Fui una madre atípica pero silenciosa, cosa rara en mi
(digo lo de silenciosa, no lo de atípica). El mandato de la «buena madre» fue
tan potente que no me convenció, pero si me silenció. Las amigas que, como yo,
habían sido madres hablaban maravillas de la maternidad, de la conexión con su
bebé, de la armonía de la experiencia, etc., etc. y yo escuchaba consternada
porque mi experiencia era un caos: no tenía tiempo para nada, iba muerta de
sueño, cansada por tener que hacerme cargo de todo porque mi compañero
trabajaba jornadas partidas y a 45 Km, de donde vivíamos… yo solo me
preguntaba: ¿Esto cuando acaba?
Este libro me ha recordado muchas cosas de aquella
época.
El planteamiento del libro es establecer una relación entre maternidad y creación artística a través de la literatura. Partiendo de 16 entrevistas realizadas a otras tantas escritoras durante la pandemia de covid se indaga sobre las luces y sombras de la reproducción biológica y los cuidados maternales. El hecho de que desde la escritura se pueda escrutar las sombras de la maternidad da una gran libertad para ir lejos y saltarse todos los estereotipos. Pese a que la base es la ficción, la tendencia a escribir desde la primera persona conlleva la indagación en sus propias experiencias como madres.
Ser madres les limita su condición de escritoras e
incluso su manera de narrar con obras cortas en extensión, el recurso al
aforismo, fragmentarias, etc. Todas están de acuerdo que el tema de la maternidad en la
literatura ha sido excluido de las novelas y relatos por considerarlo una
temática femenina y basada en la rutina doméstica. Poco atractiva para quien
pudiera leerlas (solo mujeres y no todas) y poco rentable para las editoriales.
Pero todas están de acuerdo que ha habido un boom de publicaciones sobre este
tema y que las cosas han cambiado. Todas concuerdan en que ha sido la potencia
del feminismo en los últimos años lo que ha abierto espacio para la publicación
de novelas, relatos y poesía sobre la maternidad.
Llama la atención que siendo la maternidad un hecho
que afecta a todas las personas, porque todas son hijas o hijos, haya sido un
tema tan invisibilizado y silenciado. Parece que mostrar la angustia, la
tristeza, el malestar, etc., convertía (y convierte) a las mujeres en «malas
madres». La posibilidad de acabar con esta sensación de culpabilidad es hablar
y contar lo que las madres sienten y piensan. Que haya editoriales como La
Tormenta que las publiquen hará posible que se hable, se comparta y se reflexione
sobre este tema.
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