Civil War (2024). Estados Unidos
Dirección y guion Alex Garland
(Estados Unidos).
Solo hablo de aquellas películas que me han impactado, por eso suelo
reseñar muy pocas. Salí del cine estremecida, impactada, con «mal cuerpo». La
trama de la película hace referencia a una distopía situada en un futuro
cercano, tan cercano que no parece una distopía sino algo realmente posible
mañana mismo. Estados Unidos se encuentra arrasada por un conflicto civil del
que tenemos pocas pistas sobre las posibles causas. En esa situación,
completamente actual en muchas zonas del planeta, pero que no ha llegado a los
países ricos occidentales, un equipo de periodistas y fotógrafos de guerra
emprende un viaje por carretera en dirección a Washington DC. En este sentido,
podríamos decir que se trata de una road movie, un género
cinematográfico cuyo argumento se desarrolla a lo largo de un viaje. La
historia se centra en un grupo de cuatro periodistas y fotoperiodistas que
comparten un vehículo y cuyo destino es llegar a Washington antes de que las
fuerzas rebeldes asalten la Casa Blanca y maten al presidente de Estados Unidos.
Como buena película de carretera tiene una estructura episódica, en que
cada segmento de la narrativa enfrenta a los protagonistas con un desafío, cómo
enfrentan estos retos revela parte de la trama y el carácter de quienes
protagonizan la película.
¿Qué nos va revelando la trama de Civil War? La verdad es que la película es muy escueta en este
sentido, no es una película política, aunque hay aspectos políticos. Revueltas
por conseguir agua duramente reprimidas, escasez de gasolina para los
automóviles que acaban como trastos viejos abandonados, supremacismo blanco y
racismo, cuestionamiento del periodismo que no pone límites a lo que fotografía
o escribe, y violencia, violencia y violencia. Una violencia que te va
incomodando y te va tensando los nervios por su autenticidad y actualidad. Una
violencia que se adueña de la vida cotidiana y que hace emerger lo peor del ser
humano, caminos muy transitados en el siglo XX y lo que llevamos del XXI. La
indefensión de las personas ante el caos de un Estado en guerra y el
sufrimiento y la muerte que provocan por cualquier cosa.
Destacan las reflexiones sobre el periodismo de guerra
y cómo afecta a las personas que ven y fotografían continuamente horrores difíciles
de concebir, ¿hay límites a la hora de fotografiar asesinatos en directo,
personas muriendo por sus heridas? ¿o todo vale por la noticia?
Realmente las secuencias tensas e impactantes son tan seguidas que no te da
tiempo a pensar todo lo que estás viendo a una velocidad, a veces, de vértigo.
La película de 109 minutos es perturbadora, incómoda, molesta, y todo ello sin
darte lecciones, sin aleccionar. Cuando sales del cine sigues pensando en el
torrente de imágenes que has visto y creo que es de esas películas que
recordaré durante mucho tiempo. Todos los actores y actrices son muy creíbles,
especialmente Kirsten Dunst.
No hay final feliz, ni siquiera sabemos si el viaje acaba con el final
de la película, aunque el objetivo podríamos decir que se logra a un coste muy
alto. Solo se vislumbra una pequeña esperanza: en situaciones límites solo la
solidaridad y el apoyo mutuo funciona pese a que resulta difícil extenderlo más
allá del pequeño grupo.
Laura Vicente
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