Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

martes, 13 de febrero de 2024

LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA

 



Ya habréis adivinado por el título que voy a hacer referencia al texto de Étienne de La Boétie[1], un texto que he leído muchas veces, la última hace un par de semanas. Volví a leerlo porque me asombra ver a partidos políticos que dicen que la política es negociación y pacto y que eso justifica el decir sí a lo que ayer dije que no, haciendo de «la necesidad virtud». No importan las promesas hechas en campaña electoral, se dicen muchas cosas para atraer el voto y todo el mundo lo sabe y lo comprende.

Pero por encima de todo, me llama la atención que quienes votan, personas que se consideran de «izquierdas», acepten la mentira tranquilamente y comprendan que hay necesidades superiores (por ejemplo, amnistiar a malversadores de dinero público que no invirtieron en sanidad o en enseñanza o en afrontar la sequía o tantas otras necesidades de la mayoría de la población) que justifican el engaño. Que se haga desde la derecha no es sorprendente, pero que personas que se consideran de izquierdas justifiquen la mentira para olvidar lo que hizo un partido de derechas en su tarea de gobierno resulta pasmoso.

No confío en la clase política, mucho menos en el Estado y sus aparatos de control, dominación y castigo, por eso no voto. Aunque procuro mantenerme ajena a la política institucional, no puedo evitar el asombro ante la confianza de quienes votan mostrando un comportamiento sumiso y dócil ante un sistema político cada vez más degradado.

Pero pasemos a hablar de un opúsculo inspirador que no es de extrañar que resultara atractivo a las mentes despiertas de los y las anarquistas de finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX y que era habitual en las pequeñas, pero bien nutridas, bibliotecas de los obreros y obreras.

En el siglo XIX, cuando arraigó el anarquismo en España, la escritura marcaba una diferencia de clase: se abría una brecha entre hablantes y escribientes, iletrados y letrados. No dominar la lectura y la escritura era percibido por las clases trabajadoras como una carencia, el anarquismo batalló para llenar ese vacío partiendo, muchas veces, del autodidactismo. No es raro, por tanto, la proliferación de escritores y escritoras dentro del mundo ácrata, así como la fundación de periódicos y revistas. Donde había anarquistas había periódicos y, por tanto, obreros y obreras «ilustradas».

¿Qué les pudo resultar atractivo, a anarquistas españoles, de un texto escrito en el siglo XVI? Hay un aspecto crucial que puede dar una explicación a esta pregunta, la lucha de emancipación la entendía el anarquismo también como autoemancipación de los dispositivos de poder, de los prejuicios, de la ignorancia, de las trabas que oprimían potencialidades y que se expresaban en actos comunes y cotidianos. La anarquía no era un lugar donde llegar gracias a una consecuencia lógica o científicamente deducible, sino una búsqueda a través de la lucha colectiva, pero también de una lucha en la construcción cotidiana para acercar lo máximo posible la brecha entre fines y medios.

En ese contexto, era normal el interés por La Boétie que reflexionaba acerca de las motivaciones de la dominación y de la tiranía. Este autor señaló tres causas de la servidumbre voluntaria, antítesis del deseo de autoemancipación ácrata: en primer lugar, la costumbre y la educación, en segundo lugar, la corrupción, y por fin, la violencia. El centro de la reflexión era la libertad, (…) un bien tan grande y placentero, que el perderlo es causa de todos los males (…). La libertad era entendida como un elemento natural, al que muchos seres humanos renunciaban sometiéndose al poder. El tirano era astuto y sabía cómo embrutecer a sus súbditos para lograr esa renuncia a la libertad.

La pregunta que se hacía La Boétie es plenamente actual y tiene que ver con el estupor que le causaba que la mayoría obedeciera a uno solo y quisiera servirle. La renuncia a la libertad se producía según La Boétie, muchas veces, sin necesidad y siempre suponía una degradación y la pérdida de humanidad de la persona. Si las personas no podían afrontar el hecho de su propia libertad siempre creerían y confiarían en redenciones venidas desde fuera y la humanidad permanecería alienada si no encontraría el camino para vivir en libertad.

Hay alguna luz para rechazar la servidumbre. Según La Boétie, la amistad, que siempre era igualitaria, era clave para desarrollar el amor mutuo. Los libros y la ciencia eran también claves puesto que daban al ser humano el sentimiento de sus derechos y el odio a la tiranía. Por tanto, era fundamental mantener la mente despejada y el espíritu clarividente, tomándose la molestia de pulirla por el estudio y el saber.

No creo que hayamos avanzado mucho, sino retrocedido, en esa búsqueda de la clarividencia manteniendo la mente despejada que proponía La Boétie. El estudio y el saber se ven sobrepasados en la actualidad por una masa no filtrada de informaciones que embotan por completo la percepción provocando, incluso, perturbaciones psíquicas.

El ruido del «enjambre digital», como señala Byung-Chul Han[2] es constante y se refleja en individuos aislados que no desarrollan ningún «nosotros», que no marchan en una misma dirección, no se manifiestan en una sola voz, son fugaces y por ello no desarrollan energías políticas ni cuestionan las relaciones de poder dominantes.

Los representantes del pueblo no se perciben como peones del «pueblo» sino del sistema (de ahí las revueltas reaccionarias antisistema). Caminamos a una democracia desideologizada (por eso da igual decir hoy lo contrario de lo que se dijo ayer, las ideas son irrelevantes) en la que los políticos son sustituidos por expertos que administran y optimizan el sistema. Ese es el motivo por el que los representantes y los propios partidos políticos se hacen superfluos abriendo el camino a individualidades que los sustituyen (tipo Trump, Milei, Putin, Bukele y tantos otros).

Volviendo al inicio, cada cual que piense sobre la relevancia de la mentira y del engaño de la clase política, de la desideologización y de los motivos por los que sobra la pregunta del por qué, ante el es así. ¿Nos dirigimos a una tiranía cotidiana y de baja intensidad que presenta la servidumbre voluntaria bajo los ropajes de la seducción en medio del ruido del enjambre que Le Boétie no pudo ni imaginar?

 Laura Vicente



[1] La última edición que conozco es la siguiente: La Boétie, Étienne de, Discurso de la servidumbre voluntaria. Barcelona, Virus, 2016.

[2] Han, Byung-Chul, En el enjambre, Barcelona, Herder.

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