OS
CUENTO…
13 y 20 de
agosto 2023
Estas dos
semanas el calor se ha hecho omnipresente, por fortuna no tengo obligaciones
que hagan necesario salir mucho de casa, así que lo reduzco a las caminatas
matinales (como amanece más tarde, pillo algo más de fresco), tardear el fin de
semana, alguna cena y poco más. El cambio climático es una realidad que me
preocupa y que no percibo que se vaya a convertir en un planteamiento
colectivo. ¿Lo vemos todavía lejano y abstracto? No es solo que las altas
temperaturas nos afecten, son los incendios, la reducción de producción
agrícola por la sequía (como ejemplo el aceite o el vino), el encarecimiento de
los precios, etc. Como el mundo es global, eso lo sabe sobre todo el neoliberalismo,
en otros continentes las cosas irán peor de lo habitual.
¿Lo peor?
Los Gobiernos no hacen nada. Ni entra en sus planes dar malas noticias, ni
tienen capacidad para resolver problemas serios.
La victoria de Milei en Argentina ha puesto en el candelero el concepto de anarcocapitalismo: combinación híbrida de la violencia gubernamental y la uberización ilimitada de la vida. El Estado desaparece, pero no se contradice con el autoritarismo que puede llegar a practicar, es su mensajero: la máscara de la llamada economía colaborativa que, al poner en contacto a profesionales y usuarios de manera directa por la vía de plataformas tecnológicas, pulveriza cada día un poco más toda fijeza regulada.
Para que prospere el anarcocapitalismo no hace falta votarlo, aunque hay quienes lo votan.
Para entender su significado es importante diferenciar el «anarquismo de hecho» del «anarquismo de conciencia». El anarcocapitalismo es «de hecho» da por descontado que el Estado ya ha muerto, dado que no es otra
cosa que la envoltura de protección de las diversas oligarquías que se reparten
el mundo. El mundo social está condenado a una horizontalidad de abandono
(hospitales y escuelas cerradas, privatización y subcontratación de correos,
limpieza agua, basuras, etc., generalización de la «flexibilidad» laboral, multiplicación de los
contratos de duración determinada en la función pública -sobre todo en la
enseñanza-, desigualdad cada vez mayor en el acceso a la atención de la salud y
la enseñanza… son algunos síntomas).
Otro día os
hablo del «anarquismo de conciencia».
Leo un libro de Catherine Malabou, que
me ilumina sobre estos temas, se titula: ¡Al Ladrón! Anarquismo y filosofía.
Me han hablado muy bien de la película:
Gotland. Pero no
la he visto.
Con las series deambulo en el
entretenimiento sin más. Y escucho estos días a Amy Winehouse (como la echo en
falta)
Las fotografías son de viajes hechos con anterioridad a 2023.
En cuanto a la foto, a los negacionistas del cambio climático dirán: fijate si ya hacia calor hace cientos de años, que pintaban de blanco sus fachadas y las calles eran extremadamente extrechas para que dieran sombra, los negacionistas tienen justificación para todo, te has ido a Argentina, lo mismo o casi, todo llegará, lo vemos en nuestra casa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como me decía un amigo hace unos días las opciones que tenemos en España son: neoliberalismo con vaselina o neoliberalismo a la brava.
EliminarNegacionistas o no, nadie hace nada y a esta situación han contribuído (y lo siguen haciendo) los de la vaselina.
Un abrazo.