Con este texto, que he fragmentado para no hacerlo excesivamente largo, inicio una sección en la que aparecerán temas que estoy investigando y que son exclusivamente de mi autoría, algunos publicados y otros inéditos. Empiezo con una mujer de la clase acomodada catalana totalmente desconocida y que llevo tiempo investigando. Este texto está publicado aunque he eliminado las notas y reducido algunos fragmentos para hacer su lectura más agil.
Rafaela Torrents, origen social
Rafaela Torrents nació en Vilanova i la Geltrú el 8 de marzo de
1838, desde los nueve años vivió en la Casa Papiol , con mayúsculas, que indicaba en el
mundo rural catalán del Antiguo Régimen que esta niña vivía en una casa grande,
“importante”. La “casa”, además de un
grupo de personas relacionadas por vínculos de parentesco y de un patrimonio
material, también era un símbolo en la comunidad.
Puerto de Vilanova i la Geltrú
Rafaela nace, por tanto, en el seno de una “casa”
importante de hacendados con numerosas propiedades inmobiliarias, ligadas sobre
todo a la propiedad de la tierra. Eran ricos. El Ayuntamiento consideraba a
Joan Torrents, en 1849, como uno de los cinco contribuyentes más importantes de
Vilanova. La familia Torrents-Higuero además de ser propietarios de fincas
urbanas y rústicas, eran beneficiarios del poder municipal y desarrollaban una
actividad como profesionales del derecho. La profesión jurídica era funcional
en la gestión de los patrimonios y por este motivo el título de abogado era frecuente
entre los herederos de la
Casa Papiol. Pero no hay que olvidar también que la
titulación en leyes servía para nutrir la política profesional, Joan Torrents
de Papiol ocupó cargos importantes en el Ayuntamiento de Vilanova. Muchos
hombres de leyes intervinieron en la esfera pública durante la construcción del
Estado liberal.
El nacimiento de Rafaela vino a coincidir con una
importante expansión comercial y la puesta en marcha de la industria mecanizada
algodonera en Vilanova. La llegada al mundo de Rafaela también coincidió con un
momento de cambios políticos. Cuando en abril de 1833 se promulgó un decreto
convocando para junio a los diputados de las ciudades que tenían voto en las
Cortes para prestar juramento a la Infanta Isabel como princesa heredera del trono,
en Vilanova se celebraron grandes festejos organizados por una comisión de la
que formaba parte Joan Torrents de Papiol.
Vilanova i la Geltrú
Rafaela tenía acceso en su casa a una importante
biblioteca y accedió a una educación
básica muy valorada por el padre, tal y como quedó patente en la redacción
de su testamento cuando le dejó a su
mujer el usufructo de todos sus bienes, sin límite alguno, salvo el de
“alimentar y educar a mis hijos e hijas” y ponerlos “en colegios [o] casas de
educación de enseñanza”. La mayoría de la población no accedía a la educación
por razones sociales, pero también había una limitación por razón de sexo que
se reflejaba en el elevado número de analfabetas.
La concepción dominante sobre el acceso de la
mujer a la educación, configuraba un
discurso que situaba a la mujer en el espacio doméstico, y no en el espacio
público, porque su naturaleza así lo determinaba. El mensaje dominante defendía
la diferencia de género y apoyaba un modelo de mujer con una formación dirigida
no al crecimiento personal sino al servicio a los otros. Rafaela Torrents fue educada en el discurso que reafirmaba que
la mujer era inferior al hombre aunque no descartaba que algunas mujeres
accedieran a la educación, siempre y cuando mantuvieran sus funciones naturales
de esposa y madre.
Cuando murió su padre en 1851, Rafaela era una
adolescente de trece años que vio cambiar su vida cotidiana ya que no solo
perdió a su padre sino que dos años después, sus dos hermanos mayores, Manuel y
Ramona, se casaron y marcharon de la casa familiar. La rapidez de estos
matrimonios estuvo relacionada con las dificultades de la viuda para atender a
las obligaciones que conllevaba una prole de once hijos e hijas.
Vilanova i la Geltrú
La transmisión del patrimonio de la casa se hacía
habitualmente en dos etapas. La primera, en el momento del matrimonio de los
hijos mediante los capítulos matrimoniales. El heredero, Manuel Torrents e
Higuero, se casó en 1853 y al casarse fue nombrado heredero universal, por ser el
hijo primogénito, de los bienes de los padres. Manuel no recibió el patrimonio
hasta la muerte de la madre. En el caso del resto de los hijos e hijas, éstos
percibían su parte de la herencia o bien se especificaban los términos del
pago. Joan Torrents legó a todos sus hijos e hijas, diez mil libras
barcelonesas “en pago de todos sus derechos de legítima paterna y demás
derechos…”. Ese dinero no lo podían exigir, “a saber, las hijas hasta que se
coloquen en matrimonio y los hijos varones hasta que se coloquen en matrimonio
o hallan llegado a la edad de veinte y
cinco años cumplidos”. La segunda etapa de la transmisión se producía con la
muerte del padre y la madre. En este momento el heredero pasaba a ser jefe de
la casa y su propietario sin restricciones.
Cuando Rafaela cumplió los dieciocho años entró
oficialmente en la edad casadera y sus
relaciones sociales se incrementaron. Los sectores burgueses más acomodados de
Vilanova se reunían en sus casas, donde el círculo era mucho más restringido, o
asistían al Círculo Villanovés.
Los Torrents estaban emparentados con los Samà
Urgelles por el matrimonio de Ramona y este nexo familiar facilitó la relación
de Rafaela con la familia Samà y la preparación de su matrimonio con otro Samà,
primo hermano del cuñado de Rafaela. En las tertulias dominicales en la casa de
los Samà-Torrents encontraron las dos hermanas Torrents la oportunidad de que
Rafaela conociera a su futuro marido.
Las clases acomodadas seguían estrategias matrimoniales comunes para
reunir patrimonios y vincular intereses económicos, o de otro tipo.
La familia Samà respondía a una tipología de
familia totalmente distinta a la de los Torrents. Los Samà de finales del siglo
XVIII no estaban en el círculo de los Torrents ya que se trataba de familias de
labradores, marineros y pequeños comerciantes que se vieron obligados a “hacer
las américas” en busca de fortuna. Formaban parte del contingente de
villanoveses que entre 1765 y 1824 marcharon, con licencia o sin ella, a
América.
El origen social de Rafaela, dentro de la sociedad
acomodada vilanovina, definió su lugar a través de los hombres (padre, hermano
mayor y marido). Procedía de una familia, por tanto, en la que se disfrutaba de
una buena posición económica y ese hecho facilitaba el acceso a la política. La
educación escolar y familiar no hizo otra cosa que reforzar la aceptación de su
papel de género, encaminando su futuro a la realización de un buen matrimonio.
La diferencia en el pago de la legítima entre hijos e hijas, reflejaba la
visión de que las mujeres tenían la vía del matrimonio como única posibilidad
para recibir la parte del patrimonio familiar que les correspondía y que podía
ser incrementado en vistas a un buen matrimonio.
Las fotografías de Vilanova i la Geltrú están tomadas de google, la última está tomada del libro de Lluís Permanyer, El esplendor de la Barcelona Burguesa, 2008.