Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

martes, 23 de junio de 2015

CAMPOS DE CONCENTRACIÓN Y SS EN EL 70 ANIVERSARIO DEL FIN DE LA II GUERRA MUNDIAL

EUGEN KOGON, El Estado de la SS. El sistema de los campos de concentración alemanes.


Llegué a este libro a través de Primo Levi en su obra, Si esto es un hombre. Buchenwald fue el primer lager que cayó intacto en manos de las tropas aliadas. Los servicios de inteligencia norteamericanos (el Intelligence Team de la Psychological Warfare División) llegaron a este campo con la intención de estudiarlo y presentar un informe. Pronto comprendieron que a las personas ajenas no les sería posible comprender ni valorar las complicadas relaciones internas del lager y que el informe debería  hacerse en estrecho contacto con prisioneros del campo. El nombre de Kogon, sociólogo y especialista en ciencias políticas, formaba parte de una lista de personas recomendadas que había sido entregada a los norteamericanos por emigrantes que se encontraban en Estados Unidos y a él le encomendaron la tarea de elaborar dicho documento. Su informe fue una descripción minuciosa de Buchenwald, campo en el que estuvo prisionero seis años, constaba de 400 páginas mecanografiadas que contenían un informe principal de 125 páginas elaborado por Kogon, y cerca de 150 informes de distintas personas a las que se les había pedido una opinión basada en sus experiencias. Entregado el informe se le recomendó a su autor que lo reelaborara como libro ampliándolo a todos los campos de concentración. El Estado de la SS se convirtió, desde su publicación en 1946, en una obra de referencia que fue utilizada en los juicios de Nuremberg. Reeditada con éxito en 1977, continúa siendo una obra imprescindible. No estamos ante un estudio histórico al uso, más bien tiene un carácter sociológico en el que el contenido humano, político y moral destaca por encima de otros aspectos más académicos.


Eugen Kogon nació en 1903 y murió en 1987 en Alemania, hijo de madre soltera de origen ruso-judío, fue entregado en acogida a una familia que lo educó en centros católicos. Su ideología combinó el cristianismo con el socialismo, hombre de vocación humanista, se opuso al régimen nazi, sufriendo su tercer y definitivo arresto por la Gestapo en Viena, cuando la anexión de Austria (marzo de 1938). En septiembre de 1939 fue internado en uno de los mayores campos de concentración del Tercer Reich, el de Buchenwald (en las proximidades de Weimar, Turingia); su confinamiento se prolongó hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Per me si va nella città dolente.
Per me si va nell’eterno dolore.
Per me si va alla perduta gente.
Lasciante ogni speranza voi ch’entrate!
(A través de mí se va a la ciudad doliente.
A través de mí se va al eterno dolor.
A través de mí se va al pueblo de los perdidos.
¡Abandonad toda esperanza, los que entráis!)

El infierno de Dante sería una excelente metáfora del mundo del lager, del otro mundo, sobre el que reflexiona  Kogon en un primer capítulo, titulado “El terror como sistema de dominio”, que incorporó en 1948. El terror es considerado como método de violencia que salta por encima del Derecho y corrompe cualquier idealismo, si es que el nazismo llego a tenerlo alguna vez. El estado de pánico deja desamparado al ser humano y lo vence, creando la verdadera relación de superioridad e inferioridad. El autor afirma que las masas no reaccionan ante una ilimitada aplicación de violencia y si lo hacen es individualmente y según sus intereses. 
Los 24 capítulos restantes son un recorrido minucioso sobre los fines y organización del Estado por parte de la SS, así como el tipo de vida de éstos y el mundo de los campos en los que reinaban: organización, clases, prisioneros, el trabajo, los castigos, la alimentación, las condiciones sanitarias, las instalaciones especiales, etc. Estos capítulos son esencialmente descriptivos, minuciosos, templados y, sin embargo, dibujan un mapa del horror difícil de olvidar  y que impacta. Los campos iban mucho más lejos en sus objetivos que la mera explotación de los prisioneros como esclavos, pretendían destruirlos y reducirlos a una condición inferior a la del ser humano, degradarlos, bestializarlos y convertirlos en despojos sin alma que se dejaran conducir al matadero como las bestias.
Tras la descripción detallada de los campos, Kogon concluye con tres capítulos magníficos en los que reflexiona sobre la psicología de la SS, de los prisioneros y la actitud del pueblo alemán hacia los campos.
El esquema psicológico de los miembros de la SS respondía a unos contenidos de la conciencia, precisos, dogmáticos, simples y sin elaborar. Eran hombres en los que no hacía ningún efecto la razón ni los ideales auténticos, eran unos bárbaros sin cultura, es decir, sin capacidad crítica, quizás por ello practicaban la doble moral sin pudor y desde su conciencia de señores, de élite, todo tenía que suceder según su voluntad, mostrando un desmesurado afán de poder.
La mediocridad, tanto si residía en la inteligencia, en el espíritu, en la voluntad, en la fantasía como en la múltiple socialización de las cualidades del alma humana, llevo a esas personas a la SS, y allí, afirmando su superioridad, encontró cobijo; la mediocridad las mantuvo en la SS y las empujó de vicio en vicio, de crimen en crimen. El comportamiento de cada uno de los miembros de la SS, independientemente de su graduación, era característico de este comportamiento básico y del sistema (p. 455).
La psicología de los prisioneros era sometida desde la entrada en ellos a una prueba terrible: Los campos de concentración trituraban las almas de sus víctimas como piedras de molino. ¿Quién era el que podía salir inmune de este proceso? No hubo nadie que saliese igual que entró (p. 457). Kogon describe cómo se producía la adaptación al campo o la muerte;  que la supervivencia era el resultado de un conjunto de circunstancias y que no era solo producto de un esquema simplista basado en la inteligencia, la voluntad y el espíritu. Soportar el proceso de profunda humillación y degradación personal al llegar al campo constituía la primera selección. En tres meses se producía un desmoronamiento espiritual y físico que conducía a la muerte o el suicidio, a la adaptación a la degeneración del campo o a dominar la situación si se demostraba la suficiente fortaleza de carácter… realmente se necesitaba mucho tiempo para que el espíritu, arrancado de un mundo firme, pudiese hallar su mundo de gravedad interno en el mundo salvaje, a vida o muerte, en el que había sido arrojado (465).
Sobre si el pueblo alemán sabía o no sabía el horror de lo que sucedía en los campos, sobre las razones políticas, religiosas o psicológicas por las que arraigó una ideología como el nazismo y sobre la nula reacción del pueblo alemán, como pueblo, a la injusticia, son los pivotes sobre los que gira el último capítulo de este excelente y necesario libro.
Kogon quiere testimoniar lo sucedido en el Estado de la SS y en los lager para que nunca pueda repetirse algo similar:

¡Qué Dios libre al mundo en el futuro, después de semejantes ejemplos, de todos los profetas que nos hablan de la “lucha por la existencia”, esto es, de trasladar la ley de la selva a la sociedad humana (p. 464).

8 comentarios:

  1. Como creo que te dije, estoy leyendo a Primo Levi, "Si esto es un hombre", durante algún tiempo no quiero leer nada relacionado con el tema que Primo Levi refleja tan dramáticamente, hay que tomarse un pequeño respiro, tomar aire profundamente y pensar que aquello no volverá a repetirse, pero cuando uno escucha que ya hay más refugiados que durante la segunda guerra mundial y ve el desprecio que Europa hace, uno deja de creer en la bondad del hombre, si es que alguna vez la hubo.

    Un abrazo.

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    1. Estoy convencida que puede volver a repetirse. Y puede repetirse de forma similar. Me parece que el tema de los refugiados es muy grave pero el holocausto es un nivel superior.

      Abrazo!!

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  2. Historia de vida (y sufrimiento) en un trozo de historia... testimonio... "para que nunca pueda repetirse algo similar"... aunque como dice 'Emilio Manuel', cdo un@ ve, lee, escucha... las historias de vida que siguen sucediéndose a lo largo de la historia... :(

    Besos y abrazo!!!

    ;)

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    1. Te remito, pues, a la respuesta a Emilio. No hay nada comparable al holocausto. Cuando lees a Primo Levi o a Kogon, creo que es evidente.

      Besos!!

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  3. El estado se fortalece cuando las estructuras sociales se debilitan, los ciudadanos se desentienden de sus actos y ceden el poder, los nazis lo tomaron con la aquiescencia de la mayoría de una población que no quiso saber ni exigió responsabilidades. Cuestión ésta que me llena de desesperanza en cuanto a la posibilidad de que no se repitan holocaustos semejantes. Un beso,

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    1. No lo veo tan claro. No me parece que las estructuras sociales se debilitaran en los años 30. Igual que ahora... ¿tú crees que se han debilitado las estructuras sociales en los tres países que ha ganado las extrema derecha en las europeas: Gran Bretaña, Francia y Dinamarca?

      Un beso.

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    2. Creo que pasados 75 años desde el final de la II Guerra mundial, Ha desaparecido la consideración hacía los inmigrantes, con la generación que fue testigo directo de las consecuencias del fascismo. Un pilar fundamental de la estructura social. Y de como combatientes llegados de todas partes del mundo, lucharon contra el ejercito nazi Pakistanies, Hindues, Keniatas defendieron Gran Bretaña en todos los frentes y ahora se cumplen 15, desde que la Tatcher abandonó el poder. Y a lo mejor es causa de que l mayoría de los votantes sostengan otras creencias. En Francía sucedió algo semejante con las tropas coloniales, la legión extranjera o las expertas divisiones de exiliados españoles y en cuanto a Dinamarca tendríamos que estudiarlo. Un beso.

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    3. Tendríamos que aclarar primero que entendemos por estructura social. La consideración hacia los inmigrantes... ¿Los judíos los eran? Muchos de ellos llevaban cientos de años viviendo en Europa, eran, por tanto, alemanes, polacos, franceses, italianos, etc.

      Un beso.

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