El libro de Edgar Straehle reflexiona sobre la revolución, pero a la vez cavila en el trasfondo del tema principal sobre qué es la historia, la memoria y la tradición. En efecto, toda revolución como hecho o acontecimiento histórico, tiene y cultiva una memoria que suele integrarse en una tradición. A partir de este recorrido el hecho histórico será invocado de formas diferentes, muchas veces banales y condicionadas por el presente convirtiéndolo en un bien de consumo (especialmente político).
Las revoluciones han sido despreciadas por el relato
histórico hegemónico hasta que son reapropiadas, domesticadas y asimiladas por
el poder, mientras ocurre ese proceso, como señala Straehle, la tradición revolucionaria ha sido posible
gracias a que se desafió la narración oficial. La memoria de las revoluciones,
negada por la hegemónica, ha tenido que ser cultivada para subsistir en la
clandestinidad, en los márgenes.
Pero ya estoy mezclando historia,
memoria y tradición como si todo fuera equivalente cuando no lo es. Creo que Edgar
Straehle lo clarifica bien a lo largo de su libro. Veamos cómo lo plantea…
La memoria ¿qué memoria? Esta
cuestión es relevante porque la memoria en este país está de plena actualidad y
es campo de batalla entre diversos partidos políticos con influencia en los
resultados electorales. Además, hay muchas asociaciones de memoria que trabajan
por la «recuperación de la memoria», especialmente de la II República, Guerra
Civil y Franquismo.
La memoria puede ser entendida
como la presentación y representación de la historia pasada, desde un prisma
selectivo y presentizada (es decir, la memoria es la selección
desde el presente de lo que queremos recordar de la historia).
Representar o escenificar el
pasado es una manera de apropiárselo y, al hacerlo, investirse de su poder o de
su legitimidad simbólica; es una forma de cortar el tiempo intermedio que
separa el presente del pasado evocado y de abrir el porvenir desde ese pasado.
De ahí esa conexión tradicional
entre el poder y la memoria. Esta al dotarle de un pasado, ayuda al poder a
extenderse en el tiempo y con ello lo pertrecha simbólicamente para reforzarlo
de cara al futuro.
La memoria no solo se compone de
recuerdos sino también de olvidos, en no pocos casos poco inocentes. Toda
memoria se construye y renueva desde una selección que incluye y, por tanto,
también excluye; que prioriza y, por tanto, posterga. A fin de cuentas, la memoria
no deja de ser un terreno político y politizado también infestado de luchas,
asimetrías, ninguneos y discriminaciones.
El pasado, por tanto, no se puede
cambiar, pero sí lo pueden hacer las múltiples lecturas o apropiaciones que se
hagan de este y, con ello, ayudan a convertir un «pasado pasado» en un «pasado
presente».
Mientras la memoria subsiste y
las batallas por la memoria son muy importantes en nuestros días, la tradición
parece que se ha perdido, en especial
tras la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento del llamado
socialismo real. No se acepta la herencia y se desconfía de cualquier tipo de
tradición.
Estos temas que estamos
comentando ocupan los tres capítulos primeros hasta llegar a la revolución
protagonista del libro: la Revolución francesa. El capítulo 4 se dedica a esta
revolución, pero está presente en casi todos los capítulos posteriores
dedicados a otras revoluciones: La Comuna de París, la revolución rusa y Mayo
de 1968 (capítulo 5), la revolución americana (acompañada de Hannah Arendt,
capítulo 6), la Ilustración, la revolución de 1848 y Marx (capítulos 7 y 8),
vuelve a la revolución francesa en el capítulo 10 y en cierta manera en el 11
cuando escribe sobre la interesante revolución haitiana. Un capítulo especial
es el dedicado a la historia de las mujeres (capítulo 9 e invadiendo el 10).
Para concluir, dice el autor que
la memoria y la tradición no solo se componen de recuerdos sino también de
olvidos, en no pocos casos poco inocentes. Toda memoria se construye y renueva
desde una selección que incluye y por tanto también excluye; que prioriza y por
tanto posterga. No puedo estar más de acuerdo, me cuesta mucho entender que
haya olvidado la revolución libertaria que se produjo en España durante la
Guerra Civil, especialmente la que protagonizaron las mujeres.
Pese a este poco inocente olvido,
el libro merece la pena ser leído.
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