Hoy día 4 de junio, hace 149 años, nació Teresa
Claramunt Creus. He escrito muchas veces sobre esta mujer: dos libros, muchos
artículos, pequeños textos. He dado múltiples conferencias sobre ella, a veces
hablando solo de su biografía personal y social, otras veces como pionera
dentro de la genealogía del feminismo anarquista y, en otras ocasiones,
comparando su trayectoria con la de otras mujeres.
La biografía[1]
que hice sobre ella fue el inicio de un largo camino en mi manera de entender
la investigación histórica que llevo recorriendo desde entonces. Aunque
conocemos muy pocos datos sobre su vida personal, despuntan algunos aspectos
que me gustaría recordar en este aniversario.
Teresa Claramunt fue una niña obrera que conoció los
talleres y las fábricas textiles desde los diez años. Esos espacios de trabajo
poco higiénicos, agotadores, llenos del ruido de los telares de lana que
soltaban polvo en suspensión irrespirable, se encarnaron, como no podía ser de
otra forma, en ella. Siempre integró en su cuerpo los sufrimientos, los
dolores, el cansancio y, también, los saberes que germinaron en su constitución
de mujer rebelde.
Muy pronto fue consciente que las mujeres sufrían
una explotación peculiar y diferenciada de sus compañeros y, a la vez, que los
hombres no las consideraban relevantes en la lucha sindical, como mucho,
obreras subalternas que era mejor que permanecieran calladas. Por eso, desde
muy joven contribuyó a constituir espacios sindicales de cordialidad, no mixtos,
donde encontrarse con otras obreras para vivir la experiencia de la lucha
igualitaria en una sociedad de clases y patriarcal desigualitaria.
Desde su incipiente anarquismo creció como oradora y
propagandista de la mano de su pareja, Antonio Gurri. Su popularidad creció en
el contexto de los 1º de Mayo revolucionarios con el referente de los Mártires
de Chicago que la convencieron de la pertinencia de su lucha. Ella hablaba
desde su cuerpo de obrera, desde su vida, desde su existencia y entre sus
palabras encontraba a otras mujeres y hombres enamorados de la idea de la
emancipación humanitaria.
Construyó una «familia» peculiar formada por amigas
con las que recorría los barrios hablando de librepensamiento, de la opresión
de las mujeres, de la explotación de hombres y mujeres, de anticlericalismo, de
educación, de autonomía, de la anarquía. Sus palabras volaban y se convirtió en
una mujer peligrosa: empezaron las detenciones, la cárcel, la tortura,
Montjuïc, la expatriación, la exclusión de una sociedad que no tenía hueco para
mujeres como ella. Y todo este caudal de experiencias seguía siendo encarnado
mientras perdía a sus hijos/as (hasta cinco) por la alimentación deficitaria,
los trabajos mal pagados, las estancias en la cárcel, la precariedad.
Fue una entusiasta del amor libre y lo practicó por
consecuencia con sus sentimientos y sus ideas cuando la mayoría de los hombres
no entendía qué quería aquella mujer con su eterno moño de tejedora aunque ya
no pisaba las fábricas de telares. Cuando su cuerpo vulnerable ya no le
permitió trabajar, vivió en casa ajenas (aunque de compañeros/as de ideas) a
cambio de ayudar y educar a sus hijos/as, ella que no era maestra de oficio
sino maestra de la vida.
Hace 159 años de su nacimiento, sin embargo estos
trazos de su vida son tan actuales en el siglo XXI que nos desconciertan.
Dejemos que esta mujer nos descoloque y nos haga pensar en la necesidad de que
buceemos en su postura ante la vida que supo vivir con consecuencia, es decir,
asumiendo también sus muchas contradicciones y sus errores.
[1] Laura Vicente Villanueva (2006):
Teresa Claramunt (1862-1931). Pionera
delfeminismo obrerista anarquista.Madrid, FAL.
Estupendo texto has hecho una hermosa semblanza de una persona que seguramente conoces tú más que nadie por lo que tanto te ha aportado y por lo que tú has aportado a su conocimiento siendo casi una desconocida.
ResponderEliminarUn abrazo