Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

martes, 13 de septiembre de 2016

¿TERCERAS ELECCIONES EN ESPAÑA?

Cuando me acucian con un nuevo argumento, 
tengo derecho a considerar que aquello a lo que 
no puedo responder, lo responderá otro.
MICHEL DE MONTAIGNE, Los ensayos, p. 856

Desde el escepticismo que me inspiran las convocatorias electorales y las posibilidades de transformación desde las instituciones, no deja de asombrarme la capacidad que tiene la clase política para desoír el resultado electoral de dos elecciones y considerar necesarias  unas terceras (y quién sabe si unas cuartas).
Decía Muñoz Molina sobre mi admirado Fernán Gómez que su escepticismo era fruto de estar eternamente en minoría, no discutiré esta afirmación del escritor jienense, pero él conoce muy bien las ideas que tenía Fernán Gómez y que explican mucho mejor su escepticismo o el mío hacia tantas cosas, entre otras la política institucional.


Los partidos políticos con más diputados y sus cabezas de lista, todos hombres por cierto (en eso que poco cambio se produce en la política española), no han alcanzado a comprender que quienes han votado no desean un sistema bipartidista, sino un sistema multipartidista en el que el pacto se haga necesario para reconducir la política del ejecutivo al Parlamento, eso tan rimbombante de devolver al pueblo la soberanía.
Sin embargo ese mandato que esgrimen para lo que les conviene en cada momento, no son capaces de cumplirlo. La clase política no está acostumbrada al pacto, al diálogo, a ceder, a acordar. Se refugian en huecas palabras, en la coherencia (ni uno solo de los cuatro primeros partidos podría afrontar una prueba de coherencia de sus promesas electorales), en el pudor a mancharse las manos, en objetivos de cortas miras. En realidad detrás solo hay cálculos basados en encuestas, en estudios, en previsiones de lo que pueden pensar electores y electoras, cuando lo que piensan ya ha sido expresado dos veces casi seguidas. Detrás solo hay la defensa del líder del partido, de los intereses particulares del partido (obtener más diputados/as en las siguientes elecciones por lo coherentes que han sido), de si se puede desbancar al partido más afín para polarizar la situación y volver de nuevo al bipartidismo (el PP se quiere comer a Ciudadanos y Podemos al PSOE o a la inversa).

El Roto
Los partidos políticos existen para ser depositarios de la soberanía popular (sigo con su cuestionable discurso, pero hoy no toca este tema varias veces tocado en este espacio), para ser capaces de canalizar el voto y resolver problemas. La realidad es que los partidos son una casta sin capacidad para articular una solución a la fragmentación del voto y que muestran con total nitidez la farsa de su manera de entender la democracia. Su incompetencia les hace merecedores a sus dirigentes de la dimisión en bloque. Lástima que nadie sea capaz de canalizar un plante organizado y colectivo de la ciudadanía si se convocan unas terceras elecciones, porque ¡¡NO NOS REPRESENTAN!!


6 comentarios:

  1. Además de no entender nada los políticos y los partidos, ¿que me dices del pueblo soberano?, ¿como es posible que un partido corrupto por todos los lados, el mismo que ha aplicado los recortes y entregado dinero a la banca, obtenga más votos cada elección que pasa?, nuestro déficit democrático es muy grande, lo que supone que nuestras tragaderas sean enormes. Con estas cartas uno solo puede pensar que aquel llevaba mucha razón, dejó todo atado y bien atado.

    Abrazo!!

    ResponderEliminar
  2. ¿Y qué puedo decir? Ya hemos hablado de la corrupción y de su extensión. También de cómo es algo consustancial a este país y que hay una parte de la población que la trata con guante blanco, la comprende y comparte (la última vez que hablé aquí del tema fue de Messi, hoy vitoreado en el campo de fútbol y que como ciudadano es un estafador de la hacienda pública).

    Hace días que pronostiqué que abandonar la calle y los movimientos sociales no resolvería nada. Al parecer el 15M no era capaz de cambiar las cosas porque no entraba en las instituciones, ¿qué ocurre ahora a nivel institucional? Y para colmo la calle está tranquila como una balsa de aceite.

    Un panorama descorazonador.

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar

  3. Por tercera vez... qué pereza y qué hartazgo entre otras cosas da todo este panorama...

    Besos!!

    ResponderEliminar

Tus comentarios siempre aportarán otra visión y, por ello, me interesan.