Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

domingo, 23 de febrero de 2025

DESARROLLAR LA VIDA FUERA DEL GUIÓN


Charles Fourier afirmó en una ocasión que cuando la gente sentía, respiraba y desarrollaba su vida fuera del guion establecido, la emancipación estaba materialmente en marcha. Fue el caso de hombres y mujeres que, mucho antes del 19 de julio de 1936, ya sentían una «atracción pasional» por organizar su vida social sobre la base del apoyo mutuo, la cooperación, la libertad y la igualdad. En esa ocasión lo hicieron «a lo grande» y por ese motivo nos atraen tanto los «momentos» revolucionarios vividos por miles y miles de personas durante meses (e incluso años, por lo menos tres) en este país.

Pero, esa práctica emancipatoria no ha sido excepcional y se ha producido en otros muchos lugares y en otros tiempos. Sin salir de Europa aún a riesgo de que nos acusen de eurocéntricas: la revuelta de los esclavos de Espartaco, la revolución francesa de 1789 (en sus experiencias populares), la comuna de París, los soviets de la revolución rusa (1905 y 1917), los espartaquistas en la Alemania de 1919, Nanterre durante Mayo de 1868, el 15 M en algunos países europeos y en otros lugares del norte de África y EEUU, y tantas otras experiencias que me dejo y que son igualmente destacables.



Fue Walter Benjamin quien habló del «instante mesiánico», señalando que cada instante puede acoger la plenitud del tiempo mesiánico, que no hay ningún momento que no lleve consigo la oportunidad de revolución y que esta puede interrumpir la catástrofe del progreso. Fue también Benjamin quien no se amilanó ante el hecho de que todos estos «momentos» revolucionarios fueran derrotados y planteó la necesidad de recuperar esa genealogía de los vencidos y traerlos al presente para disponer de futuro.

Hannah Arendt describe la importancia de rescatar ese itinerario de los vencidos con la ayuda de una imagen magnífica, la del pescador de perlas que va al fondo del mar para arrancar en la profundidad perlas y corales y llevárselas, como fragmentos del mundo submarino, a la superficie del día. Benjamin propone esa inmersión en las profundidades del pasado para traer a la claridad del día, fragmentos y acontecimientos de tantos «momentos» revolucionarios como se han producido y han sido negados por los vencedores.



Kristin Ross identifica muchos de esos «momentos» con la forma-comuna, poniendo el foco en el conflicto entre el Estado y las comunas, en realidad entre el Estado y cualquier otro tipo de organización de la vida política, cualquier clase de inteligencia política alternativa, cualquier modelo diferente de comunidad. Las comunas y su forma de vida florecen en la medida en que retrocede el Estado, cuyo papel es gestionar todas las esferas de las sociedades al tiempo que mantienen su dominio y lo perpetua.

Algunos hilos recurrentes y reconocibles, según Ross, de la forma-comuna son:

1.     El espacio-tiempo de la forma-comuna está anclado en el arte y la organización de la vida cotidiana, y ligado íntimamente a la responsabilidad adquirida respecto a los medios de subsistencia. Por ello requiere de una intervención pragmática en el aquí y ahora, y un compromiso de trabajo con los ingredientes y elementos del momento actual.

2.     Un entorno local, vecinal o delimitado. Las dimensiones espaciales y temporalidades distintivas de la forma-comuna se despliegan junto con un Estado distante, desmantelado o en desmantelamiento, cuyos servicios son considerados superfluos por un grupo de personas, que han decidido hacerse cargo ellas mismas de sus propios problemas.

Cuando las cuestiones que afectan a la existencia (la crianza, los residuos, el combustible, los alimentos, etc.), y en especial a la subsistencia, dejan de estar limitadas al plano individual o familiar, y cuando el poder no emana de una ley, sino que proviene de la iniciativa directa de los de abajo gestionando sus asuntos en común, estamos ante una «toma de la vida», descartando la tradicional «toma del poder» que tantas distopias ha provocado en el pasado en nombre de la revolución y de la emancipación[1].

 Laura Vicente 



[1] Sirva este texto, que pretendía ser reseña, aunque no lo logre, para recomendar dos libros: Kristin Ross (2024): La forma-comuna. La lucha como manera de habitar. Virus, Barcelona; y Michael Löwy (2015): Judíos heterodoxos. Romanticismo, mesianismo, utopía. Anthropos y Universidad Autónoma Metropolitana, Barcelona y Iztapalapa.

 

 

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