Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

domingo, 13 de diciembre de 2015

W.G. SEBALD, Sobre la historia natural de la destrucción

Supe de este libro tomando café con una compañera y un compañero de trabajo con los que habitualmente hablamos de libros, es nuestro punto de afinidad principal. Me sorprendió el título, que hace referencia al orden natural de las ciudades durante las semanas que seguían a un raid aniquilador (44), por ejemplo al aumento de criaturas parasitarias que proliferaban en los cadáveres desprotegidos, la desaparición de calles que quedaban inundadas pronto de vegetación, etc. Pero también considera como fenómeno natural la vida social, así que no me acaba de quedar claro el título.



En 1982, Sebald entregó un artículo titulado Luftkrieg und Literatur, que luego pasó a ser la base de unas polémicas conferencias dictadas por el mismo autor en Zurich con el mismo nombre (“Guerra aérea y literatura”), en el otoño de 1997. El compendio de estas conferencias es lo que fue recogido en este libro, junto con un apartado dedicado al escritor Alfred Andersch, en total, junto con una advertencia preliminar y las notas, 158 páginas publicadas en castellano en 2003.

Literatura que se acerca más al ensayo que a la narración de ficción, incorporando también fotografías. Esta obra explora las dimensiones que alcanzó la destrucción de las ciudades alemanas en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, y (…) los horrores que acompañaron a esa devastación (13). Un aspecto sistemáticamente ignorado en la propia Alemania dada la escasa producción literaria y/o histórica al respecto.

Solo la Royal Air Force arrojó un millón de toneladas de bombas sobre 131 ciudades, algunas de las cuales atacadas repetidamente fueron totalmente arrasadas. Unos 600.000 civiles fueron víctimas de la guerra aérea en Alemania, tres millones de viviendas destruidas que provocaron que siete millones y medio de personas quedaran sin hogar. Toda esta información aparece en la primera página, la 13. Sin embargo, esta aniquilación sin precedentes en la historia solo fue recordada en forma de vagas generalizaciones, quedó excluida en gran parte de la experiencia retrospectiva de los afectados y no ha desempeñado nunca un papel digno de mención en los debates sobre la constitución interna de nuestro país (14).

Este es el punto de partida del libro, que reflexiona sobre cómo los bombardeos de ciudades como Hamburgo, Dresde, Berlín y otras, se convirtió en un tabú colectivo, olvidando no solo estos hechos sino los doce años de envilecimiento de la sociedad alemana. El caso del escritor Andersch sería un ejemplo de la fuerte influencia nazi en escritores que no se reconocen como tales.

La desmemoria sobre estos bombardeos tan devastadores puede ser interpretada como la aceptación del atroz castigo por los años de nazismo y guerra, como una especie de vía de redención. Sin embargo el efecto puede ser el contrario, al crearse un vacío en la memoria, no se asume la responsabilidad de aquello que provoca tan desmedida respuesta, olvidar la destrucción para centrarse en la reconstrucción puede ser digno de alabanza si no fuera porque es una manera de enmascarar y olvidar el pasado, de caer en la ceguera para esquivar lo ocurrido, de orientar a la población exclusivamente hacia el futuro y la obligó a callar sobre lo que había sucedido (17).

El olvido no fue compensado por la literatura de la posguerra que reflejo escasamente estos sucesos, de ahí que se hable de la autoanestesia de una comunidad (21).
La muerte por el fuego en pocas horas de una ciudad entera, con sus edificios y árboles, sus habitantes, animales domésticos, utensilios y mobiliario de toda clase tuvo que producir forzosamente una sobrecarga y paralización de la capacidad de pensar y sentir de los que consiguieron salvarse (34).
Cuestiona la memoria histórica por su insuficiencia, poca fiabilidad y vacuidad, no se fía de la forma en que se articulan los recuerdos y por ello piensa que no fueron un factor digno de mención en la conciencia pública de la República Federal (89).


Llama la atención la descripción de la destrucción de Hamburgo, poniendo de manifiesto su excelente estilo en el que combina la sensibilidad ante el dolor de otras personas con la brillantez de su prosa. Sebald hace algo más que una narración de sucesos, explora el alma humana, su sufrimiento, su forma de afrontar la desgracia, su forma de olvidarla para reconstruir (se). Al hilo de sus reflexiones nos va proponiendo diversos autores y obras: novelas, cine, ensayos, etc. Una obra interesante que desvela unos hechos desconocidos y que nos plantea múltiples interrogantes.

4 comentarios:


  1. Me quedo con: "...explora el alma humana, su sufrimiento, su forma de afrontar la desgracia, su forma de olvidarla para reconstruir (se)."

    Destruir(se) es relativamente fácil,
    lo difícil es (re)construir(se)...
    (pero, por encima de todo, terriblemente hermoso).

    Besos domingueros!!

    ;)

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    1. Estoy muy de acuerdo con lo que comentas, destruir es fácil y rápido por desgracia.

      Besos!!

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  2. Parece que entre los humanos perdura más el obstinado propósito de salir adelante a toda costa que mantener viva la historia. Un beso.
    Leo Voces de Chernobil y hallo el mismo deseo común de olvidar el sufrimiento.

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    1. No debería ser incompatible, si lo es indica que algo no se ha digerido y luego rebrota de nuevo. En Chernobil es posible que los y las hijas o nietas reclamen el recuerdo u otras cuestiones (reparaciones económicas, etc).

      Un beso.

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