Estos tres hombres por todos/as conocidos se han
convertido en el símbolo de la famosa cita de Proudhon, Destruam et edificaba. Destruir y edificar, una síntesis que evita
que la destrucción se convierta en simple terrorismo y el edificar en construir
sin un criterio de emancipación.
Por eso este año nos volvemos a reunir aquí
convocadas por una admirable mujer, Antonina Rodrigo, para recordar a tres
hombres cuyas muertes violentas simbolizan su lucha:
--Francesc Ferrer y Guardia. Una persona consciente
de que en el anarquismo es primordial el compromiso ético, es decir, que no
se pueden alcanzar unos objetivos acordes con los valores anarquistas tomando
unos caminos que los contradigan. En resumen,
que los fines nunca justifican los medios. Por la dimensión ética de la rebelión, que convierte la cultura y la educación en elementos fundamentales, fue ejecutado Ferrer
y Guardia en 1909.
Pero este 2018 vengo a hablar de mujeres que
estuvieron junto a estos tres hombres como compañeras de vida o que
compartieron ideales, proyectos y organizaciones. La coincidencia de que los
tres se unieran a mujeres francesas tan solo nos habla de la agitada vida de
exilio y expatriación que sufrieron por su activismo.
--Con Ferrer y Guardia, Teresa Sanmartí, su primera pareja; la maestra librepensadora Leopoldine Bonnard; Ernestina Meunier, que le dejó una importante fortuna con la que
financió diversos proyectos; y Soledad Villafranca, una mujer que se movió en
los ambientes del republicanismo y del anarquismo y que fue su última pareja.
--Con Durruti, Emilienne Morin, hija
de Stephen Morin, militante anarco-sindicalista. Emilienne militó en las
Juventudes Sindicalistas del Sena en París y, en 1924, se casó con el
anarquista Mario Cascari, del que se divorció dos o tres años después. En 1927
conoció a Buenaventura Durruti en la Librería Internacional Anarquista de
París, siendo su compañera hasta su muerte.
--Con Ascaso, la
anarquista francesa Berthe Faber, pareja primero del también anarquista Severin
Férandel con quien llevó la mencionada Librería Internacional Anarquista de
París. Después de la marcha hacia México de Férandel, se unió, también en 1927,
con Ascaso hasta su muerte.
Ninguna de estas mujeres
se conformó con cumplir con el papel que el discurso de género les destinaba
como madres y esposas en el espacio doméstico y fueron compañeras que
compartieron vida e ideas anarquistas con ellos, especialmente Emilienne Morin y Berthe
Faber, involucradas ambas en el proceso revolucionario que se inició en 1936.
En la revista MMLL,
Durruti
estuvo muy presente puesto que, en los diez números posteriores al inicio de la
guerra, hay seis textos dedicados a su recuerdo,
dos de ellos, poemas. De su compañera Emilienne Morin hay dos cartas
enviadas a la revista, la primera poco después de su muerte y la
segunda publicada en mayo de 1938 (nº 12). En ella afirmó lo siguiente:
Queridas compañeras:
Sigo con inmenso interés vuestro grandioso esfuerzo para hacer de
MUJERES LIBRES una de las revistas femeninas más hermosas del mundo (…)
Yo no he sido nunca feminista, el sentido que las sufragistas le
han dado a la palabra; pero vuestro movimiento es verdaderamente del puro
feminismo, social y humano, del que tiende a cultivar en la mujer todas sus
cualidades intelectuales y morales con frecuencia ignoradas por las mujeres
mismas. La mayor virtud femenina es la sensibilidad, y esta virtud (…) puede
servir a las mujeres modernas y libres para convertir a nuestras hermanas,
esclavas de sus propios prejuicios, en seres sanos (…), con el valor de mirar
la vida cara a cara y no a la sombra masculina.
En las filas de Mujeres
Libres (revista y organización) encontramos mujeres pacifistas en un contexto
difícil como fue la guerra civil. Es el caso de Amparo Poch y Gascón, de la que
estamos conmemorando el 50 aniversario de su muerte este 2018. Poch fue presidenta de la Liga Española de Refractarios
a la Guerra, pese a que no dudo en alinearse en el bando antifascista, afirmaba lo siguiente en 1937:
Apresurémonos a hacer una declaración:
Nuestra conciencia rechaza de plano la guerra; nuestro corazón no puede admitir
la violencia como razonable y justa en ninguna ocasión. Ningún acontecimiento
ha hecho vacilar nuestras convicciones refractarias a la guerra y seguimos
creyendo que ninguna es noble, es justa, es buena porque todas tienen, aun las
que en apariencia se hacen por móviles honrados, un verdadero motivo: el poder.
El poder es, según las ocasiones, la conquista de un territorio, de un
gobierno, la entronización de una familia, etc. etc. Y si se trata de guerrear
por el ideal..., la imposición sobre el mayor número posible de individuos, de
las normas de vida del grupo vencedor. He aquí la verdad.
Esta posición recuerda a la de otra mujer, Simone Weil, que llegó a Barcelona el 9 de agosto de 1936. Como escribió más tarde, lo único que la horrorizaba más que la guerra era permanecer en la retaguardia. Así, sin renunciar al pacifismo, no pudo evitar tomar partido por el bando en el que el sector anarquista había puesto en marcha una revolución social. Se enroló en las milicias de la CNT y fue a Pina de Ebro donde se incorporó a un pequeño grupo internacional dentro de la columna Durruti. Esto le permitió conocer de primera mano las opiniones de los y las campesinas sobre las colectivizaciones.
Esta posición recuerda a la de otra mujer, Simone Weil, que llegó a Barcelona el 9 de agosto de 1936. Como escribió más tarde, lo único que la horrorizaba más que la guerra era permanecer en la retaguardia. Así, sin renunciar al pacifismo, no pudo evitar tomar partido por el bando en el que el sector anarquista había puesto en marcha una revolución social. Se enroló en las milicias de la CNT y fue a Pina de Ebro donde se incorporó a un pequeño grupo internacional dentro de la columna Durruti. Esto le permitió conocer de primera mano las opiniones de los y las campesinas sobre las colectivizaciones.
De esta manera cerramos el círculo que
hemos abierto con los hombres que hoy homenajeamos aquí y que cerramos con las
mujeres que participaron en el mismo proyecto revolucionario inspirado por
ideas sindicalistas, anarquistas, feministas, pacifistas y ecologistas.
Y que mejor manera de hacerlo, para
acabar, que con un poema de una mujer, Lucía
Sánchez Saornil, dedicado a un hombre: Buenaventura Durruti.
Se trata
del “Romance de Durruti“, publicado en la revista MMLL en marzo de 1937 (nº 7). Un romance largo del que selecciono
un fragmento:
¡Durruti es muerto, soldados.
Que nadie mengüe su obra!
Se buscan manos tendidas,
los odios se desmoronan,
y en las trincheras profundas
cuajan realidades hondas
porque a la faz de la muerte
los imposibles se agotan.
---Aquí está mi diestra, hermano.
calma tu sed en mi boca,
mezcla tu sangre a la mía
y tu aliento a mi voz ronca.
Parte conmigo tu pan
y tus lágrimas si lloras.
Durruti bajo la tierra
en esto espera su honra.
Rugen los pechos hermanos.
Las armas al aire chocan.
sobre las rudas cabezas
solo una enseña tremola.
Durruti es muerto. ¡Malhaya
aquel que mengüe su obra!
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