jueves, 23 de junio de 2016

LOS COMICIOS ELECTORALES, EL TIEMPO DE LA DOMINACIÓN


Afirma Jacques Rancière que hay un tiempo “normal” que es el de la dominación, este impone sus ritmos, fija el ritmo del trabajo, el de los comicios electorales, el orden de la adquisición de conocimientos y los diplomas[1].

Quienes hemos vivido momentos en que el tiempo homogéneo se distorsiona y la gente en la calle opone su propio tiempo, por ejemplo en el Movimiento del 15M, entendemos muy bien que son momentos excepcionales en los se produce una interrupción del flujo temporal. La gente impone otro orden del día del que se desarrolla en el tiempo del sistema.

Alguien podría afirmar que esos momentos son efímeros y que terminan pronto para volver a la normalidad, sin embargo, esas interrupciones acostumbran a hacer visible un discurso que permanecía oculto, que no se expresaba, que no era, pero existía. El discurso oculto no contiene solo lenguaje escrito u oral sino una extensa gama de prácticas de resistencia que recurre a formas indirectas de expresión, denominadas, por James C. Scott, infrapolítica. De hecho esos momentos de distorsión del tiempo de dominación no serían posibles sin esa infrapolítica que canaliza momentos de resistencia oculta. La primera declaración pública del discurso oculto adquirió el 15 de mayo de 2011 la forma de ruptura pública de un ritual tradicional de subordinación al no aceptar los canales políticos o sindicales tradicionales y ocupar la calle como espacio de rebelión.

Cuando el tiempo homogéneo distorsionado es parasiteado y canalizado hacia la temporalidad electoral, hacía las estrategias de partido que elaboran quienes “saben” dejando en la pasividad del voto a las masas, que se deben limitar a corear consignas y aceptar renuncias por motivos tácticos, el tiempo “normal” de la dominación vuelve a marcar el orden del día de las oligarquías gobernantes que marcan los llamamientos a las urnas y la canalización de la protesta en votos.

Los subordinados vuelven a sus casas, a sus trabajos, a sus estudios, a sus empleos precarios, a sus impagos, a su papeleta cada cuatro años (o seis meses). Los sueños de interrupción del tiempo de dominación, la cólera compartida que altera sus ritmos “normales”, vuelven a estar dominados, de nuevo, por la partidocracia, las urnas y la representatividad. 

JACQUES RANCIÈRE (2010): La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero. Tinta Limón, Buenos Aires. 
JAMES C. SCOTT (2003): Los dominados y el arte de la resistencia. Txalaparta, Tafalla. JAMES C. SCOTT (2013): Elogio del anarquismo.Planeta, Barcelona.

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