el ámbito mencionado en el subtítulo del libro.

El libro está dividido en cinco partes basadas en periodos cronológicos. La primera parte se desarrolla entre 1920 y 1939 y gira en torno a la posibilidad de una revolución mundial tras la revolución rusa. La segunda parte abarca los años de la II Guerra Mundial (1939-1945) y los intentos por salirse de los dos bandos enfrentados. La tercera parte se desarrolla entre 1945 y 1968 y gira en torno a la idea de que todo era posible, dedica atención a la revista Socialismo o Barbarie, a la Internacional Situacionista y al mayo del 68. La cuarta parte transcurre entre 1968 y el 2000 en un proceso de decadencia de los movimientos y colectivos anteriores. Y por último, muy brevemente, el periodo que transcurre entre el 2000 y el 2020.

Para mi ha sido un placer su lectura porque, aunque considero que la división de los grupos y colectivos no es positiva, sé que solo los grupos pequeños, sin afán de poder institucional, son un «semillero de ideas nuevas que se han ido gestando en los márgenes políticos» (p. 386).  Como señala el autor, ha sido en estos grupos, desdichadamente con escasa o nula presencia de mujeres, donde se han producido interesantes avances en los ámbitos de la filosofía, la historia o la sociología.


5 comentarios:

  1. ¿Entonces no había mujeres en los grupos para sentirse representados en ellos? ¿Hay grupos que representan la diversidad racial, étnica o territorial? ¿Hay grupos LGTB?
    Lástima. Si quieres saber porque se dividen yo te daré la respuesta porque estaban y están instalados en los límites frente a los semejantes que lo que les une a todos frente al poder y la opresión.

    Un abrazo

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    1. No había mujeres porque la mayoría de las organizaciones que consideras que eran unitarias, en realidad solo representaban a una minoría de hombres blancos. Es una falsa unidad que escondía exclusión de la mayoría.
      Abrazos.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. El problema no es la capacidad de ofrecer ideas nuevas, sino ideas que, además de nuevas, puedan tener un impacto en la vida real. Es decir, que sean puestas en prácticas. Un gran problema de esos grupos pequeños es su elevada irrelevancia en los procesos de transformación social

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    1. Pienso que sí es importante construir ideas nuevas, ideas que permitan una mirada que no sea normativa, que son las únicas que casi siempre se pueden poner en práctica.

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