Muchas
cosas se me hicieron nítidas cuando pude diferenciar ideas de ideología. Igual
quien me lee lo ha tenido siempre claro y piensa que es una simpleza lo que
planteo: la oposición entre idea e ideología, o como dice Furio Jesi: «entre la
epifanía inmediata de la idea y su endurecimiento en el canon ideológico, por
lo tanto, entre novedad y continuidad (…)»[1].
Las
ideas se localizan en el centro de la experiencia, de la vida, y de una
conducta que antes no existía, son hechos nuevos que, además, aportan novedad,
hechos subversivos en el devenir de la historia. Cuando las ideas se acartonan,
se convierten en eslóganes es cuando se trocan en rígida ideología; de fuerza
subversiva que eran al principio se convierten en paradigma; de realidad en
movimiento en cartón piedra. Las ideas pasan a ser fórmulas ideológicas que han
perdido novedad y capacidad subversiva, las ideas se someten, relativizan la
subversión.
La
ideología modeliza la lucha, establece un canon que conlleva acciones a largo y
a corto plazo tanto en el aspecto organizativo como en lo referente a objetivos
y formas de lucha. Estas acciones son llevadas a cabo (impuestas en el peor de
los casos) por quienes tienen «conciencia» de cómo cambiar una situación
política, social y económica. Las personas «conscientes» elaboran planes
tácticos y estratégicos considerando las relaciones de causa y efecto en un
tiempo histórico lineal. La lucha modelizada, normativizada, encajonada y anquilosada,
transmite rigidez a las ideas (convirtiéndolas en eslóganes ideológicos
repetitivos), articula propuestas que responden al modelo, pero no
necesariamente a la realidad.
Las
ideas que antes estaban en continuo movimiento, llenas de vida innovadora, que subvertían
la realidad «escuchada» sin plan previsto, que sacudían el universo semiótico,
que reordenaban cuerpos y voces, que redistribuían espacios y gestos, ahora se
convierten en cemento pesado y rígido. Las ideas ya no las alimenta la vida, la
experiencia, lo ordinario, lo común. Las verdades precarias se convierten en «la
verdad», las gentes que comprometen su individualidad en acciones de cuyas
consecuencias nadan saben, pasan a ser militantes (del latín militans que significa «el que se adiestra
para la guerra»).
¿Qué es hoy el anarquismo? ¿Semillero de ideas
nuevas o ideología rígida que canoniza las ideas del pasado convertidas en
dogma, en doctrina?
Laura Vicente
[1] Furio
Jesi (2014): Spartakus. Simbología de la revuelta. Buenos Aires, Adriana
Hidalgo Ed., p. 17.
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