Barcelona, 10 Agosto 1938
Estamos
en un año extraño por muchos motivos, el Covid.19 ha alterado nuestras vidas de
una manera inesperada expresando los efectos que un capitalismo suicida
(capitalismo en su fase neoliberal) tiene a nivel global. Pero este 2020 reúne
también dos aniversarios que no vamos a poder celebrar como se merecen pero no
queremos olvidar: el 80 aniversario de la muerte de Emma Goldman (el 14 de
mayo) y el 84 aniversario de la aparición de la revista Mujeres Libres (el 15 de mayo).
La gran aventura de levantar Mujeres Libres contuvo dos palabras:
revolución y palabras. La dominación que sufrían las mujeres se acompañaba
siempre de un conjunto de relaciones jerárquicas de
mando/obediencia. Hombres y mujeres eran desiguales en términos de poder,
incluso dentro de las organizaciones obreras del Movimiento Libertario, las
mujeres eran expropiadas de las palabras. Tomar
la palabra, por ello, era en sí
mismo una revolución.
La
iniciativa de crear una revista como Mujeres
Libres significó poner en marcha una auténtica revolución por el mero hecho
de tomar la palabra y hablar con voz
propia, sin hombres que marcaran pautas. Todo ello en un contexto muy especial
(Revolución y Guerra Civil) que en parte propiciaba esta revolución y en parte
la ponía en peligro.
Dijo George
Orwell en Homenaje a Cataluña, que en
la Barcelona revolucionaria se tenía el sentimiento de haber entrado de repente
en una era de igualdad y libertad en la que los seres humanos estaban
intentando comportarse como tales y no como piezas de la maquinaria
capitalista. También Emma Goldman señaló
la gran libertad política que vivió en su primera visita a España (que
correspondía a los tres primeros meses de Revolución). Las protagonistas de Mujeres Libres, y las muchas mujeres que
ingresaron en la organización del mismo nombre, vivieron con pasión esos
instantes en los que la sociedad se mantuvo unida por el cemento de la
solidaridad, sin el peso muerto del poder y la autoridad. Sus testimonios
posteriores relataban, todavía con entusiasmo, sus impresiones personales de
esos momentos que les tocó vivir cuando muchas de ellas eran muy jóvenes.
Lucía Sánchez Saornil, Emma Goldman, Christine Kon-Rabe, 20 octubre 1938
Una
revolución, la de las mujeres, que transcurrió como un río subterráneo y que
estaba cuestionando la dominación más antigua que padecía la mitad de la
humanidad, el patriarcado. Una revolución que no se planteaba tanto como
transformación económico-social o política (que ellas siempre apoyaron), sino como
mutación cultural que implicaba un cambio vital.
No
resulta fácil acercarnos a esa atmósfera compartida de energía mágica, a esa
sensación de que el mundo vivido hasta entonces se convertía rápidamente en una
reliquia histórica, en una larga pesadilla dejada atrás. La promesa de un nuevo
comienzo que no tenía más límites que los de la imaginación resultó difícil de
olvidar para nuestras protagonistas. Las mujeres, embarcadas en la aventura de
tirar adelante Mujeres Libres, experimentaron
la humanización de la sociedad que se produjo durante la Revolución social. Un
sociedad que vivió un terremoto en la retaguardia, espacio que se feminizó. Un
lugar en el que había muchas mujeres asumiendo múltiples responsabilidades
solas y abriendo caminos de libertad en plena Guerra, mujeres que decidían
abandonar el silencio y tomar la palabra,
mujeres dispuestas a arrojar sus cadenas animadas por una atmósfera de
esperanza sin restricciones tremendamente estimulante. Mujeres cuya vida mutó
al desaprender la pasividad.
Así
explicaba David Porter cómo era captada la Revolución por gentes que venía de
fuera a observar lo que sucedía en algunas zonas de la España revolucionaria,
entre ellas la perspicaz Emma Goldman, cuyas opiniones y emociones quedaron
recogidas en las muchas cartas que escribió a su círculo más cercano:[1]
« (…) la revolución no es solo euforia y destrucción. También hay en ella impulso, deseo, ímpetu para crear alternativas liberadoras de largo alcance. (…) el aspecto lúdico y festivo de la experiencia humana que complementa, da sentido e impregna completamente el aspecto del duro esfuerzo».
Las
alternativas liberadoras de largo alcance
implicaron, como decíamos, un salto cultural cualitativo que hizo crecer la
esperanza y la voluntad de cambiar la sociedad hasta el punto, no de superar
simplemente los límites de un sistema dado de poder, sino de romper
completamente la compacta membrana cultural que separaba el espacio simbólico
del poder del espacio simbólico de la libertad.[2]
La compacta membrana que las mujeres libertarias, involucradas en el proyecto
de Mujeres Libres, quisieron romper, estaba compuesta de sedimentos que se
habían ido acumulando durante miles de años en las estructuras mentales y el
imaginario social, consolidadas en
comportamientos autoritarios y valores jerárquicos propios de sociedades
fundamentadas en la dominación patriarcal.
Romper
una genealogía de mujeres silenciadas y dominadas no era nada fácil, rechazar y
confrontar cualquier forma de dominación era un programa que en sí mismo era
una revolución, sobre todo cuando se pusieron manos a la obra para construir
relaciones sociales y comportamientos
individuales bajo parámetros de clase y de género radicalmente nuevos. Esa
revolución solo sucumbió en 1939.
Emma Goldman tuvo
relación con este proceso revolucionario como ya hemos mencionado pero su
relación con el Movimiento Libertario español empezó antes. La primera
actividad pública en la que participó en relación a España fue el mitin que organizó Harry Kelly en 1896 en respuesta
a las noticias de represión en Montjuïc. Posteriormente vino en una breve
visita a España entre diciembre de 1928 y enero de 1929, conociendo a Teresa
Claramunt y a la familia Urales. Estableció contactos directos con CNT en los
Congresos Internacionales de la Red Trade Union en 1920 y 1921. También en
Berlín en diciembre de 1922 durante la creación de la Internacional
Anarcosindicalista (IWMA).
Pero
su relación más estrecha se produjo en el contexto de la Guerra Civil y la
consiguiente Revolución. Goldman tuvo ambivalencias respecto a la Revolución
española pasando de una inicial postura crítica y purista a una aprobación
entusiasta y una vuelta a la postura original. Visitó España en tres ocasiones,
entre su primera estancia (septiembre a diciembre de 1936) y
la tercera (septiembre a noviembre de 1938), transcurrió un lapso de tiempo de
poco más de dos años, su segunda visita la llevó
a cabo entre septiembre y noviembre de 1937. Durante
sus visitas pasó la mayor parte del tiempo viajando a diferentes zonas de la
España republicana, observando los
esfuerzos constructivos en marcha y la primera línea del frente. Se ofreció a
ayudar en la propaganda internacional, a hacer de enfermera, de camarera, de
canguro, o a divulgar métodos de control de la natalidad e higiene. El escaso
conocimiento de la lengua y los argumentos de los/las anarquistas españolas de
que su mayor contribución era la propaganda en el exterior, la convencieron de
abandonar España y llevar a cabo esa tarea desde Gran Bretaña.
Lola Iturbe y Emma Goldman en el frente
En
septiembre de 1938 viajó por última vez a España, el 1 de octubre asistió a la
sesión plenaria ordinaria del Consejo General de SIA[3] en Barcelona, en esta
reunión le acompañaban Lucía Sánchez, como Secretaria General, Mateo Baruta,
como Vice-Secretario, Fidel Miró vocal de Propaganda y Lucas vocal de
Contabilidad. Abrió la reunión Lucía Sánchez que, «visto que la lengua española
causa dificultades a la camarada Emma, se designa a la camarada Cristina Kon, agregada de Propaganda
y Secretaria de actas de las reuniones,
como interprete»,[4] por
el dominio que tenía de varios idiomas.
Emma Goldman, Etta Federn y Christine Kon-Rabe, tres mujeres
extranjeras que tenían en común ser anarquistas y judías, además de
involucrarse con la causa de la Revolución durante la Guerra Civil,
formaban parte del internacionalismo de resistencia en el que primaba la clase
por encima de la cuestión judía. El internacionalismo era el horizonte de la
aspiración socialista a la justicia universal, la lucha por la emancipación de
la Humanidad convirtió la adscripción judía en un dato sin importancia. En este
sentido, la Revolución española de carácter anarquista fue un polo de atracción
para cualquier revolucionario/a, en especial si era anarquista, y también de
aquellas personas de ascendencia judía como las tres mujeres de las que
hablamos.
No
podemos olvidar que estas tres mujeres eran feministas (al menos Etta y Emma
con seguridad), Goldman apoyó Mujeres
Libres desde el principio como una iniciativa fundamental para capacitar a
las mujeres obreras. Fue Mercedes Comaposada quien se puso en contacto con
Goldman a través de una carta escrita el 17 de abril de 1936, pidiéndole su
colaboración y explicándole los objetivos de la revista. Agradeciéndole la
carta que les envió Goldman, Comaposada le solicitó en una nueva carta con
fecha de 16 de junio una nueva colaboración para el tercer número.
Estos
contactos con Mujeres Libres y con CNT-FAI facilitaron la primera visita de
Goldman a España en septiembre del 36, su disponibilidad a ayudar a la
Revolución dio lugar a diversas credenciales para actuar en Gran Bretaña.
Mercedes Comaposada le envío dos acreditaciones en julio de 1937 en que la
nombraban «corresponsal y representante de las Publicaciones Mujeres Libres en
Europa y Estados Unidos de América», así como representante y «delegada de la
nueva Federación Nacional de Mujeres Libres», forma organizativa que se adoptó
en agosto.[5]
Así mismo, la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña y el Comité
Nacional de la CNT le enviaron sendos documentos reconociendo que actuaba en su
nombre en Inglaterra. Igualmente, SIA la nombró su representante en octubre de
1938, considerándola persona autorizada para hablar en su nombre tanto en
Inglaterra como en Canadá.
Emma Goldman murió en Toronto (Canadá) el 14 de mayo de 1940[6], era
una mujer avejentada y cansada, que murió activa ya que fue al Canadá a recoger dinero y expresiones de simpatía
para el exilio anarquista español.
Dos aniversarios inspiradores que no podemos dejar pasar
sin celebrarlos porque forman parte de nuestra genealogía anarcofeminista.
Laura Vicente
[1] Porter, David (ed.), Visión en llamas. Emma Goldman y la revolución española (Barcelona: El Viejo Topo, 2006), p. 336.
[2] Bertolo, Amedeo, Anarquistas… ¡Y orgullosos de serlo! (Barcelona: Fundación Salvador
Seguí, 2019), p. 189.
[3] Las sesiones plenarias se celebraban trimestralmente y con un
orden día fijo recogido en los Estatutos. International Institute of Social History. Emma
Goldman Papers. Inv. nr. 297.
[4] Así queda recogido en el acta de SIA de 1-X-1938, escrita en
francés por Cristina Kon. International Institute of Social History. Emma Goldman Papers. Inv. nr.
298
[5] Así queda recogido en dos documentos firmados (el 1 y
30-VII-1937) por Mercedes Comaposada como redactora de la revista. International Institute of Social
History. Emma Goldman Papers. Inv. nr. 300.
[6] Esta fecha nos recuerda que en este 2020 se conmemora el 80
aniversario de su muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios siempre aportarán otra visión y, por ello, me interesan.