sábado, 3 de septiembre de 2016

GEORGE STEINER, Un largo sábado. Conversaciones con Laure Adler.


Diversas entrevistas con la periodista francesa Laure Adler, entre 2002 y 2014, permiten conocer, aunque sea solo como una  introducción, el pensamiento y la vida de Steiner. Su juventud, su educación en Estados Unidos y sus opiniones sobre temas muy diversos, desde el judaísmo al tema de la lengua, la música, los libros, las humanidades o la muerte.

Steiner no tiene pelos en la lengua, desde un tono mordaz y crítico repasa muchos temas saltándose en numerosas ocasiones lo que denominamos “políticamente correcto”. Desde esta posición heterodoxa no teme cuestionar el feminismo (y autoras como Hannah Arendt, Simone de Beauvoir o Simone Weil), el psicoanálisis o el marxismo. Se puede estar de acuerdo o no con Steiner, pero en todo caso encontraremos argumentos sólidos, y de una extensa erudición, que siempre nos harán pensar y cuestionarnos nuestras propias convicciones. Encontramos además en este libro múltiples recomendaciones lectoras: Lobo Antunes, Beckett, Arthur Koestler, Paul Valery, Paul Celan o las poetas Ajmátova y Tsvetáyova.

El apartado que más me ha gustado es el que se titula “Ser un invitado en la Tierra. Reflexiones sobre el judaísmo”. Leyendo sus respuestas he encontrado muchos aspectos que coinciden con mi manera de entender temas que vuelven a ser hoy fundamentales. Steiner está convencido de que no tener raíces (en un terruño concreto, en un hogar que de un centro de gravedad a la persona), algo que suele ser considerado como negativo, puede permitir combatir el chauvinismo, el odio racial y el miedo al otro. Respetando que para otras personas sea fundamental tener esas raíces, Steiner (y humildemente yo misma) considera necesario intentar liberarse de esos aspectos negativos que suele tener el ser humano como animal territorial que es.


Este “flotar en el aire” que Hitler achacó a las personas de religión judía por no tener raíces, le permiten a Steiner reflexionar sobre el misterio de la condición judía. Y en esa reflexión se muestra claramente antisionista, aunque reconoce que la existencia de Israel en un milagro indispensable en el que un día sus hijos o nietos encuentren su único refugio. Pese a ello prefiere pensar que el judío tiene una misión: la de ser peregrino de las invitaciones (29), es decir, en la tierra somos todos invitados y debemos aprender a ese arte tan difícil de sentirse en casa en todas partes. En cada lugar en que vivamos aportar lo mejor de nosotras mismas y si hay que hacer la maleta y marchar, hacerlo.

Dadme una mesa de trabajo y ya tengo una patria. No creo ni en el pasaporte –cosa ridícula- ni en la bandera. Creo profundamente en el privilegio del encuentro con lo nuevo (30).

Su antisionismo se basa en el privilegio que ha tenido el pueblo judío, hasta la formación del Estado de Israel, de no haber tenido el poder necesario para maltratar, torturar o expropiar a nadie en el mundo.
Antinacionalista radical, se siente orgulloso de ser apátrida.

Temas como la excelencia intelectual judía, los chantajes del judaísmo al ser humano (el monoteísmo, el cristianismo y el marxismo), el crecimiento del antisemitismo en países en los que apenas hay judíos como Hungría, Rumanía, Polonia o la propia Inglaterra, la historia o el Islam, son temas sobre los que reflexiona en este apartado.

Una entrevista jugosa que nos abre muchos temas para indagar en su obra. Para finalizar, el título de la entrevista, Un largo sábado, viene del Nuevo Testamento y del esquema de viernes-sábado-domingo. Es decir: la muerte de Cristo el viernes con la noche que se cierne sobre la noche; luego la incertidumbre del sábado en el que no sucede nada, y luego la resurrección del domingo:
Es un esquema de una fuerza sugestiva ilimitada. Vivimos la catástrofe, la tortura, la angustia, luego esperamos, y para muchos el sábado no acabará nunca. El mesías no vendrá y el sábado continuará (124).

6 comentarios:

  1. Sí, sí, sí. Steiner cobra cada vez más actualidad. O más eternidad. Dice en una antigua entrevista con Ronald A. Sharp : "Detesto, aborrezco el nacionalismo. Yo estoy en mi casa dondequiera que haya una máquina de escribir. Las banderas y los pasaportes me parecen baratijas peligrosas. Creo que somos los invitados de la vida [...] No sabemos por qué hemos nacido, no lo hemos elegido, no hemos elegido nacer en una determinada comunidad, en tal época, en tal clase social; no hemos elegido nacer sordomudos, entre mendigos o sifilíticos, ser portadores del virus del sida, ser millonarios o estar increíblemente dotados. Ante todo, somos los invitados de la vida y de esta tierra que despojamos sistemáticamente, que saqueamos, destruimos y contaminamos. A mi juicio, tenemos que aprender a ser los recíprocos invitados, unos de otros, para sobrevivir [...] Yo he estado en mi casa en muchos países". (Los logócratas, 102) Nosotros que vivimos sobre las ruinas de Auschwitz y del Gulag, debemos "reaprender a ser humanos"...

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    1. Me identifico tanto con esta manera de ver el mundo y el nacionalismo de Steiner que me parece un alma gemela. Me gusta mucho esa idea de ser "invitados de la vida" que también aparece en esta entrevista que comento. Re-aprender a ser humanos... así debería ser, sin embargo veo a mi alrededor, como comentábamos ayer, todo lo contrario. Los mismos mitos, leyendas, creencias nacionalistas se apoderan de la población europea. La reacción de mirar hacia otro lado y pensar que nada ocurrirá, también es sabida...

      Gracias por tu aportación Alin.

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  2. Largo e interesante sábado.

    Besos!!

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    1. Desde un domingo ¿falso? aceptemos que estamos desde hace mucho en sábado...

      Besos!!

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  3. Me encanta Alín !!!
    Un besazo para las dos ( soy Elena )

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Tus comentarios siempre aportarán otra visión y, por ello, me interesan.